Viaje a la Bretaña, Normandia y Castillos del Loira.

Antonio_RT

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Madrid
Hola amigos,
me gustaria compartir con todos vosotros el viaje que hicimos mi mujer y yo en el verano del 2008 a la Bretaña francesa, Normandía y los castillos del Loira.

Espero que os guste y os sirva de ayuda.

Un saludo.
Antonio

PRIMERA PARTE: BRETAÑA


1º Día. Madrid – La Rochelle.

Suena el despertador, son las 3 de la madrugada del día 2 de agosto, empieza nuestra aventura…
La poca gente que hay en la calle nos mira extrañados al ir colocando todo el equipaje en la moto a estas horas. Los nervios de la partida aumentan cuando por fin nos colocamos los cascos, empieza nuestra aventura en solitario.
Son las 4 de la madrugada cuando nos despedimos de nuestro hijo que nos observa desde la ventana y arrancamos, el escaso trafico ayuda a calmar los nervios e irnos acostumbrado a la moto cargada hasta los topes.
Teníamos previsto la primera parada a la salida de Madrid para repostar y abrigarnos un poco ante la previsible bajada de temperatura en el Puerto de Somosierra.
En la gasolinera llamamos la atención de una pareja de la Guardia Civil que se acerco a ver la moto y preguntarnos a que destino teníamos previsto, tuvimos una agradable charla con ellos mientras intentaba arreglar la primera incidencia del viaje, el bluetooth del TomTom estaba guerrero y no había manera de escucharlo, tras un rato peleándome con él salimos de ruta sin sonido, despidiéndonos de la simpática pareja de Guardias Civiles.
La carretera estaba casi vacía, y menos mal, por que las luces de la moto estaban tan altas que los pocos coches que adelantamos o nos cruzamos nos hacían señales para que quitáramos las largas, algunos educadamente, otros un poco mas “capullos” El resultado fue que incrementamos el ritmo para molestar lo menos posible, con lo que llegamos a Aranda de Duero antes de las 6 de la mañana y claro no había nada abierto para desayunar, por lo que continuamos el camino a ver si en Burgos teníamos mas suerte. La temperatura era bastante fresquita, bueno mas bien fría, con los que los dos estábamos bastante destemplados al llegar a Burgos con las primeras luces del alba.
Por fin encontramos un área de servicio abierta parando para desayunar y esperar que saliera el sol, para que subiera la temperatura, se quitara la neblina que había y evitar los deslumbramientos de nuestro faro.
Con los primeros rayos del sol y un par de cafés en el cuerpo reanudamos la marcha mucho más animados, con lo que los kilómetros iban cayendo apenas sin esfuerzo, disfrutando del paisaje y de la subida de la temperatura.
Cerca de la frontera de Irun paramos para llenar el deposito a precio Español y estirar las piernas, por si pillábamos algo de atasco para cruzar la frontera. A esta altura de la mañana el sol se había cubierto de nubes pero la temperatura era muy agradable para montar en moto.
Cruzar la frontera no fue mas que un mero tramite, sin atascos ni retenciones, en un momento ya estábamos en suelo Francés. A partir de ese momento empezaron los peajes y nosotros a coincidir con otra pareja motera, con la que aprovechábamos para hablar en las colas de los mismos hasta que nuestros caminos se separaron.
El trafico era bastante intenso, pero ni mucho menos que en dirección a España, en ese sentido el atasco era total y durante muchos kilómetros la visión del atasco nos acompaño. Pero nosotros tampoco nos libramos de las retenciones, entre Bayona y Burdeos sufrimos paradas ocasionales, con lo que en una de ellas paramos en un Área para comer y descansar un poco y ver si el atasco se volvía mas fluido.
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Tras reponer fuerzas nos incorporamos de nuevo a la carretera, con un trafico bastante mas fluido y tras cruzar Burdeos mucho menos intenso. La temperatura era muy agradable pero unas oscuras y amenazantes nubes cubrían el cielo, y según avanzábamos hacia el norte la cosa empeoraba, hasta el punto de que cerca de Rochefort tuvimos que parar debajo de un puente de la carretera para ponernos los chubasqueros ante el diluvio que nos estaba cayendo. Así continuamos el viaje con lluvia y viento hasta la entrada a La Rochelle, en donde la lluvia paro y la temperatura se volvió asfixiante. Para colmo el GPS se volvió majara y en vez de llevarnos al hotel nos hizo recorrer la ciudad de cabo a rabo mandándonos siempre dar la vuelta por donde habíamos venido. Por fin decidimos parar para preguntar y quitarnos los chubasqueros, nada mas acabar de guardar los chubasqueros empezó a llover otra vez pero ya estábamos tan cansados que nos dio igual y gracias a las indicaciones de una simpática francesa encontramos enseguida el hotel y pudimos aparcar la moto en el garaje, y nosotros echarnos una pequeña siesta ya que todavía no eran ni las 5:30 de la tarde.
Tras la siesta y la ducha de rigor salimos a visitar la ciudad con la ayuda de las indicaciones de la atenta recepcionista del hotel, que nos indico los puntos mas interesantes en un mapa y nos sugirió donde cenar, por suerte ya no llovía.
La Rochelle es una bonita y animada ciudad costera con mucho ambiente, un bonito casco antiguo, y muchos restaurantes en donde el marisco y el pescado son los platos estrella.
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Empleamos las ultimas fuerzas que nos quedaban en visitar casi todo lo interesante
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y buscar donde cenar en la amplia variedad de restaurantes. Tuvimos suerte en la elección y cenamos bastante bien, y tras la cena volvimos paseando al hotel disfrutando de la agradable temperatura y la brisa del mar.
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2º Día. La Rochelle – Nantes – Vannes – Carnac.
Amanece la mañana con un gris plomizo, pero ni llueve, ni hace viento, nos levantamos perezosamente pero con ganas de continuar el viaje, hoy la etapa es mucho más corta y además a partir de hoy entraremos en la Bretaña. Tras un buen desayuno y las fotos de rigor partimos por las solitarias calles de La Rochelle.
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El viaje hasta Nantes discurrió sin problemas ni incidentes, el tiempo era nublado pero con una temperatura muy agradable para circular en moto, con lo que Pili y yo nos dedicamos a disfrutar del verde paisaje que iba mostrando a cada curva del camino mientras charlábamos por lo nuevos intercomunicadores que estrenábamos para este viaje.
Al fin llegamos a Nantes, una gran ciudad, con un complicado trazado para llegar hasta su centro histórico, pero con escaso trafico, lo que facilita mucho el ir pendiente del GPS y de las señales indicativas. Tras un par de vueltas de mas a alguna glorieta llegamos a una gran plaza
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junto a la catedral de Saint Pierre, donde pudimos aparcar la moto, como llevábamos las maletas a tope tuvimos que cargar con los cascos, las cámaras y la bolsa sobredeposito, ¡gracias que seguía nublado y hacia fresquito!
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Como era cerca de la una empezamos a buscar un restaurante para comer, cosa que en principio no pensamos que fuera complicado, siendo domingo y en una zona turística, pero al poco rato nos dimos cuenta de que en estas tierras los domingos algunos restaurantes cierran como el comercio normal, por lo que había poco donde elegir y además llenos hasta la bola. Como poco a poco se empezaba a pasar la hora de la comida decidimos meternos en el primero que nos dieran mesa y tras un par de intentos por fin en uno nos dijeron que si, sentarnos en una mesa tan pequeñita, y junta a las otras, como están en los restaurantes franceses, con todo el traje de la moto, cascos y bolsas fue toda una odisea, hasta el punto de que cortábamos todo el paso al restaurante, por lo que tuvieron que guardarnos los cascos, la bolsa y las cámaras en un cuarto del restaurante. Tras acomodarnos llego el momento de pedir la comida, algo un poco complicado si no hablas francés perfectamente, ya que en esta zona es difícil encontrar alguien que hable español… Pero con los conocimientos de francés de Pili, los míos de ingles, un poco de italiano de ambos y muchos gestos conseguimos hacernos entender para pedir la comida y la bebida.
Siendo totalmente sincero tengo que confesar que comí mejor de lo que esperaba, la comida estaba muy buena y el camarero siempre estuvo atento de nosotros para explicarnos en la medida de lo posible lo que habíamos pedido.
Cuando estábamos tomando ya el café empezó a llover, no demasiado fuerte, pero si molesto, por lo que estuvimos haciendo tiempo hasta que escampo un poco, y con los dedos cruzados para que no lloviera mas nos pusimos a recorrer la cuidad a pie.
Visitamos el castillo de los duques de Bretaña,
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una gran fortaleza protegida por fosos en cuyo interior se encuentra el palacio gubernamental
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que acogió numerosos torneos. Cuando nos cansamos de subir y bajar escaleras, recorrer fosos y hacer fotos desde sus murallas, nos encaminamos a visitar la catedral cuya fachada estaba en obras y afeaba un poco la vista de su entrada. Tras la visita a su interior decidimos que había llegado la hora de marcharnos ya que todavía nos quedaban bastantes kilómetros para llega a nuestro destino.
El tiempo seguía juguetón y tan pronto empezaba a caer una fina lluvia como salía el sol con lo que era complicado decidir si nos poníamos los chubasqueros o no, ya que la temperatura era muy agradable con el traje de verano, pero agobiante con los chubasqueros, por lo que al final nos arriesgamos a no ponérnoslos.
Salir de Nantes fue bastante mas sencillo que entrar y casi sin darnos cuenta estábamos en la autopista camino de Vannes, por el camino nos llovió un par de veces pero no lo suficiente para hacernos parar.
Llegamos a Vannes y al contrario que en Nantes aquí él trafico era muy denso y una larga caravana de coches con la misma dirección que nosotros nos obligaba a circular muy despacio y con numerosas paradas. Por fin llegamos al puerto y pudimos aparcar la moto en la Plaza de la República, muy cerca de la zona antigua de la ciudad.
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Otra vez cargados con todos los trastos empezamos a visitar la ciudad vieja, que en verdad es muy bonita y bien conservada, paseando por el interior de sus muros te da la sensación de haber retrocedido en el tiempo y encontrarte en la edad media, las casas y los comercios contribuyen a esa atmósfera medieval.
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Las calles estaban muy animadas y llenas de visitantes por lo que era complicado moverse con soltura, por lo que decidimos visitar el puerto y los jardines
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que se encuentran fuera de las murallas, y en eso estábamos cuando empezó a llover bastante mas copiosamente, lo que nos hizo desistir de hacer una visita mas completa y encaminarnos hacia la moto para marcharnos de Vannes.
La lluvia no amaino y con la moto empapada tuvimos que ponernos los trajes de lluvia y salir de la ciudad con un intenso aguacero que nos acompaño casi hasta Carnac.
Con algo de viento y lluvia por la autopista llegamos a la salida hacia carnac y por una estrecha carretera rodeada de frondosos bosques por fin avistamos la ciudad y emprendimos la labor de encontrar el hotel de Tumulus, que por una vez y sin que sirva de precedente, logramos con apenas dificultad.
El hotel se encuentra en la parte alta del pueblo, junto a un gran túmulo funerario más antiguo que las pirámides de Egipto, aparcamos la moto en el aparcamiento y tras una breve pero complicada charla en recepción, ya que nadie hablaba español, nos encaminamos cargados de maletas a nuestra suite.
Cuando pasábamos por delante de nuestra habitación, ya que era en el jardín, como una especie de bungalows
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de una planta adosados, en una de las ventanas, que supuestamente pensé que era de nuestros vecinos colindantes, vi el rostro de una mujer mayor que nos observaba con una mirada bastante desagradable, no le di mayor importancia y solo pense que vaya tía borde nos había tocado justo al lado. Pero mi sorpresa vino a continuación cuando la recepcionista del hotel que nos acompañaba abrió la puerta de nuestro cuarto y pude comprobar que era mucho mas grande de lo que pensaba y que la ventana en la que yo había visto a esa mujer se encontraba dentro de nuestra habitación. Nada mas que la recepcionista nos dejo solo empece a buscar si había otra puerta o ventana trasera, que no la había, por debajo de la cama y en los armarios sin encontrar a nadie. Salí a la calle a comprobar si era realmente en nuestra ventana en donde había cruzado la mirada con la mujer y si que lo era. Entretanto Pili me empezó a preguntar que hacia con tanto mirar por todos sitios y estar tan serio, por lo que la comente lo que creía haber visto pero que me había confundido con la venta del bungalow de al lado. No pareció asustarse demasiado hasta que estando yo fuera haciendo unas fotos al jardín la vi salir corriendo con la cara pálida y desencajada diciéndome que había oído un ruido muy raro dentro al correr las cortinas de la mencionada ventana, tras entrar para comprobarlo resulto que sin querer había rozado un poco las cortinas y el rozamiento de las anillas metálicas sobre una barra del mismo material hacia un ruido bastante tenebroso, con lo que al fin conseguí convencerla de que no había pasado nada y la vista me había jugado una mala pasada…
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Tras una reconfortante ducha decidimos cenar en el restaurante del hotel para no andar cogiendo mas la moto, y tras una agradable y apetitosa cena, nos fuimos a dormir.
 
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3º Día Carnac – Lorient – Kergo – Quimberon – Carnac.
Nos levantamos no demasiado temprano y nos encaminamos a desayunar, el día estaba plomizo pero no amenazaba lluvia. Desde el comedor del hotel teníamos una magnifica panorámica de la bahía de Quiberon con el mar al fondo y un tímido sol que lentamente se abría paso entre las nubes, lo que nos dio ánimos para empezar la ruta del día.
Por primera vez desde que salimos de casa podíamos ir sin todo el equipaje en la moto por lo que nos preparamos tan rápido que casi no nos dimos cuenta y en un momento estábamos rodando con la moto. La ruta de este día no era extensa en kilómetros, pero si en lugares interesantes que ver. Lo primero que hicimos fue ver los alineamientos de megalitos de Kermario,
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la primera vez que ves toda la campiña sembrada de estas piedras te impresiona y acto seguido te haces la pregunta de que les llevo a los humanos del Neolítico, en el año 3000 a.C., a realizar semejante obra. Mires por donde mires hay piedras de todos los tamaños perfectamente alineadas hasta donde se pierde la vista.
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Hicimos muchas fotos y visitamos casi todo el yacimiento, pero nos quedaba el regustillo de no poder caminar entre las rocas ya que se encuentran en un recinto vallado. Cuando nos cansamos cogimos la moto y nos dirigimos al siguiente yacimiento, el de Le Menec, mas piedras y un aumento considerable del trafico y de los turistas, por lo que decidimos no entretenernos demasiado e ir en busca del gran menhir, el menhir más grande del mundo que originalmente media 20 metros de altura y en la actualidad esta roto en cuatro trozos.
Por el camino hicimos una breve parada para visitar un túmulo funerario que se encontraba entre unos parcelas retirado de la carretera por un camino de tierra, cuando accedimos al interior le dimos un buen susto a una pareja de franceses de mediana edad que estaba en el interior haciendo cosas raras… Nos marchamos rápidamente y tras un breve recorrido llegamos al recinto donde se encuentra el Gran menhir, aparcamos la moto y tras pagar el precio de la entrada accedimos al interior del recinto, nos llevamos una gran desilusión ya que tener que pagar por ver una roca partida en cuatro trozos sin ninguna explicación y un túmulo medianamente iluminado nos pareció el timo típico para turistas.
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Poco nos entretuvimos y salimos para buscar un gasolinera para repostar y un sitio donde comer. Tras un par de visitas fallidas a gasolineras automáticas por fin llegamos a Auray con un calor asfixiante y una larga cola en la única gasolinera con cobrador, entre la espera y el calor al ir a repostar apreté un poco antes de tiempo el gatillo de la manguera antes de tiempo recibiendo la moto y yo una generosa ducha de gasolina con la suerte de que no se inflamo al chorrear por el motor y los colectores de escape…
Tras el susto nos tómanos un pequeño respiro para calmarnos y limpiarme del perfume de la gasolina. Como ya era la hora de comer decidimos buscar un restaurante en el pueblo por lo que nos dirigimos al centro para aparcar la moto. Encontrar donde comer no fue muy complicado, pero no así el hacernos entender por los camareros ya que ninguno hablaba o entendía español y su francés era muy cerrado, por lo que al final con un popurrí de idiomas, gestos e indicaciones conseguimos pedir algo de comer. Yo tuve suerte con mi comida, pero Pili no, su segundo plato era una especie de salchicha grande, de un feo color grisáceo, que desprendía un olor poco agraciado, además por uno de sus extremos tenia una especie de orificio que le daba totalmente el aspecto de un órgano sexual masculino. De todas maneras y tras las risas por semejante engendro Pili se animo a probarla y su cara cambio totalmente poniéndose pálida y muy seria, yo la dije que no debía ser para tanto, a lo que ella me respondió ofreciéndome un trozo de aquello. Me lo metí en la boca y el resultado fue peor de lo que imaginaba, una mezcla de sabor y olor muy desagradable recorrió toda mi boca y nariz haciéndome casi imposible el retenerlo dentro, fue un rato muy desagradable hasta que el camarero retiro el resto, pero la verdad es que luego Pili y yo nos reímos mucho a cuenta de esa “salchicha”
Tras la comida una breve vista al lugar nos encaminamos a Lorient, una ciudad portuaria bastante grande que en la Segunda Guerra Mundial fue una importante base de submarinos. Nada mas llegar observamos un intenso trafico y un montón de calles cortadas que nos impedía acceder al centro urbano, tras unos cuantos intentos conseguimos llegar y comprobamos que había un maxi festival, lleno de casetas, atracciones y carpas, por haber había hasta un grupo de gaiteros asturianos.
Con semejante jaleo decidimos marcharnos antes de que se hiciera mas tarde a Quiberon. Por el camino vimos otro yacimiento sin vallas, por lo que paramos a ver de cerca y tocar.
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Nos pusimos de nuevo en marcha a Quiberon, que se encuentra en una pequeña península del mismo nombre y que únicamente se puede acceder por carretera por un pequeño istmo, como es el único paso de vehículos él trafico es muy intenso y lento con lo que las caravanas son muy frecuentes. Tras una lenta procesión por fin llegamos a Quiberon, un bonito pueblo costero lleno de turistas en bañador, con muchas playas y embarcaderos.
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Tras una breve partida nos encaminamos por una estrecha carretera a recorrer la Costa Salvaje, una sucesión de acantilados y calas azotados por un bravo océano y un viento huracanado.
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En esta zona la temperatura bajo rápidamente y el fuerte viento era muy desagradable, por lo que tras las fotos de rigor decidimos marcharnos, no sin pena, ya que la zona era increíblemente bonita.
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Volvimos sobre nuestros pasos y cruzamos de nuevo el istmo para volver a Carnac, por no repetir cena en el hotel nos acercamos a la playa de Carnac a disfrutar de los últimos rayos de sol paseando por la blanca arena junto a la orilla del mar.
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Cuando por fin nos cansamos de andar nos metimos en un restaurante para tomar la cena y disfrutar del ocaso pegados a la orilla del mar.
Ya con la tripa llena y la noche entrada nos dirigimos a buscar nuestro hotel y no sin perdernos unas cuantas veces en varias urbanizaciones de chalets llegamos por fin aparcando la moto en el jardín y marchándonos a dormir.

4º Día Carnac – Quimper – Point du Raz – Concarneau – Carnac
Como este día teníamos pensado hacer bastantes kilómetros nos levantamos temprano para desayunar rápido y enseguida estar en ruta. Por primera vez desde que salimos de España el día amaneció totalmente despejado y con un sol radiante, lo que nos animo mucho, pues empezábamos a estar un poco hartos de tanta lluvia.
Nuestro primer destino era Quimper, una ciudad francesa bastante grande, situada sobre el río Odet, con un casco antiguo muy bonito, mucho trafico y mucho turismo. Acercarnos al casco antiguo no fue demasiado complicado, no así aparcar la moto, ya que toda la zona es de aparcamiento regulado y hay que pagar. Pero como dice un buen refrán castellano “donde estés haz lo que ves” observamos que las motos aparcaban sobre una glorieta muy cercana a la catedral, y claro nosotros hicimos lo mismo, resolviendo el problema de un plumazo.
Empleamos la mañana en visitar la catedral de St Corentin, famosa por que su ábside no esta alineado con la nave central, sino que hace un ángulo a la izquierda, en representación de la cabeza de Cristo cuando moría en la cruz, la ciudad medieval, plagada de casa antiguas de entramado de madera, planta baja de granito y superior en saledizo.
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También Pili si entretuvo un rato curioseando en la gran cantidad de comercios que hay en las grandes calles peatonales. Poco a poco el reloj avanzaba y casi sin pensarlo nos encontrábamos buscando un sitio para comer, al final encontramos una terraza con unas buenas sombrillas, ya que hacia bastante calor y para variar se había nublado y amenazaba lluvia. Tras la comida, que estuvo bastante bien y muy atentamente atendidos, nos encaminamos a buscar la moto para seguir la ruta. Tras un tramo de ruta por autovía nos desviamos por una estrecha y divertida carretera hacia Point du Raz, el Finisterre francés, la pena fue que desde el pueblo de Audierne el trafico era mucho mas intenso y la gran cantidad de coches con caravana, haciendo muy pesados los últimos kilómetros. Por fin llegamos al aparcamiento donde acababa la carretera y tras coger un tiket para pagara a la salida pudimos aparcar la moto. Había muchas motos en el aparcamiento a pesar de él cielo plomizo y amenazante que había, unido además al viento que sacudía la zona y la baja temperatura que hacia.
Point du Raz es como un parque natural, con los caminos bien marcados y sin poder salirte de ellos nada mas que en los lugares autorizados, para llegar a la punta hay un servicio de autobuses, pero nosotros creímos que lo mejor era ir andando por la ruta de los acantilados y disfrutar de las vista y paisajes,
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si llegamos a saber que a paso alegre y recortando todo lo que se pudo estuvimos andando mas de una hora y media hubiéramos optado por el autobús. La verdad es que las vista, el paisaje y los acantilados sobre el Atlántico merecen la pena la visita, pero no con una temperatura mas bien invernal, un viento fuerte y molesto y las botas de la moto para andar por caminos sin empedrar, pero la verdad es que al final disfrutamos de la excursión y cuando pudimos volver a donde estaba aparcada moto nos abrigamos con todo lo que llevábamos. En ese momento solo queríamos salir de allí, pero aun nos toco esperar la cola para pagar, que se nos hizo interminable.
Con el tiempo que habíamos perdido y el lento trafico que encontramos hasta la autovía no nos quedo mas remedio que cambiar nuestros planes y pensar en cenar en Concarneau.
Ya atardecía cuando llegamos a Concarneau y por eso aparcamos la moto justo a lado de la ciudadela amurallada para no perder tiempo ya que teníamos muchas ganas de visitar esta pequeña ciudadela defensiva.
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Se accede al interior por un puente de madera y en el interior de los muros las calles son estrechas y apretadas de edificios, da la sensación de estar dentro de una película de piratas. Pero la realidad es que esta llena de restaurantes, tiendas y comercios, pero sobre todo destaca un comercio, una biscuteria, donde podremos comprar todo tipo de chocolates, dulces típicos y merengues gigantes, adornada con grandes esculturas de chocolate.
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La pateamos de cabo a rabo, nos subimos a las murallas, bajamos a los fosos, entramos en las tiendas, en conclusión no dejamos un centímetro sin visitar, hasta que por fin llego la hora de buscar donde cenar, como todo en la ciudadela nos parecía demasiado turístico salimos de los muros a una marisquería que vimos al llegar y nos dimos un buen homenaje.
Al acabar la cena nos pusimos en marcha y recorrimos los mas de cien kilómetros que había hasta el hotel a donde llegamos sin ningún incidente.
 
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5º Día Carnac – Broceliande – Rennes – Dinan - Pleugeneuc
Ultimo desayuno en Carnac, y despedida de los monolitos y túmulos. Hoy teníamos un día de transición, teníamos que cambiar nuestra base de operaciones, por lo que cargamos todo el equipaje en la moto y nos despedimos del hotel, tras unos cuantos ajustes en la ropa y el equipaje nos pusimos en camino hacia la parte noroeste de Francia. Si demasiados problemas recorremos por autopista la distancia que nos separa hasta las cercanías del bosque de Broceliande.
Abandonamos las autopistas y empezamos a circular por carreteras secundarias con muy poco trafico, rodeadas de frondosos bosques que atraviesan encantadores y solitarios pueblos. Tras unos cuantos kilómetros y un laberinto de pequeñas carreteras comarcales llegamos a nuestro primer destino, la tumba de Merlín. Aparcamos la moto en un pequeño aparcamiento y seguimos las indicaciones del camino, para acceder a la tumba de Merlín, la fuente de la eterna juventud y no me acuerdo que chorrada más. Tras una buena caminata por un cerrado bosque llegamos a la supuesta tumba.... vaya desilusión!!!
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Hay que echarle mucha imaginación para pensar en cualquier cosa relacionada con Merlín. Un circulo de piedras en el suelo, un poco de césped y un par de piedras grandes es lo único que se ve, bueno miento, también hay un montón de papelitos con deseos que la gente deposita en las piedras con la esperanza que se cumplan. Como os imaginareis Pili y yo nos llevamos una grandísima desilusión, no esperábamos ninguna cosa especial, pero tampoco una cita tan cutre. Además para mayor desilusión, al llegar vimos un grupo de personas con una especie de guía turística local muy flipada que se mosqueo bastante con nuestros comentarios y desilusión ante el “monumentito” de marras. Tan borde era la tía que decidimos esperar a que terminara su charla par poder sacar una foto a la tumba, pero al acabar la conferencia empezaron los flipados que la acompañaban a poner papelitos, hacer preguntas a la tipa y una sesión de fotos interminables como si estuvieran en la octava maravilla del mundo. Casi desesperados por la espera al fin nos dejaron solos y pudimos hacer alguna foto a la cosa, al acabar el reportaje decidimos buscar la fuente de la eterna juventud con la esperanza de que fuera algo un poquito mejor, pero en vez de seguir el camino en el sentido marcado lo hicimos al revés para evitar a la guía y al su grupo de acólitos. Por un sendero de cabras accedimos al la fuente, esta si que era buena, un estanque pequeñito, con una agua verdosa, estancada y maloliente, que apenas cubría un palmo, VAYA TIMO!!! Menos mal que es de las pocas cosas gratis en Francia, bueno si no acompañas a la guía, claro. En ese momento mi humor se puso un poco agrio por el tiempo perdido en esta visita y la caminata que nos habíamos dado y para colmo empezaban a llegar el grupo con su líder a la cabeza, por lo que salimos de allí lo mas rápido posible no sea que nos sacrificaran o algo por el estilo.
Por fin estábamos en la moto en camino de nuevo y bastante perdidos en un enjambre de carreteruchas sin indicaciones y llenas de cruces, dimos mas vueltas que una peonza hasta que por fin llegamos a una carretera mas grande y bien señalizada desde la cual pudimos encaminarnos por fin hacia Rennes.
Llegamos a Rennes con la hora justa para comer y por eso lo primero que buscamos fue un sitio para aparcar la moto y comer, por suerte y tras callejear un rato llegamos a una tranquila plaza, muy cerca del centro, y con un par de restaurantes con buena pinta.
Comimos en un pequeño restaurante muy acogedor y sencillo, con un personal muy agradable y servicial que se esforzaba para hacerse entender y entendernos, en resumen comimos bien y barato, con lo que rápidamente se nos olvido la “aventura” anterior.
Con bastante pereza empezamos a visitar a pie el centro de Rennes, una ciudad bastante grande, cruzada por un río bastante grande, totalmente canalizado y adornadas sus orillas con macetas llenas de flores de colores, quedando el conjunto muy bonito.
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Cuando nos cansamos de andar y visitar tiendas y monumentos, empezamos la labor de buscar la plaza donde habíamos aparcado la moto, cosa que nos costo algo mas de lo que pensábamos y nos llevo a pasear por zonas poco recomendables para un par de turistas, pero por fin la encontramos y pudimos continuar el viaje hasta nuestro destino final, el Chateau de La Motte Beaumanoir, en Pleugeneuc. Sin mas incidencias que una laboriosa búsqueda del chateau digna de Indiana Jones, ya que se encontraba en medio de la campiña totalmente aislado de cualquier casa o población. Por fin entrábamos en el camino rodeado de bosques que daba acceso al patio.
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El castillo estaba bastante bien y la habitación tenia vistas un lago rodeado por un verde tapiz de hierba, vamos que era idílico y muy cómodo.
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Como la tarde empezaba a caer preguntamos en recepción la hora de la cena y nos llevamos la sorpresa de que no tenían nada preparado ya que éramos los únicos alojados y además nos dio la llave de la puerta exterior por si salíamos a cenar, ya que la recepcionista se marchaba a dormir a su casa, vamos que nos quedábamos solos los dos toda la noche en el castillo.
Como no teníamos mas que unos aperitivos en el equipaje, tuvimos que coger la moto y acercarnos a Dinan, que estaba a unos 30 Km. del hotel.
Dinan en un bonito pueblo con su puerto fluvial, un casco antiguo precioso y una buena cantidad de buenos restaurantes. Aparcamos la moto en la parte antigua y disfrutamos paseando por sus calles rodeados de edificios medievales,
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una visita que merece la pena. Poco a poco se acercaba la hora de la cena y decidimos bajar al puerto
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a darnos un pequeño homenaje. Encontramos mesa en un bonito restaurante con vistas al río, cenamos muy bien y tomamos un vino rosado muy rico que nos animo bastante para volver a nuestro solitario hotel.
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Bueno había llegado la hora de volver al alojamiento y a Pili no la hacia ni pizca de gracia, pero no había otra opción, por lo que cogimos la moto y nos encaminamos al hotel, una negra noche sin luna no ayudaba mucho a animarnos cuando llegamos a la entrada del camino que conducía al castillo, al atravesar el bosque que da acceso se nos cruzo un asustado ciervo que no debía esperar a nadie a esas horas.
Todo el castillo estaba únicamente iluminado por una triste bombilla sobre la puerta de acceso a la torre por la que se accedía a las habitaciones, por lo que cuando aparcamos la moto y apague el contacto se hizo la más negra oscuridad, alterando un poco mas si cabe a Pili, agarrada a mi brazo recorrimos la distancia hasta la puerta, tan firmemente sujeta estaba que casi no me dejaba abrir y cuando por fin se abrió dando acceso a la empinada escalera de caracol la pregunte que si quería ir delante o detrás de mi, contestándome que prefería ir en “medio”
Por fin llegamos a la puerta de la habitación, encerrándonos dentro a cal y canto, para que se tranquilizara un poco Pili, echamos las cortinas para no ver la negro que estaba fuera y nos metimos en la cama a ver la tele.


6º Día Pleugueneuc - Dinard - Saint Malo - Mont Saint Michelle – Pleugueneuc

Por fin la noche había pasado sin ningún incidente digno de mención y tras desperezarnos bajamos a buscar nuestro desayuno, el castillo seguía pareciendo desierto y solo por el detalle de estar la puerta principal abierta dedujimos que el personal del hotel andaría por algún lado. Recorrimos varios salones de grandes dimensiones llenos de armaduras y objetos decorativos, todos ellos presididos por grandes chimeneas de la altura de una persona, alcanzando al final un precioso y coqueto comedor en donde había instalada una mesa para dos, que por supuesto no dudamos que seria para nosotros. Nos acomodamos y tras una breve espera apareció por fin la encargada de atendernos y servirnos el café. Al acabar el desayuno la odisea de la noche anterior estaba casi olvidada, ayudada sobre todo por el comentario de la recepcionista en el que nos informaba que para la noche habría más clientes en el castillo. Aliviados por las noticias nos preparamos para iniciar las visitas del día.
Con tímido sol que intentaba abrirse camino entre las nubes partimos hacia Dinard, una bella población de veraneo plagada de elegantes villas junto al mar.
Esquivando la lluvia y algunos radares fijos llegamos sin incidentes a Dinard, accediendo por un largo puente sobre la desembocadura del río Bassin de la Rance que permite al viajero disfrutar de unas magnificas vistas de lugar. Nada mas acceder a interior de la población nos dimos cuenta de lo grande y populosa que era, y lo dificultoso que era circular por sus calles llenas de un trafico intenso y peatones que cruzaban sin avisar por cualquier lado. Poco a poco nos internamos por sus calles, disfrutando de sus edificios y villas, a cual más pintoresco, para al final perdernos y acabar en la parte alta en un callejón sin salida. En ese momento el sol había salido con fuerzas y el calor era considerable por lo que decidimos acercarnos a la playa para refrescarnos un poco con la brisa marina, por fin y no sin alguna dificultad llegamos a una de las tres playas de esta ciudad en donde pudimos contemplar con envidia como la gente estaba tomando el sol y bañándose, y nosotros sin trajes de baño, que envidia nos dio!!!
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Tras las fotos de rigor decidimos aprovechar el buen tiempo y acercarnos a la cercana Saint Malo, desandamos parte del camino y volvimos a cruzar el largo puente para poder llegar por la carretera de la costa a la ciudadela amurallada de Saint Malo. El trafico era intenso y cuando casi estábamos accediendo al interior de las murallas en una larga caravana un coche de la Gendarmeria nos adelanto parando todo el trafico en una glorieta y diciendo que ya no se podía entrar, que los aparcamientos estaban completos y no había sitio para mas vehículos. En ese momento decidimos aparcar la moto en cualquier lugar y entrar en la ciudadela a pie. Tras una buena caminata al sol por fin accedimos al interior de la impresionante muralla, la verdad es que esta ciudad debía ser verdaderamente inexpugnable en siglos pasados, rodeada totalmente por los altos y gruesos muros construidos en granito con 7 metros de espesor y dos kilómetros de largo.
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Para iniciar la visita subimos a las murallas y empezamos a caminar disfrutando de las magnificas vistas que se nos ofrecían, en el interior una populosa ciudad de estrechas calles, plagada de comercios, restaurantes y vendedores ambulantes,
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y en el exterior el puerto y el mar azotando los muros hasta la bajada de la marea que muestra preciosas playas de arena dorada.
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Nos recorrimos casi toda la muralla y cuando nos cansamos bajamos al interior de la ciudadela, para disfrutar de las tiendas y comercios, e ir buscando un restaurante donde comer entre la gran cantidad de los que había. Nos decidimos por un pequeño local literalmente incrustado en el muro de la muralla, cubierto por unos toldos en el que la oferta principal era el marisco y las ostras de la cercana Cancale.
Mas o menos a los 10 minutos de habernos sentado empezó a caer una ligera lluvia que en pocos momentos se convirtió en un autentico diluvio, que despejo rápidamente las calles de gente, por una vez habíamos tenido suerte y no nos había pillado la tormenta.
Terminamos de comer y esperamos a que parara la lluvia para abandonar Saint Malo y llegar hasta la moto, poco a poco las nubes se fueron disolviendo y el sol aparecía a ratos, en vista de lo cambiante del tiempo pensamos recortar un poco la ruta decidiendo dejar de visitar el puerto de Cancale, total ya habíamos probado sus famosas ostras.
Nos montamos en la moto para dirigirnos al Monte Saint Michelle, parecía que por un día nos íbamos a libra de la lluvia, ya que dejábamos las nubes de tormenta detrás, nos las prometíamos muy felices…
Tras un par de despistes encontramos la carretera que conduce al Monte, ya casi habíamos llegado, y en ese momento se empezó a levantar un viento lateral bastante molesto, pero bueno ya estábamos acostumbrados.
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Llegamos a la entrada del aparcamiento y unas nubes muy negras se acercaban a gran velocidad arrastradas por el viento cada vez mas fuerte, tras un breve cruce de palabras con el encargado del aparcamiento por el lugar más cercano para aparcar la moto de la entrada, el “comprensivo” personaje nos mando al parking de las motos que no pillaba cerca de la entrada precisamente.
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Aparcamos la moto y empezamos a colocarnos el chubasquero ya que caían una gotitas arrastradas por el viento, cuando de repente se hizo casi de noche, empezó un viento fortísimo y a diluviar, no podíamos ponernos las chubasqueros por que se volaban, las maletas y el top case se llenaban de agua, en el suelo empezaba a acumularse y nos casi nos cubría las playeras, fueron unos momentos dantescos, la gente corría buscando refugio en los coches, pero nosotros no teníamos donde meternos. Por fin pudimos terminar de cubrirnos y guardar las cosas en la moto, encaminándonos hacia la entrada al Monte en busca de algún refugio donde guarecernos, cuando recorrimos la distancia que nos separaba de la muralla exterior ya estábamos totalmente mojados, sobre todo yo, ya que mi chubasquero fue incapaz de digerir semejante tromba de agua y empezó a calar como si no llevase nada.
En la muralla Pili pudo guarecerse un poco, pero para mi no había sitio ya que estaba lleno de gente refugiada del viento y la lluvia, poco a poco empezó a amainar lentamente y mientras esperábamos que acabase entablamos conversación con una pareja de Alemanes que viajaban en bicicleta y que eran los que habían echo hueco para que Pili se guareciese. Por fin la lluvia no era mas que un fino “chirimiri” y nos despedimos de la simpática pareja deseándonos todos buen viaje.
Iniciamos la subida a la ciudadela por las estrechas callejuelas llenas de escalones y cuestas, mojándonos de las gotas que caían de los tejados y toldos. Cuando pude encontrar un sitio tranquilo y cubierto me quite el chubasquero empapado y lo tire a una papelera, el agua me había calado totalmente hasta el punto que el móvil que llevaba en el bolsillo se lleno de agua y dejo de funcionar. Como no podía estar así de mojado entramos en una tienda y me compre ropa seca y un buen chubasquero, que alivio sentir la ropa seca, bueno el pantalón estaba mojado de lo que me había chorreado por la espalda, pero era un mal menor…
En la calle seguía lloviendo, poco pero sin parar, pero ya que estábamos allí decidimos visitar la Abadía, por lo menos estaríamos a cubierto.
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Pagamos la entrada y realizamos la visita completa que nos llevo mas de una hora, en la que te muestran como vivían los monjes su día a día y las distintas salas que utilizaban, por un momento parece que uno esta dentro de la película el Nombre de la Rosa.
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Al final de la visita teníamos que decidir si nos quedábamos a cenar en Saint Michelle o nos marchábamos hacia el hotel. Bastante cansados, mojados y con frío al final decidimos recorrer los 50 Km que nos separaban del hotel para ponernos ropa seca y buscar donde cenar. Tras comprobar que la moto seguía en el charco donde la habíamos dejado, nos empezamos a vestir bajo la lluvia que volvía a arreciar de nuevo, por lo que salimos de allí lo más rápido posible. La única ventaja que encontramos fue que con el mal tiempo él trafico era escaso y pudimos circular relativamente cómodos entre el fuerte viento y la lluvia. Cerca del castillo el sol lucio de nuevo y la temperatura se volvió más acorde con las fechas en las que estábamos. Un poco más animados colgamos toda la ropa empapada en la habitación para intentar secarla ya que al día siguiente nos marchábamos de viaje a Normandía.
Cenamos en Dinan y probamos las famosas galettes que son una especialidad gastronómica de la región francesa de Bretaña. Se trata de una variante de las crêpes en la que se utiliza para la masa harina de trigo sarraceno en lugar de la de trigo candeal, rellenas de ingredientes salados (bechamel, quesos, carnes, setas, etc)
Tras la cena y una agradable charla con los dueños del restaurante que se interesaron por nuestro viaje, regresamos al hotel, que aunque ya era de noche, se encontraba bastante más alegre que la noche anterior, con unos ruidosos críos que nos saludaban desde las ventanas al vernos llegar en moto.
 
Última edición:
Hola

Un viaje los muchos bonitos que se pueden hacer por Francia.

Antes de irme al Mongol Rally y, para que mi mujer no se quedará el 2010 sin hacer un viaje con su moto, subimos a la Bretaña y aunque es difícil eleguir sólo un sitio, yo creo que Dinan fue el pueblo que más nos gustó. También bajamos a cenar a la zona del puerto. Una pena que no os pudierais quedar a dormir en el y pasear por sus callejuelas una vez se hace de noche.

saludos
 
Muchas gracias a ti por leerlo y por tus comentarios.

Continuo.

SEGUNDA PARTE: NORMANDIA

7º Día PLEUGUENEUC - SAINT LO – GOVILLE – CAEN – BAYEUX


Un nuevo amanecer y esta vez parece que bastante soleado, como este día marchamos a Normandía tenemos que recoger todo y hacer el equipaje lo mejor posible. Mientras Pili terminaba de vestirse aproveche para ir bajando y colocando cosas en la moto y así de paso abrir el apetito para desayunar, unos cuantos viajes después ya estaba todo cargado en la moto y nosotros tomando el desayuno. Desayunamos fuerte por si el viaje se hacia mas largo de lo que pensábamos o teníamos algún retraso inesperado.
Tras coger los cascos, nos despedimos del hotel y arrancamos hacia nuestro siguiente destino, Normandía.
Como parte del recorrido coincidía con la ruta que hicimos el día anterior hasta el monte Saint Michelle, nos acercamos de nuevo a las cercanías del monte para llevarnos una foto del monumento con un poco de sol.
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Hechas las fotos reprendimos el viaje por aburridas autopistas con la única mención de una parada que hicimos en un área de servicio para estirar las piernas y quitarnos algo de ropa. Continuamos por la autopista hasta las cercanías de Viledieu en donde nos desviamos hacia Saint Lo. Ahora empezaba la parte más entretenida del viaje, por carreteras tranquilas, revisadas y rodeadas de frondosos bosques, mucho más frondosos que los de Broceliande. Cuando alcanzamos Saint Lo empezó a llover débilmente, para que no lo echáramos en falta, por lo que decidimos no para en la población y continuar directos hasta Goville, donde teníamos el siguiente chato.
Llegar a Goville no nos resulto muy difícil, pero encontrar la entrada al castillo fue un poco complicado, mas que nada por la ausencia de indicaciones, pero con la experiencia que ya teníamos acertamos casi a la primera.
Aparcamos la moto junto a la entrada principal del edificio y en un momento salió un risueño joven a preguntarnos, nos costó bastante entendernos con el pues su francés era bastante cerrado y no entendía mi ingles casero, pero como casi todo en esta vida con un poco de voluntad se consigue, al final entendió que éramos los huéspedes que estaban esperando.
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Bajamos el equipaje y acompañamos a nuestro alegre anfitrión hasta la pequeña recepción del castillo, en donde nos entrego la llave de la habitación, y acto seguido nos acompaño, por una desgastada escalera que crujía a cada paso que dábamos, hasta la puerta de la habitación. Entre mas sonrisas nos explico que no había restaurante en el castillo y que el desayuno nos lo servirían en la habitación a la hora que le dijéramos.
La habitación estaba bastante bien era muy pintoresca, llena de cerámica blanca y azul por todos lados, antigüedades y piezas de arte, y lo que más no llamo la atención es que no había televisión, para no interferir en el tranquilo ambiente del castillo.
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Dejamos el equipaje y bajamos a preguntar a nuestro anfitrión en donde podíamos comer, ya que era bastante tarde para la hora francesa, tras un montón de gestos, sonrisas e hispaninglis, conseguimos entender que en Bayeux encontraríamos algún sitio que nos atendieran tan tarde.
Salvamos rápidamente los 12 Km que nos separaban de la comida y como Bayeux es una ciudad bastante grande decidimos ir al centro con la esperanza de encontrar un buen restaurante. Aparcamos la moto en la acera en una gran plaza y nos acercamos a la Bucherie, una especie de restaurante rápido, pero que resulto ser una agradable sorpresa, sobre la base de una antigua carnicería, habían creado un restaurante centrado en platos de carne y que por cierto estaba muy buena.
Con el estomago lleno, llego la hora de decidir que haríamos por la tarde, y mientras una tormenta de verano descargaba en la calle, decidimos acercarnos a Caen.
Entre nubes y claros llegamos a Caen, una gran ciudad y como todas las grandes ciudades complicado el orientarse dentro de ella, pero con la ayuda del gps no dimos demasiadas vuelta y pudimos aparcar muy cerca de una zona de restaurantes y del castillo de Guillermo el Conquistador.
Ante la gran cantidad de monumentos que tiene Caen decidimos centrarnos en ver los más próximos a donde estábamos. Para nuestra sorpresa la entrada al castillo era gratuita y solo hay que pagar si se accede a un museo que hay en su interior, pero el resto de los edificios que quedan en pie se pueden visitar sin dañarnos el bolsillo. Como el castillo se encuentra en la parte alta subimos a las murallas para contemplar la panorámica que se observa desde ella y la verdad es que no nos defraudo y nos hizo tomar conciencia del gran tamaño de la ciudad.
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Cuando nos cansamos de hacer fotos y subir y bajar escaleras nos acercamos a la cercana iglesia de St Pierre, en cuyo interior pudimos ver una colección de fotografías de cómo quedo la ciudad tras los bombardeos y la guerra, y así ante las imágenes de una ciudad totalmente arrasada, con unos pocos edificios en pie empieza uno a tomar conciencia del horror que tuvieron que pasar los habitantes.
Un poco conmocionados salimos de la iglesia y decidimos acercarnos a la oficina de turismo para recabar algo de información para la ruta del día siguiente y de los horarios para visitar monumentos cercanos. Ante nuestra sorpresa las visitas de los principales monumentos acababan en una escasa media hora, lo que nos llevo a replantearnos todo el plan de visita y decidir no mover la moto ya que no llegaríamos a tiempo a ninguno de ellos.
Un poco desilusionados salimos a la calle y tras esquivar los tranvías que circulan por las calles empezamos a andar sin un rumbo determinado, solo disfrutando del paseo y de la agradable temperatura, cuando habíamos recorrido un buen trecho empezó a llover de nuevo y en apenas unos minutos estaba cayendo un buen aguacero, por lo que buscamos refugio en la iglesia de St Jane. Esta iglesia es muy curiosa por que esta bastante inclinada hacia un lado, pero se mantiene en pie milagrosamente, en su interior también se pueden ver fotografías de la ciudad antes y ahora, de cómo quedo la iglesia y de los trabajos de reconstrucción.
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Cuando dejamos de oír la lluvia en el tejado salimos a la calle y nos metimos en la zona comercial para la alegría de Pili, visitamos mil y una tiendas para hacer tiempo hasta la hora de la cena, pero entre paseo y entradas y salidas de comercios empece a sentir un extraño picor en las cañas de las piernas y cuando me abrí las botas para mirármelo tenia un extraño sarpullido que debió salirme por andar tanto rato con el calor que hacia.
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Por eso, entre el picor y que volvía a amenazar lluvia decidimos volver a Bayeux para cenar ya que estaba mucho más cerca del hotel.
Llegamos a Bayeux sin mojarnos y casi a la hora de la cena, por lo que aparcamos la moto en el primer sitio que vimos y empezamos a visitar la ciudad
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y buscar un restaurante que nos gustara, al final como ninguno nos convencía demasiado volvimos a por la moto y salimos a buscar una pizzeria que habíamos visto cerca de la catedral,
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aparcamos la moto justo al lado y nos sentamos en una mesita en la terraza, tardaron un poco en atendernos pero nos tomamos unas Galettes muy buenas y unas cuantas cervezas fresquitas.
Cuando empezó a refrescar decidimos volver al hotel para deshacer el equipaje y descansar un poco ya que llevábamos todo el día de marcha y la ruta que teníamos prevista para el día siguiente tampoco era manca.
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Desde que salimos de la ciudad y hasta que llegamos al hotel no nos cruzamos con un solo coche y la poca iluminación de la entrada del chato hizo que casi nos lo pasáramos de largo, lo que nos trajo recuerdos poco agradables del anterior castillo, pero en cuanto franqueamos la entrada todo cambio, el castillo estaba bien iluminado y la luz que salía por casi todas sus ventanas nos indicaba que estaba lleno de gente, aparcamos la moto a cubierto en un antiguo establo al lado de una Goldwing, pedimos la llave a nuestro sonriente amigo y subimos a la habitación, fue una sensación muy rara acostarnos sin la compañía de la televisión...


8º Día. GOVILLE - QUISTREHAN - PLAYAS DEL DESEMBARCO - LA CAMBE - GOVILLE.

Llaman a la puerta!!! El desayuno!!! Se nos había olvidado que lo traían a la habitación, rápidamente me medio vestí y abrí la puerta, ahí estaba nuestro sonriente “amigo” con una bandeja llena de alimentos, la coloco en una mesa en la habitación y se marcho con un “bon apetit”
El desayuno estaba muy bien, con su zumo natural recién exprimido, su mermelada casera y su bollería caliente todavía, amen del pan, mantequilla, yoghurt y un magnifico café casero.
Cuando dimos cuenta de todo ello, salimos a dar un pequeño paseo por los jardines del hotel, aprovechando que lucia el sol, para hacer unas fotos y bajar el desayuno antes de montarnos en la moto.
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El plan que teníamos previsto era uno de los que más esperaba desde que salimos de casa, ya que íbamos a recorrer las playas del día “D” inmortalizadas en tantas películas de acción de la II Guerra Mundial. Un ligero cosquilleo me recorría el estomago al pensar que pisaría el mismo suelo en que se habían librado tan duras batallas y se habían perdidos tantas vidas humanas.
Recogimos el parte del tiempo de la zona de manos del risueño recepcionista, comprobando que el parte no amenazaba lluvia en la zona hasta la tarde, nos vestimos con los vaqueros y la chaqueta de la moto, ya que andaríamos bastante entre visitar las playas y los museos del desembarco.
Salimos en la moto hacia Caen, para luego desde allí seguir el curso del canal de Caen, hasta la costa Atlántica y la ciudad de Quistrehan.
Quistrehan, se encuentra en la playa de Sword, y cuando llegamos a la playa nos llevamos una pequeña decepción, no había ningún rastro de nada excepto un pequeño monumento, todo estaba tomado por el turismo y unas largas filas de casa de verano no ayudaban a ponerse en situación, por lo que tras un breve paseo volvimos a la moto y nos dispusimos a seguir la carretera de la costa, señalizada con los carteles del “desembarco”.
La verdad es que nos habíamos quedado un poco fríos, pero cuando salimos de la zona más turística nos encontramos de golpe, un carro de combate ingles, en medio de la calle y en bastante buen estado. Ni que decir tiene que paramos la moto y empezamos a hacernos fotos con el vetusto tanque, era la primera toma de contacto con la historia de la zona.
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Tras la sesión fotográfica continuamos la marcha hasta Courseulles, ya en la playa de Juno, parando junto al monumento a los soldados canadienses que tomaron esta playa
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y al lado de una posición defensiva en bastante buen estado.
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Todo esto se encuentra en el pleno paseo y dentro de la población, por lo que cuando aparcamos la moto en la acera se acercaron a verla y preguntarnos desde donde veníamos unos cuantos parroquianos, que se asombraban cuando les contestamos que desde España, en la moto, cuando se cansaron de mirarla se despidieron deseándonos buen viaje.
En este punto tuvimos nuestro primer problema técnico, no en la moto, pero si en los intercomunicadores, bueno en el cable de conexión de los cascos de mi intercomunicador, literalmente se arranco la clavija quedando inservible, por lo que desde ese momento perdí el sonido de GPS y la conversación con Pili. Me dio mucha rabia, ya que nos habíamos acostumbrado a ir comentando los detalles del viaje y lo que nos llamaba la atención, y desde ese momento hubo bastantes ocasiones que iba hablando solo diciéndole cosas a Pili, sobre todo ese mismo día.
Bastante cabreado continuamos el viaje hasta una gran explanada con un pequeño memorial y un mirador desde el que se tiene unas magnificas vistas de los acantilados y de la cercana población de Arromanches con los restos de su puerto artificial construido por los aliados.
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Hicimos la sesión de fotos correspondiente y bajamos hasta Arromanches para ver el Memorial de la batalla y del puerto artificial, aparcamos junto a la playa detrás de un vehículo militar justo al lado del memorial. Nos encontrábamos en la playa de Gold, la ultima del sector británico y justamente donde se construyo un puerto artificial en tan solo 12 días, permitiendo desembarcar 400.000 vehículos y de mas de 3 millones de toneladas de material.
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Como era pronto para comer entramos a visitar el Memorial, la verdad es que a nuestro juicio nos gusto bastante, y en los audiovisuales que proyectan los comentarios son en español. Para los amantes de la militaría es una buena ocasión de ver armas, pertrechos y uniformes reales de la contienda.
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Yo estaba disfrutando bastante, pero me preocupaba que Pili se aburriera de tanta arma y uniforme, y me lleve una sorpresa cuando vi que estaba disfrutando de la visita tanto o más que yo, y además comprobé como su percepción de la zona y el tremendo esfuerzo bélico que se realizo estaba cambiando, tomando conciencia del sacrificio humano por ambos bandos.
Cuando terminamos la visita salimos a comer en uno de los restaurantes que hay en la misma plaza de Memorial, para no andar moviendo la moto, comimos bastante bien y barato.
Mas descasados nos pusimos de nuevo en camino y unos poco kilómetros después nos desviamos hacia Longues-sur-mer, en donde se encuentra una batería de cañones con sus casamatas, así como el búnker de control de tiro, bastante conservados y totalmente visitables. Disfrute como un enano metiéndome en todas las casamatas, haciendo fotos a los cañones de 150mm
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y accediendo al interior del búnker de tiro, que por cierto es el que sale en las primeras escenas de la película “el día mas largo”, entrar cuesta un poco de trabajo ya que se accede por una escalerilla metálica exterior y esta bastante alto. Una vez dentro la sensación es agobiante con el techo tan bajo y solo una estrecha ventana para observar la costa, es fácil ponerse en el papel de los Alemanes el día “D” cuando vieran el despliegue naval justo frente a ellos y les empezaran a llover los obuses. Cuando se salí afuera respire profundamente, aliviado de la claustrofóbica sensación.
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Después de un buen paseo regresamos a la moto con la sana intención de visitar el museo de Pecios Subacuáticos de Port-en-Bessin, no tardamos demasiado el llegar, a pesar de la cantidad de curvas que había en la estrecha carretera. El trafico era escaso y unas gotas de lluvia amenazaban con fastidiarnos la tarde, pero por suerte duro poco y aunque siguió bastante nublado no termino de estropearse. Encontrar el museo se convirtió en una tarea imposible y por mas vueltas que dimos siguiendo los carteles indicadores no conseguimos encontrarlo, por lo que decidimos saltárnoslo y continuar, ya que todavía nos quedaban muchas cosas por ver.
A partir de este punto nos encontrábamos en la playa de Omaha, tristemente conocida por la cruenta batalla que libro él ejercito americano en sus arenas, las bajas de ese mismo día se estiman en más de 3000 hombres y los americanos la bautizaron como Bloody Omaha (Sangrienta Omaha). La escena del desembarco de la película “Salvara al soldado Ryan” puede hacernos una idea del infierno que tuvieron que pasar los soldados americanos.
Cuando pasamos con la moto los dos por esa playa y observamos la altura de la pared llena de nidos de ametralladoras no pudimos por menos de sentir un escalofrío, y cuando nos detuvimos, paramos el motor, miramos hacia el mar y vimos esa gran franja de arena sin ninguna protección, el silencio que reinaba y la casi total ausencia de gente en la playa, nos sentimos sobrecogidos bastante acongojados. Sin apenas cruzar palabra arrancamos de nuevo y nos dirigimos al Cementerio Americano.
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Cuando uno cruza el umbral de este inmenso cementerio lo primero que observa es el tremendo respeto que se respira, para nada tiene que ver con un cementerio de España, aquí todo es monumental y ordenado hasta el más mínimo detalle, andando por unas perfectas calles rodeadas de verde césped se acceda a una plaza semicircular en donde están grabados alfabéticamente todos los nombres de los caídos, tras la cual se accede a las interminables y ordenadas hileras de cruces blancas,
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sobrecoge sobremanera la cantidad, mires donde mires y hasta donde se pierde la vista,
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toda una generación de jóvenes sacrificados por los delirios de grandeza de la política.
En todo el recinto impera un gran silencio y solo fue roto por un himno que anunciaba la arriada de la bandera, pudimos comprobar in situ todo el acto simbólico que tantas veces hemos visto en los cines.
Bastante emocionados decidimos abandonar el recinto, al fin y al cabo estábamos de vacaciones y nuestro animo estaba bastante decaído ante semejante espectáculo.
Salimos de nuevo en la moto, pero ambos notamos que nuestras ideas sobre todo lo sucedido habían cambiado radicalmente, es difícil de explicar pero es como si de alguna manera uno pudiese percibir aun hoy en día todo el sufrimiento de esos momentos.
Para animarnos un poco decidimos visitar el cercano museo de Omaha 6 de junio de 1944, en donde entre otras cosas se exponen tanques americanos, cañones y lanchas de desembarco, así como diverso material y uniformes de ambos bandos.
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La visita causo el efecto deseado y cuando salimos al exterior estabamos bastante mas animados, nos hicimos unas cuantas fotos con un tanque Sherman M4
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y con un cañón de artillería de 150 mm llamado por los soldados como “Long Tom”
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Cuando nos acercamos a la moto nos dimos cuenta que nos habíamos dejado una de las fajas allí al aparcar y todavía seguía allí, a pesar de la cantidad de gente que paso por el aparcamiento a nadie se le ocurrió quitárnosla, un 10 para ellos!!!
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También nos paso algo muy curioso, Pili rozo levemente el espejo retrovisor derecho de la moto y este sé cayo al suelo, los dos nos quedamos con cara de póker mirándolo en el suelo, y luego cuando cruzamos las miradas nos dio por reír, estuvimos un buen rato así, luego coloque el espejo en su sitio y continuamos la marcha.
Como el tiempo pasa deprisa cuando uno esta entretenido el sol empezaba a estar bastante bajo cuando llegamos a los acantilados de Pointe du Hoc, aparcamos en el solitario aparcamiento y recorrimos la distancia que nos separaba del acantilado. Esta zona es famosa por que en la mañana del desembarco los aliados creyeron que estas defensas no habían podido neutralizarse con los bombarderos y ordenaron a los Rangers que la tomara. Los famosos Rangers estadounidenses tuvieron que escalar los acantilados mientras los alemanes hacían blanco en ellos desde arriba con sus ametralladoras y fuego de morteros. Los que llegaron vieron asombrados que no había ningún cañón. Los alemanes los habían retirado días antes. El esfuerzo por tomar la posición resultó en la práctica inútil.
En la actualidad el paisaje es impresionante, los cráteres dejados por las bombas aliadas no dejan un metro llano en el terrero, algunos tienen un diámetro de 30 metros. Sin duda es una de las visitas más curiosas en este viaje.
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Como en la superficie solo quedan restos de las defensas me dedique a introducirme en las ruinas que estaban semi enterradas y con ayuda de la lampara de la cámara orientarme en la oscuridad mientras Pili se quedaba fuera diciéndome que tuviera cuidado. En uno de las ruinas de más fácil acceso me encontraba yo en la parte mas interior y a oscuras cuando oí que accedían un par de chicas y un joven de color hablando y riéndose en Francés, como mis ojos estaban acostumbrados a la oscuridad cuando ellos accedieron al interior yo podía verlos, pero ellos a mi no, durante unos instantes me quede quieto y en total silencio en lo profundo del cuarto mientras ellos seguían de cachondeo, hasta que decidí salir de allí, en ese mismo momento que notaron que algo se movía en la oscuridad y avanzaba hacia ellos, se quedaron petrificados, fue tal el susto que los di que no articularon ni palabra, solo al salir pude comprobar que estaban pálidos, incluido el joven… Tras ese pequeño incidente decidí hacer caso a Pili y dejar de investigar, no sea que me pasara a mí lo mismo, por lo que fuimos a por la moto y nos encaminamos a la autopista para regresar mas rápido.
De camino a Bayeux hicimos una parada en La Cambe, para visitar el cementerio Alemán, aparcamos la moto en la entrada totalmente solos, no había nadie mas, ni un solo coche. El cementerio muy sobrio, mucho más impactante, aquí no se respira el orgullo como en el americano, de hecho de todos los gastos de este cementerio se hacen cargo los familiares de los fallecidos sin ninguna ayuda oficial o estatal ni siquiera del gobierno Alemán. Aquí yacen 27.000 almas y se pueden contar con los dedos de las manos las cruces con flores.
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También es muy doloroso leer la edad con la que cayeron la mayoría de ellos, solo eran unos críos!!! Seguro que aquí hay muchos nazis convencidos, pero seguramente también habrá muchos que se vieron arrastrados a la guerra en contra de sus convicciones personales. En medio de estas reflexiones nos encontrábamos los dos cuando a pesar de lucir el sol empezó a llover y más que gotas parecían lagrimas, alzamos la vista al cielo y vimos un imponente arco iris que nos mostró la belleza de la naturaleza y la vida. Puede parecer un poco cursi, pero a nosotros nos devolvió el animó y nos hizo ver el lado positivo de todo aquello.
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Salimos del cementerio y circulamos de nuevo por la carretera siguiendo durante bastantes kilómetros el arco iris, disfrutando de la caída de la tarde, del viento en nuestra cara y de la suerte que teníamos de disfrutar de la vida.
No tardamos mucho en llegar a Bayeux y como no era demasiado tarde decidimos buscar nuevos restaurantes, preguntamos en uno bastante majo pegado al río que tenia muy buen aspecto, pero no nos agrado como nos respondieron por lo que decidimos irnos a gastar nuestro dinero a otro lugar, al pasar con la moto vimos uno bastante lujoso y decidimos darnos un pequeño homenaje. El restaurante estaba muy bonito y el dueño nos atendió muy amablemente esforzándose en entendernos para darnos mesa. Cómodamente sentados descifrábamos la carta cuando llego la camarera a preguntarnos algo, lógicamente no la entendimos a la primera y intentamos explicarla que éramos extranjeros, cuando la tía empezó a poner malas caras, un tono un poco raro y a hablar cada vez más rápido en un inteligible francés, la situación empezó a molestarnos y que todo las mesas de alrededor nos miraran me mosqueo de sobremanera, por lo que mi tono también se fue elevando, así los dos, cada uno en su idioma, hasta que la camarera se marcho con cajas destempladas, ya casi estábamos a punto de marcharnos, cuando la vimos hablar con el dueño y a este acercarse hasta nosotros, con total calma y tranquilidad nos pregunto que queríamos de aperitivo y los platos de la comanda, esforzándose en entender nuestro idioma. Al final comimos muy bien, uno de los mejores sitios, y no volvimos a ver por nuestra mesa la cara de acelga de la camarera.
Ya totalmente de noche y con bastante fresco regresamos al hotel sin incidencias y totalmente solos por la carretera como venia siendo costumbre. Aparcamos la moto en el patio ya que un coche nos había quitado el sitio a cubierto al de la Goldwing y a nosotros, marchándonos a dormir.
 
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5C575F5B535A53595843360 dijo:
Hola

Un viaje los muchos bonitos que se pueden hacer por Francia.

Antes de irme al Mongol Rally y, para que mi mujer no se quedará el 2010 sin hacer un viaje con su moto, subimos a la Bretaña y aunque es difícil eleguir sólo un sitio, yo creo que Dinan fue el pueblo que más nos gustó. También bajamos a cenar a la zona del puerto. Una pena que no os pudierais quedar a dormir en el y pasear por sus callejuelas una vez se hace de noche.

saludos

Comparto tu gusto!!! Dinan es una pequeña joya, como bien dices fue un una pena no dormir en el, pero ya teníamos el alojamiento pagado en el castillo y no era plan de desaprovecharlo.

Un saludo
 
9º Día. GOVILLE - SAINT MARY EGLISE - LE PORT - RANVILLE - MERVILLE - DEUVILLE - GOVILLE.

Toc, toc, ¡ostras! Otra vez el desayuno y yo durmiendo a pierna suelta, oigo el agua de la ducha, ¡mierda! Me toca abrir a mí… salto de la cama, me pongo lo primero que pillo y abro la puerta, hoy no esta el “sonrisas” hoy trae el desayuno su padre, me echa un vistazo de soslayo al entrar y no puede evitar una sonrisa ante mis pintas, deja la bandeja y se marcha despidiéndose educadamente.
Cuando me quedo solo me doy cuenta que entra muy poca luz por las ventanas, y al asomarme veo un día gris, lluvioso y feo. ¡Vaya rollo de tiempo! No me extraña que este todo tan verde en verano, resignado me vuelvo a la cama a pensar como vamos a pasar el día, esto nos altera todos los planes para hoy.
Cuando Pili sale de la ducha desayunamos y decidimos alterar todos los planes previstos, en vista de la fuerte lluvia, solo nos queda esperar a que amaine un poco y acércanos a Bayeux a ver el Memorial de la Batalla de Normandía y luego ya veremos que hacemos…
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Para hacer un poco de tiempo nos dedicamos a visitar los pasillos y salones del castillo, en los pasillos hay verdaderas colecciones de casas de muñecas, antigüedades y objetos curiosos, y en los salones apenas queda sitio de la cantidad de objetos valiosos y obras de arte, así como multitud de fotos de la familia, de todos los tiempos, solos y con personajes famosos.
Ya son cerca de las 11 cuando para de llover y aunque sigue muy nublado aprovechamos para coger la moto y salir pitando hacia Bayeux.
Llegamos al Memorial sin agua, y el cielo parece querer abrirse para dejar salir el sol, la temperatura es fresca pero buena y la brisa parece querer arrastrar a las feas nubes.
Aparcamos la moto y entramos al Memorial, un espacioso museo lleno de todo lo relacionado con la Batalla de Normandía, desde lo más ínfimo hasta carros de combate, la única pega es que no se puede filmar ni hacer fotos, ¡ya les vale!
Lo que más nos gusto e impresiono de este museo eran unas pantallas de televisión que acompañaban algunas secciones y vitrinas explicando el orden de los acontecimientos. En ellas se emitían pequeños fragmentos de grabaciones originales de los reporteros de guerra en blanco y negro, algunas eran muy parecidas a lo que siempre hemos visto, sobre todo los momentos de acción, pero otras eran de la población civil, de los castigos a los colaboracionistas, de cómo habían quedado de destruidas zonas que nosotros habíamos visitado en estos días, pero una en especial nos afecto a ambos de sobremanera, incluso haciendo que a Pili se le saltaran lagrimas.
En la escena se veían una fila de prisioneros alemanes apoyados en la pared de un edificio con las manos cruzadas en la nuca, esta es una escena bastante normal, pero nos llamo la atención un soldado alemán, muy joven, no creo que tuviera mas de 18 años, con el rostro desencajado por el miedo, se apreciaba muy bien ya que este tenia a su espalda el hueco de una ventana y su rostro se definía perfectamente de la oscuridad de la misma. Absortos estábamos mirando el rostro del joven, cuando la filmación seguía, y un soldado americano que pasaba por delante de todos los prisioneros, se paraba justo enfrente del joven prisionero, se observa como le increpa y empieza a hablarle, le atiza un golpe con el dorso de la mano y le aprieta el cañón de su metralleta Tompson en el vientre, el joven alemán, llora, gime y permanece erguido a duras penas junto a la ventana siempre con las manos cruzadas en la nuca, en ese momento ocurre algo que tuvimos que ver varias veces para entender lo que pasaba, ya que la filmación acababa justo en ese punto. Lo que ocurría era que en la situación anterior con el soldado americano apuntando al estomago del Alemán apoyado en el hueco de la ventana y las manos en la nuca, repentinamente era tirado hacia atrás del pelo por el hueco y en ese instante, se veía a otro soldado americano por el interior del edificio, con una mano agarrándole el pelo y en la otra un cuchillo de combate con el que seccionaba el cuello del joven Alemán en el ultimo fotograma de la película. Contado os puede parecer exagerado, pero visto y sabiendo que es real, os puedo decir que es horrible, no juzgo si esta bien o mal, si se lo merecía o no, solo se que nosotros tenemos hijos de esa edad y no pudimos sentir mas que un frío miedo recorriéndonos el espinazo.
Después de este cúmulo de sensaciones continuamos la visita del museo, pero con una sensibilidad muy acentuada, que hace tomar una percepción mucho más dolorosa de todo lo aquí mostrado, quizá simplemente llegáramos a una percepción casi real del horror de la guerra.
Por fin llegamos a la salida del Memorial, el sol lucia con fuerza en la calle, lo que nos animo mucho, pues podríamos visitar mas lugares y dejarnos menos cosas sin ver, estábamos decidiendo entre las posibilidades cuando de repente escuchamos una fuerte explosión en la sala, toda la gente que estaba se sobresalto y hasta los de seguridad se miraban unos a otros si saber que había pasado, hasta que nos dimos cuenta que la rueda delantera de un carrito de bebes, de esos que tienen tres ruedas, había estallado, parece mentira el ruido que puede hacer, nos llevamos un buen susto total estábamos rodeados de bombas y munición.
Todavía un poco sobresaltados salimos al exterior y aprovechando el buen tiempo y el sol nos hicimos unas cuantas fotos con los carros de combate que hay en el jardín del Memorial.
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También nos acercamos a visitar al cementerio británico que esta justo enfrente del museo, otra gran cantidad de vidas perdidas…
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Aprovechando que ya no llovía decidimos acércanos a comer a Saint Mary Eglise y de paso visitar sus tiendas de militaría por si encontrábamos algún recuerdo interesante. Fuimos por la autopista y llegamos sin problemas, aparcamos la moto en la misma plaza junto a la iglesia de la que pende de campanario un paracaídas con su maniquí correspondiente,
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tal y como aparece en la película de El día mas largo, le hicimos las fotos de rigor y buscamos donde comer. Entramos en una especie de restaurante americano decorado como en los tiempos de la guerra, lleno de placas de los distintos cuerpos y unidades que participaron, ¡daba la sensación de haber retrocedido en el tiempo!, el caso es que comimos bien y muy baratito, perfectamente atendidos por dos francesas.
Saciado el apetito nos dedicamos a visitar la población y las numerosas tiendas, pasamos un buen rato y entretenidos, pero no encontramos nada que mereciese la pena, lo autentico, o sea lo interesante era muy caro, y las copias se pueden encontrar en cualquier ciudad, el caso es que al final no compramos nada.
Como aun era muy pronto decidimos cambiar totalmente de aires y volver a Caen, para desde allí llegara a Le Port y cruzar el Canal de Caen por el famoso Puente de Pegasus. Pretendíamos parar para hacer unas fotos, pero el intenso trafico que había en la zona nos hizo desistir y continuamos por unas entretenidas carreteras locales hasta Villers sur Mer, en donde aparcamos un rato para hacer algo de turismo y estirar las piernas.
Que diferencia de esta zona con las del día anterior, aquí todo era bullicio y tiendas, la gente bañándose en la playa,
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multitud de casas de época flanqueando el paseo, dándole a todo el conjunto un aire muy especial. En conclusión, el típico pueblo de vacaciones francés, que mal comparado seria un tipo Benidorm.
Nos entretuvimos un rato paseando junto al mar y visitando las tiendas y comercios, hasta que ya un poco cansados nos fuimos a por la moto para continuar.
Como nuestro buen amigo Pepe no había recomendado que no dejáramos de visitar Deuville nos pusimos en marcha. La carretera discurre por pueblos muy pintorescos y bordeando la costa, lo que hace muy entretenido el recorrido, lastima de la cantidad de coches que había, los atascos a la entrada de cada población eran constantes, por lo que tardamos bastante en llegar.
La fila de coches para entrar en Deuville era monumental, y apenas se avanzaba, por lo que decidimos desviarnos y empezar a callejear en busca de una vía alternativa, tras varias equivocaciones por fin encontramos una avenida que llevaba la dirección que nosotros queríamos. En esta calle se encontraban varios hoteles de 5 estrellas y los cochazos que estaban por la zona daban una muestra del nivel del personal, Pili y yo estuvimos de acuerdo en que nos recordaba a Mónaco y Saint Tropez.
Al final de la avenida llegamos al puerto y aparcamos la moto, menudo contraste, en esta zona había un nivel muy inferior, y algún personaje bastante mal encarado, colocamos los antirrobos y la alarma por sí acaso...
Empezamos a caminar para visitar un poco la ciudad e ir mirando si veíamos un restaurante que nos agradara para cenar, ya que se iba acercando la hora. Vimos un Bistró bastante majo y entramos para tomar una coca cola en la barra, pero no nos dejaron, en la barra no servían bebidas, solo en las mesas, y a esa hora las mesas solo eran para cenar, con lo que bastante rebotados nos largamos a la “francesa”
Seguimos andando y un poco mas adelante encontramos un bar más “normal” nos sentamos a tomar el refresco, allí sentados decidimos que cenar en Deuville nos podría salir bastante caro, ya que no había termino medio, o cutre o muy lujoso, unido a que estábamos bastante retirados del hotel y no nos hacia mucha gracia viajar de noche, por lo que decidimos volvernos a Bayeux y cenar allí como las demás noches.
El viaje de vuelta los hicimos por autopista y a un ritmo bastante alto, por lo que no tardamos demasiado en llegar, aun así, ya era de noche cuando aparcamos la moto en Bayeux. Como ya teníamos muy controlados los restaurantes no perdimos tiempo buscando y cenamos en un simpático restaurante muy familiar.
Con el estomago lleno, nos despedimos de Bayeux, ya que era la ultima noche que pasábamos en Normandía, ya que al día siguiente empezábamos el regreso.
 
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TERCERA PARTE: EL LOIRA

10º Día. GOVILLE - LE MANS - TOURS - REIGNAC.


Nos levantamos temprano, hoy no nos pilla el desayuno sin los pantalones, mas bien nos pilla con todo el equipaje preparado y vestidos con los trajes de la moto. Desayunamos rápidamente y empezamos a cargar todo el equipaje en la moto y cuando ya tuvimos todo preparado nos despedimos del nuestro amigo el “sonrisas”
Con bastante pena dejamos Bayeux y Caen atrás. Hoy es un día de transito, cambiamos totalmente de región dejamos Normandía y nos vamos al País del Loira, con sus fértiles valles y sus impresionantes castillos.
Para esta etapa decidimos usar las autopistas lo mínimamente imprescindible, por lo que rodamos por carreteras locales y de segundo orden, atravesando un sinfín de pequeñas poblaciones, sufriendo a la larga un trafico intenso que ralentizó mucho nuestro viaje. Precisamente en una pequeña carretera que atravesaba una de esas poblaciones vimos como la policía francesa es igual que la nuestra a la hora de colocar radares móviles camuflados. En un tramo bastante recto y sin cruces ni peligros aparentes estaban camuflados tras un pequeño edificio con un radar láser cazando a diestro y siniestro y haciendo el agosto, ya que la limitación de 50 Km/h era bastante difícil de mantener en ese recto tramo. Desde aquí quiero dar las gracias a todos los conductores con los que me cruce y me hicieron señales para que no cayera en la trampa, no hubo uno solo que no me hiciera ráfagas y gestos ostensibles con las manos para que rodara mas despacio, un 10 para los conductores franceses!!!.
Debido a todo esto tardamos mucho en enlazar con la autopista y la verdad es que nos agoto bastante él trafico tan lento e intenso, pero por fin llegamos a la E-402 y nos empezó a cundir el viaje.
Una de las pegas que tuvimos por tardar mas de lo pensado fue que debimos renunciar a visitar el circuito de Le Mans, una pena, pero bueno volveremos para visitarlo…Cerca de Le Mans decidimos parar para estirar las piernas e hidratarnos, ya que las temperaturas empezaban a subir según viajábamos hacia el sur.
Mas descansados continuamos viaje con la intención de llegar a comer a Tours y así recuperar el tiempo perdido. Unos cuantos aburridos kilómetros después nos desviamos para visitar Tours. Como todas las grandes ciudades, Tours es caótica y complicada, con un trafico muy intenso y un calor al que ya no estábamos acostumbrados, por lo que en el primer sitio que vimos paramos para comer. Aparcamos la moto en la acera junto a otras tantas, estábamos en la plaza Jean Jaures, frente al Palacio de Justicia. Aprovechamos un restaurante cercano y nos sentamos en la terraza a disfrutar de la sombra y la buena temperatura, además tuvimos suerte y nos atendió una simpática camarera que entendía bastante bien el castellano, pedimos la comida como casi siempre sin saber bien lo que era, intentando probar cosas nuevas, el primer plato estuvo muy bien, y mi segundo también, pero el de Pili… mira que hay platos en Francia, pues tubo que volver a pedir la misma salchicha que en Aurray, esa salchicha maloliente , grisácea y nauseabunda.
No la dio tiempo a la camarera de ponerla a la mesa cuando los dos le dijimos que se la llevara, que no la queríamos, vamos que nos la cambiara… Luego nos dio por reír, la gente nos miraba, deberían pensar estos moteros deben estar locos.
Al final comimos bien y divertido a cuenta de la salchicha, decidimos movernos y visitar un poco más de la ciudad, aparcamos cerca de la basílica de San Martín y empleamos un buen rato en visitarla y deambular por sus calles, hasta que nos cansamos, cogimos la moto y emprendimos la ultima etapa del día.
La verdad es que nos costo bastante encontrar el camino hacia Reignac en la maraña de carreteras locales, pero al final cerca de Cormery nos desviamos por una carretera rodeada de frondosa vegetación que finalmente nos condujo a nuestro alojamiento, el Chateau de Reignac.
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El castillo era él más lujoso de los que nos hospedamos y nuestra habitación estaba en la ultima planta y era impresionante, muy lujosa y espaciosa, y con mas huéspedes y vida que los otros. Nos duchamos, cambiamos y bajamos a visitar el castillo, sus salones, la biblioteca, la capilla y por supuesto sus jardines.
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Cuando nos cansamos nos marchamos al pueblo a dar un paseo y curiosear, pero al poco tuvimos que regresar ya que empezó a caer una fina lluvia.
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Cuando entramos de nuevo en el castillo, nos invitaron a pasar a uno de sus salones y nos sirvieron unas copas de champan francés junto con unos aperitivos, parecía que estábamos dentro de una película de época. Cuando acabamos los aperitivos pasamos al comedor a la luz de las velas a tomar la cena regada con vino de la propia bodega del castillo. Fue una cena abundante, sabrosa y muy especial, lo que unido un generoso riego del caldo de uva, acabo en una divertida velada, vamos que disfrutamos un montón.


11º Día. REIGNAC - CASTILLOS DEL LOIRE - REIGNAC.

Nos levantamos temprano y con sol, despachamos un suculento desayuno y nos cambiamos para salir en la moto, como hoy teníamos previsto caminar bastante nos pusimos los vaqueros y calzado cómodo.
Poco después estábamos rodando en dirección al castillo de Chenonceau, una de las joyas del Valle del Loira, también llamado el castillo de las Damas.
Cuando llegamos al aparcamiento nos dimos cuenta de la cantidad de gente que había para la visita a pesar de ser bastante temprano. Aparcamos la moto e hicimos cola, una media hora después accedíamos por el ancho camino arbolado que da acceso al castillo.
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El castillo fue construido en 1513 y exteriormente es bonito, pero lo que más llama la atención es que parte de su estructura esta sobre un río.
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El interior del castillo es igualmente de interesante, esta lujosamente amueblado y algunas de sus salas son verdaderamente impresionantes. La única pega que encontramos fue la cantidad de turistas que había en el interior, era casi imposible andar y para acceder a las salas y los salones había que ser un poco bruto por que en caso contrario no avanzabas, el caso es que acabamos hasta las narices de empujones y atascos, por lo que decidimos salir fuera a hacer las fotos de rigor y marcharnos a ver otro un poco mas tranquilo, si era posible…
El siguiente castillo que queríamos visitar era el de Chambord, que resalta de los demás por ser el más grande de la región. A ver si así podíamos andar con algo más de anchura entre los visitantes.
Desde que entramos en los jardines del castillo hasta que pudimos llegar al las cercanías del castillo recorrimos una distancia considerable, la verdad es que impresiona el tamaño de la finca que lo rodea, unos 2023,5 hectáreas, rodeadas por 32 Km de muralla, casi na!!!
El tamaño del castillo también impone cuenta con 440 habitaciones, 365 chimeneas, 365 ventanas y 63 escaleras, una de ellas famosa y muy curiosa diseñada por Leonardo Da Vinci.
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Como el aparcamiento era de pago aparcamos la moto en un acceso privado a la sombra junto a otras motos extranjeras y nos encaminamos a la entrada, un buen paseo. Pagamos la entrada y accedimos al interior, la verdad es que impresiona el tamaño de semejante mole, nos armamos de paciencia, y empezamos a andar.
El interior esta plagado de inmensas salas que dan acceso a otras más pequeñas, que dan acceso a pasillos que te llevan a otras salas y vuelta a empezar, así en sus cuatro alas, por lo que recorrer una sola de sus plantas lleva un tiempo considerable, y si además te gusta el arte puedes pasar mucho tiempo admirando los cuadros y tapices originales que adornan casi todas sus salas y pabellones.
Cuando llegamos a la terraza estábamos verdaderamente agotados de andar, pero las vistas que se admiran desde ellas nos dieron ánimos, así como una breve charla con unas chicas de Cádiz que estaban de visita como nosotros, que gusto da oír a paisanos en el extranjero.
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Una vez mas descansados iniciamos la bajada por la escalera de Leonardo, de forma circular con la particularidad en su diseño de que nunca se cruzan los que suben y los que bajan, desde luego muy ingeniosa.
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Cuando llegamos a la calle nos acercamos a los restaurantes que hay al lado del castillo para comer, había un montón de gente, pero a base de ser simpáticos con la camarera conseguimos que nos atendiera rápido y bien, por lo que al final comimos bien y al fresco en una terraza.
Después de comer nos entretuvimos un rato en las tiendas de recuerdos para bajar la comida y salimos de allí con dos salamandras de madera de un tamaño considerable, vamos que entraban justas en él top case.
Volvimos a coger la moto y nos encaminamos a Blois, entramos en la ciudad por el puente que cruza el río Loira, y dimos una vuelta a la ciudad en moto para situarnos un poco, al final aparcamos cerca del río en una acera y nos dimos un paseo a pie por la ciudad. Blois es una ciudad bastante cosmopolita llena de tiendas y comercios, pero sin renunciar a su historia. Estuvimos paseando hasta que se empezó a nublar y amenazar lluvia por lo que decidimos marcharnos en dirección al nuestro alojamiento, por si se ponía complicado el clima. Casi no habíamos empezado a rodar en la moto cuando empezó a llover poco al principio, pero en unos momentos diluviaba, para variar… el único consuelo era que en la dirección que llevábamos a lo lejos estaba mas claro. Poco a poco dejamos la tormenta atrás y cuando llegamos a Amboise lucia un tímido sol por lo que decidimos parar a visitarla. Aparcamos la moto y aprovechamos que a los pies del castillo había un mercado medieval para pasar un buen rato, hicimos mas compras de recuerdos y paseamos por sus callejas medievales muy animadas de turistas.
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Tan a gusto estabamos en Amboise que pensamos en quedarnos a cenar, pero sin previo aviso se levanto un verdadero temporal de aire que hizo peligrar el mercado medieval y a nosotros nos recordó la cercana tormenta que estaba empeñada en aguarnos el resto del día, por lo que decidimos volver a cenar al hotel.
Llegar al hotel no fue excesivamente complicado, un par de despistes por el laberinto de solitarias carreteras locales y ya estábamos en Reignac. Preguntamos en recepción el menú de la cena y nos llevamos una sorpresa no muy agradable, esa noche no había cena, ya que éramos los únicos huéspedes en el castillo…(otra vez, NO!!!)
Una vez repuestos de la impresión nos dieron la llave de la puerta secreta, ¿puerta secreta? dijimos los dos a la vez, y para enseñárnosla, nos acompañaron a un lateral de la fachada del castillo donde había una puerta que pasaba bastante desapercibida y que se encontraba al lado de la capilla, desde la que se accedía a el ascensor.
Bastante contrariados preguntamos por el restaurante más cercano y nos indicaron uno en Cormery a unos 10 km. Partimos rápidamente ya que empezaba a ser tarde para cenar según la hora francesa. No tardamos casi en llegar al restaurante, pero cuando preguntamos si tenían mesa nos dijeron que si reserva solo nos podían atender en la terraza, al aire libre, y en vista de que no había ningún restaurante mas en varios kilómetros, accedimos. Que frío pasamos!!! Entre que casi no nos entendíamos con los camareros, un molesto viento que se levanto, y lo que tardaron en servirnos acabamos de bastante mal humor, y todavía teníamos que volver al castillo.
Con una fría noche totalmente cerrada nos tocaba regresar a nuestro solitario alojamiento, en todo el recorrido no vimos ni un coche, ni un alma, estos franceses se recogen verdaderamente pronto. Bastante destemplados llegamos al castillo, aparcamos la moto en el solitario aparcamiento y nos dirigimos por el jardín a la entrada secreta, como ya teníamos experiencia fue un mero tramite y en unos pocos minutos estábamos en nuestra habitación. Pili y yo nos lo tomamos a guasa, total ya teníamos experiencia en dormir solos en castillos…
 
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CAPITULO CUARTO: EL REGRESO

12º Día. REIGNAC - ORADOUR - ANDORRA.


Suena el despertador, la luz del día entra entre las pesadas cortinas de las ventanas, hemos pasado sin contratiempos nuestra segunda noche totalmente solos en un chateau, esta mucho mejor que la primera, al final los seres humanos nos acostumbramos a todo.
Bajamos temprano a desayunar, y hacemos un almuerzo digno de un rey, hay que tomar fuerzas ya que hoy nos espera una larga jornada en moto, hoy dejamos Francia, las vacaciones van tocando a su fin.
Recogemos todos nuestros enseres e intentamos meterlos todos en las maletas de la moto, una tarea casi imposible, pero con un poco de maña y un apretón por aquí y otro por allá al final cierran todas la cerraduras.
Nuestros anfitriones del castillo salen a mirar como conseguimos cargar todos esos bultos en una moto y nos desean buen viaje cuando por fin arrancamos.
Los primeros kilómetros van quedando atrás lentamente, trafico abundante y muchos pueblos que atravesar, estamos deseando llegar a la autopista a dar un poco de alegría al regreso.
Un buen rato después llegamos a la A-20 cerca de Chateauroux y empezamos a viajar bastante más rápido, los kilómetros caen con celeridad, hacemos una única parada para repostar y estirar las piernas mientras observamos que el cielo se va cubriendo de amenazadoras nubes.
Unos cuantos kilómetros después empezamos a mojarnos intermitentemente, pero con suerte, vamos detrás de la tormenta pero no llegamos a alcanzarla, así de esta manera llegamos a las cercanías de Limones, en donde nos desviamos dejando atrás la autopista para ir hasta Oradour, a ver las ruinas del pueblo conservadas desde el final de la guerra hasta nuestros días, fueron mantenidas en su estado por orden del gobierno francés de Charles de Gaulle, como recuerdo de este crimen y símbolo de los sufrimientos causados por la ocupación nazi.
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La Matanza de Oradour-sur-Glane fue el resultado del ataque por efectivos de la 3 Compañía del 1 Batallón del Regimiento Der Führer, de la División SS Das Reich de las Waffen-SS del III Reich en contra de los civiles indefensos presentes en el emplazamiento original de la comuna francesa de Oradour-sur-Glane, el 10 de junio de 1944, mientras tenía lugar la batalla de Normandía en la Segunda Guerra Mundial. Aquel día fueron asesinadas 642 personas, contabilizándose 190 hombres fusilados, 245 mujeres y 207 niños ametrallados y quemados en la iglesia, casi todas las personas presentes en la población que además, vio destruida la mayor parte de sus edificios e infraestructuras tras su pillaje e incendio, quedando completamente en ruinas.
Pasear por sus desiertas y ruinosas calles es toda una experiencia, es un verdadero pueblo fantasma, poco a poco te vas sintiendo acongojado y según se acerca uno a la iglesia una extraña sensación recorre el espinazo, casi se puede sentir el sufrimiento de esos inocentes en el interior de los muros de la iglesia.
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Bastante sobrecogidos optamos por marcharnos, todavía nos quedaban muchos kilómetros por delante y la lluvia volvía a hacer acto de presencia.
Desandamos el camino hasta Limoges y volvimos a tomar la autopista. Con un ritmo rápido los kilómetros iban cayendo, pero también poco a poco el cansancio empezaba a hacernos mella, paramos cerca de Ussac en una área de servicio, para comer nosotros y la moto. Como el desayuno fue copioso no teníamos mucha hambre por lo que despachamos unos bocadillos junto a la moto, tomando el sol que por fin lucia con un poco de fuerza. Estuvimos un buen rato sentados descansando, daba la sensación de que todo el cansancio de los días anteriores empezaba a hacernos mella.
Perezosamente nos montamos de nuevo en la moto y salimos a la carretera, la temperatura era muy agradable y sensiblemente mas alta que en las zonas anteriores y por suerte ya no llovía.
Sin ningún incidente de mención dejamos atrás Toulusse y nos desviamos en la A-66 hacia Andorra. Como no teníamos hotel y había que buscarlo decidimos suprimir las paradas innecesarias e intentar hacer los máximos kilómetros posibles para llegar con tiempo suficiente.
En Pamiers se acabo la autopista y empezó una carretera de montaña de doble sentido, muy entretenida y bonita, tras tantos kilómetros por autopista. Una vez cambiado el chip mental empezamos a adelantar coches y autocares y pasar un buen rato de moto.
Todo iba perfecto y ya casi ni recordábamos el cansancio, pero cuando llegamos a Layroule empezaron nuestros problemas.
Desde la salida del pueblo había una caravana de coches en el carril izquierdo totalmente detenidos, hasta el punto de estar los ocupantes fuera de los coches charlando o comiendo pipas, lo que imposibilitaba totalmente mis adelantamientos en la estrecha carretera de montaña, teniendo que circular al lento ritmo de los coches que me precedían. Pensamos Pili y yo que no seria una caravana de muchos kilómetros… pero que equivocados estábamos, la caravana no tenia final y hacíamos la subida a no mas de 40 por hora. En ese momento empezamos a notar el frío que hacia, puse el termómetro de la moto y marcaba 5º, y nosotros con los trajes de verano y manga corta!!!
Cuando empezamos a tomar altura en las montañas apareció otra compañera de viaje, la niebla, una tupida niebla que me obligaba a circular con la pantalla abierta para que no se me empañara el casco, y mientras tanto el carril izquierdo taponado de coches. La ultima vez que mire la temperatura marcaba 2º y en ese momento ya teníamos los puños calefactables y los asiento a toda potencia.
Poco a poco el intenso trafico en sentido contrario fue aligerándose, pero el frío, la niebla y el estado del piso no invitaban a muchos adelantamientos.
Menos mal que nos dio por tomarlo a guasa y sufrirlo con buen humor, ya que la niebla era cada vez mas intensa y la moto empezó a indicar hielo en la calzada, por lo que en vez de cruzar el puerto de Envalira optamos por desviarnos y entrar por el túnel, un gran acierto pues justo antes de entrar en su boca vimos todos los coches detenidos en la ladera de puerto un poco mas arriba.
En el interior del túnel entramos en calor y justo cuando salimos un increíble sol lucia en el cielo, que gusto y que diferencia de temperatura, pagamos gustosos en el peaje y casi nos sorprendimos cuando oímos hablar en castellano.
La bajada fue un mero tramite y como todavía no era excesivamente tarde paramos en una gasolinera a repostar y estirar las piernas, casi no podíamos bajarnos de la moto, llevábamos casi 400 Km. sin parar, las doloridas rodillas se empeñaban en no sujetarnos.
Mas repuestos empezamos con la búsqueda de hotel, pensamos que no seria muy complicado, pero tras preguntar en un par de ellos y no encontrar habitación empezamos a preocuparnos, pero al final optamos por una solución salomónica y que pocas veces falla, buscamos habitación en hoteles caros y casi a la primera teníamos habitación para dos noches y garaje para la moto, poderoso caballero don dinero.
Aparcamos la moto en el garaje y sacamos todo el equipaje, ¡estaba helado!, nos dimos una reconfortante ducha y nos vestimos con ropa de calle para dar un paseo a fin de engrasar las sufridas rodillas y hacer tiempo para la cena. Comprobamos que las tiendas de motos estaban muy cerca del hotel, ya estaban cerradas, pero no por eso dejamos de cotillear los escaparates. Un par de escaparates después volvimos al hotel y cenamos, a esas horas ya no podíamos ni con nuestra alma…


12+1º Día. ANDORRA - ANDORRA.

Primer día que no teníamos que coger la moto, nos levantamos sin prisa y desayunamos tranquilamente en el hotel. El día para variar amaneció plomizo y con una fina lluvia intermitente, pero esto a nosotros no nos amilanaba a estas alturas de viaje, ya casi no recordábamos un día de verano en España.
En principio no pensábamos hacer muchas compras, un par de recuerdos, tabaco, un par de encargos de ropa de moto y si era posible unos cascos para mi intercomunicador.
En buscar los cascos para mi intercomunicador empleamos casi toda la mañana, hasta que en una tienda un poco mas especializada nos dijeron que mi modelo de intercomunicador todavía no se comercializaba. Como el tío era simpático le comente si se vendían soportes para el Tomton que me andaba dando guerra, hizo un par de llamadas y me dijo que estaban totalmente agotados, por lo que me puse a buscar un destornillador especial para desmontar la base y arreglarla, otra tarea imposible, no era mi día de suerte…
Mientras buscábamos mis cosas aprovechábamos para compra el resto de encargos y regalos incluidas unas botas para moto nuevas para Pili que las suyas tenían ya demasiados kilómetros a sus espaldas.
Para comer no tuvimos demasiados problemas y desde hacia mucho tiempo no comíamos comida con gusto español, fue todo un reencuentro, incluidas unas cervecitas en la barra, que placer!!!
Después de comer, mas compras y visitas a tiendas, menos mal que pesábamos descansar… pero bueno sarna con gusto no pica y poco a poco encontrábamos todo lo que buscábamos, incluidos el destornillador para la base del Gps
Estuvimos de tiendas hasta que cerraron casi todas, por lo que al final el paseo fue de órdago y teníamos un montón de objetos más que guardar en nuestras saturadas maletas.
Dejamos todo en la habitación y subimos a cenar al restaurante, el día de descanso tocaba a su fin, solo no quedaba intentar hacer las maletas para salir temprano mañana.


14º Día. ANDORRA - MADRID.

Bultos y mas bultos en la habitación, esta vez tendremos que dejar algo, es imposible que metamos todo eso en la moto…
Para relajarnos un poco fuimos a desayunar, llamamos bastante la atención vestidos de moto y el resto de verano.
En la calle la mañana era soledad pero fresquita, casi no había gente ni trafico por la calle ya que era día festivo y bastante temprano.
Empezamos a cargar todos los bártulos en la moto, incluidos unos encima del top case con una red de pulpos. Pero aun así tuvimos que dejar abandonadas las viejas botas de Pili en la habitación, ya no entraba ni un alfiler en la moto.
Salimos despacio acostumbrándonos al peso, pero al poco rato ya circulábamos con normalidad y todo aguantaba en su sitio.
Llegamos a la frontera y el único temor que nos rondaba la cabeza era que nos obligaran a abrir el equipaje, no por que lleváramos nada ilegal, si no por que dudábamos en poder volver a colocarlo igual y que cerrasen las maletas. Por suerte cruzar la frontera no fue mas que un mero tramite, una breve parada, la pregunta de rigor, llevan algo que declarar, una breve inspección visual y ya estábamos en suelo español.
Como teníamos todo el día para regresar y casi no llevábamos kilómetros a nuestras espaldas, decidimos hacer una rutita por Lérida, acercarnos hasta Talarn, en donde yo estuve un tiempo hace 26 años y Pili no me pudo visitar, por eso decidimos ir para saldar la deuda de estar en esas tierras los dos juntos, romántico que es uno, jejeje.
Para que Pili disfrutara de los magníficos paisajes que ofrecen estas altas sierras nos desviamos en Coll de Nargó y cruzamos el Coll de Boixols y el Collado de Faidella, curvas y más curvas, subidas, bajadas y unos paisajes de cuento. Así de entretenidos llegamos a Talarn y nos sacamos la espinita que teníamos clavada, si hace 26 años nos hubieran dicho que estaríamos ahí, los dos juntos, regresando de Francia y en moto, creo que no nos lo hubiéramos tomado demasiado en serio.
Pero bueno había que continuar y seguimos el curso del Noguera Pallaresa hacia Balaguer, para que Pili viera por sus propios ojos los paisajes que tantas veces le había descrito años atrás. La carretera es muy entretenida y solo lamentábamos el peso del equipaje, pero aun así disfrutamos de unas buenas tumbadas a un ritmo aceptable para divertirnos.
Paramos brevemente en el pantano de Camarasa a disfrutar de las vistas y hacer unas fotos de recuerdo aprovechando el magnifico día que hacía.
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Cuando salimos de Balaguer un molesto viento empezó a soplar, no era exagerado, pero si muy molesto, para cuando llegamos a Lérida ya si muy molesto, por lo que decidimos ir por la autopista de peaje. Al alcanzar Fraga, ya no era viento era un verdadero huracán, costaba Dios y ayuda mantener la moto en el carril. Si circula despacio los bandazos eran peligrosos, por lo que aumentamos el crucero mucho para intentar salir de la zona de fuerte viento lo antes posible, en esas estábamos, cuando nada mas cruzar la indicación del Meridiano de Greenwich vi por el rabillo del ojo que algo salía despedido del lado derecho de la moto, leñe!!! El espejo retrovisor había desaparecido, paramos en el arcén lo más rápido que pude, me costaba mantener la moto derecha por la fuerza del viento mientras intentábamos buscar con la vista el espejo, él trafico en la autopista era intenso, unido a que nos encontrábamos a la salida de un cambio de rasante en curva no invitaba a andar tonteando por la calzada, por lo que nos lo tomamos con calma. Divise el espejo justo entre los dos carriles, sobre la línea discontinua, por suerte los coches no lo pillaban y parecía en bastante buen estado, cuando de improviso un coche cambio de carril pisando de lleno mi espejo lanzándolo a la mediana de la autopista en no muy buen estado imaginamos.
Me pille un buen rebote y impedí a Pili cruzar la autopista para buscarlo, no era necesario jugarse la vida por un puñetero espejo.
Si antes del incidente del espejito circulábamos rápido, ahora mucho más, estaba hasta las narices de viento y solo quería llegara a Zaragoza a ver si encontraba repuesto, solo hicimos una breve parada para repostar y salimos disparados de nuevo, suerte que el retrovisor era el derecho y con un poco de cuidado se conducía casi con normalidad.
Bastante desanimados llegamos a Zaragoza, el viento era un poco más flojo, pero todo estaba cerrado, era festivo, por lo que continuamos el viaje. Cerca de La Almunia de Doña Godina paramos para comer y templar los ánimos.
Por la tarde nos lo tomamos con mas calma, total ya casi estábamos en casa y el viento casi había desaparecido, lo que nos libro de un par de multas por los puñeteros radares camuflados, sin ninguna pega mas llegamos a Madrid, aparcamos la moto en el garaje poniendo punto y final a este viaje.

FIN.

Nota.- Solo me queda agradecer a mi compañera de fatigas su espíritu incansable, sus ánimos y sus ganas de disfrutar de cada instante de la vida.
Gracias Pili.
 
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Buen viaje,estupenda cronica y magnificamente documentada ,es decir muy buenas las fotos.
Gracias por compartirla

V,ssssssssss a todos.
 
Una pasada de viaje, y una sana envidia que quisiera anular este año. El problema es que tengo pensado hacerlo en los primeros diez dias de Junio. He visto que en Agosto todos los dias habeis visto el agua. ¿ Lo intentare igualmente ?.
Los alojamientos muy chulos ¿ de donde los habeis sacado ?
 
Emea, plantéate que la parte norte de francia es parecida en el tiempo veraniego al cantábrico, con buen tiempo y ratos de sol cualquier aguacero es bienvenido en agosto ;)

Saludos
 
Muchas gracias por una crónica tan trabajada y unas fotos tan bonitas :).
 
Muchas gracias a todos por los comentarios.
En un viaje que recomiendo a todo el mundo.

Un saludo
 
3C343C38590 dijo:
Una pasada de viaje, y una sana envidia que quisiera anular este año. El problema es que tengo pensado hacerlo en los primeros diez dias de Junio. He visto que en Agosto todos los dias habeis visto el agua. ¿ Lo intentare igualmente ?.
Los alojamientos muy chulos ¿ de donde los habeis sacado ?

Hola emea, el tiempo en esa zona es una lotería, si tienes suerte lo mismo no te cae una gota. Lo bueno que tiene es que cambia con rapidez y el servicio meteorológico acierta bastante bien, no como aquí.

Los alojamientos los busque por Internet y luego reserve por mediación de una agencia con la que siempre hago las reservas de mis viajes. Fue un regalo añadido para mi mujer aparte del viaje, unos alojamientos que se salieran un poco de lo normal y la verdad es que nos gusto mucho, a pesar de algunos inconvenientes... ;)
Animo con el viaje que merece la pena.
Un saludo.
 
Un viaje muy completo y una memoria prodigiosa para recordar tanto detalle, ¡enhorabuena por ambos!
 
Precioso viaje, precisamente este verano un amigo me comentaba que tenía muchas ganas de ver los castillos del Loira, le recomendaré tu reportaje. Espero no ponerle los dientes largos ;)
 
Gracias por la crónica y enhorabuena por el viaje.
A favoritos, que tiene mucha información útil
 
No creo recordar haber visto antes este viaje..., muy xulo, muy bien documentado..., gracias por el trabajo y compartir... :)

V'ssssss
 
Precioso el viaje Antonio y sobre todo muy detallado. Muchas gracias lo guardo en favoritos que es uno de los que quiere hacer Fata. Muchas gracias como siempre por compartir tantas fotos y tantas vivencias.

v'sssssssssssssssssssssss;)
 
Maravilloso viaje que me recuerda el que hicimos hace tres años por todos esos parajes. Muchas gracias por compartirlo.
 
Muchas gracias warren, errante, Javigor y JotaMax.

Ya casi lo tenia olvidado, dentro de poco hará 7 años, si casi no me conozco!!! Como pasa el tiempo...

Gracias de nuevo.

Saludos!!
 
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