ANDALUCIA 2009   (Grupo Canario) fotos

Jorgetac

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                               VIAJE POR ANDALUCIA 2009
                                   Por Cristóbal Quesada Enciso.
     EncisoGT
                                     

        
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CAPITULO 1º.

Corría Marzo o Abril de 2008, no lo recuerdo exactamente pero por ahí era, cuando nos reunimos en casa de alguien, que tampoco recuerdo cual fue, los que hemos sido protagonistas de este viaje. Entonces, entre alguna cerveza de más y algún güisqui de sobra, surgió la idea de hacer un viaje “redondo” por Andalucía. Para tocar todos los palos, como en el flamenco. Las ocho provincias.
Empezó a perfilarse entonces, lo que año y medio después ha resultado ser toda una experiencia de conocimiento de una Comunidad, la Andaluza, que nos ha mostrado generosamente sus paisajes, sus pueblos y ciudades, sus gentes, su forma de ver la vida y sobretodo, su gastronomía. Es cierto que sólo hemos rascado la superficie andaluza, porque diecisiete días no dan para la convivencia más profunda necesaria para conocer toda una región y a unas gentes, que aunque agrupadas bajo la misma bandera, son distintas hasta en la forma de destrozar el idioma. Nos hemos quedado como en los noviazgos de verano. Sólo con el sabor de sus labios. Pero “de zeguro que noh jabemoh traío” mucho de ella. Pegado en los riñones, sin dudarlo.
Pero no nos adelantemos. Volvamos a los preparativos. Porque en principio se plantearon muchos objetivos, seguidos también de muchas dudas. En cuanto a la manera, etapas largas o cortas. En cuanto al modo, salida a destino sin parar o parando. Una o dos ciudades de base desde donde movernos o una ruta por etapas de ciudad en ciudad ¿Llevamos nuestras motos o alquilamos?.... ¡Hasta la ropa de lluvia, llevarla o no! ¡Cristóbal!... ¿Nos lloverá o no?... ¡Y yo que sé, pisha!... Pues nos llovió, si señor. Y también pasamos todo el calor del mundo.
Teorías y fabulaciones a parte, fuimos poco a poco, reunión tras reunión, perfilando un viaje en el que por el número de participantes, doce, casi una concentración por si, cuajó un rutómetro en el que obligadamente iban a entrar casi todos los deseos y aspiraciones de cada uno, resultando a postre un viaje turístico-gastronómico de veintiún días de duración.
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Después, el barco de Acciona diría la última palabra y hubimos de reducirlo a diecisiete días. Cosas de la logística, a la que hay que adaptarse. O como bien sabemos los canarios, planificar a tempore con unos horarios que te facilitan hoy, y que cambian sin previo aviso el mismo día de la salida. Nada nuevo bajo el sol, o lo que es lo mismo, experiencia acumulada para próximos viajes. Y para que sirva como primera anécdota de esta crónica, el mismo día que fuimos a embarcar las motos, nos dijeron que deberíamos estar un día antes en el puerto de Cádiz al regreso. Con esto, ya perdíamos un día más de viaje y de hotel. Así que, a negociar con este y con aquél, para que nos permitieran llegar al puerto de Cádiz tan sólo unas horas antes de que el barco zarpase rumbo a Tenerife. Al final se consiguió. Pero a algunos no nos llegaba la camisa al cuerpo.
Pasó el tiempo, y llegó 2009. Hubo algunos, que para hacer la espera más corta se fueron a Nueva York a partir el año. Pero esto es otra historia. Había mucho que hacer. Al final decidimos que iríamos de ciudad en ciudad o pueblo, durmiendo cada noche en un sitio distinto. No es fácil llegar a un pueblo como Alhama de Granada y encontrar seis habitaciones para una noche en el mismo hotel. Eso, si es que el pueblo tiene más de un hotel donde optar. Decidimos planificar las rutas aprovechando para visitar los veintitantos parques naturales y nacionales que tiene Andalucía. Esto suponía dormir en algunos pueblos cuya disponibilidad hotelera no era muy extensa. Había que hacer la reserva previamente, y tuvimos que modificar algún que otro destino alargando o acortando los kilómetros en función del hotel. Nos pasó con Archidona, por ejemplo.
Al tratarse decididamente de un viaje turístico-gastronómico, era imprescindible hacer una pequeña guía con la historia, cosas interesantes que ver, de los pueblos, ciudades y lugares por los que íbamos a pasar. Con ella, editaremos próximamente un libro de recuerdo para cada uno de los participantes, que estará en formato informático disponible para quién se anime a seguir nuestros pasos.
También era imprescindible planificar algún que otro plato típico. ¡Como no! gazpacho, salmorejo, migas de pan, callos, “pescaíto”, marisco en el Romerijo, espetos en Málaga, gambas de Garrucha, jamón… en Jabugo, tortitas de camarones, rabo de toro en Ronda entre otros, y … mucha Cruzcampo 0/-2º, lo que conlleva dejar las motos “mu quietah” para ir con tranquilidad.
Visitas a algún monumento significativo: la Mezquita de Córdoba y su barrio de la Judería, el Castillo de Santa Catalina y la Catedral de Jaén; La Alhambra de Granada para la que es necesario tener la entrada con bastante antelación; la Catedral de Sevilla con Giralda y Giraldillo incluidos y el barrio de la Cruz y Triana; El Rocío y Matalascañas con Doñana de por medio en Huelva; Úbeda y Baeza dos joyas del Renacimiento español, ambas Patrimonio de la Humanidad, etc.
Planificar mucho, todo ello por Internet y teléfono y con un océano de por medio. Muchas cosas salieron bien, otras no tanto y otras fueron mal. Pero lo importante estuvo en la buena voluntad de todos, que hizo que al final fuera un viaje estupendo e inolvidable.
Al menos para mí, el viaje comenzó el día 28 de Agosto a eso de las 5 de la tarde, cuando nos presentamos en el puerto de Santa Cruz a dejar las motos para su embarque.
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Había caras de ilusión y de preocupación. Caras de despedida “para no volverte a ver” y caras de madres cuyos hijos parten para la guerra, con un destino y futuro inciertos. Caras de padres, que acaban de dejar a sus niñas en manos de un hijo de puta que le retorcerá el puño a las diez mil vueltas para recorrer los cien metros hasta el barco. ¡Y seguro que…! ¡Y como yo vea…! ¡Y como le hagan…! Risas nerviosas para restarle importancia a la procesión, que va por dentro. Pero más de uno estaba arrepentido de no haberse ido en el barco, aunque marean como peonzas.
El caso es, que las embarcaron. Y que llegaron a Cádiz sin novedad como pudimos ver allí personalmente mientras las desembarcaban. Y que allí al menos, fue el mismo chaval quién desembarcó todas. Y lo hizo bien y sin retorcerles el pescuezo. Pero ¡claro!, hay que entender que a las “niñas” no va a venir cualquiera a “montárselas”. ¡Que eso es pecado!
Hicimos una “arrancadilla” en mi casa. Nada especial. Pero ¿Qué es un viaje o una concentración sin la arrancadilla?
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Es un rato importante, en el que cada uno pone sus ilusiones sobre la mesa. Un rato, que sirve para relajar esos nervios previos y en el que nos decimos y deseamos que todo va a salir bien. Un rato, en el que te enteras de lo que va a llevar cada uno y te ríes mucho de ti mismo porque vas “atascao” con las cosas imprescindibles que tú consideras importantes, mientras que tu mujer considera otras cosas como más fundamentales. Un rato de amistad y de buen rollo.
El día 30 de Agosto, a eso de mediodía, nos vimos todos en el aeropuerto de Los Rodeos, para coger el avión que nos llevaría a Sevilla. El tabaco fluye en la puerta del aeropuerto, uno tras otro, porque Suso no aparece. Pero aparece. ¡Digo, si aparece! Tranquilo, parsimonioso, con su eterna sonrisa en la boca. ¿qué paasssaaa? Pues eso, ¡que no pasa ná! ¡Que nos vamos de viaje! ¡Que es verdad…!
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Cuando llegamos a Sevilla a su aeropuerto de San Pablo, tuvimos un primer encontronazo con la realidad. Cuarenta grados a la sombra de la parada de taxis. ¡Ojú!, se dejó oír de alguna boca fina. ¡Cagonlaputa!, de alguna menos fina. Un taxi sin aire acondicionado, con las ventanillas abiertas… “pa quentre laire, ¡joé!”, y se queda uno pensando… “lo quentra e fuego, joputa”, y a continuación añade… “¡ehto no er ná! A sincuenta graoh ehtuvimoh er lotro día. Eztuve tentáo de poné er laire acondisionao der coshe”. Y a uno, que ya le va cayendo la gota por la espalda, piensa y añade: “que gasta musho gasoil ¿no? Y sin que tu hayas llegado a abrir el pico todavía, el tío remata diciéndote: “mi muhé eztá ya penzando en zaca la ropa dinvierno”.  ¡Este cabrón me la está metiendo! ¡Con “grasia y salero”!. En fin, que os estaba diciendo que un  taxi nos llevó hasta el hotel Zenith. Enclavado en el barrio de Triana, muy cerca del puente del mismo nombre y de la calle Betis, donde nos acercamos ya de noche y 33 ó 34 grados sólo, a tomarnos unas tapas por aquellos bares, con unas cuantas “crucescampos” puestas a -2º que “quitaner zentío”. La verdad, hay que reconocerles, que saben tirar una caña como nadie.
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Te llevas también para el hotel, el otro lado iluminado del río. La Torre del Oro, la Maestranza detrás, y descollando entre tejados más bajos, los pináculos de la hermosa Catedral de Sevilla con su minarete hecho campanario. Lo más famoso de Sevilla después de la Macarena y “er Beti”, según un sevillano al que pregunté. La Giralda. Mirando las aguas del río desde el puente de Triana, se te va el pensamiento acompañando su calmado fluir, a tanta historia que han contemplado sus riberas. Por allí navegaron fenicios, romanos, godos, árabes, cristianos. Por allí fluyó un río de oro que provenía del esquilmo de las nuevas indias… Pero hay que madrugar.
El día 31 la cita es a las 8 de la mañana. Una guagua nos recoge en la puerta del hotel a los doce con nuestro equipaje, y nos lleva directamente al puerto de Cádiz para recoger las motos.
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La verdad es que es una comodidad y un lujo. De puerta a puerta. Y adelantándome a contaros la vuelta del 15 de Septiembre, que también hicimos en guagua pero al contrario, nadie durmió nada. La conversación en la guagua fluye animada. Hay risas y chistes y bromas. Aunque también hay ojos que miran a izquierda y derecha buscando el mar. No estamos acostumbrados a salir de casa y no ver el mar. Un paisaje llano como la palma de la mano, marcado de campos cultivados extensos hasta perderse la vista. Menos mal que no es la época, porque de serlo y hasta Jerez que empiezan los viñedos, nos hubiéramos encontrado blancos algodonales que hacen del paisaje pistas de nieve donde no hay montañas.
Entramos en Cádiz por el puente, de Carranza creo que se llama, y nos da la impresión de recibirnos con una luz increíble. Esa luz que captan pintores y ensalzan poetas. Pero no van las caras para luces, poetas ni gaitas. Resurgen las de la preocupación por las “niñas”. ¿Cómo habrán dormido? ¿Se habrán mareado? ¿Alguien les habrá cogido la manita para darle consuelo en la oscuridad de la bodega? ¡Ay!
Entre ayes y lamentos, y después de mandarnos una buena pateada por el puerto salimos a donde quedaron las mujeres con el equipaje, que no era cuestión de volver a pasar aduana, ya por fin motorizados. Pusimos los contadores a cero, y comenzamos nuestro viaje redondo por Andalucía.
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Continuará............
 
Re: ANDALUCIA 2009   (Grupo Canario)

CAPITULO 2º
1ª ETAPA. CÁDIZ – RONDA.
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Los primeros kilómetros que hice con la moto cargada fueron toda una experiencia religiosa. Entre el tráfico de esa gran avenida que sale de Cádiz, no tenía dificultad pero si cierta aprensión, para moverme con los 500 kgr de peso de la moto.
Salimos de la ciudad hacia Chiclana de la Frontera por la autovía que recorre el Parque Natural de La Bahía de Cádiz, que con sus marismas y humedales nos da la bienvenida a Andalucía. Un poco ajados después de la canícula veraniega. Pero aún quedan algunas aves y las pintorescas barquillas de los pescadores. De todas formas, el intenso tráfico que tiene la salida de Cádiz no permite que puedas recrearte en paisajes bucólicos. Hay que ir atentos.
Por la A-390 nos dirigimos a Medina Sidonia. Pueblo cargado de historia, sede de un Ducado siempre polémico, propietario de uno de los archivos de Indias que dicen ser más extensos e importantes que los de Sevilla.
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Hacemos una visita al pueblo llegando hasta su Iglesia Mayor y su Castillo actualmente en restauración. Entrar fue fácil. ¡¡Pero salir!!… fue otra harina. Una grúa, de esas de ruedas grandes articulada por la mitad, había entrado hasta la cococha del pueblo. Lo que no nos explicamos es cómo. Decide salir del pueblo, justo delante de nosotros. Y… ¡amigo!... llegamos a una esquina entre calles cuesta abajo en que la grúa ni “patráh” ni “palante”. En esta esquina me rozo y en esta me engancho. Las seis motos paradas en aquella plazuela, un sol que empieza a ser de justicia mañanera, goretex y como no podía ser menos… surgen los espontáneos.
Al conductor de la grúa le empiezan a crecer los enanos. En aquellos 60 y pico metros cuadrados de plazuela estamos ya las seis motos, dos coches, 10 ó 12 espontáneos y algunas mujeres y chiquillos, que al principio no estaban pero que salieron de no se sabe donde como por arte de magia. ¡Quiiillooo, tira patrah, cohoneh, quengansha er barcón! ¡Bahale er gansho que rompe la farola, pisha! ¡Lo que tié qasé é tirá patrá y cuadrá la caye! ¡Zerá la grúa lo que tié que cuadrá, no la caye! Y la grúa que empieza a oler a embrague. Y a mi empieza a gotearme el casco y también tengo mi espontáneo (un chiquillo de 10 u 11 años) que me hace un chequeo rápido de la moto. ¿Cuánto corre, cuesta, gasta, pesa, colores, opciones…? Aquello parecía un sainete de los Hermanos Quintero.
Por fin pasó la grúa. Un par de marcas en las paredes de la esquina dan testimonio de ello. La farola, escapó con vida. ¡Qué alivio cuando el aire volvió a circular! Creo que después de este día, no volví a ponerme el casco seco en todo el viaje.
Salimos de Medina Sidonia con cierto retraso sobre el horario previsto y nos encaminamos por la A-393 hacia Arcos de La Frontera. “La Frontera”, apellido común en muchos pueblos de Andalucía que denota por donde iba la reconquista. Arcos, es la puerta del Parque Natural de la Sierra de Grazalema, que engloba numerosas sierras y pueblos blancos y que uniéndose al Parque Natural de Los Alcornocales en Alcalá de Los Gazules llega a la mismísima Tarifa, punta de la península por el sur, que está entre dos mares: “la mare que parió a Levante y la mare que parió a Poniente”. Sierras de Saladavieja, del Niño, de Sequilla, de Blanquilla, de Montecoche, Momia, de la Sangre, del Aljibe, del Endrinal… y entre ambos La Reserva Nacional de Cortes de La Frontera. Dos Parques Naturales juntos, dentro de los que se encuentra el pueblo con mayor índice pluviométrico de España. Grazalema.
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Arcos parecía un pueblo fantasma cuando llegamos. Solo se veían cuatro turistas despistados y solo se oía el ruido de nuestras motos en las callejuelas de empedrado cuando subíamos al mirador del tajo junto al Parador Nacional. ¡que caló!. Después de las fotos pertinentes y clásicas y dos litros de agua, salimos por el arco de la plaza buscando un sitio cualquiera en la carretera de El Bosque, A-372, para echar un refrigerio rápido, pues se imponía una visita a Ubrique.
Entramos en una de las rutas de los pueblos blancos, de la que íbamos a recorrer tan solo una pequeña parte. Dejamos El Bosque a nuestra izquierda y comenzamos un descenso suave por la A-373 hacia Ubrique.
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Para su desgracia, este pueblo es más conocido por el papel cuché que por su laboriosa industria de la piel, reconocida internacionalmente por su calidad. Precisamente las chicas se desparraman rápidamente por sus tiendas y comercios, aunque limitadas para comprar por la falta de espacio en las motos. No obstante, algún objeto pequeño de piel se deja caer. Mientras, nosotros nos decidimos por un “cortado”. Y todavía tenemos que acostumbrarnos a que en la Península un cortado es un cortado y punto. Bueno, en algunos sitios todavía saben lo que es un “bombón”. Pero nada de cortado natural, leche y leche, corto, largo, barraquito…
Cae la tarde. Hemos salido del puerto a más de las 12 y de Cádiz entre unas cosas y otras casi a las 13 horas. En carretera hemos recuperado el tiempo que perdimos en Medina Sidonia con la grúa. Pero aún nos queda camino hasta Ronda. Salimos de Ubrique por la A-374 hacia Grazalema. Una carretera ancha y revirada, preciosa, llena de castaños, robles, encinas y pinos que al llegar a Benaocaz ofrece unos miradores desde los que dicen que en días claros puede verse el mar. Es obligatorio hacer algunas fotos.
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Pero con el madrugón en el cuerpo, el calor que estamos pasando y son ya las siete de la tarde, la gente empieza a soñar con la ducha y una cervecita fría. Vemos Grazalema contra su cortada montaña y aprovechando que me quedo atrás por dar la vuelta hacia un cruce que toman los demás y que yo me paso disfrutamos, Jesús que me espera y yo, de un tramo de 10 ó 15 kilómetros revirados y con buen piso y muy poco tráfico. Los demás también fueron disfrutando, porque no llegamos a alcanzarles sino en el cruce con la A-376 donde nos esperaban para encarar Ronda.
Bajamos por Los Morales y Hoyo Tabares hacia la ciudad de Ronda. Y hablando de rondas, hay en su entrada una curva interminable señalizada como peligrosa, pero de una amplitud y longitud que te da tiempo a echar un cigarro. Entramos en Ronda después de repostar y recorrimos sus calles hasta llegar al centro mismo. Hasta su famoso Tajo.
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Ese que dice el chascarrillo que llaman el Tajo del “coño”. Porque todo el que lo ve por primera vez y se asoma exclama: ¡Coño, que tajo!
Precisamente nuestro hotel, el Don Miguel, está construido en el borde mismo del precipicio, frente al Parador Nacional de Ronda y junto al gigantesco (en altura) puente de mampostería que lo cruza uniendo ambas partes de la ciudad. Cuando guardamos las motos en el garaje y subimos a las habitaciones, todas daban sobre el precipicio. En concreto mi balcón no tenía pretil. Tan solo una reja que iba del suelo al techo. No apto para impresionables.
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Quedamos en la puerta del hotel después de una reconfortante ducha y aliviados del goretex, y por recomendación del recepcionista comenzamos nuestra visita turística a Ronda por la Tasca de Antonio, aunque realmente el dueño se llama Paco. Tío simpático donde los haya, que aún estando solo y con el bar lleno se desvivió por los canarios y nos atendió estupendamente.
Continuamos dando un paseo por el centro de Ronda, que estaba preparando sus fiestas de Septiembre en las que celebran la famosa corrida goyesca en su plaza de toros, que es la más antigua de España, y terminamos sentados en una callejuela frente al coso taurino en un restaurante de reconocida fama, donde dimos cuenta de un sabrosísimo rabo de toro, unas manitas de cerdo, ajoblanco y otras viandas por el estilo. De allí, fuimos buscando un lugar donde tomar una copa. Pero para nuestra sorpresa no lo encontramos. Así que, nos fuimos para el hotel a dormir.
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Una jornada muy completa. Unos 200 kilómetros tan sólo. Pero llenos de lugares bellos dignos de dedicarles tiempo.

Continuará........
 
Re: ANDALUCIA 2009   (Grupo Canario)

CAPITULO 3º

2ª ETAPA. RONDA – ANTEQUERA.
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Una ruta por el pantano de El Chorro y los embalses de Guadalteba y Guadalhorce y el de Catalinejo ya en Alora, rodeando las Sierras de La Pizarra y del Agua, llegando a pueblos como Ardales, Carratraca y Alora desde donde subir por la Sierra de Abdalajís hasta el Parque Natural del Torcal de Antequera.
No quedamos a una hora muy temprana para salir de Ronda, por tratarse esta de una etapa muy corta. Unos 130 ó 140 kilómetros. Además, merecía la pena regodearse desayunando en una mañana preciosa en las terrazas del restaurante del hotel de Ronda.
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La luz cambia, y el tajo con su puente adquieren otros tonos distintos a los de la tarde anterior. Hay además unos gorriones muy simpáticos, que no demuestran miedo alguno por los humanos y que vienen a compartir tu desayuno con todo el pico.
A las once estamos en camino, y aprovechamos para dar un paseo con las motos por Ronda. Un pueblo con tanta historia, deja entrever palacios y casonas, conventos e iglesias y el coso taurino de la Real Maestranza más antiguo de España, con los que me refocilaré cuando escriba el libro del viaje.
Salimos de Ronda por la A-367 con dirección a Cuevas del Becerro. Una carretera amplia y casi anodina, rodeada de campos de cultivo en un valle muy ancho cuyo interés paisajístico por la izquierda radica en que se ven claramente las montañas serradas de Grazalema, y por la derecha se atisba la promesa de las Sierras de La Pizarra y del Agua por cuyas carreteras hemos de atravesar para llegar a Alora.
Vamos viendo por los campos junto a la carretera unas enormes aves que en grandes bandos planean sobre nuestros cascos. Buitres. Conforme vamos ganando altura en la sierra, van apareciendo numerosos grupos de estas aves protegidas que ya serán una constante en todas las sierras de Andalucía por las que iremos pasando. Aminoramos un poco la marcha por ver la posibilidad de sacar alguna foto de alguna de estas aves, que por su envergadura vista al natural impresionan.
Hacemos un alto en Cuevas, que aprovechamos para visitar. Como tantos y tantos pueblos de Andalucía acaban de celebrar sus fiestas patronales y andan un poco resacados. Aprovechamos nosotros para tomar un café y continuamos subiendo hacia Huertas y Montes en donde ruego a nuestro road-líder Jorge, que no se confunda en el cruce y que no vaya a coger en dirección a Campillos, pueblo de colegio internado de no muy gratos recuerdos para mí.
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Llegamos al pueblo de Ardales. Bonito y pintoresco. Metido en una hondonada que hacen allí los montes que lo rodean, de la que sus casas quieren salirse escalando por las laderas. Situado a la umbría del sol naciente, aparece en la mañana aparentemente oscurecido, en sombra, rodeado de una corona de luz que propicia el sol y las montañas más altas que lo circundan. Una vista espectacular, que se irá repitiendo en estas sierras según vamos bajando hacia Carratraca.
La carretera MA-442, está pintada en todos los mapas como ruta de interés turístico. Une Carratraca con Alora. Y a diferencia de las frondosas arboledas de la Sierra de Grazalema, estas Sierras de La Pizarra y del Agua aparecen descarnadas. Algo de monte bajo aquí y allá. Pero reverberan al sol sus laderas de una de las pizarras más apreciadas del mundo con sus tintes negros y grises, que más parecieran veteados de plata. Lascas superpuestas como escamas de pescado, algunas de gran tamaño, que guardan un delicado equilibrio y que dan la sensación de ir a deslizarse unas sobre otras en cualquier momento. La carretera está buena de piso y trazado, por lo que se puede avivar el paso y aliviar así la congoja que producen algunas de estas paredes.
Alora. Con acento en la primera A. Enclave árabe conquistado y reconquistado y vuelto a conquistar cuya historia os contaré en el libro, es un pueblo colgado de un cerro en cuya cima se encuentra su castillo. Es un pueblo importante en Málaga, puesto que es cabeza de partido y judicial para su comarca. Y nosotros lo vimos desde abajo, sentados en la terraza de un bar, con una hermosísima cruzcampo fría en la mano, unas tapas de no se cuanto y un magnífico bocadillo, junto a su río que estaba al otro lado de la carretera. Hay que aliviar como sea ese calor de moscas de vuelo estático y cigarras cantando en los árboles a pleno pulmón. Ya se que las cigarras cantan frotando las alas. Yo también veo documentales en la dos. Pero es una metáfora. ¿Habéis sentido alguna vez esas gotas de sudor que bajan por las piernas cubiertas de goretex que hacen que las redecillas se peguen a la piel? Pues eso. Ese es el calor que andábamos disfrutando.
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Salimos de Alora por la A-343 hacia la Sierra de Abdalajís. Y no por ser sierra aliviaba el calor. Yo creo que al contrario. Cuando llegamos al Parque Natural del Torcal de Antequera los marcadores de las motos nos decían que estábamos a unos nada despreciables 39º.
El Torcal de Antequera merecería un capítulo para el solo. ¿Cómo explicar lo que allí hizo la Naturaleza con el viento y el agua?
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Hay que verlo para hacerse una idea. Contarlo, supondría una tesis. Estuvimos en el Centro de Visitantes, y nos explicaron que estábamos viendo. Y aunque las altas temperaturas no invitaban para nada al paseo, las chicas se aventuraron unos cientos de metros por una de las múltiples sendas que recorren el Parque para sacar algunas fotos. Algunas de las formaciones rocosas de fácil acceso que pudimos contemplar, son auténticamente espectaculares. Merece la pena visitarlo.
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Bajamos del Torcal hacia Antequera, y entramos en el pueblo por los barrios más altos. Antequera está enclavada en una suave colina, orientada hacia una llanura que se pierde de vista en dirección a Córdoba. Sin embargo, no todo es llano. Cabe destacar frente a la ciudad una formación rocosa denominada la Peña de Los Enamorados, formación granítica de buen porte cuyo nombre nos habla de amores imposibles entre cristiana y moro que acaban en suicidio. Desde su conquista en 1410 por el infante D. Fernando, han proliferado como en la mayoría de grandes pueblos de Andalucía, iglesias y casas palaciegas. Su historia se remonta al Neolítico y por ser y estar en el centro geográfico de Andalucía, ha sido siempre lugar de paso de numerosas culturas que se movían entre la Andalucía oriental y occidental. Entre Granada y Sevilla y viceversa. Esta condición de “centro” de la comunidad le valió ser candidata para albergar la sede del gobierno autónomo. Pero Sevilla pesó más.
Hicimos un pequeño recorrido por el pueblo que nos llevó desde su castillo y restos amurallados, pasando por su iglesia mayor. Y fuimos saliendo hacia la carretera de Córdoba para llegar en las afueras del pueblo a nuestro hotel para esa noche.
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El hotel Finca Eslava es un cortijo-palacio restaurado hasta el más mínimo detalle, que conserva en sus estancias y dependencias ese recuerdo de labor agrícola de yuntas de mulos y almiares de paja apretados a mano, sin renunciar un ápice a las comodidades modernas.
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Nos sorprendió gratamente la bien dotada bodega, que ofrecía según el ufano camarero más de 25.000 botellas para su degustación. Y la no menos impresionante oferta en jamones de pata negra de los que pudimos ver a simple vista unos 100 perniles. De ambos disfrutamos ampliamente. Jamón, pan y vino.
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¿Hay mejor combinación?
A dormir puestito.


Continuará.......
 
Re: ANDALUCIA 2009   (Grupo Canario)

Que maravilla de viaje de esta nuestra tierra, la verdad es que andalucia tiene muchos rincones con encanto, rafagazos desde el sur ;).
 
Re: ANDALUCIA 2009   (Grupo Canario)

Bonita cronica! ;)
 
Re: ANDALUCIA 2009   (Grupo Canario)

Que recuerdos me trae……………………., como de costumbre magnifica crónica la de nuestro estimado Cristobal, y no menos minucioso el montaje de Jorge.

Que continué el disfrute de la lectura, ya lo tengo en “favoritos” y deseando que cuelgues mas etapas,

Por supuesto que yo quiero el libro gordo del viaje, apuntado estoy………………,


ñosss®el adoptaaaao
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Re: ANDALUCIA 2009   (Grupo Canario)

Solo una cosa que decir, que dura es la vida del motero... ;D ;D ;D

Como dice Fipe... que recuerdos... bonita crónica... ;)
 
Re: ANDALUCIA 2009   (Grupo Canario)

CAPITULO 4º

3ª ETAPA. ANTEQUERA – ALHAMA DE GRANADA.
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Fue esta una etapa cuyo parecido con lo planificado es pura coincidencia. Nos despistamos en el Puerto de Los Alazores, algún cruce que no vimos, y lo que iba a ser carretera de final de etapa resultó ser de principio y lo peor fue que dejamos de visitar el Parque Natural de Los Montes de Málaga. Pero también anduvimos por carreteras que se prestaron a la diversión y disfrutamos de paisajes bonitos y variados. Lo comido por lo servido. Pero empecemos por el principio.
Prometía ser una etapa más larga que las dos anteriores e incluía además una parada en Málaga por algún chiringuito para probar los espetos. Por tanto, quedamos tempranito. Cuando bajé a cargar la moto, ya estaban por allí algunos aprovechando la camiseta del día anterior y la rociada de la noche para darle una limpieza a la “niña”. Para que se entienda lo de la camiseta, es que hemos ido deshaciéndonos en cada etapa de la ropa usada el día anterior. Las camisetas de propaganda que facilitó Leo han cumplido ese cometido.
Salimos del hotel con dirección al pueblo de Archidona. Cuna de los ancestros y residencia en edad muy temprana de la madre de Miguel Angel.
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Su visita era obligada y las fotos de recuerdo una necesidad. Merece la pena destacar en este pueblo su plaza mayor, que es Ochavada y así se llama. Haciéndonos allí unas fotos, nos dimos cuenta de lo bien que olía. Diría yo que a Pierre Cardin, Loewe o similar. Después nos dimos cuenta que Jesusito había cascado un frasco de colonia que acababa de comprar. ¡Qué bien huelo, Carmita! ¡Hoy me comes! Después del razonable cachondeo y de aprovechar los restos que quedaron para perfumarnos todos, subimos a la ermita-mezquita de Ntra. Sra. De Gracia.
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Los orígenes de Archidona se remontan a la prehistoria. Ya fueron los romanos quienes denominaron este cerro Arcis Domina o “Señora de las alturas”. Y ciertamente que la carreterita que sube a la ermita hace que en algunas curvas extendamos los pies hacia el suelo, y su ubicación hace honor al nombre romano. Desde su mirador se alcanzan a ver muchos kilómetros a la redonda, destacando la Peña de los Enamorados que ya vimos desde Antequera el día anterior, pero que desde este lado y con un poquito de imaginación parece la cara de un indio americano o de un anciano.
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Bajamos de la ermita, y fuimos a repostar para tomar la carretera de Villanueva del Trabuco. Es curioso, pero como con los buitres que veíamos en los alrededores de Ronda y que os decía que serían ya una constante en muchas de las sierras visitadas, también será una constante encontrar en pueblos pequeños gasolineras que no disponen de gasolina de 98. ¡Pué zi no la vendo, pa qué la quiero!
En el camino hacia Villanueva, a Fernando le pica una avispa justo encima de la ceja. Que debió ser más avispón, porque ya en El Ejido al día siguiente, le obligó a acudir al Hospital a por un antihistamínico más serio. Además, el casco no ayuda nada a bajar la hinchazón y el ojo casi se cierra. Este segundo incidente, junto con el de la colonia, nos debería haber indicado ya que las cosas este día no iban como debieran.
Los que no habíamos repostado en Archidona, encontramos que en Villanueva tampoco había 98. Urgidos por la necesidad, no quedó más remedio que echar unos cuantos litros al depósito, por ver si más pegados a la costa había gasolineras con 98 donde rellenar. Repasando el rutómetro que habíamos previsto entre Villanueva del Trabuco y el Puerto de Los Alazores en Sierra Gorda sólo veo dos posibles carreteras. La que se adentra en la Sierra de Los Camarolos cuyo destino es Colmenar y el P. N. de Los Montes de Málaga que deberíamos haber cogido, y justo a su lado casi en el mismo cruce, la GR-100 que va al pueblo de Zafarraya y que fué la que al final tomamos. Desde Villanueva a Los Alazores transcurre una carretera estrechita, con buen piso, de esas en que la vegetación se sale de las cunetas y como en ese momento iba yo de road-líder, pues la culpa fue mía. Me pasé el cruce y nos fuimos a Zafarraya que está muy cerca de lo que iba a ser nuestro destino final ese día, y la carretera que debió ser “subida” hubo de ser “bajada” para llegar a Málaga. ¡Mea culpa!
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Resumiendo, ya íbamos oliendo muy bien, con un ojo hinchado y equivocados de carretera por ese orden. Pero aunque las cosas salgan mal ya os decía al principio que la buena voluntad y el buen rollo hacen que las cosas se tomen con buen humor. Bueno, lo de la picadura tiene la misma gracia que: “ que te den”.
Bajamos por el Hueco de Ventas de Zafarraya a Vélez Málaga. Esta, era una carretera preciosa en la que moteros de Málaga y Granada se veían en Ventas para subirla y bajarla. ¿Cómo deciros? La subida al Bailadero en versión malagueña. Flanqueada al Este por el Parque Natural de La Sierra de Almijara y descolgándose por las paredes de La Viñuela. Pero 20 años no pasan en balde. Me ha pasado en todo el viaje. Donde había una carretera motera por excelencia, nos encontrábamos de pronto con una autovía.
Pues os decía “era” porque así lo pudimos comprobar. La han ensanchado en algunos tramos, pero de esos ensanches sin ton ni son, y otros tramos están casi como antaño. Donde no había ni una sola edificación en todo el valle, es ahora un reguero de casas y chalets, muchas de ellas a pie de carretera, que excepto en su parte alta más pegada al Hueco, han terminado haciendo de la carretera una vía urbana de 40 km/h. Y en cuanto al tráfico, dió la impresión de haber concentrado todos los camiones regionales ese día en esa carretera. A todos nos hizo algún extraño la moto. Tal era el polvo, aceite y gasoil acumulados en algunas curvas. Total, un desastre.
Aparte de ser esta la opinión general, cuando llegamos a Málaga y después de cambiar impresiones, decidimos volver a Alhama de Granada por una ruta alternativa y más rápida. ¡Total! Luego disfrutamos también en la carretera del Salar.
Jorge con su GPS “isabelita” nos llevó directamente al final de las playas del Palo a un lugar recomendado por dos razones:
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Buenos espetos y motos cargadas a la vista. Pedregalejo creo que se llama y el chiringo, “Hermanos Muñoz”. Los espetos de sardinas de Málaga son especiales. Por el tamaño de la sardina, siempre medianita. Y sobretodo por la forma de prepararlos. Ellos, los malagueños, dicen que unos buenos espetos necesitan para hacerse la mezcla de olores de la leña y la arena del mar. Pero no sobre la lumbre, sino a su amor, a su hogar. Y debe ser cierto. Porque están de muerte.
Un periodista en ciernes, conocido mío, nos vino a ver y nos hizo unas fotos y un pequeño reportaje que salió publicado al día siguiente en su periódico Málaga Hoy. Bueno, una anécdota para contar.
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En Málaga se nos quedaron Jorge y Pilar, porque tenían algunos asuntos personales que resolver, y los cinco restantes, después de haber dado cuenta de un buen almuerzo, nos pusimos en camino hacia Alhama de Granada. Subimos por el Puerto de Las Pedrizas, muy cerca de la Sierra del Torcal ,y continuamos por Riofrío y Loja hasta el cruce del Salar. Los últimos 31 kilómetros resultaron ser una carretera bien asfaltada de curvas amplias y divertidas que permitieron caminar alegremente hasta Alhama.
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“Aguas calientes” significa Alhama. Nuestro hotel era La Hospedería Rural El Ventorro. Y aunque os parezca mentira, el ventorrito en cuestión está bastante bien aunque sea hospedería. Dispone de ocho habitaciones-cueva y otras tantas normalitas. Pero lo simpático de la hospedería es que dispone de un manantial termal que han aprovechado para hacer un Spa que muchos hoteles querrían para sí. Cuando llegamos ya lo habían cerrado. Pero tuvieron la amabilidad de volver a abrirlo para nosotros exclusivamente. Todo un detalle.
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Después de un baño y una refriega, esperamos a que llegara Jorge para cenar y pudimos darle cuartel a un buen choto al ajillo.
En fin, un día que empezó con algún tropiezo y que terminamos envueltos en toda la ropa de abrigo que llevábamos, porque Señores: ¡en Alhama hacía frío!

Continuará.......
 
Re: ANDALUCIA 2009   (Grupo Canario)

CAPITULO 5º

4ª ETAPA. ALHAMA DE GRANADA – EL EJIDO.

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A mí, me llamó la atención ver que las camas tenían una manta puesta. Pero conforme avanzaba la velada fuimos poniéndonos prendas de abrigo y algunas iban encogiendo los hombros metiendo la cabeza entre ellos. Digo yo que algo tendría que ver un embalse que hay al otro lado del Ventorro. Pero por la razón que fuera, doy fe ¡que hacía biruje!
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Después de cargar las motos, salimos de Alhama con dirección a El Ejido, en Almería. En esta etapa estaba previsto como final el pueblo de Berja, que es la entrada a la Alpujarra almeriense y es recomendable para quién se anime a seguir nuestros pasos. Pero siempre que no sea a primeros de septiembre, porque celebran sus fiestas patronales y es difícil encontrar hotel. Eso nos pasó a nosotros. Tuvimos que elegir destino alternativo y tuvo que ser El Ejido.
La etapa comenzó con unos primeros kilómetros de carretera bien asfaltada, flanqueada de pinares que nos llevó al Embalse de Los Bermejales. A esa hora de la mañana, con un aire absolutamente en calma y las aguas totalmente quietas que reflejaban como un espejo el paisaje de sus riberas, hicieron que los disparadores de las máquinas de fotos se volvieran locos.
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Pensaba que estaría más bajo su nivel de agua, porque es un embalse dedicado al regadío de las vegas de Cacín, Moraleda de Zafayona y Láchar.
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Pero me sorprendió gratamente y recordé que el invierno anterior había sido bastante lluvioso por aquellas sierras del Monte Mesa y Fornes.
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Continuamos nuestro camino por la comarca del Temple. Dejamos atrás pequeños pueblos como Agrón y Escúzar, que viven de la agricultura y la minería. En sus llanos, más de siete kilómetros de carretera recta, y Montevive que ya ni es monte porque está totalmente comido por las máquinas, encontraron un ¿metal? muy raro que se llama Wolframio que se usa creo en la fabricación de los microprocesadores. Debe ser por esta floreciente industria minera, que vi planificado sobre los campos que bordean la carretera, un macro polígono industrial tremendo.
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De La Malahá, pueblo conocido por sus salinas que abastece un río de aguas saladas, a Otura, en cuyo término municipal se encuentra el Puerto del Suspiro del Moro, “llora como mujer lo que no supiste defender como hombre”, han hecho una autopista de acceso a esta nueva zona minera y polígono industrial, que me pareció que aún no está en uso, pero que hará desaparecer otra carretera motera.
Tomamos un pequeño tramo de autovía que nos dejó en la entrada de La Alpujarra. Nueve kilómetros más allá, por una carretera curveada y bastante mejorada para como yo la recordaba del 2006 que fué la última vez que pasé por allí en moto, llegamos a Lanjarón. Reza un cartel cerámico a la entrada de este pueblo, rico en aguas termales y de manantial, que es: ”La Puerta de Las Alpujarras”.
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Su industria, de sobra conocida en toda España, se basa en el agua embotellada y en balnearios y hoteles a los que acuden gentes de todos lados para aprovechar sus cualidades curativas. Precisamente estuvimos tomando café junto a una fuente, de esas que en la zona llaman “pilares”, con dos caños de los que manaba un agua fresquísima y gratuita.
Cuenta la leyenda, que en las faldas de su derruido castillo, de cuando la revuelta de los moriscos de la Alpujarra en 1567, el alfaquí de Juviles enterró el alfanje del Profeta para que no cayera en manos cristianas, y que por haber perdido tan importante reliquia, el espíritu de Aben-Humeya vaga eternamente entre sus muros en un intento de encontrarlo.
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Atravesamos Lanjarón por su calle principal, que entoldan para sombrearla y aligerar calores, y nos dirigimos a Orgiva, con acento en la O. Si Lanjarón es la puerta, Orgiva se encarga de preguntarte a que zona de la Alpujarra quieres ir, puesto que es allí donde la carretera se divide en tres, pudiendo ir hacia arriba a Trevélez, por en medio siguiendo el Guadalfeo a Ugíjar, o por abajo a La Sierra de la Contraviesa a Albuñol.
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Nuestra ruta prevista sigue el desvío de “abajo”. Así que atravesamos Orgiva y bajamos al puente que cruza el Guadalfeo y tomamos por Agustines y Tíjola una carretera muy revirada que nos va subiendo poco a poco a la Contraviesa. Esta sierra, que coronamos en Haza del Lino y cuyo pico más alto no superará los 1300 metros, nos muestra otra perspectiva diferente a las rutas turísticas masificadas de Las Alpujarras Altas o de Sierra Nevada. A estos pueblos, Fregenite, Polopos, Sorvilán…, no llega el turismo como a Capileira, Pampaneira, Bubión, Yégen, Trevélez… Aquí, la vida de estos pequeños pueblos se le arranca a unas tierras ganadas a la sierra, donde la maquinaria tiene difícil acceso y la “piba” es lo habitual. Algo de vid y cereal. Zona de fuerte emigración, algunos de estos pueblos languidecen con unos pocos habitantes ya ancianos que se resisten a dejar su tierra.
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La carretera, va bajando hacia Albuñol en vueltas y revueltas que salvan como pueden una barranquera tras otra. Vamos a buen paso y yo al menos, he perdido el habla. El pinganillo se ha quedado mudo. Recuerdo, allá por los 70 largos, un pavoroso incendio que mató estas sierras. La de Lújar y La Contraviesa. A perro flaco todo son pulgas.
Llegamos a Albuñol, el pueblo más importante de la comarca que está muy cerca del mar, aunque todavía en las faldas de la sierra. Hacemos una parada para comer en un bar del pueblo tremendo bocadillo de calamares y una cerveza. La señora que nos atiende hace gala de poseer una auténtica y genuina “malafollá granaína”. A la pregunta ¿que tiene usted de bocadillos?, responde con cierta desgana “de que voy a tené… pos de tó” y a mi, que también me dieron mi dosis de malafollá cuando me parieron se me ocurrió decirle: “pueh póngame uno de teta de monja”, pero me callé, porque estaba el bar lleno de parroquianos y no era cuestión de salir a hostias.
Tenía este bar otra particularidad cuando menos graciosa. Los baños eran minúsculos y estaban en el balcón. Si señores. Como lo están leyendo. En el mismísimo balcón en la mismísima puñetera calle. Lo que no pude averiguar es a donde iban las aguas.
Estuvimos allí un buen rato. Se notaba algo de fresco cuando el aire corría y había que enderezar la vista después de tanta curva. Después bajamos a La Rábita, que es un pueblito de pescadores que si que me sorprendió, porque a diferencia de los de la sierra, éste ha crecido mucho en los últimos años. Yo lo recordaba casi como poco más que una aldea. Las puñeteras autovías acaban con todas las carreteras bonitas para la moto que quedaban en la costa granadina, pero facilitan que el turista del Ibiza alquilado llegue a estos pueblitos que antes se podían considerar perdidos.
Nos fuimos buscando Adra, ya en la provincia de Almería, desde donde deberíamos haber tomado nuevamente la ruta de la sierra hacia Berja. Pero los hoteles estaban llenos por sus fiestas patronales y tuvimos que conformarnos con El Ejido. El hotel de Berja también se llama Don Miguel como el de Ronda. Así que si vais por allí ya tenéis la referencia. No lo conozco personalmente, pero según Internet se trata de un palacio o convento restaurado del siglo XVII. Puede estar bien.
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El hotel de El Ejido es el Husa Don Manuel. No está mal, pero es el típico hotel de ejecutivos, vendedores y representantes. Nos pasó algo muy curioso. Algunos íbamos soñando con la piscina que habíamos visto en alguna foto de las que había en Internet, y resultó que la susodicha piscina era una cancha de deportes de esas multidisciplinar que estaba muy bien pintada de azul. ¡Menudo chasco! Y menudo cachondeo subsiguiente con el “me subo, me cambio y quedamos en la piscina que estoy loco por tirarme desde la cesta de baloncesto”. En fin, hubimos de conformarnos con una buena ducha.
El Ejido es un pueblo muy importante de Almería. Si uno recaba alguna información sobre él, escuchas frases que parecen ampulosas pero que son ciertas, como por ejemplo: Es un mar de plástico. Es la zona de España con mayor renta per cápita. Es la despensa de Europa. Su mar de invernaderos son, con la muralla china, las únicas construcciones humanas que se ven desde el espacio (entrad en Google satélite y lo comprobáis). De sus muelles de embarque terrestre dicen que salen más camiones que del puerto de Amsterdam, y algunas cosas más. Realmente lo único que se puede ver por allí es la zona de costa, en la que construyeron uno de los puertos deportivos más grandes de la península, alrededor del que ha florecido una industria turística al mejor estilo Las Américas o Torremolinos, pero menos feo. Y allí nos fuimos a cenar.
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Había que coger las motos para ir. Así que en esta ocasión había que tener cuidadito con el alcohol. Llegamos con buena luz y estuvimos recorriendo el puerto a pie. La verdad es que yo dejé de mirar números de puntos de atraque en el 500 y pico largo. Tampoco soy nada marinero y me atraen poco los de doce, de quince o veintidós metros. Pero Fernando, Leo, Virginia y Miguel Angel, que resultó ser un entendido en la materia, disminuyeron mi total desconocimiento marinero y lo dejaron simplemente en desconocimiento. Sin el total. Había algunos barcos muy mal cuidados, pero había otros de “cágate lorito”. Lo que si había era muchos, muchos barcos.
Fuimos a cenar en uno de aquellos restaurantes del puerto y después subimos al hotel a tomar una copa con las motos ya guardadas en el estacionamiento.
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Ya os conté, que Fernando tuvo que acercarse al hospital para que le vieran lo de la picadura del día anterior, porque tenía ya la cara bastante hinchada. Le fue bien lo que fuera que le pusieron, porque a la mañana siguiente estaba bastante mejor y ya de ahí fue mejorando hasta desaparecerle totalmente.
Un día completo.


Continuará.......
 
Re: ANDALUCIA 2009   (Grupo Canario)

 CAPITULO 6º

   5ª  ETAPA. EL EJIDO – MOJACAR.  

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Yo no podía imaginar por la mañana cuando bajé a cargar la moto, que salvo por un pequeño detalle que os contaré luego este iba a ser uno de esos días redondos. Porque disfruté mucho en la carretera de la Alpujarra almeriense. Me reí tanto con Sonsoles, mi mujer, que pensé herniarme. Me encantó Cabo de Gata y me reí mucho en Agua Amarga donde comimos, bastante bien por cierto. Y sobretodo porque pude cumplir uno de mis sueños de este viaje, que era comerme unas gambas de Garrucha. Caras, pero un manjar.  Vamos por partes.
Tenía yo mis reservas con respecto a la carretera de la Alpujarra almeriense, porque yo la recordaba estrecha, con mal piso y con algunas zonas y puentes de esos en los que, o pasas tú o paso yo, pero los dos a la vez, como que no. Resulto ser mi primera sorpresa. Nos encontramos con una carretera muy bien asfaltada, tipo montaña rusa, con subidas y bajadas en curvas muy bien peraltadas, enlazando una curva de derecha con otra de izquierda sin recta en medio, con cambios de rasante a bajadas pronunciadas que subían poquito más allá a otro cambio de rasante tras el cual no sabes que encontrarás. Una carretera para entusiasmarte. Y lo mismo que ya he dicho que muchas carreteras moteras por excelencia, se las han cargado haciendo autovías encima de ellas, en este caso han dejado el listón muy alto.
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En esta ruta pasamos por algún que otro pueblo interesante para ver. Son pueblos pintorescos. Quiero decir, que algunos de ellos tienen mucha y muy rica historia, pero que no son pueblos con gran riqueza arquitectónica o con un gran patrimonio. Está Alcolea, Laujar de Andarax, Canjáyar. Y aquí empieza a darnos la risa. Jorge, nuestro road-líder, debe haberse entusiasmado con la carretera. Y empezamos a subir a buen paso y vemos que pasamos por Alcolea y no lo visitamos. Después, en Laujar de Andarax hace el desvío para entrar, pero sale por el otro lado a la carretera otra vez, como si lo hubiera pensado mejor. Ahí empezamos a reírnos y cuando llegamos a un pueblecito que se llama Fuente Victoria, y vimos que entraba, mi mujer iba ya descorchá. Cuando llegamos a una plaza, vimos la escultura más fea que podáis imaginar. Aún nos preguntamos que era. Espero que si alguien de Fuente Victoria lee esto, no se ofenda y me perdone.
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Continuamos hacia Fondón, que también atravesamos. A todas estas, habíamos pasado antes de Fuente Victoria a un abuelote que, montado en una vespino con más años que la tos, regordete que arranaba la motito, con el mango de una azada empinado detrás (porque iba sentado encima) como paquete, y nos había saludado muy atentamente. Cuando nosotros andábamos por las calles de Fuente Victoria, él, que siguió por la carretera, adelantó camino. Cuando nosotros conseguimos salir de Fuente Victoria, le volvimos a pasar antes de llegar a Fondón y a mi que iba el último me suelta a voces: ¿Y donde zú e pazáo? Me dio por reir y agüita. Poco más adelante de Fondón, Jorge torció a la izquierda de pronto para ir a sacar una foto. Pero el caso, es que nos quedamos un poco despistados y no pudimos torcer con él. Así que, nos echamos al arcén a ver que hacíamos. Si seguirlo o continuar. Estando parados en el arcén, volvió a pasarnos el abuelote con su vespino y con una miaja de cachondeo nos suelta a voces: “yo zi que tengo una amoto qanda y no ezo tan grande”. El descojone.
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Al final decidimos continuar, y esperar a Jorge en Alhama de Almería. Volvimos a pasar al labriego que ya se reía más que yo. En Alhama tomamos café, y al poco apareció Jorge con su preciada foto. De momento iba la cosa genial. Buena carretera y muchas risas.
Entramos en Almería por una nueva avenida con jardines y fuentes, que deja Puerta Purchena a su derecha, y que yo recordaba de cuando iba a Almería por motivos profesionales, como una rambla con piso de cemento que desembocaba en el mar.
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La seguimos hasta que desembocó en el Gran Hotel de Almería, y giramos a la izquierda para pasar por debajo de un viaducto muy antiguo que han tenido el buen criterio de conservar. En realidad no se como se llama. Porque lo que pasaba por encima eran los trenes que venían de las minas de Alquife, y descargaban el mineral de hierro en los barcos que lo llevaban a Inglaterra. Eso me contaban mis tías que vivían en la calle Martínez Campos toda su vida. Porque yo no vi nunca ningún tren por allí arriba.
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Tomamos la avenida de Cabo de Gata para buscar el Auditorio de Almería. Si en Málaga fue Jorge quién se quedó por unos temas personales, en Almería fueron Miguel Angel y Luisa quienes se quedaron. Después se reunirían con nosotros en Mojácar. Los demás continuamos hacia Cabo de Gata.
Aquello es llano. Está ubicado el aeropuerto de Almería y un poco más allá entramos en el Parque Natural de Cabo de Gata. Desde Almería, seguimos la carretera que costea las playas de Bobar, El Perdigal, de Zapillo, de San Miguel, de Almadrabilla, de La Garrofa y otras veinte más. Porque desde la capital, que ya tiene buena y extensa playa, hasta Cabo de Gata se ven kilómetros y kilómetros de playa en los que apenas hay bañistas. Cuando llegamos a Pujaire, hicimos una pequeña escala en la que dimos con un submarinista retirado que les contó a Mariví y a Virginia toda su vida en versión de bolsillo.
El pueblo de Cabo de Gata también ha crecido mucho desde la última vez que lo visité. En este caso debo decir, que las urbanizaciones que por allí han hecho pegan dentro del Parque como a un Obispo dos pistolas. Cierto que no debe uno oponerse al progreso. Pero Almería se caracteriza entre otras cosas por su modo de construir las casas, que se parecen mucho a lo que aquí llamamos “terrera”. Techos planos, ventanas de madera y una sola planta. Las tejas y el ladrillo visto, la cagan. Pero es una opinión discutible como todas. Más pegados al Cabo están Almadraba de Montelva y La Fabriquilla, que se mantienen más o menos como estaban, salvo porque han puesto en la carretera unos “guardias acostáos” que tienen una altura considerable. La iglesia de San Miguel con su altísimo campanario y su nave muy corta que la hacen parecer contrahecha, sigue en el mismo estado lamentable en que se encontraba. Aunque hay un cartel que anuncia su próxima restauración.
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Para llegar definitivamente al Cabo hay que pasar por una carretera que tiene alguna dificultad. Su belleza paisajística es notable. Pero no radica en su faro, lleno de radares, repetidores y antenas. Sino más allá de sus cornisas y cortados. Asomarse en sus miradores y mirar al mar es lo que sobrecoge. Reserva Marina.
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Une a los roques desperdigados por el acantilado como desprendidos de él, un mar que nos muestra múltiples tonalidades de verdes y azules. Sonsoles hace un par de fotos, que apuntan dos futuros buenos cuadros.
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Volvimos sobre nuestros pasos y nos encaminamos al norte del Parque con la idea de recorrer la costa hasta Mojácar. Dejamos el Cabo por El Retamar y subimos a buen ritmo hasta el cruce de Agua Amarga, a donde bajamos y aprovechamos para picar algo.
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Recuerdo especial para una tortilla de papas exquisita. ¿O es que había mucha hambre? No se, pero estaba muy buena. Allí contamos la ruta de la mañana y nos reímos bastante con el abuelote.
De Agua Amarga salimos hacia Carboneras subiendo por una carretera muy buena, cortada entre unas rocas impresionantes que acaban en el mar. Después, poco antes de llegar a Carboneras vamos bajando la cota hasta el nivel del mar, que se mantendrá hasta Mojácar.
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La verdad es que esta zona está bien dotada de playas kilométricas, y algunas de ellas son nudistas. Desconozco si alguno hizo fotos. Tierra adentro, a nuestra izquierda según íbamos, La Sierra Cabrera se nos muestra desmerecedora de tal nombre, porque se trata de una discontinua línea de colinas y montes altos entre los que no se veía ninguna cota que pudiéramos llamar montaña. O quizá fuera, que después de haber andado otras Sierras con mayúscula, la de Cabrera me pareciera a mí más bien “sierrita”.
Llegamos a Mojácar y localizó Jorge el hotel con “isabelita”. Sencillamente, un desastre. Los riesgos de reservar por Internet se nos presentan claramente. En el ordenador vimos unas fotos que presentaban un auténtico cuatro estrellas. La realidad fue, que antes de los veinte minutos de haber llegado, tres de los seis habíamos solicitado un cambio de habitación inmediato y un cuarto estuvo en un tris de buscar otro hotel. Sólo voy a deciros como dato significativo y a modo de ejemplo, que la habitación que le dieron de primeras a Jorge, contaba con un sistema de aire acondicionado de última generación: tres ventiladores.  Evidentemente no voy a dar el nombre de este hotel. Quién quiera que se lo recomiende que me lo pida por privado. ¡Un desastre!
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Nos fuimos a dar un baño al mar, que estaba como “caldo pota”. Y después, cogimos las motos y nos acercamos dando un paseo a Garrucha que está a unos 5 kilómetros por un paseo marítimo típico de pueblo costero turístico. Cuando llegamos, buscamos el bar-restaurante que nos habían recomendado, que para quienes lo conozcan, funciona igual que el Romerijo del Puerto o de Sevilla. Uno se acerca al escaparate de la “joyería”, y al peso, elige lo que se vaya a comer. La bebida en la mesa. Se llama “El Birra”. Ya podéis imaginar, que sólo por el nombre ya me gustaba el sitio.
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A 88 € el kilo. Ese era el precio de la gamba con la que llevaba soñando un año. Y precisamente por eso me daba igual que me hubieran pedido 100. ¿Cuándo podré volver a Garrucha? No lo se. Aunque Jesusito y Leo dicen que el año que viene cogemos un avión y nos vamos a Almería. Sólo me comí nueve ejemplares. Porque a parte de ser rojas, lo cual las caracteriza, tienen un tamaño que muchos langostinos y algún que otro carabinero envidiarían. ¡Qué ricas! Son exquisitas.
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A la vuelta para nuestro “magnífico” hotel, a más de uno se nos escapó un gas y se nos quedó la camisa muy ancha. Control de la Guardia Civil. Pero no pasó nada. Buscaban droga o algo así, y nos dejaron pasar sin ningún problema a todos. Un kilómetro más allá, me acordé de que los humanos necesitamos respirar. ¡Coño, respira! ¿Quién no se toma un par de “birras” en El Birra para acompañar semejante exquisitez? ¡Pues eso! Dejamos las motos en el hotel y ya caminando, nos fuimos todos a tomar una copa para relajar las madres e intentar recuperar los huevillos que se habían ido de viaje astral.
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A todas estas, Miguel Angel y Luisa habían llegado de Almería, pero venían cansados y se quedaron en nuestro “magnífico” hotel.
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Un estupendo día, si no hubiera sido por el “magnífico”.


Continuará........
 
Porfa, no se retrasen en colgar las siguientes etapas que estoy babeando de envidia……………………….,

ñosss®el adoptaaaao
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Me cago en to, ya mecomio todas las uñas leyendo a Cristobal

Y la envidia que tengo que me corroe, que envidia diossssss

Es Ud. un maestro Cristobal

Me alegro que lo disfrutaran ya se les ve en las caritas

Saludos
 
Pues ya te lo digo yo.....¡como engañan las fotos de internet!
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No, no hice fotos, pero desde el suelo de la habitación con arena, el aparato de aire acondicionado colgando de la pared, etc...y pedí cambio de habitación, y no solo yo, sino unas cuantas parejas de que las íbamos ya te lo puedes imaginar....y nos lo encajaron como un hotel de ****, y al final resultó un apart-hotel cutre. En fin, para olvidar....
Sigo con la crónica.
 
 CAPITULO 7º

     6ª ETAPA. MOJACAR – CAZORLA.
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Amaneció un día espléndido. Nos desayunamos en un bar de por allí. ¿Por qué sería que a las 8,30 estábamos casi todos preparados? ¿Serían ganas de dejar de una vez “el magnífico”?
Salimos de Mojácar con dirección a Vera. La idea es, recorrer La Ruta del Mármol. Hace 25 años, una vez al mes, recorría yo esta ruta que une los pueblos de Huércal-Overa y Baza. La recordaba exactamente igual que encontré, y me sorprendió gratamente, la de la Alpujarra almeriense. ¿Recordáis? Una carretera alomada, tipo montaña rusa, con subidas y bajadas enlazadas por una curva detrás de otra. Salir de una curva y ver un kilómetro de carretera sin un solo metro recto. Como una S continua.
¡Qué chasco! Los primeros 20 kilómetros, en obras. ¡Disculpen las molestias! Sí. Disculpamos. Pero ¿y mi carretera? De pronto, entramos de sopetón en una autovía recién hecha. ¡A tomar por saco otra carretera motera! Paramos llegando a Albox, y le pregunté a la gente por la carretera. ¿Qué pasó? ¡Hombre, hacía falta! Pero ¡coño! ¡qué la hagan al lado, no encima!
Poco antes de Olula del Río, la autovía nueva se acaba y recuperamos la antigua carretera. Pero ya no es igual. Las lomas van desapareciendo y dan paso a una inmensa meseta llana como un folio, y la carretera se endereza en rectas largas y aburridas. Nos cruzamos con un gran grupo de moteros, que aparecían en grupitos de tres o cuatro. Señal de que venían más o menos “a saco” al gusto. Porque de querer, que no quisimos, se podían abrir los puños de gas al gusto.
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Noventa kilómetros sin pena ni gloria. ¡Ni chicha, ni limoná! Llegamos a Baza, pueblo del norte de la provincia de Granada, enclave económico importante porque allí van a dar los límites provinciales de Albacete, Murcia, Almería y Granada. Data su historia del siglo IV A.C. cuando el pueblo íbero de los Bastetanos fundan allí Basti. Han de verse por allí a romanos y godos, hasta que en el 700 llegan los árabes. En 1230, Muhammad Ibn Al-Alhamar toma la ciudad para el reino Nazarí de Granada, y es con Muhammad V alrededor del 1370 hasta 1400 cuando llega a su máximo esplendor como ciudad fronteriza con el Reino de Murcia. En 1489 pasó a la corona castellana.
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Es un pueblo muy rico en patrimonio, y merece la pena hacer una paradita para recorrer sus calles y plaza del Ayuntamiento. Aprovechamos la coyuntura para tomar algo y hacer algunas fotos. Nos despistamos unos de otros, pero al final, como hacemos en las concentraciones, uno que se queda en este cruce y otro que está en el de más arriba, nos reunimos todos cerca de la Plaza Mayor.
Desde Baza, tomamos la A-315 que nos lleva a Zújar y un poquito más arriba, al embalse del Negratín.
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Es el tercer embalse más grande de Andalucía y su uso es mixto para la producción eléctrica, consumo humano y regadío. Continuamos hacia Cuevas del Campo y Pozo Alcón, por una carretera de buen firme y ancha, que apunta algunos tramos de curvas que ayudan a sobrellevar la monotonía del paisaje saturado de olivares sin fin. Ya estamos en Jaén. Y si de olivos se trata, los cuentas por millones.
Comimos en Pozo Alcón y comenzamos la subida a la Sierra de Quesada, que ya forma parte del Coto Nacional de Cazorla y del Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y las Villas.
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De las dos carreteras que teníamos  para elegir para llegar al pueblo de Quesada, nos habían recomendado la del Puerto de Tíscar. Y yo, que conocía la de Huesa por haber ido alguna vez y desconocía la de Tíscar, puedo deciros que no hay color. Ciertamente, la recomendación merece la pena y es un acierto.
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Ya desde sus comienzos se revira y retuerce entre pinares, cruzando una barranquera tras otra de las que algunas llevan algo de agua en esta época del año, y que son en algún caso tan verticales, que más que barranqueras parecen cataratas. Hace calor; ya sabéis como huele el pinar cuando hace calor. A resina y trementina. Siempre me he preguntado, como es posible que los pinos puedan sujetarse en paredes verticales.
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La carretera va subiendo con muchas curvas pero buen piso hacia el Puerto, en donde está enclavado el Santuario de Ntra. Sra. De Tíscar. Comienza la coplilla que le dedican en Quesada a su Patrona:

En Tíscar tiene santuario
la que es madre y soberana
y como ella es luz en la mañana,
en Tíscar Dios le ha regalado
las más bonitas montañas
el río más puro y claro,
las crestas más escarpadas,
los bosques mejor plantados
y una fantasía de  agua,
entre los duros peñascos.


A la salida de una curva de izquierdas, de sopetón, me encuentro con un cruce cuyo cartel dice: Cuenca 3 km. ¡Si que hemos andado, joder! Es un pueblecito de la zona. No hay por qué asustarse.
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De interés turístico es la Cueva del Agua. Aprovechamos para visitarla, aunque algunos no bajamos porque nos dio vértigo con sólo mirar la escalera de acceso. Pero fuimos una minoría.
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Los demás subieron encantados y nos hablaron de acantilados y pasillos al borde de…

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¡Pues muy bien, ya veremos las fotos!
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Coronamos el puerto, y comenzó un descenso hacia Quesada en el que la carretera se estiró un poco. Quiero decir que entre una curva y otra había cincuenta metros de recta. Yo puse cuarta y ayudándome levemente con el freno delantero me dejé ir detrás de Leo en un tobogán suave que casi al ralentí, abría la carretera desde la cumbre hasta Quesada. El panorama se iba allanando. Poco a poco. Y volvieron los olivares hasta donde la vista alcanza, con esos vahos que el calor provoca que evocan espejismos sobrenaturales de …”aceituneros altivos, decidme del alma quién… de quién son estos olivos”… que versara Antonio Machado.
¿Quién se acuerda ya de la autovía que nos habíamos encontrado camino de Baza? Os juro que vendería la moto si consiguiera evocaros con palabras la belleza que las estribaciones de la Sierra de Cazorla nos dejó entrever camino de Quesada. ¡Hay que verlo, no contarlo!
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De Quesada a Cazorla fuimos por una carreterita que parecía de nueva construcción, con un asfalto muy negro y brillante, que en algunas curvas parecía que no estuviera sólido del todo, o que hubieran derramado aceite aposta, y que daba algo de “yu-yu”. ¡Así brillaba!  Sobretodo, cuando a la salida de una curva con poca visibilidad, nos encontramos con una hija de puta que tenía el mercedes parado en medio de la carretera, con las puertas abiertas, que estaba robando acerolas en un árbol de la cuneta. ¡Su puta madre! Con perdón de la susodicha que sería una santa.
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Andando entre olivos, con mil ojos puestos en esta carretera que literalmente parecía derretirse bajo las ruedas, apareció de pronto Cazorla a nuestra derecha. Un pueblo rectangular. Entre dos castillos. El árabe, debajo del cual estaba nuestro hotel y a la izquierda según vemos la panorámica. Y el cristiano, más nuevo y conservado en la parte más alta del pueblo, a nuestra derecha.
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La estampa merece una foto.
Repostamos en previsión de que al día siguiente recorreríamos la sierra hasta el Tranco y no hay http://img208.imageshack.us/img208/3239/and2009229.jpggasolineras y después, entramos en Cazorla para dar un paseo por sus calles.
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Conforme subíamos se iban haciendo más estrechas y con más obras. Obras: otra constante del viaje, junto con los buitres, el calor y las gasolineras sin 98.
Llegamos al hotel Sierra de Cazorla. Se trata de dos hoteles juntos, de 4 y de 3 estrellas, cuyas instalaciones (Spa, piscina…) son compartidas.
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Situado justo debajo de lo que parece una vieja Alcazaba árabe, la de la izquierda en la panorámica, que se empina sobre un risco de muchos metros de altura, en el que a la mañana siguiente vimos algunas cabras monteses haciendo equilibrios en la pared. ¡Puff!
Allí nos esperaban Fernando (Palladio) y su encantadora esposa , que tuvieron la amabilidad de hacer de “cicerones” en esta etapa.
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Después de un Spa, cuando el calor cedió algo, bajamos al pueblo para recorrer sus calles y plazas y ¡como no!, ponernos las botas bien puestas. Me merece un especial recuerdo, el chavalote que atendía las mesas del segundo sitio al que fuimos. Un crack sirviendo mesas corriendo. Y la comida, casera y abundante hasta saciar.
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Pero lo bueno de Cazorla es el pueblo y sus calles. Mucha historia tiene este enclave serrano declarado Patrimonio Histórico-Artístico en 1972, que ampliaré en el libro del viaje.
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Pero, mientras tanto, espero que Jorge encuentre alguna de las fotos que hicimos que pueda daros una idea de lo bonito que es.
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Casi de madrugada, volvimos al hotel. Copa y a dormir después de un agradable rato de cháchara.


Continuará........
 
                                        CAPITULO 8º

           7ª ETAPA. CAZORLA – JAEN.

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Para hablaros de la Sierra de Cazorla, tengo serias dificultades. Es, con mucho, una de las zonas de Andalucía más bonitas, de la que me enamoré a la temprana edad de 9 años cuando la visité por primera vez con mi padre. Entonces era coto de caza, en el que pagando cifras astronómicas se permitía abatir algunas piezas de caza mayor. Después, cuando pasó a ser Parque Natural y Reserva de la Biosfera por su fauna y flora, allí no se oyeron más disparos que los de las máquinas de fotos.
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Desayunamos y salimos del pueblo de Cazorla por La Iruela, camino de subir a Burunchel y coronar el Puerto de Las Palomas de 1.300 metros de altura y El Paso del Aire. Ya desde aquí empieza a notarse la diferencia de vegetación entre la vertiente orientada al Valle del Guadalquivir, y la vertiente orientada a los campos de olivares que se extienden por el Oeste hasta el horizonte, en cuyas vertientes de agua que les regala la Sierra, se abigarra vegetación espesa que parcela los campos con setos naturales.
Bajando del puerto hacia el río Guadalquivir, descubrimos el silencio, tan sólo alterado por el suave ronroneo del motor de la moto. Levantando un poco la vista, entre copas de pinos altos como edificios, en vez de cielo encontramos paredes verticales de roca que conforman una especie de circo glaciar sin hielo. Los pinos se enseñorean del paisaje en un mar por el que buceamos siguiendo una carretera estrecha y curveada.
La A-319 discurre por el Valle del Guadalquivir, a la vera del naciente río. Y cuando dejamos atrás el cruce con la carretera de Vadillo Castril, cruzamos sobre un puentecillo bajo el cual discurre un río Guadalquivir infantil, jalonado de arboleda. Nace más arriba, junto al pico Cabañas de 2036 metros de altura que lo escolta. ¿Cómo, tú tan pequeño, te haces navegable unos cientos de kilómetros más allá?
Palladio (Fernando) nos precede en su coche y nos lleva para visitar el Mirador del Castillo, desde donde hay una panorámica del Pantano del Tranco desde su cola. Pero yo siento que vamos demasiado rápido. Se me escapa la sierra. Me voy parando aquí y allá en la carretera con el afán de retener en mi retina rincones y paisajes bellísimos de los montes y barrancos de la Sierra del Pozo. El río, de pronto, se ha hecho muchacho. Se le ven anchuras y hechuras de lo que quiere ser más abajo.
Para acercarnos hasta el Mirador del Castillo hay que dar un pequeño paseo.
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Y Palladio lleva razón. Disfrutamos de unas vistas espectaculares. Delante mismo del balconcillo que sirve de apoyabrazos, dos ardillas corretean de árbol en árbol. Y un poco más lejos, pace un venado ya sin cuerna después de la berrea, ajeno totalmente a los objetivos que le apuntan.
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Cuesta dejar la Sierra de Cazorla. Cuando uno lo hace, es consciente de no haber recorrido casi nada de ella. Pero resulta tan gratificante su vista, que me olvido de contaros otras cosas. Como por ejemplo, que vimos, nos cruzamos y sobretodo, ¡oímos! en el silencio de la sierra, cantidades ingentes de motos de potente tubo de escape, mono de cuero e integral, que en primera, segunda y tercera muy revolucionadas hacían curvas en sentido contrario como posesos. También oímos una o dos Harley que iban más despacio, pero que hacían tanto ruido o más que las otras.
Llegando al muro del pantano, paramos a refrescarnos en un chiringuito de cartón piedra que había al borde de la carretera.
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Todos llevábamos una urgente necesidad. Pero cuando preguntamos por el servicio, nos señalaron una majestuosa y enorme máquina escavadora que había enfrente. ¡Cosas de la Ecología! Está prohibido hacer un baño en el Parque, con lo cual repartimos las meadas por doquier. Las chicas de dos en dos y siempre me lo pregunto. Los chicos, pito en mano, pusimos la flor donde nos dio la gana.
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Palladio y su mujer nos dijeron adiós en el chiringuito de cartón piedra. Viven, si no mal recuerdo, en Orcera y por obligación nuestros caminos se separaban. Al despedirnos se lo dijimos a ellos. Lo hicimos allí. Pero quiero públicamente agradecerles sus atenciones, su maestría en guiarnos de tapas, sus conocimientos de la Sierra en la que viven que compartieron con nosotros y su paciencia por echar de menos su moto y envidiarnos sanamente, cuando recorrimos guiados de su mano tanta curva y paisaje encantador. ¡Chapeau!
Nosotros por la izquierda. Ellos por la derecha. ¡Adiós, adiós! Comenzamos la bajada hacia Villanueva del Arzobispo. El muro del pantano corona un barranco de los de toda la vida. Garganta profunda y paredes verticales que la escoltan. Jorge propuso visitar el Charco del Aceite que fue donde almorzaron en la concentración de GT´s que celebraron en Mayo.
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Una carreterita empinada da paso a un remanso de paz. Estaba muy concurrido, y lo del nombre “del aceite” le viene porque la represita mantiene el agua absolutamente quieta. Está fría que da gusto. Yo aproveché para refrescarme.
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Nuestra siguiente parada era Úbeda. Pero había que comer. Y habíamos visto algo del gran premio de motos en la mini-tele del chiringuito de cartón piedra. Así que, cuando llegamos a Villacarrillo, torcimos a la izquierda y nos metimos en su estación de guaguas. Tremendo bocadillo y megapantalla donde pudimos ver como Rossi ganaba su enésimo gran premio.
Cuando salimos de Villacarrillo hacia Sabiote el sol apuntaba maneras, es decir, con estoque de matar. En Sabiote, dejamos su castillo a la derecha y nos encontramos algunos semáforos en la carretera. Pero no de los que parpadean y se ponen rojos si vas a más de cincuenta, no. De los que se ponen rojos y te tienen dos minutos sudando la gota gorda hasta ponerse en verde. Esto, en medio mitad de una carretera nacional no es de recibo. Digo yo que será para prevenir accidentes, pero como martirio chino también vale.
La verdad es que no me fijé en la temperatura que hacía cuando llegamos a Úbeda. Pero con sólo deciros que entre sus calles daba la impresión de hacer más fresco, cuando dentro de las ciudades suele ser al contrario, creo que estoy diciendo todo.
Todos los pueblos importantes o no, han quedado fuera de las carreteras. Antes los atravesaban. Ahora los circundan. Entramos a Úbeda por el Este a través de algunos barrios más o menos modernos, que nos dejaron en una plaza-rotonda con una fuente. Una calle que sale a la izquierda, nos adentra en el centro del pueblo.
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Úbeda cuenta con más de sesenta monumentos entre Iglesias, Palacios, Casas Señoriales, Murallas… que por su buen estado de conservación la han convertido en Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2003. La leyenda fija su fundación por un hijo de Noé, pero datos más reales contrastados por algunos estudios la datan 6000 años A.C. lo que hace defendible decir, que se trata de la ciudad más antigua de Europa Occidental. Nosotros tuvimos la suerte de recorrer sus calles. Con muchísimo calor. Pero pudimos admirar una ciudad que en cada plazuela o callejuela a la que te asomas, te sorprende con edificios a cual más bello.
Cuando llegamos a la alargada plaza en la que se encuentran la Iglesia del Salvador, el Parador Nacional, la Iglesia de Santa María y las Casas Consistoriales hicimos una paradita para refrescarnos en una fuente y beber toda el agua que pudimos, que adquirimos en un bar ubicado en un edificio histórico, que lo hacían de otra época sin quererlo. Por ahí hay una foto mía que da fe.
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Descansamos un rato y continuamos nuestro periplo rodeando por las murallas hacia las estribaciones del barrio más antiguo de la ciudad, desde el que salimos nuevamente a la fuente-rotonda que habíamos encontrado cuando llegamos. Me desorienté al tomar por donde no era y nos separamos, pero como en Baza, nos reagrupamos sin problemas y continuamos hacia Baeza.
Baeza es también un pueblo monumental y también Patrimonio de la Humanidad desde 2003 como Úbeda. Los escasos 10 kilómetros que separan ambos pueblos van por una autovía que no aparece en los mapas todavía, en la que no era calor lo que hacía. ¡Era la hostia! Ahí si me fijé en el termómetro de la moto y marcaba 43º. Y aún fue peor pasado Baeza, cuando en el hoyo del Puente del Obispo, que aún se conserva pero ya no se usa para cruzar el Guadalquivir, marcaba oscilando alrededor de  45º. El resto del camino hasta Jaén, fue un suplicio por el calor y también porque… ¡cómo no!... la carretera estaba en obras.
Cuando entramos en Jaén por el Norte, recorrimos la ciudad desde la estación de trenes hasta prácticamente la Catedral, en cuyas estribaciones, en una plazuela que queda a espaldas del edificio de la Diputación estaba el hotel Xauén. Un hotel de tres estrellas, pequeño, de no muchas habitaciones, pero que está situado en el mismo centro de la ciudad.
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Unos pocos, nos duchamos y subimos con las motos a visitar el Castillo de Santa Catalina. En él está el Parador Nacional de Jaén, y la verdad es que tiene una situación privilegiada con respecto a la ciudad. Hay que subir por una carretera con un asfalto muy deslizante para mi gusto, que gana bastante altura en poco trayecto.
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Cuando se acaba el castillo, caminando por una vereda al borde del precipicio se llega a una cruz blanca, llena de pintadas, que marca el punto exacto donde hay que asomarse para tener una panorámica de Jaén tendido a tus pies.
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Visitamos el interior del Parador, que está decorado de manera medieval
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y tomamos alguna cosa sentados en un balcón enrejado al mejor estilo.
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Después, bajamos a la ciudad, recogimos a los demás cerca del hotel, y ya con las motos guardadas en el garaje nos fuimos de tapeo por la ciudad.
La joya monumental de Jaén es su catedral.
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Consagrada a la Asunción de la Virgen, es de estilo renacentista del siglo XVI y aspira actualmente a ser declarada Patrimonio de la Humanidad. De ella salía esa tarde la procesión de La Virgen Pastora, o la Niña Pastora o algo así, que nos encontramos ya en la calle con su correspondiente banda de cornetas y tambores, rodeada y precedida de “penitentes” y señoras de mantilla. La vimos y fotografiamos al mejor estilo japonés.
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Estuvimos en una callejuela de los aledaños de la catedral en una tasca, en la que probamos unas aceitunas muy especiales que yo recordaba de haber probado sólo en Jaén, que son las que llaman de “cornicabra” o “cornezuelo”. Amargas muchas de ellas y con un aliño contundente, tuvieron éxito dispar entre los catadores. Yo me puse púo.
Dimos otro paseíto en busca de un nuevo sitio donde continuar con el tapeo, y ya con la panza llena nos fuimos a dormir.
Yo,… soñé con Cazorla.

Continuará.........
 
  CAPITULO 9º


 8ª ETAPA. JAEN – CORDOBA.

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Para hacer esta ruta, había varias alternativas. Por Andújar y autovía. Por Fuerte del Rey e Higuera de Arjona a Marmolejo. O por Torredonjimeno, Porcuna, Bujalance a Montoro y de allí a Córdoba. La idea que teníamos, era hacer la ruta más corta entre Jaén y Córdoba, porque lo que pensamos que era más interesante era llegar a Córdoba cuanto antes, tomar el hotel, y ya cómodos, dedicarnos a visitar la ciudad de los Califas.
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Optamos por la A-306 que une Jaén, Porcuna y Montoro. ¿Alguien preguntaba si había olivos en Córdoba? Para aburrirse. Y dicen que los de la comarca de Puente Genil dan cada año el mejor aceite del mundo. En esto no entro, no sea que los de las distintas denominaciones de origen se me tiren al cuello. Pero recuerdo yo cierto aceite de primera prensa que venía de esa tierra también famosa por su dulce de membrillo, que quitaba los dolores.


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Hicimos un “kit-kat” rutero en Montoro, que aparte de por su puente romano que cruza el Guadalquivir, es famoso por la “duquesita” excasada del torero Ordoñez.
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Hicimos algún retrato por aquellos predios. Y continuamos por la E5 N IV. No se si habéis notado, que desde que salimos de Cazorla, venimos siguiendo el río Guadalquivir. Ya en Córdoba, es todo un adulto con caché penibético.
Entramos en Córdoba por el sur, cruzamos el río y fuimos derechos a la Judería donde se encontraba nuestro hotel NH Macia-Alfaros. Un hotel enclavado en el mismo centro, en la Judería, muy cerca del ayuntamiento de Córdoba. Absolutamente recomendable por su situación e instalaciones. Cuando llegamos, nos recibieron los amigos Juan Antonio y su mujer Marivalle y Ricardo y Ana. Más conocidos en el Foro por Pachono y Azu. Dos Geteros que, uno desde Badajoz y otro desde Azuaga, se unieron al grupo en Córdoba aprovechando que en la Comunidad de Extremadura celebraban su Diada particular.
Tardaron un poquito en darnos todas las habitaciones, porque nos esperaban por la tarde y no serían todavía las 13 horas cuando llegamos. Después de una reconfortante ducha nos fuimos a comer buscando un sitio recomendado, pero era tal el calor que hacía, que en la primera bodega que nos presentó sus puertas abiertas nos colamos en busca de una cerveza fría.
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Terminamos tomando café con un pastel moruno exquisito, típico de Córdoba, en una cafetería que nos indicaron como la mejor del lugar.
Después, siguiendo el lema que nos habíamos puesto para el viaje… “Libertad Absoluta en destino”… cada uno optó por lo que más le apetecía. Unos, volvieron al hotel a dormir o piscina, y otros nos fuimos a patear la ciudad pese al agobiante calor. ¡Ni en la Mezquita hacia fresco!
Con razón pensaréis, que esta etapa tiene poco interés motero. Y es cierto. Pero ya os comenté en el primer capítulo que la decisión fue hacer un viaje turístico-gastronómico. Y Córdoba, sin lugar a dudas, merece ambos calificativos. Imitando la frase de Pedro Antonio de Alarcón al ver por primera vez Lanjarón… “Dejemos la pluma, que hablen los pinceles”…, en Córdoba yo digo… “¡Cállate! y que hablen las fotos”.  Lo demás, queda para el libro.
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Cenamos todos juntos en una bodeguita al lado de la Casa Museo de Julio Romero de Torres,
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dimos un paseo nocturno por los alrededores del río y la Mezquita y al doblar una esquina, me encontré con mi cuñado Santi. ¡Menos mal que fui al viaje con la legítima! Para que luego digan que el mundo es grande.
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A dormir con dolor de pies.


Continuará........
 
Pedazo bueno de reportaje ;) ;) ;)
esperamos la siguiente parte con espectación
 
CAPITULO 10º

9ª ETAPA. CORDOBA – ARACENA.

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Después de desayunar “piparamente”, cargamos las motos y dejamos el hotel. Por delante iban Jorge, Pachono y Azu. Ellos querían darle al puño. Un poco más tarde salimos el resto que íbamos a ir más despacio.
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Salimos de Córdoba por el Norte, hacia la Sierra de Los Puntales. La carretera es muy buena. Sube por la Ermita de Ntra. Sra. De Linares hacia Cerro Muriano, donde se encuentra un C.I.R. famoso en toda España, por el que pasó Jesusito en sus tiempos de mozo al servicio de la Patria. Mientras Suso hacía una pequeña visita de recuerdo, los demás continuamos despacio subiendo La Sierra, disfrutando de los chaparrales y encinares que se extienden hasta el castillo de Peñaflor. A la izquierda dejamos el Embalse de Puente Nuevo y a la derecha el desvío para Espiel.
Nuestra idea era parar en Belmez, para tomar un cortado, visitar el pueblo (que no es el de las famosas caras) y esperar a Jesusito. Vinimos a aparcar las motos justo delante de las oficinas de la Policía Local. Inmediatamente salieron una pareja de ellos a saludarnos. Estuvieron muy amables y nos despidieron con los mejores deseos para el viaje. Hablamos con Suso y ya nos estaba esperando en el cruce.
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Nuestro siguiente destino era Fuente Obejuna. La carretera se allana.
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Dejamos atrás Peñarroya-Pueblonuevo del Terrible. A esta zona minera, que fuera otrora una zona industrial muy importante para Andalucía, me explicó Pachono luego en Aracena cuando nos vimos, que le pusieron tan curioso apellido, “Terrible”, en honor al perro de un inglés, que escarbando por la zona, encontró el primer filón de carbón. El perro era blanco y tenía fama de fiero. De ahí su nombre. Un día apareció completamente negro. Una historia curiosa.
Fuente Obejuna o también se puede llamar, Fuenteovejuna. El origen de esta villa es remoto y se desconoce el momento de su fundación, aunque hay quien aventura que la erigió Túbal, nieto de Noé. Durante la dominación romana la ciudad fue denominada Fons Mellaria o fuente de miel, debido a la calidad de la miel de sus colmenas. La ciudad desapareció con el fin de la dominación romana. Su actual fundación data del siglo XIV. En 1460 pasó a depender de Pedro Girón, maestre de Calatrava, quien más tarde la cambiaría por Osuna y Cazalla. La ciudad no recibió bien al comendador Fernando Gómez de Guzmán, enviado por la orden de Calatrava, por lo que el 23 de abril de 1476 el pueblo se rebeló dándole muerte a él y a algunos de sus criados. Enterados del hecho, los Reyes Católicos enviaron un juez que pusiera en claro los hechos y castigara a los culpables, pero fue en vano. El asesinato quedó sin castigo al responder los vecinos que el asesino había sido Fuente Obejuna. De ahí el dicho, acuñado por tal motivo, de “Fuente Obejuna, todos a una”. Lope de Vega se encargó de teatralizarlo, y la SGAE de intentar ser el nuevo comendador que intenta imponer al pueblo el impuesto revolucionario de “derechos de autor”. ¿A quién? ¿A Fuenteovejuna, todos a una? ¡No les queda ná!
Salimos del pueblo, y unos kilómetros más allá nos encontramos un cruce que decía en su letrero: Cuenca 3. ¿Otra vez? ¡Joé con Cuenca! Aparece por todos lados. Justo después, entramos en la provincia de Badajoz.
El primer pueblo importante que encontramos fue Azuaga. En él viven Ricardo (Azu) y su mujer Ana. Pero iban por delante. Nos aventuramos por sus calles, buscando la Iglesia de La Consolación. Azuaga es un pueblo con rica historia romana, musulmana y cristiana.
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Ya en el siglo XII aparece con su actual nombre Al-Zuwaga. Y en el censo de 1551, aparece como la ciudad de Extremadura más grande y poblada. Hoy, por la emigración y otros factores, vive dedicada a la agricultura, aunque su pasado minero fue también muy importante.
Nos vamos hacia Llerena. Desde Azuaga hasta Llerena la carretera es recta. ¿Cómo de recta? Pues recta. O sea, rectísima. Vamos a decir que había alguna curva para que no nos digan que exageramos. Son 30 kilómetros rectos, más o menos.
Llerena es un pueblo redondo. He encontrado en Internet esta frase:
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"Llerena, lugar nobilísimo, cabeza de la provincia de León en Extremadura, situada en las raíces de Sierra Morena, feliz de sitio, fértil de suelo, sano de cielo, soberbia de casas, agradable de calles, abundante de hermosas, llena de caballeros y letrados y de tan raros ingenios, que apenas necio podrá hallarse uno." Atribuida a Luis Zapata de Chaves en el XVI.
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Entramos hasta la Iglesia Mayor de Nuestra Señora de La Granada, para lo que tuvimos que hacer caso omiso a algunas direcciones prohibidas y algunas calles peatonales. Junto a la Iglesia, en uno de los dos bares que había en la plaza, dimos cuenta de unos platos de jamón y algo de ensalada. Las motos quedaron aparcadas delante de la escultura erigida en honor a D. Francisco de Zurbarán, uno de los muchos personajes ilustres que vivió en Llerena.
Al salir de Llerena, deberíamos coger la carretera de Venta del Culebrín. Pero continuamos por la de Zafra, que si rectas había de Azuaga a Llerena, no veáis estas. Miguel Angel, Leo y Jesusito, se animaron a quitar “carbonilla”. Antes de llegar a Villagarcía de La Torre ya me había dado cuenta del error. Pero ya era tarde para alcanzarlos. Cuando Fernando y yo llegamos al cruce con la Ruta de La Plata, les echamos el teléfono, aunque ya puestos, estuvimos tentados de acercarnos a Zafra que nos quedaba tan sólo a 15 kilómetros.
Nos reunimos con los tres “escapados” y tomamos dirección a Fuente de Cantos y Monesterio, con e. De allí a Santa Olalla de Cala, en donde paramos a tomar café. En total, algo más de 100 kilómetros extra que quedaron para nuestro culo. Estando en Santa Olalla, nos llamó Jorge por teléfono extrañado por nuestra tardanza. Le contamos por encima lo de Zafra y él nos comentó a nosotros que el Spa del hotel cerraba temprano. Atendimos a las historias de un chaval que a bordo de una vespa llena de pegatinas narraba sus peripecias por Europa, y nos fuimos.
Tomamos la carretera de Zufre, que corre ya dentro del Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche, hasta Higuera de La Sierra. Treinta kilómetros maravillosos en los que anduvimos a muy buena marcha sin excesos, en busca del Spa. Pasamos por el Embalse de Zufre, y esta estupenda carretera, ancha sin arcenes, bien asfaltada y repleta de curvas muy bien peraltadas, rodeada de una vegetación serrana en la que predomina le encina de bellota con la que se crían sus famosos cerdos, nos dejó en otra carretera algo más ancha pero también divertida que nos llevó directamente al hotel.
El Aracena Park no tiene pérdida. Situado a las afueras del pueblo sobre una colina, tiene unas vistas espectaculares del pueblo de Aracena. Descargamos, y fuimos directamente al Spa.
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Después un ratito de piscina con el agua demasiado fresca para mi gusto y a continuación bajamos al pueblo a cenar en, creemos, el único sitio que había abierto.
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No salimos muy contentos. Porque dejamos de manos del camarero que nos pusiera un popurrí de platos para probar, craso error, y nos “entuyó” de setas preparadas de distintas formas, que si alguna hubiera sido venenosa no quedamos ni el que lo cuenta. Pese a todo, yo digo siempre que lo que merece la pena es estar con los amigos aunque sólo pongan unos manises. Y eso, estuvo del diez.
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Durante la cena, Ana hizo los honores en nombre de los cuatro peninsulares, y obsequió a las visitantes con una pasmina o chal, que no se como se llama, como recuerdo de su paso por Aracena y tierras de Badajoz. Gracias Juan Antonio y Marivalle. Gracias Ricardo y Ana. ¡Un detallazo inesperado! Cuando vengáis por Tenerife, esperamos poder corresponderos al menos la mitad de bien que lo habéis hecho vosotros con nosotros. Amén de recoger cierto pimentón de la Vera que tenemos prometido previo pago de su importe ¡je,je,je!
La anécdota del día ocurrió cuando saliendo de la calle del restaurante, buscábamos la carretera para subir al hotel. ¡Glub! Unos metros más arriba de la salida de la calle, una moto con las luces de posición sólo y unos pilotos azules destellantes, casi parada. Jorge iba a cruzarse directamente al otro lado. Se le escapó un “jipío” y siguió para abajo como si la cosa no fuera con él. A mí esta vez, no se me fueron los huevillos de viaje astral porque alcancé a ver detrás de la moto un montón de gente caminando. Eso era extraño. Pero salí como niño bueno que no ha roto un plato en su vida, buscando la rotonda de abajo, que era el sitio correcto para dar la vuelta. Cuando ya en sentido contrario nos cruzamos con el evento, resultó ser una escolta motorizada que llevaba un carro de bueyes que cargaba lo que me pareció un “sin pecado” de alguna romería local. Me acordé de respirar en el hotel.
Una copa en mi habitación disfrutando en mi terraza de las vistas de Aracena y a…, y a…
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¡y a dormir!


Continuará.......
 
Motos, amig@s y ganas de pasarlo bien, que mas se puede pedir. Un viaje muy chulo. De la gastronomía qué decir que no hayan dicho las fotos...pero de los hoteles...vaya hoteles, que lujo :eek: :eek: :eek:
Enhorabuena.
 
Disfruto mucho con el montaje, que no pare.

ñosss®el adoptaaaao
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Impresionante relato, se nos ponen los dientes largos solo de leeros. Muy bueno el montaje, esperamos mas capitulos
 
  CAPITULO 11º


       10ª ETAPA. ARACENA – ARACENA.

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Sierras de la Virgen, de Hinojales, del Viento, del Alamo y del Castaño, de Menjuales… Todas forman parte del Parque Natural de Aracena, enclavado en la Sierra Morena Onubense. Y la idea para hoy era recorrer sus pueblos, visitar la zona, comer en Jabugo sus famosos langostinos (¿?) y volvernos al hotel para disfrutar de sus instalaciones. Pero nos encontramos con que el Spa no funcionaba hoy por no se que razón, con lo que resultó que no teníamos nada que hacer por la tarde. Se trataba como digo, de un día en que haríamos uso de la moto de forma testimonial, teniendo en cuenta el criterio de cada uno. Luego, resultó otra cosa.
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Ricardo (Azu) y Ana nos dejaron por la mañana, pues no tenían más remedio que reintegrarse a sus obligaciones en Azuaga. ¡Gracias a los dos! Y Juan Antonio (Pachono) y Marivalle partían también para Badajoz. Pachono propuso acercarnos hasta Jerez de los Caballeros, el pueblo de las cinco torres, en Badajoz.
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De allí, ellos continuarían viaje y nosotros volveríamos sobre nuestros pasos a Aracena. También nos valió el argumento, de que para comer buen jamón de pata negra en la zona, no es necesario parar en Jabugo. “Unos crían fama y otros cardan lana”. En Fregenal de la Sierra comimos un jamón sensacional.
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Miguel Angel y Luisa optaron por hacer un poco de turismo por la zona, comer en Jabugo y volverse al hotel. Luego por la tarde, Miguel se fue con Jorge a dar un paseo hasta las minas de Riotinto.
Salimos a eso de las once de Aracena por los Marines a Galaroza. Dieciséis kilómetros de una muy buena carretera, con mucho tráfico eso si, y con una pareja de la Benemérita escondida en una curva a la salida de una zona de 50, que nos encontramos de sopetón. Todavía no sabíamos que los planes se hacen para que no salgan. Así que hicimos una breve parada en Jabugo con la idea de reservar mesa en algún restaurante que no fuese de los típicos para turistas. ¡Todo cerrado! Excepto el de Romero Carvajal. No reservamos nada y continuamos nuestro paseo.
Salimos por la N-435 hacia la Nava, encarando las Sierras del Viento y Menjuana. Buen piso, anchura y curvas. Pero, tráfico, alguna obra y mucha raya continua. A los pocos kilómetros recorridos, ya nos habíamos quedado atrás Fernando, Leo y yo. Pachono, Jorge y Jesusito, pudieron pasar por una zona de obras con el típico tío del disco en la mano y un solo carril, y a nosotros nos paró y tuvimos que esperar.
Toda la comarca es preciosa. Estas sierras no son muy altas. Quizá lo más alto sea el Almonaster de 913 metros. De hecho, los Puertos de Tablada y Beltrama que pasamos camino de Jerez de los Caballeros no se si son merecedores de tal nombre por su escasa altura. Pero el paisaje es espectacular. A veces uno piensa si es cierto que estamos en Andalucía y la zona sur de Extremadura.
Ya en la provincia de Badajoz, la carretera corta como un cuchillo las Sierras de Fregenal, de San Salvador y del Guijo. Y un poco más ligero el tráfico y menos rayas continuas, los de atrás pudimos acelerar un poquito en busca de Jorge, Jesusito y Pachono. Cuando llegamos, nos esperaban en un mirador de las afueras de Jerez, desde el que se ven las cinco torres de las cinco iglesias que tiene el pueblo.
Hicimos algunas fotos y entramos en el pueblo para visitarlo. Aquí se despediría Pachono de nosotros.
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Pero no, ¡je, je! ¡Que los planes están para que no salgan! Estábamos en un bar de una de las plazas de una de las iglesias de Jerez, probando un auténtico manjar del que no recuerdo el nombre que le daban, pero que resultó ser amígdalas de cerdo, que os aseguro que eran una exquisitez aunque alguien tuerza el gesto en una muesca de asco, cuando hablando del jamón, Pachono apuntó lo de “la fama y la lana”…. –“porque se de un sitio en Fregenal que ponen un jamón”… Dicho y hecho. Marivalle, que se hacía ya camino de Badajoz, se vio retrocediendo 23 kilómetros.
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En Fregenal nos llevó a un sitio en el que aparte de ponernos un “pata negra” exquisito (repetimos hasta tres veces) y unos tomates aliñados que olían y sabían a tomate, “tiraban” la cerveza usando un sistema que se valía de la gravedad para sacarla del barril, usando menos gas que cuando está debajo del mostrador. ¡Bueno! yo no soy un gran entendido en la materia, pero a mi me sabía como la de siempre.
A Pachono y Marivalle los liberamos por fin y tomaron camino para Badajoz. ¡Gracias amigos! No nos olvidamos del pimentón de la Vera y esperamos veros pronto por Tenerife.
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Volvimos sobre nuestros pasos a Aracena, esta vez sin cortes en el grupo y nos fuimos a ver la Gruta de las Maravillas.
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Jorge y Pilar se fueron al hotel porque ya la conocían y porque después de dejar a Pili quería darse un paseo hasta Riotinto. Miguel Angel se apuntó y allá se fueron los dos.
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Cuando salimos de la Gruta, cayó un palo de agua acompañada de rayos y truenos que fulminó el alumbrado del pueblo. Jesusito, Leo y yo aguardamos resguardados en un hipermercado a que escampara. Media hora de agua a “calsón quitáo”.
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Los de Riotinto volvieron de su paseo hablando muy bien de la carretera que baja por la Sierra de la Amargosa y, “sí, musho rayo y musho trueno pero ni gota de agua”.
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Cenamos en el hotel, copita y a dormir.


Continuará........................
 
JorGeTaC dijo:
En breves dias continuaremos con el reportaje..... ;)


¡¡ Que se enfría la tortilla……………………………!!

ñosss®el adoptaaaao
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Una serie de circunstancias han imposibilitado el seguir con la crónica, pero en breves dias, nuestro cronista Enciso me pasará la siguiente etapa para colgarla.
Tened paciencia ;)
 
enhorabuena por el peaso viaje,y no hay mejor que ir de ruta con unos amigos así.

chapó por la cronica y estupendas fotos.

otra cronica más que estan en mis favoritos ;)

saludos :cool:
 
   CAPITULO 12º

  11ª ETAPA. ARACENA – GRANADA.

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Unos 370 kilómetros. La etapa más larga del viaje. Volviendo sobre nuestros pasos a Granada. Ciudad que es mi “patria chica”, en la que teníamos previsto permanecer dos días para visitarla.
Salimos de Aracena completamente pertrechados, porque después de la tormenta del día anterior se notaba una rebaja de la temperatura, aunque seguía siendo muy agradable. Nada de frío. Por la N-433 bajamos por Higuera de la Sierra hasta El Garrobo, acompañados de bastante tráfico pesado que hicieron que en algunos tramos fuésemos algo lentos buscando la oportunidad de pasarlos y dejarlos atrás. Al llegar a La Venta del Alto, conectamos con la autovía de la Ruta de la Plata que une Cádiz con el norte de la Península y nos dirigimos hacia el sur. Hacia Sevilla.
El plan era rodear Sevilla y empatar directamente con la A-92, antes de que empezase el calor fuerte. En realidad, desde Aracena hasta un poco más allá de Alcalá de Guadaira que paramos a tomar un cortado, sólo tardamos poco más de una hora y diez.
A 86 kilómetros de Sevilla, por la A-92, se encuentra el pueblo de Osuna. En este pueblo, que ya he nombrado en esta crónica cuando os contaba la historia de Fuenteovejuna, y que también es muy rico en historia y patrimonio artístico, teníamos prevista una parada en la que aprovecharíamos para visitar una típica casa andaluza del siglo XVIII, cuya puerta de entrada es un torreón del XVI que conservaron al construirla.
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Su actual propietaria, que lo es desde principios del XX, y que no se encontraba en ella en el momento de la visita, nos dio permiso para verla.
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Y como podréis observar por alguna fotografía que pondremos para ilustraros, la conservación de la misma y su contenido son espectaculares.
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Y no es la única, porque Osuna está llena de este tipo de casas. Para muestra un botón.
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Osuna se encuentra a 180 kilómetros de Aracena, y a otros tantos de Granada. Es decir, mitad de etapa.
Sabíamos que en Granada nos esperaba el Hotel Nazaríes.
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Un cinco estrellas “generoso” con los moteros de Bmwmotos.com en muchos sentidos.
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Ya teníamos referencias de este hotel por otros foreros canarios que lo habían visitado, Fipe, Geño, Pardo, Galhon y Dietrich, que nos habían contado de sus excelencias. Por sus estupendas instalaciones, que con la categoría que tiene no era menos de esperar. También por su propietario D. Luis Martín Arcos, que tuvo el detalle de querer conocernos personalmente y ofrecerse para lo que deseáramos o necesitáramos. Su subdirector D. José Antonio Ortega, que estuvo muy atento con profesionalidad y nos hizo un precio más que espectacular haciéndolo extensible a todos los miembros de Bmwmotos.com que vayan por Granada. Y sobretodo, por Beatriz Díaz.
Permítanme detenerme un momento con este dechado de mujer morena, de estupenda belleza andaluza con unos ojos moros como los que cantara Agustín Lara en su Granada famosa, directora del Spa del hotel, que literalmente se volcó con nosotros organizando desde la visita a la Alhambra para quienes fueron a visitarla, pasando por rutas de tapas por la ciudad o “show” flamenco en las que nos acompañó, y por supuesto, haciéndonos disfrutar con todos los servicios que el Spa que magistralmente dirige puede ofrecerte, mientras disfrutas de unas vistas estupendas de Sierra Nevada y Granada. Gracias  Beatriz, por todos los desvelos y atenciones que nos brindaste siempre en nombre de tu hotel y de tu Granada a la que tanto amas, que nos hizo nuestra estancia inolvidable.
Y gracias también a unos verdaderos “caballeros” de la moto como Fipe, Pardo, Geño, Galhon y Dietrich, que dejaron tan buen recuerdo de su paso por el hotel, que valió para que a nosotros nos acogieran con los brazos abiertos.
Arreamos desde Osuna apurando las velocidades legales, para cerrar el círculo de nuestro viaje por Andalucía a la altura de Antequera, que fue fin de etapa en nuestro segundo día de viaje, con el ansia de llegar pronto al Nazaríes. Paramos a comer algo en un restaurante de carretera pasado Antequera, junto a una gasolinera donde repostamos, y surgió la idea de hacer una paradita en Santa Fe.
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Santa Fe es famoso por numerosas razones. Fue el lugar donde los Reyes Católicos plantaron su campamento en el asedio al Reino Nazarí de Granada, último bastión árabe por reconquistar de la España musulmana. Fue también escenario de la firma de las capitulaciones que otorgaran Isabel y Fernando a Boabdil “el Chico” por la entrega de Granada, que no fueron respetadas por sus sucesores en el trono dando lugar a las revueltas de los moriscos alpujarreños de 1569. Y porque fue donde Cristóbal Colón presentó su idea a Isabel I de Castilla para establecer una nueva ruta con las indias orientales por occidente.
Pero nuestro objetivo parando allí, era un cuarto motivo de fama reconocida. Los “piononos”. Se trata de un pastelito cuyos bizcochos y cremas están calados de un almíbar exquisito, coronado de azúcar quemada, por cuya secreta receta se pagaría mucho dinero. Interesados, escriban en Google “Piononos”, y obviando las páginas que hablan del nombrado Papa, encontrarán alguna que les remita a la conocida Casa Isla que los hace. Una delicia.

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Entramos en Granada por la vega con la mole imponente de Sierra Nevada a la derecha, por cuyas faldas se van desgranando cada vez más hacia arriba los pueblos de Monachil, Huetor Vega, Cajar, Los Ogíjares y La Zubia. Y por la izquierda, entre grandes choperas de un intenso color verde que se reparten por toda la vega, Albolote, Atarfe y Maracena ponen una nota de encalado blanco en el paisaje.
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En medio, como una reina, está Granada. Sentada bajo su Alhambra, orgullosa de mostrarse al mundo.
Llevo muchos años ya fuera de Granada, y siempre que llego a ella me sobrecoge un “nosequé” que fuera como si nunca la hubiera visto.
Fuimos al hotel, y nos dimos tiempo para disfrutar del Spa.
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Después, con el calor ya más suave, nos fuimos a patear un poco por el centro en busca de las famosas tapas de Granada.
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El Castañeda en Plaza Nueva, ¡increíble!


continuará.........
 
    CAPITULO 13º


12ª ETAPA. GRANADA – GRANADA.

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A la mañana siguiente no nos levantamos muy temprano que digamos.

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Aparejamos las motos, repostamos y salimos con dirección a Motril, Salobreña y Almuñecar. “Sol y Nieve” era un lema turístico que en los sesenta y setenta del siglo pasado se puso de moda para promocionar Granada.
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Y no cabe duda, que hay pocos sitios en los que se pueda pasar de esquiar en el Veleta a bañarte en la playa en menos de una hora. Pero también es cierto, que la N-323 que arranca en Bailén y termina en Motril, necesitaba su desdoblamiento precisamente en este último tramo Granada-Motril.

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La antigua carretera de “la costa”, de la que muchos trozos han desaparecido, discurría por pueblos como Padul y Dúrcal. Lecrín y Beznar y un poco más abajo Izbor. Y más allá de Vélez, donde está el Azud en el río Guadalfeo, la carretera discurría por ocho o diez kilómetros entre paredes verticales de roca viva siguiendo el cauce del río hasta Motril. Era muy bonita. Pero insufrible. Soporta un intenso tráfico, que hacía de estos 70 kilómetros un auténtico calvario. Así que, bienvenido el desdoblamiento.
Nuestro objetivo de todas formas no era esta carretera ni mucho menos. Buscábamos tomar café en Almuñecar y subir por la carretera de “la Cabra”. Así la conocemos en Granada. Y su nombre resulta sugestivo ¿no?
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De abajo arriba comienza en Jete. El valle del río Verde, cultivado intensivamente con frutos tropicales, acompaña la carretera desde Almuñecar hasta Jete, en donde comienza a “agarrarse” a la falda de las montañas para alcanzar Otívar que está un poco más arriba.

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Las Sierras de los Guájares y del Chaparral se alzan casi verticales ante nuestra vista. Y la carretera, ganada en muchos sitios a pico y pala en estas paredes de roca, sube sinuosa y escarpada trepando por la pared siempre a la derecha, y abriendo a la izquierda un bonito cortado con vistas al valle, que a tramos podría llamarse “precipicio” sin exagerar un ápice.

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Subimos por separado. En una carretera tan bonita y motera hubiera sido injusto “sujetar” a los más rápidos al paso de los lentos. Así que Jorgetac, Hipo, Jesusito y Miguel Angel anduvieron a un ritmo más vivo, y Leo y yo la tomamos con más calma.

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Jalonamos algunos puntos de encuentro donde reagruparnos y que nadie se despistara y así llegamos, ya en grupo, al cruce de Jayena. Yo disfruté como un cochino en fango. La carretera de la Cabra es absolutamente recomendable. Como la de Tíscar en Cazorla.

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Entramos por Jayena y Fornes y recorrimos la ribera del pantano de los Bermejales

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que dejamos a nuestra izquierda, buscando subir hasta Agrón y Ventas de Huelma en donde teníamos que parar obligadamente y con gusto, porque nos esperaban unas Migas de Pan (con mayúsculas). Huevos fritos, tocino o “torreznos”, pimientos verdes fritos, boquerones….

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Y unas migas de pan muy bien hechas. Hubo quien repitió y salió de allí con la “barriguita pronunsiá”.

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Fuimos a ver la “casa de los espejos”, como la bautizo Mery la mujer del Demonio de Tasmania en 2006,
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y de allí  volvimos a Granada al hotel. Unos 160 kilómetros más o menos que fueron un auténtico lujo para mí.
Para que el día fuera completo, Beatriz nos preparó una visita a mitad de precio a un tablao flamenco del Albaicín en el que quién más disfrutó fue Jesusito.

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Se le veían ganas de arrancarse con algún Taranto.

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Ya de madrugada, bajamos del Albaicín caminando y por el Paseo de los Tristes, la Acera del Darro y Plaza Nueva, con la Alhambra iluminada sobre nosotros, me pongo pesado, me reafirmo y pienso…

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¡Qué bonita es Granada!


Continuará......................
 
CAPITULO 14º

13ª ETAPA: GRANADA (de turismo sin moto)

No hubo etapa 12 + 1. Al final, la etapa trece se quedó plasmada en el mapa muy bien planificada, pero sin pasar de ahí. Estaba previsto bajar a Lanjarón y hacer después la ruta de La Alpujarra Alta, pasando por pueblos como Pampaneira, Busquistar, Trevélez, Yegen…, subir por el Puerto de la Rágua (2000 metros) hasta La Calahorra, Guadix, La Peza, Quéntar, cerrando el círculo otra vez en Granada. Y ¿por qué?
Pues la razón que más peso tuvo fue, que coincidíamos en más de la mitad de la ruta con la Vuelta Ciclista a España, que precisamente este día salía de Berja en Almería y por Cherín y Picena, subían el Pto. de la Rágua. A partir de Laroles, por tanto, los ciclistas hacían la misma ruta que nosotros hasta Granada, aunque ellos tenían el final de etapa en Pradollano en Sierra Nevada. No era cuestión de coincidir con ellos, o como era de prever, que nos retuvieran en una cuneta hasta que hubiesen pasado y continuar detrás a su paso.
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Por otro lado, tuvimos la oportunidad de ver al día siguiente cuando marchamos para Sevilla, la cantidad ingente de agentes del cuerpo de la G.C. que acompañan este evento.

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Os puedo prometer que nos cruzamos con 80 ó 90 motos todas juntas, en grupo. Y también, la cantidad de camiones de equipos, coches de publicidad y de organización y coches de equipos cargados de bicicletas y de motos de periodistas… Un auténtico carnaval.
Menos Miguel Angel, los demás conocíamos la ruta. Y precisamente, lo que apetecía era la subida del puerto, que tuvimos oportunidad de hacerla en 2006 y queríamos repetir. Pero nos quedamos sin opción.
Por otro lado, Luisa, Virginia y Leo no iban a ir de todas formas por tener prevista una visita a la Alhambra para esa mañana. Jorge y Pilar, celebraban ese día algo muy especial y les apetecía darse un homenaje en toda regla. Jesusito y Carmita aprovecharon para llegarse a un servicio de urgencias, porque a Jesús le traía un oído a malparir desde hacía unos días y quería que se lo viesen, Mariví y Sonsoles decidieron ir de tiendas y a Fernando y a mí, con todo el dolor de nuestro corazón, no nos quedó más remedio que irnos de ruta cervezera y turismo “tasquero”.

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O sea, que si el lema del viaje era “Libertad Absoluta en destino”, este día lo llevamos a rajatabla.
Ya por la noche, si quedamos todos juntos en el hotel para ir a cenar al Carmen de Las Tomasas, en el Albaicín frente a la Alhambra. Fue un rato simpático, porque aprovechamos para regalar alguna cosilla a quienes celebraban algo este día. ¡Sorpresa!

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Algún santo, cumpleaños y aniversario. Por otro lado, el sitio en si mismo es ya un auténtico regalo.
Por último, terminamos tomando una copa en un restaurante, bar, cafetería, “pub”… ¡no sé! que resulta ser “giratorio”.

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Es como la torre de control de un aeropuerto, pero más ancho. En Granada ya lo han bautizado con el nada original nombre de “el ovni”. Nos pudimos reír lo más grande con los comentarios de unos y de otros. De entrada nos contaron que habían tenido que bajarle la velocidad de unos ocho o diez centímetros por minuto a la mitad, porque los comensales se mareaban y los camareros se despistaban y no encontraban al cliente de la dorada a la sal que llevaban en la mano. La parte central no camina, y de pronto te ves buscando la entrada de los baños, o la salida de los ascensores, que ya no están donde estaban.

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La verdad es que es una sensación rara. Jesusito, que se fue para el hotel un rato antes, nos llamó desde abajo diciéndonos que… “he salido delante de una autopista y ya no están ni la calle de antes ni los seguritas”… Nos descojonamos ¡claro!
Un buen día de relajo total.

Continuará.........................
 
Yashh muchacho, qué viaje más verdadero!!!; fuerte crónica más guapaaa!!!; se lo voy a enseñar a la piba y a los colegas pa que vean cómo se lo montan "arrgunos".

Qué buen rollo amigos. Enhorabuena a la espera del resto de vuestra crónica; gracias anticipadas y saludos cordiales.
 
Un problemilla técnico nos está retrasando la crónica del final del viaje, pero espero que en unos días poder colgar el resto.
 
.... me he metido entre pecho y espalda la lectura del viaje. :eek:
Que recuerdos tan maravillosos me traen. :) :)
Saludos.
 
A medida que he ido leyendo la crónica del viaje he ido disfrutando como si la hubiese compartido con vosotros.
Lastima no haber podido acompañaros. Quizás en la siguiente.
 
La virgen, que viaje. Siendo de por aqui y que me este apuntando en favoritos el enlace para emular tan impresionante viaje este verano.......... ;)



Chapeau

V'ssssssss
 
GRACIAS A TODOS, LA VERDAD ES QUE FUE MEMORABLE....SOLO FALTA QUE EL AMIGO ENCISO SE LIBERE DE ALGUNAS COSILLAS Y TERMINE LA CRÓNICA.
 
Encisooooooooooooooooooooooo: que ya tienes el portátil nuevo, y no hay excusa, osea que ha trabajar y terminar la crónica, hombre ya………………………..,


ñosss®el adoptaaaao
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243626620 dijo:
Encisooooooooooooooooooooooo: que ya tienes el portátil nuevo, y no hay excusa, osea que ha trabajar y terminar la crónica, hombre ya………………………..,


ñosss®el adoptaaaao
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Si Señor! Ya lo tengo. Me pongo a ello ;)
 
A ver si es verdad, que se me van a caducar las fotos ;D ;D ;D
 
Enhorabuena por el buen viaje que os habeis marcado.
 
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