Gattaca1150
Curveando
DIA 9: 26-ENERO_ FRANKFURT-PASSAU
En esta etapa no llegamos a echar fotos por la prisa que teniamos, cosa rarisima en mí pues no me despego de la camara ni pagandome. Así que no seré muy largo en el relato para no aburriros
Llegados a la ciudad, ya con la oscuridad de la noche y un frío que rozaba el dolor, nos dirigimos a los hoteles que nos íbamos cruzando a fin de preguntar si había habitación vacante. Pero la respuesta empezó a preocuparnos: en todos los sitios estaba a tope.
Tras preguntar al recepcionista de uno de los hoteles, nos comentó que la ciudad estaba saturada de gente de fuera por motivo de la Feria Internacional del Papel o algo así, una de las más famosas de la zona centro europea que congrega una pechá de gente de todos los confines del mundo. La verdad es que no me interesó mucho el tema salvo que toda la ciudad estaba colapsada de reservas.
Rozando la media noche, decidimos meternos en un cibercafe y ver en la red todos los hoteles de la ciudad y llamar uno por uno. Pero todos, y digo todos, estaban a tope. No me lo podía creer.
Así que, tristes, congelados y destrozados por el tute en moto, sentados en las motos en medio de la calle, no sabíamos que más podíamos hacer.
Le propuse a Dani buscar la Jefatura de Policia y pedirles a ellos consejo, pues igual se dejaban caer y nos permitían dormir en sus instalaciones, aunque fuese en el suelo. Dicho y hecho, Dani lo vio bien, pues el frío empezaba a hacer mella en nuestros organismos. Pero encontrar la Jefatura de Policía también nos levó más de 40 minutos.
Encontrada al final, Dani se quedó en las afueras con las motos y yo entré a negociar, dado que en ese momento el nivel de Ingles era necesario para dejar las cosas muy claras y que entendieran nuestra situación precaria. Una vez roto el hielo con los policías que estaban en las oficinas (cosa que costó bastante) y de intentar pedir permiso a la máxima autoridad de esa Jefatura (una rubita con unos veintitantos años preciosa…pero mas borde que un bocadillo de tuercas), nos negó pasar allí la noche. Así que, otra opción que nos dieron fue llamar a no sé quién y pedir autorización para que pernoctáramos en los calabozos de la ciudad.
A mi me daba igual donde dormir, aunque fuera en un sitio así. La cosa es que no nos iban a meter con recluidos, sino en dependencias del edificio para funcionarios.Pero tampoco pude ser. Madre mía que esa noche no dormimos y eran ya cerca de las dos de la mañana…¡¡¡y habiamos llegado to felices sobre las nueve y media!!!
Así que el policía que me iba haciendo las gestiones, cogió el teléfono y desapareció un rato. Regresó con un papel y el nombre de un albergue juvenil. Me dijo que ya estaba todo hecho que había levantado a alguien y que ya nos estaban esperando. Así que, tras darle las gracias de todo corazón, nos deseó mucha suerte y buen viaje.
Ya en la calle, Dani estaba casi dormido encima de la moto, casi en estado de hipotermia y puteandome, como si yo hubiera estado echando una partida de mus allí adentro. Pero el pobre tenía razón: yo hice el trabajo fácil y él el sucio…
Llegados al albergue, tela marinera, pero pudimos dormir. Yo no me quité ni el mono al llegar a la cama, habitación compartida por otras tres personas. Levantados temprano, cogimos de nuevo la carretera hacia Passau sin tiempo que perder y con un sueño del copon.
Entrados en el mediodía, decidimos parar a comer algo en otro McDonald’s, quedándonos boquiabiertos al ver que apenas podíamos rodar a la entrada del parking por culpa de la nieve. Había muchísima, y las motos empezaban a dar signos de sobrepeso. Pasado el trauma y con algo, por otro lado, de emoción al ver la nieve (vaya par de lelos), continuamos casi sin parar hasta llegar a Passau, ya de noche, otra vez, y decidimos ir a la plaza del pueblo para llamar a Andrés y preguntarles dónde estaba el hotel.
Llegados a Passau, apenas estábamos entrando por el carril de acceso al hotel cuando vimos varias motos con matricula española, y unos moteros allí engalonados con sus monos y petos y haciéndonos señales. Que alegría, habíamos llegado al final de tantos sufrimientos y contratiempos.
Hechas las presentaciones oportunas (no nos conocíamos nadie excepto vía telefónica), metimos las motos en el garaje y descargamos los bultos en las habitaciones. Nos duchaos y bajamos a cenar, a fin de charlar un rato y preparar el viaje a la mañana siguiente.
Que buena noche esa…
DIA 10: 27-ENERO_ PASSAU-ELEFANTES
Levantados por fin y ansiosos de encontrarnos con nuestros nuevos amigos, mientras me duchaba, me llamó Dani todo excitado revolviendo las maletas buscando la cámara de video. Lo veo que se va a la ventana y empieza a grabarlo todo, y cuando me acerco veo que el paisaje ha cambiado por completo: el cielo no era ya azul como el resto del viaje, sino gris; la poca nieve de la noche anterior se había convertido en un manto de cerca de medio metro; los coches pasaban por la curva del hotel la mitad a contravolante, incluido el autobús de línea (qué maquina el conductor); y los copos de nieve no dejaban de caer.
A Dani le encantaba aquello, pero yo que he vivido un buen tiempo en las Rocosas americanas sabía que iba a ser duro llevar las motos, aun descargadas hasta la concentración.
Desayunados y equipados de nuevo con los monos, el problema se empezaba ya a vislumbrar: las motos apenas podían subir la rampa de salida del parking del hotel, la cual estaba medio congelada. Y una vez arriba, la bajada hasta la carretera no es que diese miedo, daba PANICO. Tuvimos que bajar las motos de Andrés y Fermín (una 1200 GT y una LT) empujando desde el frontal para que no salieran rodando cuesta abajo.
Llegados a la carretera abajo del todo, ahora resultó que Andrés y yo nos habíamos quedado solos; vamos, nos habían dejado allí tirados a los dos, los muy cachoperros…Dani, Esteban y Fermín habían cogido el camino, y llegados al primer semáforo Andrés y yo, no sabíamos qué dirección tomar…y tomamos la peor: a través de las urbanizaciones, con mucha nieve y apenas servicio de quitanieves. Pasaban de uvas a brevas y no daba tiempo a coger la pista limpia pues enseguida se cuajaba la nieve.
Ya en mitad de camino y tras caernos multitud de veces, Andrés le puso las cadenas de tela a su moto (yo no tenia, leñe) y un gran numero de bridas. Pero aquello seguía cayéndose. Nos ayudó una de las veces un esloveno que venia con una V-Four 750, totalmente modificada, muy majo por cierto: ayudaba en todo, aunque también se lo pasó en grande riéndose de nosotros cada vez que nos íbamos al suelo….hasta que se fue él: donde las dan…..dice el refrán, je,je,je.
Y por fin, tras mucho sufrimiento, llegamos a la concentración.
El camino de llegada estaba totalmente lleno de motos a un lado y otro, con motos que casi no se podían distinguir de la cantidad de nieve acumulada. Tras unos 800 metros, pudimos dejar las nuestras justo en la puerta de entrada.
Apenas había pasado media hora y tras descorchar la botella de cava que traía Andrés para la ocasión y echas las fotos de protocolo bajo la pancarta de Elefantes, aparecieron Dani, Fermín y Esteban.
Tras echarles una buena regañina por ser tan mamones de dejarnos tirados, nos contaron que ellos también se habían caído, llegando incluso a tener que llamar una ambulancia para Esteban, y tuvieron que regresar al hotel y pedir un taxi, pues no podían arriesgarse mas a sufrir una lesión seria.
Y así es como llegamos todos, aunque separados, a Elefantes 2007. Todo era júbilo, risas, muchas risas, y excitación, recorriendo todo el recinto, echando fotos, llamándonos los unos a los otros para contemplar híbridos de motos, de sidecares de todas las épocas, las pintas de la gente, de los alemanes e italianos especialmente, las tiendas de campaña, las fogatas….Todo nos llamaba la atención.
Bajamos hasta la zona de souvenires para hacer las compras reglamentarias y aprovechar para comer algo. Las hamburguesas y bocatas de salchichas estaban de muerte, calentitos y sabrosos como nunca antes lo había imaginado…seria el hambre. ;D
Tras un par de horas por la zona de acampada, decidimos largarnos lo antes posible, pues la cosa empezó a ponerse fea y a nevar con mucha más copiosidad. La luz del día se iba muy rápidamente y la temperatura bajaba. Así que nos montamos en las motos Andrés y yo y pusimos rumbo al hotel.
Eran las 16:30 horas y, a la llegada al hotel, que estaba 38 kms segun el GPS, habían transcurrido nada y nada menos que CUATRO horas: íbamos a menos de 10 km/h.
Aquello fue un calvario: jamás lo he pasado peor encima de la moto. Apenas metías la 1ª velocidad y soltabas el embrague, la moto empezaba a desplazarse hacia los lados, nunca hacia delante, con lo que se llegaba a cruzar 90º en la carretera terminando por caerse en las zanjas laterales o en medio de la pista. Los coches estarían ya acostumbrados, porque no pitaban; al revés, bajaban y nos echaban una mano a levantarlas, con lo que nevaba: OLE LOS ALEMANES…
Tirada la toalla y parados un rato en el arcén dándonos por vencidos, la cosa es que teníamos que salir de allí, no había otra opción ni nadie ni nada que nos pudiera sacar excepto nosotros mismos. Paró mucha gente, haciendo gestiones para buscarnos un camión y meter las motos, pero le echamos cojones y decidimos que donde va la moto, va uno con ella, y si había que seguir dándose ostias y levantando las motos, seguiríamos hasta que o ellas o nosotros saliésemos mal parados…
Y dicho y hecho. Si había que ir con el embrague a medio recorrido, pues se iba. Yo recuerdo cerca de 10 kms en 1ª, sin soltar el embrague, parando cada dos por tres por las caídas. Incluso se nos ocurrió meternos en las carrileras que iban dejando los coches que venían de frente (pues no iban apenas coches en nuestro sentido que nos limpiaran un poco la calzada) y, cuando nos los encontramos de frente y además cuesta abajo, no pudimos sacar a tiempo las motos del carril izquierdo, forzando a los coches que venían de frente a tener que tirarse literalmente en las cuestas para no impactar con nosotros: que vergüenza…, pero no teníamos otra solución si queríamos que las motos andasen.
Pero ésto era lo que se veía...¿Dónde está Wally....digo, la carretera? ;D
Incluso recuerdo una larga subida en línea recta en la que la moto, en 1ª, no se le paraba el motor pero la moto no andaba; aquello no llegaba a entenderlo hasta que me fijé que la rueda giraba en el suelo pero no traccionaba, con lo que no avanzaba ni un centímetro: que sufrimiento…
En mitad del camino, parados en la cuneta cogiendo fuerzas y asegurando la cadena de tela de Andrés, oímos una moto que se acercaba, sola entre tanta oscuridad del bosque y el viento que arrastraba la nieve. El sonido de la moto era peculiar, pero visto lo visto, podía ser cualquier cacharro con motor. Ya antes nos habíamos cruzado con unos chavales en sidecar que se habían quedado sin gasolina…allí en medio: madre mía, que terror.
Cuando esta luz nos alcanzó, pudimos ver con sorpresa que se trataba de ¡¡¡UNA VESPA!!! Era un chaval italiano, Furio, el cual estaba casi en lágrimas totalmente asustado porque llevaba más de una hora sin cruzarse con nadie y veía que se quedaba sin gasolina allí en medio, en la nada. Así que, tras ver lo asustado que estaba, lo tranquilizamos con bromas y chistes invitándole a seguir el camino con nosotros. No hacia sino decirnos que éramos como dos Ángeles caídos del cielo que estaban allí para socorrerle. Hombre, yo habría preferido que fuese una italiana, la verdad, pero ya puestos.
Empezó a tranquilizarse poco a poco, yo creo que por el estado de animo nuestro: tantas calvarios no hacían sino que nos tomáramos aquello de broma, de chiste, riéndonos de nosotros mismos y diciéndole que ahora si que lo iba a pasar mal con nosotros, porque peor no nos podía ir. Estábamos Andrés y yo tan desfasados por las circunstancias que nos lo tomábamos todo a pitorreo…Que momento tan malo pero que bien nos lo pasamos allí juntos.
Llegados al hotel (Furio iba de puta madre en su vespa, con 2 ruedas de repuesto, cada una de un tipo y con cadenas el mu jodio), reservó una habitación y quedamos en vernos en el jacuzzi común para charlar todos y coger fuerzas antes de la cena.
Lo de la alemana en pelota picá en la sauna del jacuzzi lo dejo que lo cuente Dani, ji,ji. Ya en el comedor, nos pedimos casi todos unas buenas pizzas, grandes y jugosas: uhmmm, que ricas. Y en agradecimiento, Furio se dignó en pagar la cuenta: todo un detalle Furio; no se olvida…este año pago yo.
Así terminó la jornada del sábado y así fue como nos fuimos todos a dormir.
DIA 11: 28-ENERO_ PASSAU-DOLE-LERIDA-MALAGA
La noche anterior nos despedimos por adelantado porque partíamos hacia casa a horas muy diversas, con lo que a la salida solo Dani, Furio y yo coincidimos en el parking cargando las motos.
El dia maneció bastante bueno y la carretera se habia descongelado...menos mal.
Metidos en carretera, ya íbamos un poco de capa caída, pensando que el viaje terminaba y ya no veríamos a nuestros amigos hasta, quizás, el siguiente año.
El resto del viaje fue también algo accidentado, rodando por separado Dani yo, perdiendo la tienda de campaña por Zaragoza, encontrándome un trailer con remolque rociado por la carretera, llenándolo todo de lavadoras, etc, etc, etc…
Pero lo importante es que llegamos a casa sanos y salvos, Dani el 29 y yo el 30 de enero, y con muchas fotos en el bolsillo…aunque con muchos eurillos menos… ;D
Estas fueron las dos campeonas: R1150GSAdv y Triumph Tiger 955
Y ésto fue todo, o casi todo, porque muchas cosas se quedan para nosotros...
Rfgssssssssss
Dedicado a Patri...
En esta etapa no llegamos a echar fotos por la prisa que teniamos, cosa rarisima en mí pues no me despego de la camara ni pagandome. Así que no seré muy largo en el relato para no aburriros
Llegados a la ciudad, ya con la oscuridad de la noche y un frío que rozaba el dolor, nos dirigimos a los hoteles que nos íbamos cruzando a fin de preguntar si había habitación vacante. Pero la respuesta empezó a preocuparnos: en todos los sitios estaba a tope.
Tras preguntar al recepcionista de uno de los hoteles, nos comentó que la ciudad estaba saturada de gente de fuera por motivo de la Feria Internacional del Papel o algo así, una de las más famosas de la zona centro europea que congrega una pechá de gente de todos los confines del mundo. La verdad es que no me interesó mucho el tema salvo que toda la ciudad estaba colapsada de reservas.
Rozando la media noche, decidimos meternos en un cibercafe y ver en la red todos los hoteles de la ciudad y llamar uno por uno. Pero todos, y digo todos, estaban a tope. No me lo podía creer.
Así que, tristes, congelados y destrozados por el tute en moto, sentados en las motos en medio de la calle, no sabíamos que más podíamos hacer.
Le propuse a Dani buscar la Jefatura de Policia y pedirles a ellos consejo, pues igual se dejaban caer y nos permitían dormir en sus instalaciones, aunque fuese en el suelo. Dicho y hecho, Dani lo vio bien, pues el frío empezaba a hacer mella en nuestros organismos. Pero encontrar la Jefatura de Policía también nos levó más de 40 minutos.
Encontrada al final, Dani se quedó en las afueras con las motos y yo entré a negociar, dado que en ese momento el nivel de Ingles era necesario para dejar las cosas muy claras y que entendieran nuestra situación precaria. Una vez roto el hielo con los policías que estaban en las oficinas (cosa que costó bastante) y de intentar pedir permiso a la máxima autoridad de esa Jefatura (una rubita con unos veintitantos años preciosa…pero mas borde que un bocadillo de tuercas), nos negó pasar allí la noche. Así que, otra opción que nos dieron fue llamar a no sé quién y pedir autorización para que pernoctáramos en los calabozos de la ciudad.
A mi me daba igual donde dormir, aunque fuera en un sitio así. La cosa es que no nos iban a meter con recluidos, sino en dependencias del edificio para funcionarios.Pero tampoco pude ser. Madre mía que esa noche no dormimos y eran ya cerca de las dos de la mañana…¡¡¡y habiamos llegado to felices sobre las nueve y media!!!
Así que el policía que me iba haciendo las gestiones, cogió el teléfono y desapareció un rato. Regresó con un papel y el nombre de un albergue juvenil. Me dijo que ya estaba todo hecho que había levantado a alguien y que ya nos estaban esperando. Así que, tras darle las gracias de todo corazón, nos deseó mucha suerte y buen viaje.
Ya en la calle, Dani estaba casi dormido encima de la moto, casi en estado de hipotermia y puteandome, como si yo hubiera estado echando una partida de mus allí adentro. Pero el pobre tenía razón: yo hice el trabajo fácil y él el sucio…
Llegados al albergue, tela marinera, pero pudimos dormir. Yo no me quité ni el mono al llegar a la cama, habitación compartida por otras tres personas. Levantados temprano, cogimos de nuevo la carretera hacia Passau sin tiempo que perder y con un sueño del copon.
Entrados en el mediodía, decidimos parar a comer algo en otro McDonald’s, quedándonos boquiabiertos al ver que apenas podíamos rodar a la entrada del parking por culpa de la nieve. Había muchísima, y las motos empezaban a dar signos de sobrepeso. Pasado el trauma y con algo, por otro lado, de emoción al ver la nieve (vaya par de lelos), continuamos casi sin parar hasta llegar a Passau, ya de noche, otra vez, y decidimos ir a la plaza del pueblo para llamar a Andrés y preguntarles dónde estaba el hotel.
Llegados a Passau, apenas estábamos entrando por el carril de acceso al hotel cuando vimos varias motos con matricula española, y unos moteros allí engalonados con sus monos y petos y haciéndonos señales. Que alegría, habíamos llegado al final de tantos sufrimientos y contratiempos.
Hechas las presentaciones oportunas (no nos conocíamos nadie excepto vía telefónica), metimos las motos en el garaje y descargamos los bultos en las habitaciones. Nos duchaos y bajamos a cenar, a fin de charlar un rato y preparar el viaje a la mañana siguiente.
Que buena noche esa…
DIA 10: 27-ENERO_ PASSAU-ELEFANTES
Levantados por fin y ansiosos de encontrarnos con nuestros nuevos amigos, mientras me duchaba, me llamó Dani todo excitado revolviendo las maletas buscando la cámara de video. Lo veo que se va a la ventana y empieza a grabarlo todo, y cuando me acerco veo que el paisaje ha cambiado por completo: el cielo no era ya azul como el resto del viaje, sino gris; la poca nieve de la noche anterior se había convertido en un manto de cerca de medio metro; los coches pasaban por la curva del hotel la mitad a contravolante, incluido el autobús de línea (qué maquina el conductor); y los copos de nieve no dejaban de caer.
A Dani le encantaba aquello, pero yo que he vivido un buen tiempo en las Rocosas americanas sabía que iba a ser duro llevar las motos, aun descargadas hasta la concentración.
Desayunados y equipados de nuevo con los monos, el problema se empezaba ya a vislumbrar: las motos apenas podían subir la rampa de salida del parking del hotel, la cual estaba medio congelada. Y una vez arriba, la bajada hasta la carretera no es que diese miedo, daba PANICO. Tuvimos que bajar las motos de Andrés y Fermín (una 1200 GT y una LT) empujando desde el frontal para que no salieran rodando cuesta abajo.
Llegados a la carretera abajo del todo, ahora resultó que Andrés y yo nos habíamos quedado solos; vamos, nos habían dejado allí tirados a los dos, los muy cachoperros…Dani, Esteban y Fermín habían cogido el camino, y llegados al primer semáforo Andrés y yo, no sabíamos qué dirección tomar…y tomamos la peor: a través de las urbanizaciones, con mucha nieve y apenas servicio de quitanieves. Pasaban de uvas a brevas y no daba tiempo a coger la pista limpia pues enseguida se cuajaba la nieve.
Ya en mitad de camino y tras caernos multitud de veces, Andrés le puso las cadenas de tela a su moto (yo no tenia, leñe) y un gran numero de bridas. Pero aquello seguía cayéndose. Nos ayudó una de las veces un esloveno que venia con una V-Four 750, totalmente modificada, muy majo por cierto: ayudaba en todo, aunque también se lo pasó en grande riéndose de nosotros cada vez que nos íbamos al suelo….hasta que se fue él: donde las dan…..dice el refrán, je,je,je.
Y por fin, tras mucho sufrimiento, llegamos a la concentración.
El camino de llegada estaba totalmente lleno de motos a un lado y otro, con motos que casi no se podían distinguir de la cantidad de nieve acumulada. Tras unos 800 metros, pudimos dejar las nuestras justo en la puerta de entrada.
Apenas había pasado media hora y tras descorchar la botella de cava que traía Andrés para la ocasión y echas las fotos de protocolo bajo la pancarta de Elefantes, aparecieron Dani, Fermín y Esteban.
Tras echarles una buena regañina por ser tan mamones de dejarnos tirados, nos contaron que ellos también se habían caído, llegando incluso a tener que llamar una ambulancia para Esteban, y tuvieron que regresar al hotel y pedir un taxi, pues no podían arriesgarse mas a sufrir una lesión seria.
Y así es como llegamos todos, aunque separados, a Elefantes 2007. Todo era júbilo, risas, muchas risas, y excitación, recorriendo todo el recinto, echando fotos, llamándonos los unos a los otros para contemplar híbridos de motos, de sidecares de todas las épocas, las pintas de la gente, de los alemanes e italianos especialmente, las tiendas de campaña, las fogatas….Todo nos llamaba la atención.
Bajamos hasta la zona de souvenires para hacer las compras reglamentarias y aprovechar para comer algo. Las hamburguesas y bocatas de salchichas estaban de muerte, calentitos y sabrosos como nunca antes lo había imaginado…seria el hambre. ;D
Tras un par de horas por la zona de acampada, decidimos largarnos lo antes posible, pues la cosa empezó a ponerse fea y a nevar con mucha más copiosidad. La luz del día se iba muy rápidamente y la temperatura bajaba. Así que nos montamos en las motos Andrés y yo y pusimos rumbo al hotel.
Eran las 16:30 horas y, a la llegada al hotel, que estaba 38 kms segun el GPS, habían transcurrido nada y nada menos que CUATRO horas: íbamos a menos de 10 km/h.
Aquello fue un calvario: jamás lo he pasado peor encima de la moto. Apenas metías la 1ª velocidad y soltabas el embrague, la moto empezaba a desplazarse hacia los lados, nunca hacia delante, con lo que se llegaba a cruzar 90º en la carretera terminando por caerse en las zanjas laterales o en medio de la pista. Los coches estarían ya acostumbrados, porque no pitaban; al revés, bajaban y nos echaban una mano a levantarlas, con lo que nevaba: OLE LOS ALEMANES…
Tirada la toalla y parados un rato en el arcén dándonos por vencidos, la cosa es que teníamos que salir de allí, no había otra opción ni nadie ni nada que nos pudiera sacar excepto nosotros mismos. Paró mucha gente, haciendo gestiones para buscarnos un camión y meter las motos, pero le echamos cojones y decidimos que donde va la moto, va uno con ella, y si había que seguir dándose ostias y levantando las motos, seguiríamos hasta que o ellas o nosotros saliésemos mal parados…
Y dicho y hecho. Si había que ir con el embrague a medio recorrido, pues se iba. Yo recuerdo cerca de 10 kms en 1ª, sin soltar el embrague, parando cada dos por tres por las caídas. Incluso se nos ocurrió meternos en las carrileras que iban dejando los coches que venían de frente (pues no iban apenas coches en nuestro sentido que nos limpiaran un poco la calzada) y, cuando nos los encontramos de frente y además cuesta abajo, no pudimos sacar a tiempo las motos del carril izquierdo, forzando a los coches que venían de frente a tener que tirarse literalmente en las cuestas para no impactar con nosotros: que vergüenza…, pero no teníamos otra solución si queríamos que las motos andasen.
Pero ésto era lo que se veía...¿Dónde está Wally....digo, la carretera? ;D
Incluso recuerdo una larga subida en línea recta en la que la moto, en 1ª, no se le paraba el motor pero la moto no andaba; aquello no llegaba a entenderlo hasta que me fijé que la rueda giraba en el suelo pero no traccionaba, con lo que no avanzaba ni un centímetro: que sufrimiento…
En mitad del camino, parados en la cuneta cogiendo fuerzas y asegurando la cadena de tela de Andrés, oímos una moto que se acercaba, sola entre tanta oscuridad del bosque y el viento que arrastraba la nieve. El sonido de la moto era peculiar, pero visto lo visto, podía ser cualquier cacharro con motor. Ya antes nos habíamos cruzado con unos chavales en sidecar que se habían quedado sin gasolina…allí en medio: madre mía, que terror.
Cuando esta luz nos alcanzó, pudimos ver con sorpresa que se trataba de ¡¡¡UNA VESPA!!! Era un chaval italiano, Furio, el cual estaba casi en lágrimas totalmente asustado porque llevaba más de una hora sin cruzarse con nadie y veía que se quedaba sin gasolina allí en medio, en la nada. Así que, tras ver lo asustado que estaba, lo tranquilizamos con bromas y chistes invitándole a seguir el camino con nosotros. No hacia sino decirnos que éramos como dos Ángeles caídos del cielo que estaban allí para socorrerle. Hombre, yo habría preferido que fuese una italiana, la verdad, pero ya puestos.
Empezó a tranquilizarse poco a poco, yo creo que por el estado de animo nuestro: tantas calvarios no hacían sino que nos tomáramos aquello de broma, de chiste, riéndonos de nosotros mismos y diciéndole que ahora si que lo iba a pasar mal con nosotros, porque peor no nos podía ir. Estábamos Andrés y yo tan desfasados por las circunstancias que nos lo tomábamos todo a pitorreo…Que momento tan malo pero que bien nos lo pasamos allí juntos.
Llegados al hotel (Furio iba de puta madre en su vespa, con 2 ruedas de repuesto, cada una de un tipo y con cadenas el mu jodio), reservó una habitación y quedamos en vernos en el jacuzzi común para charlar todos y coger fuerzas antes de la cena.
Lo de la alemana en pelota picá en la sauna del jacuzzi lo dejo que lo cuente Dani, ji,ji. Ya en el comedor, nos pedimos casi todos unas buenas pizzas, grandes y jugosas: uhmmm, que ricas. Y en agradecimiento, Furio se dignó en pagar la cuenta: todo un detalle Furio; no se olvida…este año pago yo.
Así terminó la jornada del sábado y así fue como nos fuimos todos a dormir.
DIA 11: 28-ENERO_ PASSAU-DOLE-LERIDA-MALAGA
La noche anterior nos despedimos por adelantado porque partíamos hacia casa a horas muy diversas, con lo que a la salida solo Dani, Furio y yo coincidimos en el parking cargando las motos.
El dia maneció bastante bueno y la carretera se habia descongelado...menos mal.
Metidos en carretera, ya íbamos un poco de capa caída, pensando que el viaje terminaba y ya no veríamos a nuestros amigos hasta, quizás, el siguiente año.
El resto del viaje fue también algo accidentado, rodando por separado Dani yo, perdiendo la tienda de campaña por Zaragoza, encontrándome un trailer con remolque rociado por la carretera, llenándolo todo de lavadoras, etc, etc, etc…
Pero lo importante es que llegamos a casa sanos y salvos, Dani el 29 y yo el 30 de enero, y con muchas fotos en el bolsillo…aunque con muchos eurillos menos… ;D
Estas fueron las dos campeonas: R1150GSAdv y Triumph Tiger 955
Y ésto fue todo, o casi todo, porque muchas cosas se quedan para nosotros...
Rfgssssssssss
Dedicado a Patri...
