Ruta por Malasia de una semana

SiSe

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Este que os voy a contar ha sido un viaje que necesitaba. A veces los viajes se necesitan porque te dan lo que buscas y no encuentras en tu día a día. Una buena escapada de la rutina nos devuelve la energía necesaria para poder seguir en ella. Mi rutina, como la de muchos, necesitaba de una buena escapada. Pero este viaje, además, me ha devuelto al mundo de las dos ruedas tras casi tres años de “motoabstinencia”. Ha sido un viaje para volver a vivir sensaciones y experiencias encima de una moto. Ha sido, por tanto, el viaje del reencuentro. Y es que ya hace tres años que dejé mi ciudad de origen (y muchas cosas más) para embarcarme en una aventura que me ha llevado hasta Asia y que todavía no se cuando me devolverá a Barcelona.

Este relato no es un diario de viaje, no pretendo extenderme demasiado en explicar los sitios que he visto ni tampoco cómo es la gente o las cosas que he hecho. Lo que yo pretendo explicar son esas sensaciones y experiencias que se sienten tras casi dos años y medio sin moto. Este es el relato del viaje que hice en septiembre del 2013 a Malasia, un viaje de ida y vuelta desde el sur hasta el norte.

Pues eso, que después de casi dos años y medio de haber vivido en Shanghai (China), lo único que seguía echando de menos de vivir en Barcelona era la moto. A todo te acabas acostumbrando. Las verduras chinas, las sopas chinas, los fideos, el arroz, la suciedad y el caos...; las calles repletas de gente a todas horas, vehículos de todo tipo y en todas direcciones, el idioma, baños sin retrete, más y más suciedad... Sí, parece mentira pero a todo se acaba acostumbrando uno, para lo bueno y para lo malo, como dice mi madre. A todo menos a no tener moto. Cuando llegué hice todo lo necesario para seguir conduciendo, incluso me saqué el carnet de conducir chino (allí no hay convalidaciones que valgan), pero lo que no sabía es que tener una moto en China es casi misión imposible y además una somera tontería. Me explico. Por un lado, las motos en China son prohibitivas. Si quieres adquirir una marca japonesa vete olvidando porque no se venden, solo te queda la opción Ducati, BMW o HD (a parte de la “china” Benelli). Entonces si te vas a por una Monster, por poner un ejemplo, ya puedes ir preparando más de veinte mil euros. Pero si solo es una Monster! Lo dicho: prohibitivo (imaginaos ir a por una R1200GS o una Harley). Por otro lado, la circulación en moto está capada en todos los sentidos: no se puede circular por algunas de las vías más importantes de la ciudad (casi todas vamos), no puedes cruzar túneles, no puedes ir a más de 80 kilómetors por hora ni llevar paquete en autopista!! Simplemente no puedes. Así que dos años y medio sin moto se hacen muuuy largos y más si los pasas rodando sobre los “orígenes de las dos ruedas”, o sea en una bicicleta...


Me pregunto cuánto tardaría en cargarla.


Mi bicicleta china, que hubiera sido de mi sin ella...


Ferry que conecta el Shanghai antiguo (Puxi) con el Shanghai moderno (Pudong).


Mi carnet chino... y mi careto chino también, jeje


La Benelli china, fijaos en los tatuajes que lleva el chico... en la camiseta!!

Pero ahora vivo en Singapur, un país al que te acostumbras rápidamente (sobre todo si vienes de China) a no ser por el calor sofocante que hace CADA DÍA DEL AÑO. Pero bueno, como decía antes y como sigue diciendo mi madre, a todo se acaba acostumbrando uno, para lo bueno y para lo malo. Singapur es lo más parecido a vivir en Europa aquí en Asia: supermercados donde encuentras comida que conoces, calles limpias y en orden, baños con retrete y en condiciones, el idioma inglés (que aunque no sea un experto os aseguro que es más fácil que el chino), etc. Pero el cambio más significativo y al que más importancia le doy es que vuelvo a tener una moto. No es que esten al nivel de España en cuanto a precios pero son asequibles y hay una gran variedad de marcas y mercado de segunda mano. Es decir, que si buscas encuentras la tuya.


De estos carteles te encuentras cada dos por tres en Singapur. Robos, accidentes, infracciones, descuidos que diría alguno... Siempre hay alguien que te observa!

El síndrome de “motoasbstinencia” no había bajado ni un grado en intensidad, o sea que seguía teniendo mono de moto. La primera semana con ella llegó a ser dura, el reencuentro con la “droga” siempre es traumático. Se olvidan los instintos, las habilidades adquiridas hay que volver a recuperarlas y las inercias se tienen que poner en marcha de nuevo. Nada dramático si la decisión es tuya y si lo haces consciente de tus carencias depués de algún tiempo en barbecho. Y sobre todo con paciencia, todo es cuestión de tiempo. Así que dos meses después (aunque podía haber sido antes) por fin me dispongo a hacer un viaje con ella. Mucho tiempo ha pasado desde la última vez y las ganas son inmensas. La carretera me espera, una semana a solas con la moto para volver a disfrutar de la sensación de pilotar, que no conducir. La mayoría sabe a lo que me refiero, un coche se conduce (a no ser que lleves un superdeportivo claro), pero una moto se pilota. Se necesita de la integración de cuerpo y máquina para poder enlazar curvas. Tu cuerpo se ejercita mientras va subido en una moto porque la moto es exigente. Brazos, piernas, tronco, todo en armonía para devorar kilómetros sin parar. Y la mente, claro. La concentración es lo más importante. Todo en equilibrio.

Singapur es un país muy pequeño, apenas 1,5 veces más grande que Andorra pero sin montañas y sin curvas, o sea que la sensación es que es más pequeño incluso. No hay nada que ver en moto, o mejor dicho, lo poco que hay que ver lo haces en una mañana. No queda otra que buscar otros lugares. ¿Qué tal el país vecino?

Malasia ya es otra cosa. Malasia es un país formado por la parte meridional de Asia continental más una parte de la isla de Borneo que comparte con Indonesia y Brunei. Si hablamos de la parte continental, tiene unos 800 kilómetros de norte a sur y unos 300 kilómetros de este a oeste. Con una población de apenas veintinueve millones de habitantes, sorprende la red de carreteras y autopistas de que dispone. Nada que envidiar a España teniendo en cuenta su población (que equivale a menos vehículos) y de su riqueza en términos monetarios (quiero decir que no hablo de su riqueza cultural ni mucho menos, aqui daría para un libro entero seguro!).

Toda una sorpresa para mí y, en consecuencia, toda una gozada. Pensaba que los casi dos mil kilómetros que iba a hacer en una semana se me iban a hacer muy largos y pesados, pero al segundo día ya me di cuenta de que podía haber trazado una ruta el doble de larga, como mínimo. Y es que la ocasión bien valía la pena! Menos mal que Singapur y Malasia siguen y seguiran siendo vecinos... la próxima ruta así será.

Nada más cruzar la frontera con Singapur ya empiezas a notar que aquí se invierte en infraestructuras. El miedo que tenía al ir sin GPS se disipó enseguida. Ves indicaciones bien colocadas por todas partes: direcciones, nombre y número de la carretera por la que tienes que ir, distancias, estaciones de servicio, de descanso,... una maravilla vamos!


Preparado para el gran viaje!

Quise ir cada día de menos a más en las distancias para no abusar de mi inestimable predisposición. El primer día fueron aproximadamente 300 kilómetros, la mayor parte por la autopista que une Singapur con la capital de Malasia, Kuala Lumpur. Nada del otro mundo si no fuera por los más de dos años y medio de la ya mencionada “motoabstinencia”. Sentir como el aire te va marcando la trazada o rodar a una velocidad de crucero de unos cuantos kilómetros por hora (la velocidad máxima permitida es de 110) bien vale la pena para el primer día de la aventura malaya. Otra grata sorpresa es que en Malasia las motos no pagan en los peajes de las autopistas, algo que sin duda no estaría nada mal que se implantase en España. Las motos son unas grandes oxigenadoras del tráfico y parece que aquí lo tienen en cuenta. Lo único que sucede es que para poder pasar la zona del peaje debes dar una vuelta que a veces, y de verdad que no exagero, tardas un minuto en hacer. Una vuelta que se lleva a cabo por un camino estrecho y sinuoso rodeado de maleza y que esta a un lado de los peajes (como si se tuviese que salir de la autopista para volver a entrar). Giros completos de manillar, gravilla y tierra, primera y segunda. Os aseguro que despues de estar rodando rápido durante un buen rato, parece que tengas que cruzar un puente colgante. Las autoridades malayas deben pensar: que no paguen, de acuerdo, pero, oye, que tampoco se crean que los vamos a mimar en exceso.


En Malasia hay que parar pero no pagar, ;0)

Y es verdad que no te miman, ni las autoridades ni los demás usuarios de la vía. En Malasia la circulación no es caótica ni peligrosa como en otros países de Asia en los que llegas a ver hasta cinco personas en una motocicleta (China, Indonesia o Vietnam), pero tienes que rodar con todas las alarmas encendidas. Normalmente te respetan, pero siempre hay alguno que no lo hace y ese es el que realmente puede llegar a poner tu vida en peligro si no estas en alerta. El primer día lo pude comprabar unas cuantas veces. Por ejemplo, se me llegaron a pegar, porque parece que no iba lo suficientemente rápido en un adelantamiento, como a medio metro por detrás y yendo a 150 kilómetros por hora! También me adelantaron rozándome en más de una ocasión, que si no te lo esperas te puedes dar un buen susto. En resumen, para ir por la autopista en Malasia mejor que adoptes una acitud activa y no pasiva en tu pilotaje, y sobre todo desconfía del vehículo que tengas tanto por delante como por detrás.

La actitud activa es muy importante, consiste en circular siempre por el centro del carril como si fueras un coche y no a un lado, nada de apartarse y ni mucho menos dar la sensación de inseguridad, indecisión o miedo. Se trata de hacerte ver y notar. En realidad es exactamente la misma actitud que se debe adoptar en España en particular o en Europa en general, pero aquí es donde más sentido adquiere. En fin, no se, quizá penséis que estoy exagerando un poco pero, es que era mi primer día después de dos años y medio y además en un país bien lejano!

El segundo día no iba a ser menos emocionante para mi. Ese día fueron unos 400 kilómetros para llegar a mi siguiente destino: las Highlands de Malasia. Un lugar donde ves montañas y donde llegas a pasar fresco por las noches en pleno trópico (la altura va desde los 1100m hasta los 1800m). Un poco menos de la mitad del camino volvió a ser por autopista hasta cruzar la capital Kuala Lumur y a partir de ahí por fin llegó lo bueno. Tenía un poco de miedo por cruzar Kuala Lumpur sin GPS pero como ya he dicho antes, la señalización en Malasia es excepcional. Todo a la primera, y sin ningún problema, y ya me encontraba en la carretera que une Kuala Lumpur con Cameron Highlands. Por fin las curvas. Sobre todo el último tramo, para llegar son unos cien kilómetros de ascensión en los que tienes que seguir teniendo cuidado con los demás vehículos ahora que ya te los encuentras de cara. La carretera es de doble sentido y en la curvas esta gente necesita todo su carril y parte del contrario para poder hacerlas, con lo cual me dejaban un espacio bien pequeño para que yo pasase con “tranquilidad”. Aquí la carretera hay que reconocer que no tiene nada que ver con las de España, es una carretera desigual. Circulaba por tramos recién asfaltados para, de repente, encontrarme con otros que parecían tener unas cuantas décadas. Estos tramos estaban tan agrietados como un neumático cuarteado y con algunos socavones en los que mejor no meter la rueda. No es una auténtica carretera de montaña pero la ascensión es realmente importante. Entre el estado de la carretera y la ascensión, iba más tenso que a una visita al dentista. Y como las dificultades nunca vienen de una en una, de repente empezó a llover. No os he hablado todavía de la lluvia pero por aquí es algo a tener muy en cuenta. Puede empezar a diluviar de un momento a otro y durante diez o veinte minutos es imposible rodar, así que lo mejor es parar. Se pueden ver cada cierta distancia unos espacios señalizados para que las motos (y nosotros los moteros) nos podamos resguardar de la temida lluvia. Éstos espacios se encuentran debajo de los puentes (claro) y puedes entablar conversación con otros tantos moteros como tú.


Mientras no llueva de lado...


Este en concreto pertenece a Singapur, quizás un poco más grande, pero vienen a ser lo mismo en Malasia.

Pero aquel segundo día, igual que toda la semana de hecho, tuve suerte y la lluvia no era nada del otro mundo. Incluso llegué a agradecerla al principio porque era refrescante. No hay nada mejor para la tensión que un poco de agua. Otra cosa fue al final del trayecto. Los últimos cuarenta kilómetros los hice empapado pero, bueno, al fin y al cabo es agua solamente. Y además estoy en el trópico, así que al final disfruté de las curvas, de las vistas y de la moto en general, como si fuera por alguna carretera secundaria de la comarca de Osona o de la Garrotxa. Cada kilómetro que hacía lo acababa disfrutando más que el anterior.


Camino de las tierras altas malayas.


Antes de empezar a subir.


En la soledad del camino, nadie por delante y nadie por detrás.


Empieza la lluvia refrescante.

Un par de días después, vino la ruta más larga de toda la semana. Esta vez fueron 500 km, pero que hice descansado después de la parada de dos días en las Cameron Highlands. El descenso se lleva a cabo por una carretera de curvas en perfecto estado que te lleva hasta la ciudad de Ipoh. El día amaneció soleado y perfecto para curvear más y mejor, ya que no llovía y mi confianza sobre la moto empezaba a estar de vuelta otra vez (por fin después de dos años y medio!). Cuando se acabaron las curvas, mi estado de ánimo estaba en ebullición, ardía por dentro de la emoción que acababa de experimentar y mi cabeza agradeció estar allí mismo y no en otro lugar. Apenas me había cruzado con otros vehículos y la moto seguía respondiendo con confianza y autoridad. Es tan progresivo el descenso que no me di cuenta del calor que hacía hasta que no pasé Ipoh y caí en la cuenta de que estaba otra vez a nivel del mar. Por mucha chaqueta de verano y botas de piel perforada, lo que se siente es lo más parecido a estar en una sauna bajo el sol de un verano cualquiera en Sevilla. Esto fue lo más duro de ese día, ya que encima no solo no disminuía sinó que aumentaba conforme pasaban las horas del mediodía y me adentraba en la zona central de la península (a tan solo unos pocos kilómetros de la frontera con Tailandia). Aquí solo hay selva y más selva. La carretera cruzando a través como si de un río se tratase y los árboles dejándo caer sus ramas a cada lado para recordarnos que ellos estaban ahí primero. Se puede ver más de un mono (y más de dos) muertos en la carretera porque los han atropellado, seguramente durante la noche anterior. Fue durante esos kilómetros donde vi la señal que más me llamó la atención de todas las que vi. Ahí estaba, advirtiéndome de la posibilidad de encontrarme con un elefante (o varios) en la carretera. Ahí sí que sentí que estaba en otro lugar, nada parecido a la Garrotxa ni a Sevilla en verano. Ni muchos menos a las parecidas autopistas europeas por las que había circulado solo un par de días antes. En ese momento me encontraba en medio de la selva del sudoeste asiático, en Malasia y a pocos kilómetros de Tailandia. Al principio pensé que esa señal llevaría ahí muchos años, que no podía ser que de repente cruzase la carretera un elefante. Pero podía ser, de hecho existen todavía en Malasia varías reservas de elefantes y yo estaba atravesando una de ellas. No vi ningún elefante y ahora estoy contento de no haber visto ninguno, aunque en aquellos momentos estaba ansioso por cruzarme con alguno y encima en su habitat natural! Pero precisamente por eso, porque estan en su habitat, mejor no cruzarse con un ser humano... por lo que pueda pasar (obviamente nada bueno para ellos).

La ruta de este día llegaba a su fin y yo a mi destino, más de siete horas sobre la moto no son nada si por el camino ves, observas, experimentas,... disfrutas.


Día soleado y carretera impecable, ¿qué más se puede pedir?


Awas! Elefantes!


Mi nueva amiga. Hemos congeniado durante el viaje y ahora es digna de mi admiración y respeto.


Un bañito y sales colorao!

El último día fue el que me llevó de vuelta a la capital para encontrarme con mi mujer, que volaba desde Singapur para pasar el fin de semana juntos y volver a casa el domingo, juntos también. Los últimos 300 kilómetros de aventura en solitario, otra vez con el calor de la sauna bajo el sol de Sevilla y rodeado de una vegetación no tan salvaje como la del día anterior, pero igual de imponente. Ese día ya no me sentí tan solo por la carretera ya que atravesé bastantes pueblos perdidos y en medio de la nada y además acompañado de un tráfico mucho más visible. La carretera seguía estando en buen estado e incluso se llegaba a desdoblar en las cuestas para poder adelantar a los que no iban tan rápido?!. Por ejemplo, camiones de la marca Mercedes-Benz cargados hasta arriba de unos troncos largos y anchos como secuoyas y que hacían que el camión no superase los 20 o 30 kilómetros por hora... es que eran camiones de los años 50!! Cruzarse con alguna de aquellas reliquias destartaladas pero todavía en movimiento era como estar en un museo viviente.

Los pueblos que veía en medio de la nada eran pequeñas poblaciones de gente campesina sin mucho que ofrecer pero con la sonrisa por delante como carta de presentación. Hombres y mujeres cargados de trabajo pero con la mirada curiosa al verme pasar en moto. Y niños. Muchos niños jugando entre ellos que cuando me veian pasar levantaban los brazos para saludarme y esperar mi respuesta. Igual que el día anterior por la zona de elefantes, me sentía desplazado y fuera de lugar. Veía sus simpáticas caras de asombro al verme pasar, pero lo que ellos no sabían es que la mía estaba igual de asombrada y maravillada a la vez, o más. Una vez más, la moto me había llevado bien lejos para regalarme experiencias, sensaciones, reflexiones y vistas... impagables. Para todo lo demás, el coche.

Hasta aquí este relato de mi viaje por Malasia. Un viaje que ha significado mi reencuentro con la moto y que tenía muchas ganas de explicar. Seguramente por este deseo de explicar sensaciones, al final me ha salido más un relato resumido del viaje que un diario del mismo al estilo bitácora. Y precisamente por eso, seguro que le faltan algunas fotos importantes que os hubiese ayudado a entender lo que he querido explicar o describir. Pero nada que no tenga arreglo, desde aquí me comprometo a tomar más fotos la próxima vez!

Y si has llegado hasta aquí, mi más sincera gratitud por leerme. Hasta la próxima!


La ruta del reencuentro.
 
Última edición:
Estupenda crónica..., que cosas más curiosas se pueden ver viajando por ahí (he flipado con lo de la lluvia y los puentes).

Gracias por compartirla...

V'ssssssssss
 
Gracias por compartir tus vivencias..!!

Ha sido un placer leerte ;)

Saludos!!
 
Bonita crónica. Gran país Malaysia, cada vez que voy me lo paso en grande. Su gente es de lo mejor que hay.
 
Gracias por compartir tu viaje de reencuentro con una moto. Saludos desde la isla picuda....
 
Gracias por compartirlo.

Una maravilla, y sobre todo, diferente a lo que vemos por aqui.
 
Siempre es un placer añadido leer la crónica de algún sitio distante y más si es exótico como éste; muchas gracias por compartir tu ruta... :)
 
Muchas gracias por el relato, ha sido muy interesante y entretenido. Gracias por dejarnos disfrutar de él!
 
Me ha gustado ,buena narracion ....original y exotica , cuando menos por el lugar...( + fotos en la proxima)... Saludos
 
Gracias a todos por vuestros comentarios y también a los que habeis entrado para echar un vistazo.

En estos momentos no puedo confirmar que habrá otro relato parecido porque parece que las autoridades de Singapur no quieren convertirme el carnet de moto grande y lo único que me dan es para motos de hasta 200cc :undecided:

Saludos a todos, os mantengo informados.
 
Buenas, pues el sueño de volver a tener moto (grande) me ha durado exactamente un año :(. A partir de ahora, me voy a tener que comprar algun scooter de hasta 200cc porque no me convalidan el carnet. Piden... "proof of training, testing, ownership of bigger motorcycle and insurance policy". El comprobante de haber tenido moto y de una póliza de seguros lo puedo conseguir, pero ni me acuerdo de la autoescuela donde hice las prácticas de moto (creo que venían 10 con el paquete) y mucho me extrañaría que tráfico expida un comprobante conforme hace ya un puñado de años yo hice el exámen correspondiente. Pero ya que estamos, ¿alguien lo sabe con seguridad?

Igualmente, creo que la moto del exáment era una 250cc así que tampoco serviría para el carnet de moto grande, en fin.

Saludos,
 
Me alegro por la experiencia que has tenido y te envidio (envidia de la sana ;)) Me ha encantado leerla. Un saludo desde Barcelona.
 
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