MADE IN JAPAN

D3MIO

Curveando
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Este año nos hemos retrasado un poco en nuestro viaje, pero ya está aquí.

Siempre que nos surge una idea para viajar, lo primero que hacemos es documentarnos en este foro, buscando las experiencias de otros viajeros... en este caso ha sido el bueno de @McBauman el que a través de su crónica nos ayudó a seguir sus pasos.

Por otro lado agradecer la inestimable ayuda de Adrián Navarro que ha sido el contacto con la empresa de alquiler en Tokio Rental819, si no hubiera sido por el, seguramente no habríamos dado este paso.

Serán 3 semanas de las que 6 días serán para los vuelos y Tokio, mientras que los otros 15 los dedicaremos a recorrer Japón...

La moto? Para nosotros no puede ser otra que una BMW R 1250 GS.

Mañana salimos, esperamos que os guste....
 
Pues me interesa, porque es una cosa que lleva en la mente desde hace tiempo.

A la espera...
 
Mevquedo por aki, deseando leer mas


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Qué maravilla!! Disfrutadlo!!

Yo os iré leyendo...
 
Última edición:
Uno más atento a vuestras impresiones y comentarios...

.
 
Big Japan . Palomitas preparadas.


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Uau ! Que chulo
Volveremos a disftrutar de otro de vuestros magníficos viajes :D

Buen viaje y mucha suerte en todo !

Salut !
 
Otro más que queda pendiente de vuestra crónica. Buen viaje.

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Guau¡¡¡ Buen viaje. Aquí me quedo esperando ya ansioso leer vuestra crónica.
 
Ver el archivo adjunto 370903


Este año nos hemos retrasado un poco en nuestro viaje, pero ya está aquí.

Siempre que nos surge una idea para viajar, lo primero que hacemos es documentarnos en este foro, buscando las experiencias de otros viajeros... en este caso ha sido el bueno de @McBauman el que a través de su crónica nos ayudó a seguir sus pasos.

Por otro lado agradecer la inestimable ayuda de Adrián Navarro que ha sido el contacto con la empresa de alquiler en Tokio Rental819, si no hubiera sido por el, seguramente no habríamos dado este paso.

Serán 3 semanas de las que 6 días serán para los vuelos y Tokio, mientras que los otros 15 los dedicaremos a recorrer Japón...

La moto? Para nosotros no puede ser otra que una BMW R 1250 GS.

Mañana salimos, esperamos que os guste....
Otro espectador...
 
Uff que salto, nunca mejor dicho, la Taka en el garaje....
Esperando esa magnifica cronica
 
Esta crónica promete. Aquí me quedo esperando.

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He estado dos veces en Japón, pero ir en un viaje motero es un sueño! Impresionante!
 
Hola a todos de nuevo,

Una vez reposado el viaje, superado el jetlag y ya en modo recuerdos... pasamos a relataros nuestra experiencia.

El viaje se ha realizado durante 22 días , que se dividen en 3 partes...
1.- El desplazamiento, vuelo Málaga-Francfort de Meno / Francfort de Meno-Tokio (Haneda) y Tokio (Narita)-Zurich / Zurich-Málaga.
2.- 3 días, en Tokio (pateándolo) 2 antes de recoger la moto y uno después de dejarla.
3.- 15 días recorriendo Japón en moto.

Queda poco... mañana empezamos a subir la crónica con el primer día en Tokio.

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Esperaremos pues a esa crónica... :)

.
 
TOKIO

Después de 18 horas de vuelos, de ver cuatro películas durante el trayecto Frankfurt-Japón, de recoger las maletas con los trajes y bártulos para la moto, rellenar los documentos japoneses escritos en una letra tan minúscula que te enfrenta de golpe al presagio de que necesitas gafas a la mayor brevedad posible… me alivió contemplar que eran bastantes la personas que tenían la misma sensación y es que aprovechan demasiado el papelito donde declaras que no has estado en la cárcel ni eres un criminal con asuntos turbios... creo que era algo así porque no me dio la vista para leer mucho más. Nosotros marcamos a todo que “No” por si acaso.

Antes de abandonar el aeropuerto hicimos tres cosas importantes: cambiamos euros por yenes, compramos la tarjeta de datos del móvil y una tarjeta llamada “Suica” que nos permitirá subirnos en cualquier tipo de transporte a un precio bastante aceptable mientras recogemos la moto al día siguiente.

Después, con el equipaje a rastras, literal, cogimos dos trenes, tres metros y un autobús hasta llegar al hotel donde la educada recepcionista nos informó con una enorme sonrisa que hasta las 16 horas no nos daban la habitación. Eran las 13 horas y teníamos un cansancio acumulado extremo de no haber pegado ojico en el avión. Nuestro malhumor se reflejaba en la mirada. Tengo que contaros que hay siete horas de diferencia con Huétor. Así que dejamos el equipaje en una esquina de la recepción. La atenta trabajadora ató nuestras bolsas con una “guitilla” y le echó una red por encima a modo de capa de invisibilidad. Enseguida nos alentó a dar una vuelta… y nos fuimos casi desvalidos sin más…

Apenas paseamos unos cientos de metros percibimos que Japón es una tierra de contrastes cautivadores y una vasta cultura milenaria. El malhumor se va disipando para dar paso a la admiración y el disfrute. Empezamos a darle uso a nuestra “Suica” y nos dirigimos al hermoso parque Ueno donde visitamos una pagoda de cinco pisos y sus templos escondidos entre bosques centenarios y jardines de nenúfares gigantes. Un placer para los sentidos.

Tokyo nos sorprende gratamente. Es un auténtico crisol de cultura, tradición, historia y tecnología en el que los rascacielos anclados en el cielo se enredan con los santuarios sagrados y los barrios tradicionales bordeando su perímetro. Podemos sentir una serenidad espiritual en medio de esos gigantes acristalados que sobrepasan las nubes y echan sus raíces en los jardines del Palacio Imperial. Nos movemos en metro por esta colosal urbe conformada por más de 38 millones de personas ausentes en sus teléfonos. Cuesta entender esa maraña de líneas y estaciones que se retorcían en un mapa multicolor. Nos deleitamos en el templo budista de Zojo-Ji junto a la Tokyo Tower y sus mil jizos que son guardianes de las almas de los niños no nacidos o fallecidos muy pequeños. Se decoran con gorritos rojos, baberos y molinillos de viento.

Llega la hora de almorzar y nos dirigimos a la famosa calle Amekoyo donde las tiendas están construidas debajo de las vías del tren, para despertar el apetito. Probamos distintas exquisiteces en los puestos callejeros que nos resultaron deliciosos. Nos llama la atención la variedad de productos extraños, salsas de todos los colores, el aroma del pescado y la carne seca y el encendido de los estridentes neones que anuncian casi cualquier cosa.

Los jardines mimados presentan una perfecta armonía con el entorno. Los pinos son bonsáis centenarios que se retuercen en un césped impoluto. El agua bendice la tierra en una humedad constante que suda calor y moja el cabello. Las estatuas de buda emergen revestidas de inocentes adornos por los favores pedidos de los devotos junto a los santuarios, serenando el ambiente con sus ojos eternos. También hay demonios y dragones en los templos y en los miedos de la gente. Son las seis y media y la noche ha venido a recogernos sin tregua.

Con el corazón emocionado volvemos para descansar. Mañana recorreremos espacios intangibles, llenos de historia y feroces guerreros, tan hermosos como puedas dibujarlos en tus sueños.

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Muchas gracias por compartir D3MIO, aquí tienes un espectador !!!! (y)(y)(y). Hay algunas fotos preciosas!!!!
 
Buen arranque para ir entrando en materia. Seguiremos muy atentos...

.
 
Muchas gracias por la crónica y me encanta la riqueza de tu vocabulario, a la espera de la siguiente crónica.
 
TOKIO

Ponemos el despertador a las 5:30 h de la mañana, no estamos locos, amanece bien tempranico y oscurece bien pronto… no hay tiempo que perder. Bajamos a desayunar con el deseo de tomarnos un cafelico caliente con tostadas pero no… el buffet está repleto de platos japoneses, sopas variadas, ensaladilla rusa que estaba buenísima, algunos pescados a la plancha, zumo y café de pucherete. No pasa nada, nos adaptamos de inmediato al menú y empezamos a echar pequeñas porciones para degustar los platos y no desperdiciar comida. Me relleno un panecillo dulce con ensaladila rusa, un café bien grande y unos trocicos de pollo al curry y nos vamos de ruta al barrio de Asakusa, uno de los más antiguos de Tokio para visitar su principal talismán, el templo Senso-Ji, uno de los más antiguos de la ciudad que data del año 645 al que accedemos por la puerta de Kaminarimon flanqueada por el dios del viento y el dios del rayo y las tormentas que custodian la curiosa lámpara gigante de papel con estructura de bambú y entramos de lleno en la calle comercial de Nakamise cuyas persianas se decoran según las estaciones del año. El color rojo predomina en todo el templo dándole un toque especialmente oriental que a mi me encanta.
Cuenta la leyenda que un día mientras pescaban en el río Sumida los hermanos Hinokuma y Takenari, capturaron en sus redes la estatua de Kannon, diosa de la misericordia. Y aunque devolvieron la estatua al río, siempre regresaba a ellos, así que decidieron llevársela a su aldea donde construyeron un humilde templo para albergar a la diosa que fue creciendo con los donativos de la gente.
En la puerta de entrada Hazaman cuelgan dos inmensas alpargatas de paja de más de cuatro metros y a la izquierde se eleva una maravillosa pagoda de cinco plantas que no está abierta al público que alberga las en su interior las tablillas mortuorias de miles de familias. Subimos las escaleras hasta el salón principal Hondo donde se supone está enterrada la estatua de la diosa pescada en el río. Sus techos se recubren con delicadas pinturas en tonos pasteles. El olor a incienso y el respeto de los peregrinos que se inclinan dos veces ante el santuario cargado de objetos simbólicos y emotivos te lleva al recogimiento y a la observación interior… la gente se acerca con un respeto místico tras ejercitar algunos rituales con agua en un fuente cercana.
El complejo espiritual se completa con decenas de estatuas de piedra y bronce, pequeños templos que recogen distintas versiones de Buda y unos jardines cuidados por los que transcurre un río habitado por enormes peces de colores.
Con la mirada aún emocionada nos dirigimos en metro al parque Yoyogi donde se encuentra uno de los santuarios más bellos de Tokio, el santuario sintoísta dedicado al emperador Mei-Ji rodeado de 120.000 árboles en el barrio de Sarajuko. Entramos atravesando un tori de madera gigantesco que nos da la bienvenida a un bosque frondoso y apretado de verdes intensos que juegan con la luz. No apetece hablar, solo escuchar los pájaros que auguran el otoño mientras se acerca un aguacero breve pero intenso. Salvamos la imponente puerta de Minami Shinomon para toparnos de bruces con el santuario. Dos enormes árboles de los deseos cobijan las tablillas “ema” donde la gente escribe sus peticiones que los sacerdotes del santuario ofrecen a las deidades en un ritual llamado Mikesai, al finalizar, las tablillas de madera se queman para que lleguen a las deidades y haya más espacio para otras nuevas. Al regresar por el camino nos topamos con decenas de preciosos barriles tradicionales de sake que cada año renuevan los productores como agradecimiento al impulso que el Emperador dio a este negocio.
El aguacero ha dejado una bruma que empaña los árboles como si estuvieran respirando… un vaho plomizo que atenúa los colores y trae la noche de camino… nos vamos al curioso barrio de Akihabara tomado por el manga, el anime y los videojuegos para sacar nuestro lado más friki. Las chicas visten de colegialas y los chicos de personajes de famosos dibujos animados japoneses… la curiosidad llega a su fin y nos vamos a unas calles más tranquilas para relajarnos con unos sabrosos platillos japoneses cuyas copias exhiben en los escaparates, modelados con silicona para que no puedas equivocarte al pedir.
Me queda la mohína sensación de que las nuevas generaciones van olvidando las tradiciones y el reconocido respeto del pueblo japonés que da sentido a sus vidas y a su país… cuando los mayores no estén, Japón no volverá a ser igual.
Buenas noches, toca descansar.

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Vaya contrastes, no creo que nadie supere a los japoneses combinando modernismo y tradición...

Gracias por acercarnos ese mundo :)

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NIKKO

Nos levantamos emocionados, por fin, vamos a recoger a “Fuji”, el amigo nipón de La Taca. Rehacemos las maletas tranquilamente y nos equipamos con las botas y el pantalón para dirigirnos a “Rental819”. La tienda abre a las 11h y eso trastocará bastante nuestros planes. Acarreamos el resto de bártulos hasta el local situado en una nueva extensión de Tokio, a 23 paradas de bus. No importa. La espera merece la pena. El cielo se cubre de acero y amenaza con llover. Aún no nos hemos acostumbrado ese calor húmedo que empapa las sienes y la camiseta.
En la entrada nos recibe una amable japonesa que nos atiende con una sonrisa radiante. Nos explica toda la documentación y el funcionamiento de la moto ante la perplejidad de Manolo que espera impaciente que termine con todo el protocolo de entrega. Llevamos la moto a la puerta, nos hacemos unas fotos y ya podemos motear cada una de las rutas preparadas con tanto esmero y paciencia.
Como dis personas no pueden circular en moto por el centro de la capital, tomamos la circunvalación para deshacernos del área metropolitana de una urbe que toma tierra del mar. Las carreteras se anudan formando lazos de asfalto. En Japón se conduce por la izquierda. Poco a poco los bosques de rascacielos se van quedando atrás y emergen los bosques de cedros gigantes que escoltan la carretera. Nos llama la atención que cualquier sitio es bueno para ser utilizado como cementerio, albergando muchas o pocas tumbas. Normalmente situados en unas suaves colinas verdes con unas vistas espectaculares.
En Japón cohabitan en perfecta armonía la religión sintoísta y budista. Ambas tienen en común muchos aspectos, como la importancia del alma de los seres vivos. Es por eso que, en Japón, al morir las personas siguen siendo igual de importantes. Se cree que los muertos nunca nos abandonan y nos cuidan o, por el contrario, nos perturban. A pesar de que los japoneses viven en un mundo rodeado de modernidades, sigue existiendo ese mundo espiritual de creencias arraigadas a la tradición que quizás pueda colisionar.
Nos dirigimos al santuario de Nikkō Futarasan, un santuario que rinde culto al monte Nantai, está consagrado a la deidad del amor y la suerte y es Patrimonio de la Humanidad con más de 1.200 años de antigüedad. Las montañas fueron convertidas en lugar de culto y de ascetismo. Sus bosques milenarios ocultan los rezos perdidos de los monjes que ya no están en este mundo y son la esencia arraigada de la naturaleza..
Antes de llegar al santuario, nos detenemos en el puente Shinkyo que significa, literalmente, “Sagrado”. Es la entrada al conjunto de templos y santuarios de Nikko. Un bellísimo puente de color bermellón que, según cuenta la leyenda, el monje Shōdō elevó sus oraciones cuando el camino quedó bloqueado por los rápidos del río Daiyagawa y en el lugar aparecieron dos enormes serpientes que se transformaron en ese puente. Si bello es de día, al anochecer es fascinante. Una espesa bruma se levanta sobre el torrente del escandaloso río provocando un efecto de luces y sombras sobrecogedor.
Llegamos al complejo de santuarios demasiado tarde, cuando la luz iba atenuando las siluetas de los árboles y el bosque reflectaba el atardecer. Los edificios exhibían una policromía inusual y detallada en perros y dragones que guardan los secretos confiados. Los cascabeles colgados de cientos de los enamorados tintineaban a solas empujados por un viento suave con sabor a madera mojada. Casi a solas, pude disfrutar del olor acuoso de los musgos frescos y descansar la mente del ritmo trepidante en el que vivimos. Cuanta paz, solo respirar, sentir el abrigo de la naturaleza apretar el alma, cerrar los ojos y dejarme llevar por los senderos cuajados de cedros seniles.
Volvemos hasta el puente para dirigirnos al Abismo Kanmangafuchi donde se funden tres ríos en una garganta. Recorro el camino a través del bosque en un largo paseo, mientras empieza a oscurecer, bajo la atenta mirada de las estatuas “Bake Jizo” (Jizos fantasmas) que lo custodian y que parecen sonreir a mi paso. Existe la creencia de que las estatuas juegan con los paseantes cambiando de sitio… no puedo evitar sentirme vigilada y acelero el paso… se me agita el corazón hasta que veo a Manolo esperándome sereno junto a la moto y pienso… lo que hace la sugestión. Todavía nos queda una hora y media de camino. La noche nos cubre de nubes y cansancio acumulado pero siempre con la mirada prendida en todo lo vivido… seguimos caminando.

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D3MIO, muchas gracias por llevarme de viaje a Japón. Gracias por compartir!!!!! Enhorabuena!!!!
 
Parece mentira toda esa espiritualidad y lo criminales que fueron en el pasado, sorprendente. Menos mal que las cosas ahora son muy diferentes...

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Espectacular!

Pregunta, ¿porqué no se puede circular en moto dos personas en la misma moto?
Lo desconozco, pero la chica que me informó sobre la moto, antes de entregármela me hizo firmar varios documentos sobre mi responsabilidad relacionada con la moto, entre ellos uno en el que me hacía conocedor de esta situación y me puso delante un pequeño mapa plastificado de Tokio, donde aparecía una de las circunvalaciones de la ciudad en rojo indicándome que de ahí hacia dentro no podía pasar una moto con 2 pasajeros.
 
Koriyama – Yamagata – Niigata

Después de un desayuno puramente japonés nos dirigimos al monte Limoriyama donde se sitúa el peculiar templo budista Sazaedo. Nos ha encantado encontrarnos con unas escaleras mecánicas que nos han subido a la cima del monte junto al templo. Todo un detalle dado el calor y la inclinación del terreno. El interior del templo se eleva con una rampa o escalera de caracol doble para que los visitantes que se acercan a rezar puedan recorrer las instalaciones sin cruzarse. Su forma recuerda a un caracol de mar típico en la cocina japonesa que dio nombre al templo aunque también se escucha que es por su forma de turbante. Lo que sí es cierto es que este diseño de tres pisos y doble hélice es único en el mundo. Junto al templo visitamos un curioso nacimiento de agua que manaba de una pequeña boca en la montaña y formaba un riachuelo alegre que refrescaba los 32 húmedos grados de calor a su paso.
Estamos en Aizu-wakamatsu, considerado como uno de los últimos bastiones de la cultura samurai, un lugar mítico para quienes gustan conocer los entresijos de este pueblo de guerreros. Queremos disfrutar de los espectaculares jardines de Oyakuen. Los samurais de Aizu empezaron a cultivar hierbas medicinales en estos jardines para ayudar a la población local a combatir las enfermedades. En esa época se empezó a cultivar el ginseng, que comenzó a exportarse como una especialidad de esta región. Son el ejemplo perfecto de los jardines japoneses con zonas específicas para el cultivo de plantas medicinales y zonas específicas para la contemplación y el recreo. Sentarse en un banco bajo esos árboles centenarios que besan el lago central es un refugio para el corazón.
Seguimos nuestra hoja de ruta hasta el castillo de Wakamatsu, una de las joyas de Aizu. Es el único castillo de Japón que conserva sus tejas de color granate. Antiguamente el castillo era negro y dorado, pero a principios de la era Edo hubo un terremoto que derrumbó el castillo y hubo que reconstruirlo. Entonces el dorado y negro no se consideraba colores adecuado y se optó por pintarlo de blanco. Me genera una enorme paz el enorme foso inundado de aguas verdes que rodea el perímetro del castillo trasladándote a otra época, más dura quizás, pero en la que el honor y el respeto suponían valores de vida.
Cogemos la moto para acercarnos a la Escuela de samuráis Nisshinkan que fue la institución formativa de mayor nivel construida para formar a la siguiente generación de samuráis de Aizu.
Los hijos de los samuráis ingresaban en la escuela Nisshinkan a los diez años de edad y se formaban tanto académica como físicamente dividiéndose en distintos grupos para que los estudiantes más jóvenes pudieran aprender a respetar a sus mayores y los modales adecuados, así como instruirse en artes marciales, astronomía, lectura, arquería, instrucción militar o caligrafía, .
Una de las curiosidades de la escuela es que albergó la primera piscina de Japón para entrenar a los samurais, que tenían que meterse con la armadura y el casco en el agua caminando lentamente, sin hacer ruido ni salpicar.
El complejo de edificios que se conservan intactos son de una belleza serena, aún se pueden escuchar las voces de los maestros en las aulas de aprendizaje mientras los alumnos se afanaban en tener una perfecta caligrafía. Emociona recorrer esas estancias que hace algún siglo fueron frecuentadas por estos guerreros.
Continuamos nuestra ruta hasta al templo Toriori Kanon que atesora unos maravillosos dragones tallados en la madera carcomida por el tiempo y seguimos camino atravesando campos de arroces y desviándonos por una carreterilla de tercera, estrecha y mohosa por la que hace tiempo no ha transitado nadie… pero de una belleza sobrecogedora…
Cruzamos bosques inquietos y olvidados que susurran con el viento hasta fluir a otra carretera de segunda que nos llevó a mojar los pies al mar de Japón… una mar de aguas cálidas que contrasta con el cielo plomizo que lo empaña.
La carretera se espesa con decenas de semáforos que ralentizan la marcha y nos vemos obligados a tomar una autovía porque la noche nos embauca y se traga la luz a bocanadas… llegamos a Niigata excesivamente tarde. Ya toca descansar.


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Precioso y fantásticamente bien cuidado todo. Japón es el mejor de los países orientales, gracias por contarlo...

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KANAZAWA

Nos despertamos en Kanazawa, recorrer esta ciudad es retroceder al Japón feudal, habitado por las poderosas familias de samuráis y geishas. Kanazawa está bordeada por los Alpes Japoneses y el Mar de Japón. Un rincón del país que ansiábamos visitar para conocer su historia y adentrarnos en su mundo interior. Iniciamos nuestro recorrido por el mercado Omicho, conocido como la despensa de Kanazawa desde el periodo Edo donde acuden los vecinos para abastecerse de producto fresco y de calidad. Hemos estado curioseando numerosos puestos que ofrecen productos autóctonos que nos han resultado absolutamente desconocidos. El marisco está a muy buen precio, lástima que eran las 8 de la mañana y no teníamos donde cocinarlo… Me sigue llamando la atención la variedad de pescado y carne seca: calamares, ternera, boquerones, pescaillas, gambas, almejas… todo envasado al vacío. Nos ha encantado que algunos japoneses acuden a comprar vestidos con su ropa nacional, el kimono e incluso, saboreando bien temprano las brochetas de anguila a la parrilla, unas frescas ostras o erizos de mar. Para nosotros no era la hora adecuada.

Seguimos nuestro plan hasta el Castillo de Kanazawa, la sede del poderoso Clan Maeda. El calor aprieta y Manolo se queda cobijado bajo un inmenso árbol que ofrece su sombra fresca. La cuesta lo ha disuadido de la visita así que tomo la alternativa y me voy de tournée para no perderme esta maravilla. Hay muy poca gente en el entorno. Me sorprende la extensión inabarcable de los jardines primorosamente cuidados donde los enamorados se hacen arrumacos a solas. La intensa luz de la mañana potencia los colores, casi los quema al igual que mi piel. Voy buscando las sombras hasta llegar al castillo cruzando la imponente puerta de defensa. Las tejas blanquecinas están hechas de plomo. La principal razón es que son ignífugos, este castillo ha sufrido numerosos incendios pero también dice una leyenda que, en tiempos de asedio, las tejas podían fundirse y convertirse en balas… a saber. Le hago mil fotos desde todos los ángulos posibles, me tumbo en el césped para escuchar el eco de los caballos samuráis entrar por el patio de armas… una locura más, total allí nadie me conoce… el castillo me atrapa y decido visitar su interior que me deja un poco fría, está totalmente reconstruido y vacío de enseres de la época, eso sí, ese calor húmedo y asfixiante se ha quedado a vivir allí, así que doy por casi perdidos los 700 yenes de la entrada y me vuelvo a los jardines para respirar como los pececillos.

Desando el camino hasta alcanzar a Manolo y nos vamos de visita al barrio de Nagamachi, el antiguo hogar de los samuráis conocido por sus calles estrechas y casas tradicionales que se conservan la atmósfera del antiguo Japón. Entramos en la casa samurai de Nomura. Es una casa tradicional de samuráis construida hace más de 200 años en la que vivieron hasta 12 generaciones de la familia Nomura. La casa cuenta con varios salones, un jardín interior considerado uno de los mejores de Japón que acoge un precioso estanque con carpas koi. En la entrada se expone distintas pertenencias de la familia como una armadura samurái o hermosos ejemplos de caligrafía japonesa. Caminar descalza por los suelos de tatami, entre las delicadas pinturas escuchando el leve murmullo del agua y los fūrin, que son las tradicionales campanas de viento japonesas. ha sido un auténtico placer.

Seguimos buscando remansos de paz que encontramos en los jardines Kenrokuen, un ejemplo perfecto del jardín paisajístico del periodo Edo imaginado para la contemplación y alimento del alma. Sentarse en un banco bajo la atenta mirada de cualquier árbol centenario que se doblega para darte sombra mientras nuestros ojos se abren como un sol espacioso para contemplar tanta belleza es… indescriptible. Las parejas jóvenes pasean, sin apenas rozarse, ataviadas con sus kimonos de fiesta, las jóvenes japonesas coquetean sonrientes con sus paraguas floreados para evitar que el sol oscurezca su piel de nieve… es todo tan delicado, tan estudiado cada uno de sus gestos… todo está organizado en una armonía perfecta que moldea el agua con la flora y la fauna humana.

Emprendemos la ruta por los brutales bosques de los Alpes japoneses, la luz se apaga en la maraña de árboles gigantes y las curvas zigzaguean el camino y la memoria. Es una pasada.

Recorreremos mil mundos y nada será igual, nos esperaremos en cada uno de ellos.

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Adjuntos

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Última edición:
Me resulta curiosa la forma de sujetar las ramas del árbol, eso si pedazo ramas que tiene el arbolito menudo grosor.

Muchas gracias el relato como las fotografías son fascinantes.
 
Sí, es todo muy interesante.

(Empujoncito para cambio de página)

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