Algunos variados

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Por que se pueden hacer las cosas a prueba de tontos, pero no a prueba de ese tonto.

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Cristóbal Colón desembarcando por primera vez en América, se dirige a los extrañados indígenas que le esperaban en la playa:

- Hola, me llamo Colón y he venido a colonizaros...

- Pues menos mal que no te llamas Sodom !!!
 
Pon un plato más grande y un piñon mas pequeño
(Miguel Indurain -1992)
(Ferran Adrià -2005)

Enviado desde mi zapatofono por Rantamplan
 
Si piensas que puede salirte así, no es complicado pensar en usarlos caducados, en pellejos de morcilla o en films transparente. Lo malo es que hay muchos que no piensan en las consecuencias de sus actos... -literalmente :D- y sólo piensan en el final feliz... pero en el final inmediato, no en el qué vendrá.
 
Oído en el autobús:

- Cariño, vengo del ginecólogo y... ¡estoy embarazada! ¿Qué te gustaría que fuera?

- Broma.
 
Oído en la ITV:

Marinero: ¡Capitán, capitán, el navío se hunde!

Capitán: Si.

Marinero: ¿No va a hacer algo al respecto?

Capitán: No.

Marinero: ¡Dios mío, pero vamos a morir todos!

Capitán: A ver, que alguien saque a este inútil del submarino...
 
Oído en la cola del bus:

Una joven acude al ginecólogo.

- Doctor, examíneme, tengo picores "ahí abajo", creo que son ladillas.

- Posiblemente se las habrá contagiado alguna pareja con la que haya mantenido relaciones...

- Imposible, yo nunca he estado con un hombre.

- Veamos...

- ¿Me ve los bichos, doctor?

- Sí, pero no son ladillas, es pulgón del pepino.
 
Oído de casualidad.

Conversación entre dos amigos:

- Oye Paco... ¿a tí te gustaría hacer un trío?

- Hombre, claro.

- Anda, pues vete corriendo a tu casa que van a empezar sin tí...
 
Oído en la ortopedia.

Un hombre entra en una zapatería:

- Quiero un par de zapatos.
- Muy bien, caballero. Ustéd calzará un 44... ¿verdad?
- Sí, pero déme un 42.

El dependiente se lo da.

- Mmmmmm... sí, me aprietan un poco. Déme un 40.

El dependiente, extrañado, le alcanza un 40.

- ¡Uf! Estos sí que me aprietan de lo lindo... déme un 38.

Con una cara de no entender nada, el dependiente le da un 38. El cliente consigue ponérselos con ayuda de dos calzadores y da cuatro pasos por la tienda, las lágrimas asoman en sus ojos.

- ¡Ay! Estos, éstos. Me los llevos puestos.
- Pero, caballero, ¿cómo se lleva usted tres tallas menos?
- Mire, mi mujer me ha dejado, me han despedido del trabajo, ayer me robaron el coche, mi hijo se ha hecho gay y mi hija lesbiana. El único alivio que tengo es cuando llego a casa y me quito los zapatos...

 
En la consulta del otorrino, llega el último y pregunta:

- Tengo cita pero, ¿hay que pedir la vez o algo así?

- Van nombrando.

- Excelente actor, pero no me cambie de tema.
 
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