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Sigo, hacia las Termas de Saturnia esta vez. La carretera es pura magia, ambiente totalmente toscano de colinas bajas y praderas verdes. Según me acerco a las Termas el tráfico aumenta y, ya desde lejos, veo que hay muchísima gente… pero bueno, ya que estoy, habrá que echar un vistazo.
El acceso es gratuito, el aparcamiento es gratuito… ¿seguro que esto es Italia?
Hace bastante calor y el aparcamiento está a 400 metros lo que unido al ambiente tan turístico me hacen desistir de la visita, pero según me estoy yendo pienso que tampoco paso todos los días por Saturnia, así que aparco la moto y me acerco, sin toalla ni nada, solamente a curiosear y hacer unas fotos.
El lugar desde luego curioso, sí es. Se trata de un montón de piscinas naturales, escalonadas de color blanco y con la el agua a 35º. Lo de los instagramers posando es tan divertido que casi se olvida uno de la belleza del lugar.
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La cosa es que se me ocurrió subir por la cascada del Molino, la mayor de todas, para echar un vistazo desde arriba. Y descubrí que por allí venía el pequeño caudal de agua caliente que alimenta las termas y que cuanto más avanzaba menos gente había, así que anduve un rato y en un rincón en el que no había nadie, me animé, me quité la ropa de romano y al agua en gayumbos.
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El caudal baja con fuerza pero hay pozas muy tranquilitas. Estaba tan a gusto que me pareció buena idea quitarme los gayumos y dejarlos medio secar en unas rocas a la orilla.
Aparecen unos niños corriendo para tirarse desde la parte más alta y dejar que la corriente les arrastre hasta que los pierdo de vista. Una y otra vez. No asustarse, que mantenía la dignidad con mucha discreción.
Aparecen dos señoras y se bañan en la poza que tengo a tres metros. ¿De verdad?
Mantengo la compostura un rato y cuando veo que es el momento de ponerme la ropa interior con disimulo, oh, cielos, ésta se me va de las manos y se escapa a toda velocidad corriente abajo sin que pudiera hacer nada por recuperarla… ¡qué oprobio!
Estudio bien cuál es la manera más rápida de ponerse un pantalón de moto, mojado y sin ropa interior. Doy fe de que se puede hacer rápido, pero se tarda, se tarda.
Y seguí río arriba hasta volver a llegar a la carretera pensando en la cara que pondría alguna instagramer si en medio de su posado llegaban hasta sus manos unos gayumbos navegando por las termas. BMW, eso sí.