Oído en un confesionario:
Un tipo va por el desierto, tropieza con una lámpara, la frota y aparece un genio:
- Hola, mi amo, te quedan dos deseos...
- ¿Pero no eran tres?
- Sí mi amo, pero mírate la entrepierna...
- ¡Hala, qué pollón! ¿Cómo sabías lo que te iba a pedir?
- Son muchos años ya...