Los dos principales problemas de las autopistas de peaje, al menos de algunas radiales contruidoas en estos últimos años, han sido:
1.- Un error brutal en la valoración de las expropiaciones de los terrenos, que han resultado ser muchíííímo más caras de lo que se preveía. Y ahí tienen culpa todos: las Administración, promotora de la obra, por haber licitado la concesión en base a unos datos erróneos de dichos costes de expropiación, y de las concesionarias por haberse creido esos datos. Y del mismo modo que si les dicen que el hormigón cuesta a 3 €/m3, cuando realmente puede costar de media a 55 €/m3, pues ahora habría que decirles que lo sentimos, señores, que como dice la DGT: "Las imprudencias se pagan". Otro tema será lo que hay en la trastienda: que si compromisos no escritos (a muy altos niveles) del tipo "tú hazme la obra que ya veremos como lo arreglamos después" (mucho más frecuente de lo que se piensa)... lo que enlaza con el siguiente punto.
2.- Y llegamos a que con la crisis, cunado llega aquel "después", es decir, hoy, no hay un saco de billetes (o de deuda, que es peor) de donde "tirar" para que el político de turno "le arregle" la obra a la empresa de turno, pese a que se lo había prometido. Y lo que es peor: como la crisis no afecta sólo a la Administración sino a todos nosotros, hasta el nivel más bajo del último ciudadano, pues resulta que la gente prefiere (no por gusto, sino porque prefiere usar el dinero para comer) ir por un recorrido algo más lento e incómodo, que pagar un peaje (porque simplemente es un lujo que puede pagarse muy de vez en cuendo, pero no cada día, para ir y volver del trabajo). Pero es más: la crisis ha echado por tierra muchas previsiones de crecimiento e inversiones (industriales, turísticas, residenciales... aueropuertos que iban a tener miles de aviones) con lo que los tráficos (demendantes de esas autopistas) se han estancado, cuando en los estudios de viabilidad se preveían grandes aumentos de dichos tráficos. Pero esos "futuribles" con que se contaba hace unos años (tampoco hace tanto) hoy son papel mojado, y lo seguirán siendo, por desgracia, durante otro buen puñado de años más. Eso complica aún más el tema, ya que otra de las vías por las que el político de turno contaba con compensar a la empresa de turno era el aumento del periodo de concesión. Solución chachi, si no fuese porque como decimos, resulta que donde se esperaban IMD's (intensidades medias diarias) de por decir algo, 30.000 vehículos/día, la realidad actual y la previsión futura es que se queden en la décima parte.
Eso sí: el que tiene la suerte de poder pagarse el peaje (cada día menos gente, desgraciadamente) va a ir como Dios: una autopista para él solito...
-----
Conclusiones, corolario, resumen...:
a.- Se acometieron inversiones con los costes muy infravalorados (error gordo, pero que muy gordo), pero pese a ello se decidió (desión política en el 99% de las veces) "tirar p'alante, que ya lo arreglaremos... como hemos venido haciendo desde décadas". Había que ponerse la medalla de que "yo os doy, pequeños mortales, esta autovía". Como si el politicucho caza-medallas la pagase de su bolsillo.
b.- Además de que los errores de valoración no es que fuesen grandes, sino enormes, resulta que con la macro-crisis la demanda de los usuarios, tanto actual como la potencial (a futuro) de desploma. Tampoco hay dinero ahorrado de la época de vacas gordas ("¿Ahorrar?. ¿Eso qué e lo que é?". Lo que entonces importaba eran las medallas, es decir: hacer AVE's -con utilizaciones medias diarias de 17 usuarios-, cúpulas de salas de la ONU que han costado millones de euros -pero que se caen a trozos - , la devolución de 400 € si me votas, y tantas otras cosas). Ojo: hablo de los unos y de los otros, de los de rojo y de los de azul.... . Colores de uniformes aparte, el caso es que se ve que es imposible "levantar" el problemón de estas inversiones. Ni a corto ni a medio plazo. Y a largo (muy largo plazo, es decir, a muchos años vista) las concesionarias dicen que en estas condiciones no llegarán vivas.
c.- Y claro, cuando las cosas se ponen realmente chungas, los que antes eran super-amigos (léase el político de turno y el empresario de turno (*; ver nota al pie) ) ya empiezan a tener roces. Y visto el resultado (dinero público para sanear la catástrofe) lo que está claro es que el que tienen pillado por los huev*s al otro es el empresario al político. Y tiene dos armas: la primera es que "o me arreglas el marrón o el mes que viene pongo a chorrocientos tíos en las colas del paro, y al siguiente otrso tantos"... Y la segunda es que "todo lo anterior, lo hago público". Al político le da el canguele... y tira de donde siempre: del bolsillo de todos. Total: lo han hecho montones de veces, con importes de miles de millones de euros, y aquí no pasa ná, con lo que, ¿por qué cambiar?. Y menos ahora, que estamos muy pero que muy preocupados con lo que de verdad es importante: cómo anular a Cristiano Ronaldo, y pasar a la final de "la Euro". Y donde esté lo importante (el júrgol), lo demás no importa.
d.- Con toda la lista de los ingredientes anteriores, ya tenemos el pastel montado. El problema es que la compra la pagaremos, como siempre, los mismos.
Vsss
(*) : no se me interprete que esto es una generalización contra todos los empresarios ni los políticos. Me refiero a los que indudablemente entraron a estos "jueguecitos" que nos han traido a donde estamos. Y en mi opinión, han sido no muchos empresarios pero sí en muchos casos los que gestionan empresas muy grandes, y en el caso de los políticos, ahí si creo que un gran porcentaje, ya sea como implicados directos, ya sea como "palmeros" de los anteriores, tienen su buena dosis de responsabilidad.