Se levanta un tío a las 12:30 de la mañana de un domingo, en una casa desconocida, después de una borrachera terrible. Apoyandose en las paredes y tambaleándose llega hasta un cuarto de baño y cuando se mira en el espejo para ver su rostro demacrado por los efectos del exceso de alcohol, se da cuenta de que por la comisura de los labios le asoma un hilo blanco de de unos 5 centímetros de largo y entoces lo coje y mientras estira de él suavemente, exclama tembloroso:
¡¡¡Que sea una infusión, que sea una infusión....!!!
¡¡¡Que sea una infusión, que sea una infusión....!!!