Pues yo estoy con los que siempre hay algún resentido. Rara es la vez en la que alguien no te cierra y más veces que pocas, alguno lo hace mirándote y asegurándose de que te cierra. Los he visto hasta girar las ruedas en parado y adelantar un poco para arrimarse al de delante para cerrarte el pasillo. Cuando se ponen así de tontorrones, les pliego el retrovisor con la mano cuando llego...y paso

. El lunes en atasco completo, tráfico parado y en bici, iba adelantando como podía y cuando llegué al primer coche, la señora, que no cabía ni loca, viendo que yo maniobraba para pasar por el hueco, lo cerró completamente. Anda y que te den. Aún le recriminas y te miran con cara de loca como diciendo que si no veo que no quepo, cuando han cerrado a propósito viéndome.
La más gorda que he tenido, fue en la Gran Vía Fernando el Católico de Valencia. Aparece grúa por el carril bus y mirándome a la cara, se me tira encima. Ventanilla bajada y mirándome fijamente. Quedan 2 carriles, así que me cambio al de la izquierda. Total, había un coche delante, así que me daba un poco igual que lo hubiera hecho mirándome, porque me iba a cambiar, pero no pensaba hacerlo huyendo. Adelanto al coche de delante y vuelvo a mi carril, pensando que la grúa se había quedado detrás del coche, pero no, había decidido picarse conmigo y le adelanta por el carril bus y me lo encuentro otra vez mirándome directamente a la cara, girando completamente como queriendo embestirme y me vuelvo a apartar, pero esta vez sigue y sigue y, o freno, o me sube al jardín para ponerse él en el carril izquierdo. Ok, ¿quieres guerra? me vuelvo al carril derecho y le sigo hasta que llega al semáforo en rojo, con coches. El carril izquierdo tenía más hueco que el mío, pero pienso que llego hasta él cuando pare. Me cierra para que no llegue. Ok, Tus cojones o los míos. Me meto casi rozando a los coches hasta llegar a su puerta derecha, me apoyo en la grúa (el semáforo sigue rojo) y me pongo de pie en los estribos para decirle algo. Cerró rápidamente los seguros, porque yo iba a abrir la puerta. Al final le arreé un puñetazo en el cristal con toda la mala leche que da que jueguen con tu vida. Vivan los cascos con protecciones duras, que no duele nada la mano cuando das un puñetazo fuerte a un cristal. Había dos deditos abiertos. Le dije lo guapo que era y cuando se puso verde, el coche de mi derecha se apartó lo suficiente para que yo saliera antes que la grúa, porque ya me imaginaba que el gruísta me pensaría hacer una tercera pirula, pero no le dejé oportunidad. Salí zumbando y desaparecí por la jungla, dejándole atrás mientras con mi dedo corazón le señalaba al cielo.
Esa ha sido la más clara hasta hoy, pero hay muchos a los que les molesta mucho que no nos comamos el atasco religiosamente.