Juan Xixon
Arrancando
Copiado de La Nueva España
www.lne.es
Por RICARDO V. MONTOTO
Cuentan que acaba de despertar un paisano que llevaba veinte años en coma profundo. Al parecer, cuando se produjo el sobresaliente momento, el sujeto en cuestión estaba solo en la habitación, y como es de natural tímido y retraído, no avisó a nadie de que estaba allí y de que tenía hambre atrasada. El caso es que lo primero que hizo fue tomar el mando a distancia y poner la televisión. En la Primera, se seguía debatiendo sobre la represión franquista; en la Dos, el mismo concurso de conocimientos de siempre con el presentador de toda la vida; en Tele 5, unos tertulianos enfurecidos echaban sapos por la boca en contra de Encarna Sánchez; en Antena 3 se sucedían las imágenes de la Pantoja, Pajares, la duquesa de Alba y Ana Obregón; durante los anuncios, triunfaba la música de Paquito el Chocolatero. Apagó y puso la radio. En una emisora, un locutor gritón vaticinaba que la selección española iba a ganar el Mundial de Fútbol -se oían carcajadas de fondo-; en otra se lamentaban de que hubiéramos vuelto a hacer el ridículo en el festival de Eurovisión.
Lentamente, se incorporó para intentar ver gente. Los que pasaban junto a su habitación vestían con pantalones de «pata pitillo» y ellas lucían unos gigantescos gafones de sol y peinado estilo «Ángeles de Charlie». Se dejó caer de nuevo sobre la cama. Volvió a encender la televisión. Vio vascos y catalanes, catalanes y vascos, pidiendo más y más, como siempre.
Cuando finalmente una enfermera se percató de la circunstancia y fue a atenderle, el resucitado preguntó: «¿Cuántos días llevo aquí?». «Veinte años», contestó la enfermera. «Menos coñas», dijo el primero. «Habrá querido decir, veinte días».
En ese instante llegó su esposa. Lo último que recordaba de ella fue aquel «cariño, mañana me pongo a dieta». Pues estaba exactamente igual. Y los nenes seguían sin trabajo y viviendo en casa. Se sintió desconcertado. Según le contaban, había dormido durante dos décadas y, sin embargo, casi todo estaba como lo había dejado. Y fue entonces cuanto, tras echar una ojeada a su alrededor, le preguntó a uno de los médicos: «Doctor, ¿me podrían volver a dormir? Es que esta película ya la he visto y no me gusta».
www.lne.es
Por RICARDO V. MONTOTO
Cuentan que acaba de despertar un paisano que llevaba veinte años en coma profundo. Al parecer, cuando se produjo el sobresaliente momento, el sujeto en cuestión estaba solo en la habitación, y como es de natural tímido y retraído, no avisó a nadie de que estaba allí y de que tenía hambre atrasada. El caso es que lo primero que hizo fue tomar el mando a distancia y poner la televisión. En la Primera, se seguía debatiendo sobre la represión franquista; en la Dos, el mismo concurso de conocimientos de siempre con el presentador de toda la vida; en Tele 5, unos tertulianos enfurecidos echaban sapos por la boca en contra de Encarna Sánchez; en Antena 3 se sucedían las imágenes de la Pantoja, Pajares, la duquesa de Alba y Ana Obregón; durante los anuncios, triunfaba la música de Paquito el Chocolatero. Apagó y puso la radio. En una emisora, un locutor gritón vaticinaba que la selección española iba a ganar el Mundial de Fútbol -se oían carcajadas de fondo-; en otra se lamentaban de que hubiéramos vuelto a hacer el ridículo en el festival de Eurovisión.
Lentamente, se incorporó para intentar ver gente. Los que pasaban junto a su habitación vestían con pantalones de «pata pitillo» y ellas lucían unos gigantescos gafones de sol y peinado estilo «Ángeles de Charlie». Se dejó caer de nuevo sobre la cama. Volvió a encender la televisión. Vio vascos y catalanes, catalanes y vascos, pidiendo más y más, como siempre.
Cuando finalmente una enfermera se percató de la circunstancia y fue a atenderle, el resucitado preguntó: «¿Cuántos días llevo aquí?». «Veinte años», contestó la enfermera. «Menos coñas», dijo el primero. «Habrá querido decir, veinte días».
En ese instante llegó su esposa. Lo último que recordaba de ella fue aquel «cariño, mañana me pongo a dieta». Pues estaba exactamente igual. Y los nenes seguían sin trabajo y viviendo en casa. Se sintió desconcertado. Según le contaban, había dormido durante dos décadas y, sin embargo, casi todo estaba como lo había dejado. Y fue entonces cuanto, tras echar una ojeada a su alrededor, le preguntó a uno de los médicos: «Doctor, ¿me podrían volver a dormir? Es que esta película ya la he visto y no me gusta».