D
Dr._Infierno
Invitado
Tengo un amigo de la infancia. Era como mi hermano. Todos los de la panda, le envidiábamos y le admirábamos. Era el más fuerte. En los deportes siempre era el mejor. En lo que competía, ganaba. Fue campeón de tenis; de natación y de no se cuantas cosas más. El fue el que me enseñó los primeros pasos, en el Trial. Físicamente, se desarrolló antes que los demás, y cuando a todos nos daba vergüenza hablar con una chica, él se las llevaba de calle.
De mayores, por circunstancias laborales, nuestras vidas se separaron. Después de muchos años, lo volví a encontrar... Era una persona completamente diferente. Había abandonado el trabajo para el que estudió y su alto nivel de vida. Se dedicaba a organizar pequeñas unidades de asistencia sanitaria, en países del tercer mundo, y vivía de un miserable sueldo.
Para mí, aquello fue como un mazazo, que zarandeó mis esquemas.
-Pero... ¿Porqué? -le pregunté boquiabierto-
-No soportaba lo que tenía que tragar, para poder ganar el sueldo. La falta de ética de mi jefe, sus decisiones irracionales y egoístas. Sus caprichos. La competitivad despiadada con mis compañeros... En fin, no fui capaz de sacrificar muchas cosas de mí, solo a cambio de dinero. No era feliz. Tuve una crisis existencial, y decidí abandonarlo todo, para recuperar mi esencia.
Pero lo que más me sorprendió, fue que ya no competía en ningún deporte. Solo hacía una hora de footing todas las mañanas, en solitario.
-Pero si el deporte era tu vida... ¿Como has podido desprenderte de él?
-Bueno... Un día descubrí que, te esfuerces lo que te esfuerces, antes o después, siempre hay alguien que te gana... Entonces me di cuenta de lo absurdo que es intentar ser mejor que los demás.
No os voy a negar que, aquello me hizo meditar mucho... Y algo cambió también en mi vida: Dejé de competir con los demás y empecé a competir conmigo mismo. A este, pensé, si que le puedo ganar siempre, si me lo propongo: Dejé de picarme con el que me enseñaba la rueda, o con el que se me iba en los giros. Mi gran reto, desde entonces, es conseguir trazar la curva, con una armonía y coordinación tal, que me sienta el campeón del mundo.

De mayores, por circunstancias laborales, nuestras vidas se separaron. Después de muchos años, lo volví a encontrar... Era una persona completamente diferente. Había abandonado el trabajo para el que estudió y su alto nivel de vida. Se dedicaba a organizar pequeñas unidades de asistencia sanitaria, en países del tercer mundo, y vivía de un miserable sueldo.
Para mí, aquello fue como un mazazo, que zarandeó mis esquemas.
-Pero... ¿Porqué? -le pregunté boquiabierto-
-No soportaba lo que tenía que tragar, para poder ganar el sueldo. La falta de ética de mi jefe, sus decisiones irracionales y egoístas. Sus caprichos. La competitivad despiadada con mis compañeros... En fin, no fui capaz de sacrificar muchas cosas de mí, solo a cambio de dinero. No era feliz. Tuve una crisis existencial, y decidí abandonarlo todo, para recuperar mi esencia.
Pero lo que más me sorprendió, fue que ya no competía en ningún deporte. Solo hacía una hora de footing todas las mañanas, en solitario.
-Pero si el deporte era tu vida... ¿Como has podido desprenderte de él?
-Bueno... Un día descubrí que, te esfuerces lo que te esfuerces, antes o después, siempre hay alguien que te gana... Entonces me di cuenta de lo absurdo que es intentar ser mejor que los demás.
No os voy a negar que, aquello me hizo meditar mucho... Y algo cambió también en mi vida: Dejé de competir con los demás y empecé a competir conmigo mismo. A este, pensé, si que le puedo ganar siempre, si me lo propongo: Dejé de picarme con el que me enseñaba la rueda, o con el que se me iba en los giros. Mi gran reto, desde entonces, es conseguir trazar la curva, con una armonía y coordinación tal, que me sienta el campeón del mundo.
