Jorgetac
Curveando
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¡Alguno habrá que no lo sepa!........
Sacerdotes de vacaciones
Dos sacerdotes se habían ido de vacaciones a Cancún.
Para tener más posibilidades de tener unas verdaderas vacaciones, ambos decidieron no usar nada que los identificara como sacerdotes.
Apenas aterrizó el avión, se fueron a una tienda y se compraron shorts, camisas, sandalias, anteojos de sol, etc., realmente estrafalarios.
A la mañana siguiente, se fueron a la playa, vestidos con su estilo "turista gringo". Estaban sentados en sus sillas playeras, disfrutando sus tragos, el sol y el paisaje, cuando vieron venir hacia ellos a una
preciosa rubia, con un cuerpo impresionante y una diminuta tanga. No pudieron evitar quedarse mirándola.
Al acercarse, ella sonrió y dijo, "Buenos días, Padre", haciendo un movimiento de cabeza y
dirigiéndose a cada uno de ellos, y siguió de largo.
Los dos curas estaban asombrados. ¿Cómo ella los había reconocido como sacerdotes?
Al otro día, volvieron a ir a la tienda y compraron ropa todavía más estrafalaria.
Nuevamente, se acomodaron en la playa, para disfrutar del sol.
Pasó un rato, y volvieron a ver viniendo hacia ellos a la misma bellísima rubia. Nuevamente ella se acercó y los saludó a cada uno, diciendo "Buenos días Padre", y siguió su camino.
Uno de los sacerdotes no pudo resistir más. "Un momento, jovencita", dijo.
- "Sí, somos sacerdotes y muy orgullosos y felices de serlo, pero quiero saber, ¿cómo sabía usted que lo somos?".
- "Padre, es que soy yo: la Hermana Verónica."
Sacerdotes de vacaciones
Dos sacerdotes se habían ido de vacaciones a Cancún.
Para tener más posibilidades de tener unas verdaderas vacaciones, ambos decidieron no usar nada que los identificara como sacerdotes.
Apenas aterrizó el avión, se fueron a una tienda y se compraron shorts, camisas, sandalias, anteojos de sol, etc., realmente estrafalarios.
A la mañana siguiente, se fueron a la playa, vestidos con su estilo "turista gringo". Estaban sentados en sus sillas playeras, disfrutando sus tragos, el sol y el paisaje, cuando vieron venir hacia ellos a una
preciosa rubia, con un cuerpo impresionante y una diminuta tanga. No pudieron evitar quedarse mirándola.
Al acercarse, ella sonrió y dijo, "Buenos días, Padre", haciendo un movimiento de cabeza y
dirigiéndose a cada uno de ellos, y siguió de largo.
Los dos curas estaban asombrados. ¿Cómo ella los había reconocido como sacerdotes?
Al otro día, volvieron a ir a la tienda y compraron ropa todavía más estrafalaria.
Nuevamente, se acomodaron en la playa, para disfrutar del sol.
Pasó un rato, y volvieron a ver viniendo hacia ellos a la misma bellísima rubia. Nuevamente ella se acercó y los saludó a cada uno, diciendo "Buenos días Padre", y siguió su camino.
Uno de los sacerdotes no pudo resistir más. "Un momento, jovencita", dijo.
- "Sí, somos sacerdotes y muy orgullosos y felices de serlo, pero quiero saber, ¿cómo sabía usted que lo somos?".
- "Padre, es que soy yo: la Hermana Verónica."