Tarzán de los Monos
Curveando
Soy un sentimental, lo reconozco, del mismo modo que reconozco que he derramado alguna lágrima al verla partir...He vendido mi moto.
Supongo que a muchos nos pasará esto de tener cierta vinculación especial con tu moto, un sentimiento alejado de lo material y prioritario de la propiedad estando mas bien ligado a lo emotivo, a lo que te une a ella y a lo vivido con ella. No cabe duda que ha sido una gran moto, me ha acompañado durante muchos kilómetros, bajo todo tipo de condiciones y terrenos y, lo que es mejor, por muchos países y todo ello sin rechistar, siempre dispuesta a devorar kilómetros sin fatigarse lo más mínimo ni huir ante lo que venía por delante. Mi moto...
La noche anterior fue mala, no dormí, aún no la había entregado y ya la echaba de menos, y mucho; es como si perdieras algo de tí, algo profundo de lo que has sido despojado sin previo aviso. Pero quiero ser positivo, va a seguir rodando por suerte con un nuevo dueño que viaja y que tiene la intención de hacerlo a partir de ahora en moto, así que seguirá haciendo kilómetros como a ella le gusta.
La echaré de menos, pero en mi recuerdo siempre va a permanecer su estampa, su fuerza y voluntad ante los desafíos, su infatigable afán rutero, su aplomo, versatilidad y capacidad de carga.
Recuerdo por ejemplo el día que la recogí en el concesionario, a lo pocos minutos parecía que hubiese sido mi moto de toda la vida, tan fácil, tan dócil y sin embargo con un carácter intrínseco tan marcado que sacaba los dientes a poco que se lo pidieras. Mi moto...
La echaré de menos, no hay duda, pero también es hora de buscar otros retos, otros viajes y quizá, otros estilos, no sé.
Solo puedo reproducir con mucho orgullo, admiración y con toda mi gratitud hacía ella las palabras que dijimos a las puertas de la ciudad de Ulán-Bátor la misma noche en la que llegamos: Poco viaje para tanta moto.
Te echaré de menos, mi moto...

También quiero tener un recuerdo muy especial para quien me enseñó a llevarla, quien me marcó el camino a seguir en eso momentos difíciles, quien me alentó y quien compartió todo lo vivido con ella durante el tiempo que ha estado conmigo, gracias Rigodón por formar parte del maravilloso recuerdo que me deja mi moto.
Saludos cordiales.
Supongo que a muchos nos pasará esto de tener cierta vinculación especial con tu moto, un sentimiento alejado de lo material y prioritario de la propiedad estando mas bien ligado a lo emotivo, a lo que te une a ella y a lo vivido con ella. No cabe duda que ha sido una gran moto, me ha acompañado durante muchos kilómetros, bajo todo tipo de condiciones y terrenos y, lo que es mejor, por muchos países y todo ello sin rechistar, siempre dispuesta a devorar kilómetros sin fatigarse lo más mínimo ni huir ante lo que venía por delante. Mi moto...
La noche anterior fue mala, no dormí, aún no la había entregado y ya la echaba de menos, y mucho; es como si perdieras algo de tí, algo profundo de lo que has sido despojado sin previo aviso. Pero quiero ser positivo, va a seguir rodando por suerte con un nuevo dueño que viaja y que tiene la intención de hacerlo a partir de ahora en moto, así que seguirá haciendo kilómetros como a ella le gusta.
La echaré de menos, pero en mi recuerdo siempre va a permanecer su estampa, su fuerza y voluntad ante los desafíos, su infatigable afán rutero, su aplomo, versatilidad y capacidad de carga.
Recuerdo por ejemplo el día que la recogí en el concesionario, a lo pocos minutos parecía que hubiese sido mi moto de toda la vida, tan fácil, tan dócil y sin embargo con un carácter intrínseco tan marcado que sacaba los dientes a poco que se lo pidieras. Mi moto...
La echaré de menos, no hay duda, pero también es hora de buscar otros retos, otros viajes y quizá, otros estilos, no sé.
Solo puedo reproducir con mucho orgullo, admiración y con toda mi gratitud hacía ella las palabras que dijimos a las puertas de la ciudad de Ulán-Bátor la misma noche en la que llegamos: Poco viaje para tanta moto.
Te echaré de menos, mi moto...

También quiero tener un recuerdo muy especial para quien me enseñó a llevarla, quien me marcó el camino a seguir en eso momentos difíciles, quien me alentó y quien compartió todo lo vivido con ella durante el tiempo que ha estado conmigo, gracias Rigodón por formar parte del maravilloso recuerdo que me deja mi moto.
Saludos cordiales.