Independientemente de la mayor o menor trascendencia del fallo, estamos en malos tiempos para algunas marcas, especialmente las no americanas en el mercado USA. El proteccionismo a las marcas patrias hace que se mire con lupa el producto importado y de ahí que todos los fabricantes extranjeros y, especialmente los japoneses, pongan el máximo esmero en que todo esté perfecto, algo que no se mira con el mismo celo para las marcas made in USA que en muchos casos dejan bastante que desear en controles de calidad comparados con los japoneses. Si todo éso repercute en beneficio y seguridad del cliente, perfecto. Seguro que los concesionarios de allí no ponen ninguna pega a las garantías de sus vehículos japoneses por la cuenta que les trae. Tienen que dar la mejor imagen, incluso cuando no sea responsabilidad suya, como pasó con la mayoría de los casos de Toyota cuyos aceleradores se trababan con enseres de los propietarios de los coches rodando por el suelo. Acojonante la alarma internacional que supusieron esas pocas denuncias.