Un Tte. Coronel, después de largo rato mirando por la ventana al patio del cuartel, se da la vuelta y le pregunta al Comandante: Cuando hago el acto sexual con mi mujer ... ¿es trabajo o, en cambio, amor? ... contésteme en 30 minutos.
El Comandante no se puede permitir el menor deslíz puesto que se juega el ascenso. Como asistente del Tte. Coronel se ve en la obligación de guardar silencio ya que no se le ocurre una respuesta lógica. Sale del despacho y llama por teléfono al Capitán formulándole la misma pregunta y requiriéndole la respuesta en un plazo máximo de veinte minutos.
El Capitán recurre al Teniente, pero tampoco obtienen una respuesta razonable.
El Teniente, recién salido de la Academia General aún con muy buenas referencias y calificaciones, todavía es soltero y no entiende nada del matrimonio y mucho menos de la mujer del Tte. Coronel que solo conoce de vista.
El joven Teniente deja de jugar al solitario en su ordenador y se dirige a la mesa del Sub-Teniente, un hombretón que casi le triplica la edad, con más cicatrices que el gato de un herrero y que ha conseguido ascender a fuerza de barrigazos e instruyendo reemplazos hasta vomitar.
Una vez formulada la pregunta y el plazo de resolución impuesto por su barbilampiño superior jerárquico, el Sub-Teniente aparta algunos montones de papeles, informes, carpetas de encima de su mesa y apoya las dos manos sobre esta y le contesta con parsimonia: Es por AMOR, porque si fuese trabajo estaría aquí encima desde hace tiempo.
Vsssssssss
El Comandante no se puede permitir el menor deslíz puesto que se juega el ascenso. Como asistente del Tte. Coronel se ve en la obligación de guardar silencio ya que no se le ocurre una respuesta lógica. Sale del despacho y llama por teléfono al Capitán formulándole la misma pregunta y requiriéndole la respuesta en un plazo máximo de veinte minutos.
El Capitán recurre al Teniente, pero tampoco obtienen una respuesta razonable.
El Teniente, recién salido de la Academia General aún con muy buenas referencias y calificaciones, todavía es soltero y no entiende nada del matrimonio y mucho menos de la mujer del Tte. Coronel que solo conoce de vista.
El joven Teniente deja de jugar al solitario en su ordenador y se dirige a la mesa del Sub-Teniente, un hombretón que casi le triplica la edad, con más cicatrices que el gato de un herrero y que ha conseguido ascender a fuerza de barrigazos e instruyendo reemplazos hasta vomitar.
Una vez formulada la pregunta y el plazo de resolución impuesto por su barbilampiño superior jerárquico, el Sub-Teniente aparta algunos montones de papeles, informes, carpetas de encima de su mesa y apoya las dos manos sobre esta y le contesta con parsimonia: Es por AMOR, porque si fuese trabajo estaría aquí encima desde hace tiempo.
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