Federico Jiménez
En rodaje
Dejad que os cuente, ahora veréis si no es para tirarse de los pelos.
La semana pasada terminé de arreglar mi R80, pintura nueva... repaso de motor, retenes, pastillas, cupulín nuevo con voltímetro y reloj... vamos, preciosa y además, suave como la seda, con fuerza, arrancando bien, cargando suficiente batería.
Pues eso, el viernes era el tío más feliz del mundo cuando decidí que un viaje de trabajo, de unos trescientos kilómetros, podría ser un bonito estreno.
Hasta ahí perfecto, me metí en carretera y llegué a Alcaracejos, un bonito pueblo del Valle de Los Pedroches, entré por una estrecha calle en dirección al Ayuntamiento, cuando veo que entra un Opel Zafira que se dirige directamente hacia mi, ya me verá, pienso, porque no tengo sitio para apartarme. Pero no, me da un golpe que me lanza para atrás y me tira la moto, aunque yo caigo de pie (como los gatos).
Levanto la moto y me voy hacia el coche hecho una fiera, y se baja una señora, diciendo que no me ponga así, que no me ha visto, y que no exagere.
Bueno resumiendo, la moto recibió el golpe en el cilindro izquierdo, pues bien, la defensa aguantó bien y aunque fue fuerte (pinchó la rueda del coche y le abolló el guardabarros) solo se movió un poco la defensa y no llegó al cilindro. ¡¡¡Que fuertes son!!! Me parece que si eso le hubiera pasado a una r de las de ahora, la hubieran tenido que recoger con cucharilla.
El caso es que le di al starter y arrancó de maravilla, como si nada, entonces miro más despacio y ya si encuentro los daños: La golpeó por la izquierda y cayó hacia la derecha, escape abollado, intermitente raspado, manillar doblado y lo peor, la cúpula rota. ¡Con lo bonita que estaba y el trabajo que me había costado adaptarla de otra más antigua!
Bueno, pues iba a ser un día de fiesta y pasé un mal rato que ni os cuento.
Me volví para Córdoba sin más problemas, hice el viaje despacio, triste pero sin más novedad.
Y para más INRI, ¡no puedo contarlo en casa! si se enterara mi mujer se asustaría, y ya se acabó la moto.
Así que sois los únicos a los que puedo contarlo.
La semana pasada terminé de arreglar mi R80, pintura nueva... repaso de motor, retenes, pastillas, cupulín nuevo con voltímetro y reloj... vamos, preciosa y además, suave como la seda, con fuerza, arrancando bien, cargando suficiente batería.
Pues eso, el viernes era el tío más feliz del mundo cuando decidí que un viaje de trabajo, de unos trescientos kilómetros, podría ser un bonito estreno.
Hasta ahí perfecto, me metí en carretera y llegué a Alcaracejos, un bonito pueblo del Valle de Los Pedroches, entré por una estrecha calle en dirección al Ayuntamiento, cuando veo que entra un Opel Zafira que se dirige directamente hacia mi, ya me verá, pienso, porque no tengo sitio para apartarme. Pero no, me da un golpe que me lanza para atrás y me tira la moto, aunque yo caigo de pie (como los gatos).
Levanto la moto y me voy hacia el coche hecho una fiera, y se baja una señora, diciendo que no me ponga así, que no me ha visto, y que no exagere.
Bueno resumiendo, la moto recibió el golpe en el cilindro izquierdo, pues bien, la defensa aguantó bien y aunque fue fuerte (pinchó la rueda del coche y le abolló el guardabarros) solo se movió un poco la defensa y no llegó al cilindro. ¡¡¡Que fuertes son!!! Me parece que si eso le hubiera pasado a una r de las de ahora, la hubieran tenido que recoger con cucharilla.
El caso es que le di al starter y arrancó de maravilla, como si nada, entonces miro más despacio y ya si encuentro los daños: La golpeó por la izquierda y cayó hacia la derecha, escape abollado, intermitente raspado, manillar doblado y lo peor, la cúpula rota. ¡Con lo bonita que estaba y el trabajo que me había costado adaptarla de otra más antigua!
Bueno, pues iba a ser un día de fiesta y pasé un mal rato que ni os cuento.
Me volví para Córdoba sin más problemas, hice el viaje despacio, triste pero sin más novedad.
Y para más INRI, ¡no puedo contarlo en casa! si se enterara mi mujer se asustaría, y ya se acabó la moto.
Así que sois los únicos a los que puedo contarlo.