Ya que soy BMWista voy a escribiros una pequeña crónica de las sensaciones que tuve al dar mi primera vuelta medio seria con esta moto (R 1200 RT 2007).
Empezamos.
Elijo una de las tardes más espléndidas que se pueden soñar para rodar en moto. Veintiséis grados de temperatura, ese sol de las seis de la tarde que ya empieza a caer más oblicuo que en plena canícula, es sábado y la gente aún está en la playa (por lo que hay poco tráfico)……
Bajo a la cochera y me calzo las botas, guantes y casco. Y me voy a por la RT.
La bajo del caballete sin ningún problema para lo que pesa (yo no soy demasiado grande, vamos, que soy más bien canijo), me subo y le pongo el contacto. Se inicia el check y primer contratiempo: No se apaga la luz roja de los frenos y un triángulo amarillo rodeado de un círculo. Hombre, lo del triángulo amarillo no me preocupa mucho, pero lo de los frenos en rojo me asusta. Pongo la pata de cabra y saco el manual. Jo.der, que hay que andar unos metros para que se apaguen esas luces. Pues vale.
Arranco y lo primero que noto es que la moto me sacude de derecha a izquierda, con un sonido ronco que no es atronador, pero que se deja oír. Me llama la atención ese traqueteo lateral, más que nada por comparación con la Kawa (Z 750 S), que al arrancar no se menea en absoluto.
Me dirijo hacia la rampa lanzadera que es la salida de mi cochera y cojo medio embrague –como con la Kawa- para salir a una velocidad prudente que impida el despegue. Maldición, se me ha calado en mitad de la rampa. Pero no hay problemas. Cojo el freno delantero, arranco de nuevo, doy algo más de gas y sale sin ningún problema. Necesita la RT algo más de puño y ruido (no revoluciones) que la Kawa para salir por esa rampa.
Una vez fuera, y mientras espero a que se cierre la puerta de la cochera, noto que los posapiés están mucho más avanzados que en la Kawa (y eso que mi Kawa no es una R), lo que me hace intuir mayor comodidad.
Ya se ha cerrado la cochera, así que meto primera –y no hace ni clonk, que suavidad- y salgo acelerando, pero demasiado poco, porque al soltar el embrague noto como casi se pueden contar los pistonazos de los perolos opuestos. Abro algo más de gas y asunto resuelto. De nuevo por comparación, me llama la atención que haya que acelerarla algo más que a la Kawa para que salga. Eso sí, una vez en marcha se le notan unos bajos impresionantes, y eso que la otra no los tiene malos. La otra cosa que me llama la atención es que aunque tiene muy buena respuesta en bajos, es como más tosca al sacar la moto en aceleración. Es como si la Kawa fuera más fina, lo que me sorprendió al tener siempre BMW mucha más fama de refinamiento.
Ya en autovía despliego la pantalla y –jejejejeje- no me da ni pizca de viento. En la otra, y es semicarenada, tenía que meter el casco encima del depósito para que no me diera el viento.
La postura de conducción es, sencillamente, genial. El asiento es mullido –con lo duro que es el de la Kawa- y los brazos y las piernas los llevo estirados. Noto sin embargo que los mandos de las piñas están pensados para teutones de manos como palas. Los que como yo las tenemos pequeñas hay teclas que nos cuesta alcanzar.
Las curvas las toma sobre raíles y tumba sin esfuerzo alguno –tampoco paso de 110 en ningún momento-. En la Kawa para meterla en curva hay que, por decirlo así, estar más concentrado. Es como más exigente. La BMW va por donde dices con solo mirar el hueco. ¡Qué comodidad!. Le pruebo el cruise control y noto como el puño del acelerador se me mueve debajo del guante. Qué jo.ios estos alemanes. Casi me asusto.
Salgo de la autovía y me meto por una carretera secundaria de buen asfalto. Le regulo la suspensión en normal porque antes la llevaba en cómoda. Sigue tumbando como si fuera cosa de magia para su peso y tamaño. Y se le notan buenas maneras. Parece muy noble.
Cuando se enlazan las curvas, y teniendo en cuenta que voy a un ritmo muy lento, se le nota ágil en los cambios de apoyo. Aparece un coche y hay que adelantarlo. Reduzco a quinta y acelero. Aquí sí le noto que, o yo no sé conducirla –lo que es muy probable-, o la Kawa acelera mucho más y parece como más ágil.
En el apartado frenos, la verdad es que tampoco le noto ninguna falta, salvo que al pisar el freno trasero hace una especie de tacto raro. Como si te quisiera devolver la palanca a un punto más alto.
Vuelvo a la casa y dejo la moto, poniéndola en el caballete con –la verdad- muy poco esfuerzo.
¡Y no me duele el culo!
Tengo una sonrisa de oreja a oreja. Lo que es buena señal.
Empezamos.
Elijo una de las tardes más espléndidas que se pueden soñar para rodar en moto. Veintiséis grados de temperatura, ese sol de las seis de la tarde que ya empieza a caer más oblicuo que en plena canícula, es sábado y la gente aún está en la playa (por lo que hay poco tráfico)……
Bajo a la cochera y me calzo las botas, guantes y casco. Y me voy a por la RT.
La bajo del caballete sin ningún problema para lo que pesa (yo no soy demasiado grande, vamos, que soy más bien canijo), me subo y le pongo el contacto. Se inicia el check y primer contratiempo: No se apaga la luz roja de los frenos y un triángulo amarillo rodeado de un círculo. Hombre, lo del triángulo amarillo no me preocupa mucho, pero lo de los frenos en rojo me asusta. Pongo la pata de cabra y saco el manual. Jo.der, que hay que andar unos metros para que se apaguen esas luces. Pues vale.
Arranco y lo primero que noto es que la moto me sacude de derecha a izquierda, con un sonido ronco que no es atronador, pero que se deja oír. Me llama la atención ese traqueteo lateral, más que nada por comparación con la Kawa (Z 750 S), que al arrancar no se menea en absoluto.
Me dirijo hacia la rampa lanzadera que es la salida de mi cochera y cojo medio embrague –como con la Kawa- para salir a una velocidad prudente que impida el despegue. Maldición, se me ha calado en mitad de la rampa. Pero no hay problemas. Cojo el freno delantero, arranco de nuevo, doy algo más de gas y sale sin ningún problema. Necesita la RT algo más de puño y ruido (no revoluciones) que la Kawa para salir por esa rampa.
Una vez fuera, y mientras espero a que se cierre la puerta de la cochera, noto que los posapiés están mucho más avanzados que en la Kawa (y eso que mi Kawa no es una R), lo que me hace intuir mayor comodidad.
Ya se ha cerrado la cochera, así que meto primera –y no hace ni clonk, que suavidad- y salgo acelerando, pero demasiado poco, porque al soltar el embrague noto como casi se pueden contar los pistonazos de los perolos opuestos. Abro algo más de gas y asunto resuelto. De nuevo por comparación, me llama la atención que haya que acelerarla algo más que a la Kawa para que salga. Eso sí, una vez en marcha se le notan unos bajos impresionantes, y eso que la otra no los tiene malos. La otra cosa que me llama la atención es que aunque tiene muy buena respuesta en bajos, es como más tosca al sacar la moto en aceleración. Es como si la Kawa fuera más fina, lo que me sorprendió al tener siempre BMW mucha más fama de refinamiento.
Ya en autovía despliego la pantalla y –jejejejeje- no me da ni pizca de viento. En la otra, y es semicarenada, tenía que meter el casco encima del depósito para que no me diera el viento.
La postura de conducción es, sencillamente, genial. El asiento es mullido –con lo duro que es el de la Kawa- y los brazos y las piernas los llevo estirados. Noto sin embargo que los mandos de las piñas están pensados para teutones de manos como palas. Los que como yo las tenemos pequeñas hay teclas que nos cuesta alcanzar.
Las curvas las toma sobre raíles y tumba sin esfuerzo alguno –tampoco paso de 110 en ningún momento-. En la Kawa para meterla en curva hay que, por decirlo así, estar más concentrado. Es como más exigente. La BMW va por donde dices con solo mirar el hueco. ¡Qué comodidad!. Le pruebo el cruise control y noto como el puño del acelerador se me mueve debajo del guante. Qué jo.ios estos alemanes. Casi me asusto.
Salgo de la autovía y me meto por una carretera secundaria de buen asfalto. Le regulo la suspensión en normal porque antes la llevaba en cómoda. Sigue tumbando como si fuera cosa de magia para su peso y tamaño. Y se le notan buenas maneras. Parece muy noble.
Cuando se enlazan las curvas, y teniendo en cuenta que voy a un ritmo muy lento, se le nota ágil en los cambios de apoyo. Aparece un coche y hay que adelantarlo. Reduzco a quinta y acelero. Aquí sí le noto que, o yo no sé conducirla –lo que es muy probable-, o la Kawa acelera mucho más y parece como más ágil.
En el apartado frenos, la verdad es que tampoco le noto ninguna falta, salvo que al pisar el freno trasero hace una especie de tacto raro. Como si te quisiera devolver la palanca a un punto más alto.
Vuelvo a la casa y dejo la moto, poniéndola en el caballete con –la verdad- muy poco esfuerzo.
¡Y no me duele el culo!
Tengo una sonrisa de oreja a oreja. Lo que es buena señal.