Dices tú de tecnología.
El sábado pasado salí con un grupo excepcional que se planifica rutas que están a la altura de la excepcionalidad que atesoran tan ilustres y veteranos moteros. Había de todo, pero sobretodo, lo que había eran GS´s, que parece la moto rutera por excelencia. Iba yo con mi RT12 del 2010, llena de gadgets, que en unos casos te hacen la vida más cómoda en una ruta de carretera, con tu acompañante bien cómoda detrás y las maletas llenas para disfrutar de fondo de armario cuando llegas a destino. O
Otros gadgets, aseguran, son para la seguridad activa, y el caso es que toda esa seguridad y comodidad va comandada y telecomandada por un cerebro electrónico lleno de circuitos integrados y dispositivos del demonio que regulan, chequean, controlan y a veces deciden por ti. Te dicen sin palabras: Atención Nen, te está fallando la trókola. Tú paras para ver de qué se trata el tema y te acoges a sagrado confiando que el manual de servicio dé luz sobre lo que significa esa lucecita, que en la mayoría de las ocasiones no es nada.
Huelga decir que tanta luz y sistema, y seguridad, y avisos me dan miedo porque en mi ignorancia de mecánico y de ingeniero sin ingenio, sé que seré incapaz de aplicar la más mínima componenda, para poder seguir ruta. Yo me quedé en cambiar las escobillas del alternador de mi Guzzi1000SP y para eso ya iba armado con mi soldador y mi estaño, y una llave allen del 6 que con encontrar un enchufe en un bar de carretera ya me sobraba para seguir ruta y mi alternador cargando mi batería. Qué tiempos aquellos y qué difícil está el tema ahora.
Pues como digo, iba haciendo la ruta con estos amigos que me llevaban por carreteras de montaña pegando más botes que la pelota en un partido de baloncesto, disfrutando del paisaje e intentando que la RT12 se comportase como una moto a pesar de que el camino era más propio para las cabras. Las GS me pasabn por la izquierda, por la derecha y yo creo que hubo una que lo hizo por arriba porque de repente la vi delante de mí negociando una curva que no sé cómo pudo hacerla tan tumbado, yo no sabía que eso se podía hacer.
Pero llegamos a un puerto con muy buen asfalto. Ruta que he hecho en decenas de ocasiones y que me conozco muy bien, así que me animé, y empecé a enlazar curvas. Y de cuarta a quinta y de ahí otra vez a cuarta, y tercera, y segunda que alguna curva era de tornillo. Y vuelta a acelerar y tercera y más y más... No iba emocionado, iba, mas bien, en una burbuja de placer. La RT12 tumbaba hasta un límite que no pensaba podía hacer; y a un lado y a otro, pero sin salir de esa burbuja de placer en la que estaba instalado. Era la carretera, las curvas, el sonido del escape y YO. Cuando llegamos a Torrelaguna, la sonrisa ya me cruzaba la cara como signo de plena satisfacción.
No me enteré de que la moto tuviese ABS, ni puños y asientos calefactables, ni que se le pudiese subir la pantalla apretando un botón, ni me di cuenta que no había puesto el ojo en el ordenador de abordo... Todo eso lo dejo para hacerme más fácil la vida a bordo cuando el viaje es de crucero.
Conclusión: Me gusta todo y de todo puedo disfrutar si la moto lo tiene, pero si no lo tiene...