Leyendo hoy el último número de la mejor revista de motos que conozco (Bike, una revista inglesa) me he quedado alucinado con este artículo. Creo que refleja exáctamente como me siento respecto a montar en moto, y lo que estamos viviendo en esta sociedad de lo politicamente correcto y buenospensamientos. Me ha gustado tanto, que me he decidido a traducirlo y a compartirlo con vosotros. Desgraciamente, veo muy cercano el tiempo en el que lo más divertido que vamos a poder hacer sobre dos ruedas es tirarnos cuesta abajo en un monte sobre una bicicleta de montaña (y eso también estará penado de alguna forma)
Espero que os guste
Saludos
Es de noche en el Embankment, y por quinta vez esta noche, las luces nos persiguen. Giro suavemente el puño curiosamente ribeteado, y mi KH400 de 4 años, responde con un gemido creciente – mitad torturadora, mitad torturada. Llego a las 6000rpm, y booom. No me canso nunca del empuje de esa superbike que crece y crece
Velocímetro oscuro, con marcas pintadas a mano con pintura fluorescente. Aluminio brillante. Pintura verde metalizada. Tres bujías de sobra debajo del asiento, y las luces del rio aceleran y se emborronan
Justo delante tengo a Jonny con su CB250RS. Jonny se conoce todos los atajos del West End, y tiene su 400/4 marrón fuera de combate otra vez después de una sesión fuerte de mensaka. Seguro, grande, y muy bueno, domina la carretera con su chaqueta de piloto de borreguillo. Aluzino con Jonny, el lleva montando en moto más que yo, y tiene una 400 dos años antes que yo. Es tan fuerte, que hace poco le rompió a uno (un cabrón que se le cruzó en la carretera) la antena del coche a 80km/h
Estamos en 1981, y la vida es dulce como la brisa cálida del Támesis. La sociedad nos odia. La policía nos para y nos da charletas. Los padres prohiben a las chicas montarse atrás. Nos da igual, porque hay un pub donde todavía nos sirven. The Bull en la carretera de Fulham. El propietario es un ex-boxeador, y el pub atrae a lo peor, como nosotros. Arriba tiene dos mesas de billar, y en el jukebox suena Robert Plant, los Dire Straits, o Thin Lizzy. Echamos unas cuantas horas allí
Y la historia pega un salto adelante. Trabajo, matrimonio, hijos... Moteros renacidos llenan los concesionarios. Las motos ya no se venden en cuevas llenas de aceite, sino en lofts de diseño con música chill-out.
Es alucinante que las Harley-Davidson, que en su momento eran las motos de los gamberros más aterradores, ahora son motos seguras compradas por contables. De repente somos viejos y respetables. Las motos son guays
Pero esto no es el mundo de hoy en día, porque ha vuelto a cambiar. La Unión Europea está pensando otra vez en limitar las motos a 100 caballos, y los fabricantes están asustados ante la perspectiva de más leyes obligatorias de “seguridad”. El gobierno del Reino Unido quiere reducir el límite de velocidad en 600000kms de carreteras secundarias a 80km/h. A un tío en una Hayabusa le han caído 6 meses de carcel por ir a 200km/h. En Derbyshire están instalando detectores ocultos en las carreteras para identificar motos, seguir sus movimientos y calcular su velocidad media. En Londres las motos pagar por aparcar – y en el resto de ciudades en breve
En resumen, nos odian otra vez
Salvo que esta vez, es más difícil reirse y olvidarse de ello. No va de que no te sirvan en los bares. Va de que el Estado en todas sus formas y nuestra forma de divertirnos están en rumbo de colisión
Si miras a las motos desde la perspectiva de un funcionario detrás de una mesa, esta intolerancia tiene sentido. De 3000 muertos el año pasado en la carretera, 700 fueron motoristas. Así que hay que restringir la velocidad. Los números son fáciles de entender, y hay tecnología disponible para medirla de forma fácil. Y luego aprieta hasta que ya no sea un problema
Los políticos también, adoran esta forma de pensar. Traduce los problemas a números, después discute los números, y ruega para que esos números te hagan salir reelegido. Nuestro mundo funciona en muchas maneras así. Parecer que haces algo es mucho más importante que entender e internalizar el problema
Pero montar en moto no es así. Sí, incluye velocidades prudentes. Y sí, si te pillan, deberían caerte unos puntos y una multa. Pero no es las reglas de seguridad que el lobby de la “seguridad vial” quieren implementar y que significan el conducir sin cabeza y de forma inconsciente y automática. Conducir en moto es un ejercicio de juicio y responsabilidad momento a momento. Porque si algo sale mal, nosotros nos la comemos. Aceptamos el riesgo a cambio de no sentarnos en una caja de hierro como todo el mundo. Y la libertad resultante es una fuente de satisfacción, felicidad y sentido.
Incluso escribir esto parece defender lo indefendible. ¿Cómo podemos defender sobrepasar los límites de velocidad cuando hay muertos en la carretera? Pero si no lo hacemos, estamos en la trituradora
Mientras tanto, yo no me arriesgo. Saboreo todas y cada una de las millas que recorro
Espero que os guste
Saludos
Es de noche en el Embankment, y por quinta vez esta noche, las luces nos persiguen. Giro suavemente el puño curiosamente ribeteado, y mi KH400 de 4 años, responde con un gemido creciente – mitad torturadora, mitad torturada. Llego a las 6000rpm, y booom. No me canso nunca del empuje de esa superbike que crece y crece
Velocímetro oscuro, con marcas pintadas a mano con pintura fluorescente. Aluminio brillante. Pintura verde metalizada. Tres bujías de sobra debajo del asiento, y las luces del rio aceleran y se emborronan
Justo delante tengo a Jonny con su CB250RS. Jonny se conoce todos los atajos del West End, y tiene su 400/4 marrón fuera de combate otra vez después de una sesión fuerte de mensaka. Seguro, grande, y muy bueno, domina la carretera con su chaqueta de piloto de borreguillo. Aluzino con Jonny, el lleva montando en moto más que yo, y tiene una 400 dos años antes que yo. Es tan fuerte, que hace poco le rompió a uno (un cabrón que se le cruzó en la carretera) la antena del coche a 80km/h
Estamos en 1981, y la vida es dulce como la brisa cálida del Támesis. La sociedad nos odia. La policía nos para y nos da charletas. Los padres prohiben a las chicas montarse atrás. Nos da igual, porque hay un pub donde todavía nos sirven. The Bull en la carretera de Fulham. El propietario es un ex-boxeador, y el pub atrae a lo peor, como nosotros. Arriba tiene dos mesas de billar, y en el jukebox suena Robert Plant, los Dire Straits, o Thin Lizzy. Echamos unas cuantas horas allí
Y la historia pega un salto adelante. Trabajo, matrimonio, hijos... Moteros renacidos llenan los concesionarios. Las motos ya no se venden en cuevas llenas de aceite, sino en lofts de diseño con música chill-out.
Es alucinante que las Harley-Davidson, que en su momento eran las motos de los gamberros más aterradores, ahora son motos seguras compradas por contables. De repente somos viejos y respetables. Las motos son guays
Pero esto no es el mundo de hoy en día, porque ha vuelto a cambiar. La Unión Europea está pensando otra vez en limitar las motos a 100 caballos, y los fabricantes están asustados ante la perspectiva de más leyes obligatorias de “seguridad”. El gobierno del Reino Unido quiere reducir el límite de velocidad en 600000kms de carreteras secundarias a 80km/h. A un tío en una Hayabusa le han caído 6 meses de carcel por ir a 200km/h. En Derbyshire están instalando detectores ocultos en las carreteras para identificar motos, seguir sus movimientos y calcular su velocidad media. En Londres las motos pagar por aparcar – y en el resto de ciudades en breve
En resumen, nos odian otra vez
Salvo que esta vez, es más difícil reirse y olvidarse de ello. No va de que no te sirvan en los bares. Va de que el Estado en todas sus formas y nuestra forma de divertirnos están en rumbo de colisión
Si miras a las motos desde la perspectiva de un funcionario detrás de una mesa, esta intolerancia tiene sentido. De 3000 muertos el año pasado en la carretera, 700 fueron motoristas. Así que hay que restringir la velocidad. Los números son fáciles de entender, y hay tecnología disponible para medirla de forma fácil. Y luego aprieta hasta que ya no sea un problema
Los políticos también, adoran esta forma de pensar. Traduce los problemas a números, después discute los números, y ruega para que esos números te hagan salir reelegido. Nuestro mundo funciona en muchas maneras así. Parecer que haces algo es mucho más importante que entender e internalizar el problema
Pero montar en moto no es así. Sí, incluye velocidades prudentes. Y sí, si te pillan, deberían caerte unos puntos y una multa. Pero no es las reglas de seguridad que el lobby de la “seguridad vial” quieren implementar y que significan el conducir sin cabeza y de forma inconsciente y automática. Conducir en moto es un ejercicio de juicio y responsabilidad momento a momento. Porque si algo sale mal, nosotros nos la comemos. Aceptamos el riesgo a cambio de no sentarnos en una caja de hierro como todo el mundo. Y la libertad resultante es una fuente de satisfacción, felicidad y sentido.
Incluso escribir esto parece defender lo indefendible. ¿Cómo podemos defender sobrepasar los límites de velocidad cuando hay muertos en la carretera? Pero si no lo hacemos, estamos en la trituradora
Mientras tanto, yo no me arriesgo. Saboreo todas y cada una de las millas que recorro