Despertaferro
Curveando
PELIGRO; POLLOS ALIENÍGENAS NOS INVADEN
2055-DIARIO/1er contacto
Por fin, esta noche, he podido burlar la vigiláncia, colarme en las oficinas y acceder al “ordenata”. Necesito ayuda, llevo aquí encerrado tres meses y nadie me cree.
Es necesario que entendáis mi situación y el porqué me encuentro aquí.
Necesito ayuda.
A continuación voy a copiar las anotaciones que he podido ir escribiendo en retazos de papel higiénico cada vez que iba al servicio. No están muy claras porque las tuve que escribir con un lápiz de esos de pintarse los ojos, se lo robé a una loca que tienen aquí encerrada, y que va todo el dia arreglándose, debe llevar mucho tiempo pues parece tener 150 años, o más, y dice llamarse Sarita Montenosequé.
Aquella tarde, cuando el sol ya era solo un reflejo de intenso carmesí en el cielo, conducía mi K con los pensamientos puestos en las sensaciones que durante la jornada había experimentado. Como siempre regresaba feliz, muy feliz; el rodar con los amigos, la comida, la conversación, las amistades incipientes y gratas de los nuevos llegados al Club, todo hacía prever una velada plácida y gratificante al calor de la iluminada pantalla de mi ordenador y escribiendo una “crónica” sobre la salida, con la colaboración de mi fiel teclado.
Creo que fue justo en la “rotonda” que quebrando de manera absurda la continuidad de la comarcal, da acceso a la Platja de Castell, lugar a donde en esta época del año pocos son los que se pierden.
Sin saber porqué, y esto lo recuerdo bien, di siete u ocho vueltas seguidas a la rotonda, después un potentísimo chispazo, un crepitar intenso y un desvanecimiento lento y cadencioso que ocupaba poco a poco, muy lentamente, todo mi cerebro, me llevaron…hasta la nada…
Al despertar mi vi solo, cómodamente reclinado en una especie de tumbona, en una sala de largas y curvilíneas paredes que me insinuaban la forma exterior del recinto. No sé porqué, pero parecía que podía, a través de las paredes, intuir cierto “carácter” de la apariencia exterior del lugar en el que me encontraba. Tras de mí, me apercibí más tarde, estaba mi estimada K sobre una tarima y unida por un sinfín de tubos y cables a una especie de computadora de la que a su vez salia un cable que se perdía por un orificio que había en el techo.
Delante de mi, por un amplio ventanal acristalado que llegaba hasta el suelo de la sala, pude ver en la penumbra, a pesar de lo avanzado ya de la noche, que la nave o lo que quiera que aquello pudiera ser, flotaba en un verde mar de sutiles olas, me pareció extraño no sentir el típico balanceo de las embarcaciones e intenté acercarme al ventanal.
Pude entonces comprobar que algo intangible me lo impedía a pesar de no estar atado por ningún tipo de sujección; ni correas, ni cadenas, ni cuerdas; nada que yo pudiera ver o notar.
Tras un primer momento de nerviosa excitación, entorné los párpados e intenté relajarme.
Tranquilo, date tiempo. – pensé -
- ¡Bienvenido a nuestra nave!
De súbito, frente a mí “aquello” que mis ojos veían y mi cerebro se negaba a creer, me había saludado en un correcto y académico catalán.
Se que no me vais a creer, de hecho nadie me cree, por eso creo que permanezco aquí, recluido en esta institución junto a todos estos locos.
¡Era un pollo lo que me estaba hablando! Sí, un pollo como los del Prat, de hecho luego supe que era un pollo del Prat…, bien, tenía el aspecto de un pollo del Prat, aunque algo desfigurado. Sobresalía de su cabeza como una protuberancia en forma de casco, de esos tipo “jet”, con visera y todo, su lomo también se sobre elevaba a modo de espaldera o cosa similar, y los codos de sus alas, y las rodillas, esas rodillas que tienen los pollos, como para atrás, también estaban “almohadilladas” por esas protuberancias. Además llevaba puesta una especie de “chupa” o cazadora sin mangas de color negro, que yo hubiera jurado que era de cuero. En su bolsillo derecho, en la pechera, pechuguera, debería decir, habían una serie de botones luminosos que se activaban cada vez que hablaba.
- Me llamo Oss’a y vengo de un planeta de la segunda galaxia, más allá de la Vía Leto’Ram-Ato. Por un error en la preparación de esta misión, mi aspecto es el que ves. Cuando estudiamos a los habitantes de vuestro planeta, un cruce de información en nuestros sistemas “informaticionales”, nos hizo confundir, así que concluimos que tendríais este aspecto, además para caeros mejor, escogimos el del pollo del Prat precisamente…
(Yo estaba chalando con el magnífico acento y sintaxis del catalán que hablaba el pollo)
- …puedo hablar tu idioma gracias al traductor bio implantado en mi cuello, el programa de traducción lo buscamos en Google y lo bajamos de internet. –soltó de una parrafada-
- Mire yo…
- Calla y escucha, te conviene. – me cortó tajante-
- Nuestro interés no está en tu persona, está en tu mo-t’o, somos un pueblo que basa su existencia en el uso de ese ingenio, de pequeñitos ya nos bio implantan el casco, luego cada cual se va haciendo las bio implantaciones que considera más convenientes, los hay que incluso llegan a hacerse bio implantes integrales, yo no, aún no he ahorrado lo suficiente para adaptarme la casa a las necesidades de una bio implantación integral y las hipotecas están por los cometas…
- Pero… -intenté hablar-
- El caso –prosiguió sin escucharme- es que sabemos de la tecnología sobre la que se sustenta tu mo-t’o, y nos interesa mucho. Ahora estamos extrayendo datos de ella… - la tumbona comenzó a girar dulcemente y se paró justo cuando quedé encarado al lugar donde estaba mi K.-
- Luego, cuando acabe la transferencia de datos te soltaremos, y nos llevaremos la mo-t’o. La energía para extraer los datos la tomamos de un farol de esos que hay en vuestros caminos, la nuestra trabaja a distinta frecuencia y la impedancia precisamente impide -como es normal- que funcione bien..
- Señor pollo, ¿Puedo hablar? –dije con un hilillo de voz-
- Habla -me contesto autoritario, poniendo las alas en jarras y levantando la roja cresta, que sobresalía del casco por una ranura pensada para ello-
- Mire, señor …
- Llámame Oss’a - me interrumpió-
- Sr. Oss’a…es que la moto es un recuerdo de familia.
- La familia…, lo comprendo…, -por unos instantes su expresión se tornó reflexiva-
… mira te voy a mostrar la mia. –dijo, sacándose la cartera del bolsillo interior de la chupa- …mi señora y mis dos hijos. ¿A que son guapos?.
-Quedé anonadado, me estaba mostrando una foto donde aparecían tres cosas, como lo diría, tres cosas como de canto, vamos muy raras. Era una foto en la que las figuras mostraban solo el torso -o eso pesé yo- y semejaban hechas como de aristas huidizas, echadas para atrás. Como lo que queda si atamos un bloque de helado de fresa al parabrisas de la moto y salimos zumbando a 180 por hora en medio de una granizada-.
- M…u…y guapos. –atiné a balbucear-
- Bien ya hemos descargado todos los datos, te voy a regresar al suelo –respondió, sin prestar atención a mis halagos-
- De nuevo giró la tumbona y cuando estuvo otra vez frente al ventanal comenzó a deslizarse hacia él, enderezándose al tiempo que se paraba justo a un metro de la abertura, el cristal ya no estaba, intenté pensar rápido, no podía abandonar mi K en estas circunstancias.
- Perdón poll…, digo…Sr. Oss’a, a que tecnología se refería antes. – le increpé, casi gritando-
- A la de tu mo-t’o, naturalmente.
- Mire si me permite, Sr Oc’a…, digo Sr Oss’a, mi moto tiene, y mal que me sabe, un gran defecto en su concepción tecnológica, precisamente vengo de intentar que me devuelvan el dinero que pagué por ella, y llevo en las maletas la documentación que lo demuestra.
- ¿De que me hablas?. –espetó, intrigado y algo molesto, mientras yo pensaba a todo trapo. Precisamente llevaba varios recortes de prensa de principios de siglo, allá por el 2004 ó 2005, cuando salieron las primeras unidades del modelo K-S, en aquel entonces con la arcaica tecnología de la época, basada en inyectores, electrónica y motores de explosión, las primeras unidades del modelo dieron varios problemas, incluso después de ser presentado oficialmente. Y yo, afortunado de mí, llevaba todos esos recortes que comentaban los problemas. La casualidad quiso que antes de la salida los buscara y los llevara para comentarlos con mi amigo Pako Lesmaisons, pués tenia un modelo como el mio y también estaba interesado en su historia, además nos serviría para hacer broma con los otros compañeros que usaban modelos distintos, de esos de los dos “cacerolos”, sobre todo con Ramón Eslturons.
- Si me permite, Sr. Galli…, digo Oss’a, se los puedo enseñar
- Ya los cojo yo mismo, ¿en la derecha o en la izquierda? – preguntó-
- No, mire, están en la bolsa sobre depósito, en la cremallera de más arriba.
- ¿En la cre... qué? – exclamó sorprendido – parecía que esa palabra no constaba en su traductor bio implantado-
- Ahí –señalé con el dedo-
- Y esto ¿con que botón se abre? –gritó-
- No va con botón, tire usted de la pestañita esa dorada. -finalmente sacó los papeles que se encontraban primorosamente encuadernados y protegidos en fundas de plástico individuales, y se quedó embobado mirándose la cremallera, con los papeles colgando de su ala. Después de abrirla y cerrarla un sinfín de veces, de nuevo recuperó el porte de pollo altivo y orgulloso y se dirigió a mí.-
- ¿Que decías de la tecnología?, ¿es que tu máquina no funciona con un Quasarreactor de alta impedancia, alimentado por reciclobiomasa?. –esta vez sus palabras me sonaron un tanto más dulces y amables-
- No, no, mire…, mire los papeles.
- Recé por que no hubiera quedado algún margen sin recortar en el que pudiera aparecer la fecha de edición de los artículos, cincuenta años son muchos para que la trola colara. Estuvo lo que me pareció una eternidad leyendo y releyendo los papeles, y por fin dijo…
- ¿Como se quita la bolsa esta?, ya que no me sirve tu mo-t’o, que quedaré con la “crepollera” esta de aquí, y con las otras “creminoleras” también, me irán de muerte para mi chupa y vacilaré un montón con esta tecnología. - evité reir, su traductor bio implantado no acababa de dar con la palabra, le mostré como hacerlo y tras devolverme los papeles metió la bolsa sobredepósito en un hueco que se habrió en el suelo junto a sus patas, ¡no me había fijado antes, sus patas tambien estaban bio implantadas con unas botas de caña alta con protecciones!, vaya pollo que estaba hecho el tío.
- Sr. Oss’a, me puedo ir con mi moto…
- Adiós colega y gracias por las “cremilindanzas” –dijo amigablemente con una gran sonrisa de pollo satisfecho-
- Ah, se me olvidaba, ahora de nuevo te dormirás para que te podamos descender, …hummm… si no te importa te iras durmiendo mientras descendéis tú y tu moto. Perdona pero es que tengo prisa, quiero coserme las “crecipolllas” durante el viaje de regreso.
Empecé a sentir como poco a poco la somnolencia me invadía, mientras, sin tocar con los pies en el suelo me iba desplazando hasta la abertura y comenzaba a flotar, ya sin suelo bajo mis pies hice un esfuerzo por girarme para ver lo que dejaba atrás, mientras descendía suavemente y justo antes de que mis párpados se cerraran por completo aún pude leer en el flanco de la nave sobre un fondo de un maravilloso rojo intenso la palabra DOUCAt’i.
Días después y por la prensa supe que no era un mar el lugar donde se encontraba la nave, todos los medios de comunicación dieron la noticia de las extrañas huellas que habían aparecido en un campo de cebada, “como unas roderas de algún inmenso vehículo que tuviera una sola rueda”, venían a describir. Yo supe enseguida que no tenía una rueda, tenia dos, una delante y otra detrás, además no era un vehículo “normal”, era una MOTO.
Por hoy es suficiente, no me puedo arriesgar más...
2055-DIARIO/1er contacto
Por fin, esta noche, he podido burlar la vigiláncia, colarme en las oficinas y acceder al “ordenata”. Necesito ayuda, llevo aquí encerrado tres meses y nadie me cree.
Es necesario que entendáis mi situación y el porqué me encuentro aquí.
Necesito ayuda.
A continuación voy a copiar las anotaciones que he podido ir escribiendo en retazos de papel higiénico cada vez que iba al servicio. No están muy claras porque las tuve que escribir con un lápiz de esos de pintarse los ojos, se lo robé a una loca que tienen aquí encerrada, y que va todo el dia arreglándose, debe llevar mucho tiempo pues parece tener 150 años, o más, y dice llamarse Sarita Montenosequé.
Aquella tarde, cuando el sol ya era solo un reflejo de intenso carmesí en el cielo, conducía mi K con los pensamientos puestos en las sensaciones que durante la jornada había experimentado. Como siempre regresaba feliz, muy feliz; el rodar con los amigos, la comida, la conversación, las amistades incipientes y gratas de los nuevos llegados al Club, todo hacía prever una velada plácida y gratificante al calor de la iluminada pantalla de mi ordenador y escribiendo una “crónica” sobre la salida, con la colaboración de mi fiel teclado.
Creo que fue justo en la “rotonda” que quebrando de manera absurda la continuidad de la comarcal, da acceso a la Platja de Castell, lugar a donde en esta época del año pocos son los que se pierden.
Sin saber porqué, y esto lo recuerdo bien, di siete u ocho vueltas seguidas a la rotonda, después un potentísimo chispazo, un crepitar intenso y un desvanecimiento lento y cadencioso que ocupaba poco a poco, muy lentamente, todo mi cerebro, me llevaron…hasta la nada…
Al despertar mi vi solo, cómodamente reclinado en una especie de tumbona, en una sala de largas y curvilíneas paredes que me insinuaban la forma exterior del recinto. No sé porqué, pero parecía que podía, a través de las paredes, intuir cierto “carácter” de la apariencia exterior del lugar en el que me encontraba. Tras de mí, me apercibí más tarde, estaba mi estimada K sobre una tarima y unida por un sinfín de tubos y cables a una especie de computadora de la que a su vez salia un cable que se perdía por un orificio que había en el techo.
Delante de mi, por un amplio ventanal acristalado que llegaba hasta el suelo de la sala, pude ver en la penumbra, a pesar de lo avanzado ya de la noche, que la nave o lo que quiera que aquello pudiera ser, flotaba en un verde mar de sutiles olas, me pareció extraño no sentir el típico balanceo de las embarcaciones e intenté acercarme al ventanal.
Pude entonces comprobar que algo intangible me lo impedía a pesar de no estar atado por ningún tipo de sujección; ni correas, ni cadenas, ni cuerdas; nada que yo pudiera ver o notar.
Tras un primer momento de nerviosa excitación, entorné los párpados e intenté relajarme.
Tranquilo, date tiempo. – pensé -
- ¡Bienvenido a nuestra nave!
De súbito, frente a mí “aquello” que mis ojos veían y mi cerebro se negaba a creer, me había saludado en un correcto y académico catalán.
Se que no me vais a creer, de hecho nadie me cree, por eso creo que permanezco aquí, recluido en esta institución junto a todos estos locos.
¡Era un pollo lo que me estaba hablando! Sí, un pollo como los del Prat, de hecho luego supe que era un pollo del Prat…, bien, tenía el aspecto de un pollo del Prat, aunque algo desfigurado. Sobresalía de su cabeza como una protuberancia en forma de casco, de esos tipo “jet”, con visera y todo, su lomo también se sobre elevaba a modo de espaldera o cosa similar, y los codos de sus alas, y las rodillas, esas rodillas que tienen los pollos, como para atrás, también estaban “almohadilladas” por esas protuberancias. Además llevaba puesta una especie de “chupa” o cazadora sin mangas de color negro, que yo hubiera jurado que era de cuero. En su bolsillo derecho, en la pechera, pechuguera, debería decir, habían una serie de botones luminosos que se activaban cada vez que hablaba.
- Me llamo Oss’a y vengo de un planeta de la segunda galaxia, más allá de la Vía Leto’Ram-Ato. Por un error en la preparación de esta misión, mi aspecto es el que ves. Cuando estudiamos a los habitantes de vuestro planeta, un cruce de información en nuestros sistemas “informaticionales”, nos hizo confundir, así que concluimos que tendríais este aspecto, además para caeros mejor, escogimos el del pollo del Prat precisamente…
(Yo estaba chalando con el magnífico acento y sintaxis del catalán que hablaba el pollo)
- …puedo hablar tu idioma gracias al traductor bio implantado en mi cuello, el programa de traducción lo buscamos en Google y lo bajamos de internet. –soltó de una parrafada-
- Mire yo…
- Calla y escucha, te conviene. – me cortó tajante-
- Nuestro interés no está en tu persona, está en tu mo-t’o, somos un pueblo que basa su existencia en el uso de ese ingenio, de pequeñitos ya nos bio implantan el casco, luego cada cual se va haciendo las bio implantaciones que considera más convenientes, los hay que incluso llegan a hacerse bio implantes integrales, yo no, aún no he ahorrado lo suficiente para adaptarme la casa a las necesidades de una bio implantación integral y las hipotecas están por los cometas…
- Pero… -intenté hablar-
- El caso –prosiguió sin escucharme- es que sabemos de la tecnología sobre la que se sustenta tu mo-t’o, y nos interesa mucho. Ahora estamos extrayendo datos de ella… - la tumbona comenzó a girar dulcemente y se paró justo cuando quedé encarado al lugar donde estaba mi K.-
- Luego, cuando acabe la transferencia de datos te soltaremos, y nos llevaremos la mo-t’o. La energía para extraer los datos la tomamos de un farol de esos que hay en vuestros caminos, la nuestra trabaja a distinta frecuencia y la impedancia precisamente impide -como es normal- que funcione bien..
- Señor pollo, ¿Puedo hablar? –dije con un hilillo de voz-
- Habla -me contesto autoritario, poniendo las alas en jarras y levantando la roja cresta, que sobresalía del casco por una ranura pensada para ello-
- Mire, señor …
- Llámame Oss’a - me interrumpió-
- Sr. Oss’a…es que la moto es un recuerdo de familia.
- La familia…, lo comprendo…, -por unos instantes su expresión se tornó reflexiva-
… mira te voy a mostrar la mia. –dijo, sacándose la cartera del bolsillo interior de la chupa- …mi señora y mis dos hijos. ¿A que son guapos?.
-Quedé anonadado, me estaba mostrando una foto donde aparecían tres cosas, como lo diría, tres cosas como de canto, vamos muy raras. Era una foto en la que las figuras mostraban solo el torso -o eso pesé yo- y semejaban hechas como de aristas huidizas, echadas para atrás. Como lo que queda si atamos un bloque de helado de fresa al parabrisas de la moto y salimos zumbando a 180 por hora en medio de una granizada-.
- M…u…y guapos. –atiné a balbucear-
- Bien ya hemos descargado todos los datos, te voy a regresar al suelo –respondió, sin prestar atención a mis halagos-
- De nuevo giró la tumbona y cuando estuvo otra vez frente al ventanal comenzó a deslizarse hacia él, enderezándose al tiempo que se paraba justo a un metro de la abertura, el cristal ya no estaba, intenté pensar rápido, no podía abandonar mi K en estas circunstancias.
- Perdón poll…, digo…Sr. Oss’a, a que tecnología se refería antes. – le increpé, casi gritando-
- A la de tu mo-t’o, naturalmente.
- Mire si me permite, Sr Oc’a…, digo Sr Oss’a, mi moto tiene, y mal que me sabe, un gran defecto en su concepción tecnológica, precisamente vengo de intentar que me devuelvan el dinero que pagué por ella, y llevo en las maletas la documentación que lo demuestra.
- ¿De que me hablas?. –espetó, intrigado y algo molesto, mientras yo pensaba a todo trapo. Precisamente llevaba varios recortes de prensa de principios de siglo, allá por el 2004 ó 2005, cuando salieron las primeras unidades del modelo K-S, en aquel entonces con la arcaica tecnología de la época, basada en inyectores, electrónica y motores de explosión, las primeras unidades del modelo dieron varios problemas, incluso después de ser presentado oficialmente. Y yo, afortunado de mí, llevaba todos esos recortes que comentaban los problemas. La casualidad quiso que antes de la salida los buscara y los llevara para comentarlos con mi amigo Pako Lesmaisons, pués tenia un modelo como el mio y también estaba interesado en su historia, además nos serviría para hacer broma con los otros compañeros que usaban modelos distintos, de esos de los dos “cacerolos”, sobre todo con Ramón Eslturons.
- Si me permite, Sr. Galli…, digo Oss’a, se los puedo enseñar
- Ya los cojo yo mismo, ¿en la derecha o en la izquierda? – preguntó-
- No, mire, están en la bolsa sobre depósito, en la cremallera de más arriba.
- ¿En la cre... qué? – exclamó sorprendido – parecía que esa palabra no constaba en su traductor bio implantado-
- Ahí –señalé con el dedo-
- Y esto ¿con que botón se abre? –gritó-
- No va con botón, tire usted de la pestañita esa dorada. -finalmente sacó los papeles que se encontraban primorosamente encuadernados y protegidos en fundas de plástico individuales, y se quedó embobado mirándose la cremallera, con los papeles colgando de su ala. Después de abrirla y cerrarla un sinfín de veces, de nuevo recuperó el porte de pollo altivo y orgulloso y se dirigió a mí.-
- ¿Que decías de la tecnología?, ¿es que tu máquina no funciona con un Quasarreactor de alta impedancia, alimentado por reciclobiomasa?. –esta vez sus palabras me sonaron un tanto más dulces y amables-
- No, no, mire…, mire los papeles.
- Recé por que no hubiera quedado algún margen sin recortar en el que pudiera aparecer la fecha de edición de los artículos, cincuenta años son muchos para que la trola colara. Estuvo lo que me pareció una eternidad leyendo y releyendo los papeles, y por fin dijo…
- ¿Como se quita la bolsa esta?, ya que no me sirve tu mo-t’o, que quedaré con la “crepollera” esta de aquí, y con las otras “creminoleras” también, me irán de muerte para mi chupa y vacilaré un montón con esta tecnología. - evité reir, su traductor bio implantado no acababa de dar con la palabra, le mostré como hacerlo y tras devolverme los papeles metió la bolsa sobredepósito en un hueco que se habrió en el suelo junto a sus patas, ¡no me había fijado antes, sus patas tambien estaban bio implantadas con unas botas de caña alta con protecciones!, vaya pollo que estaba hecho el tío.
- Sr. Oss’a, me puedo ir con mi moto…
- Adiós colega y gracias por las “cremilindanzas” –dijo amigablemente con una gran sonrisa de pollo satisfecho-
- Ah, se me olvidaba, ahora de nuevo te dormirás para que te podamos descender, …hummm… si no te importa te iras durmiendo mientras descendéis tú y tu moto. Perdona pero es que tengo prisa, quiero coserme las “crecipolllas” durante el viaje de regreso.
Empecé a sentir como poco a poco la somnolencia me invadía, mientras, sin tocar con los pies en el suelo me iba desplazando hasta la abertura y comenzaba a flotar, ya sin suelo bajo mis pies hice un esfuerzo por girarme para ver lo que dejaba atrás, mientras descendía suavemente y justo antes de que mis párpados se cerraran por completo aún pude leer en el flanco de la nave sobre un fondo de un maravilloso rojo intenso la palabra DOUCAt’i.
Días después y por la prensa supe que no era un mar el lugar donde se encontraba la nave, todos los medios de comunicación dieron la noticia de las extrañas huellas que habían aparecido en un campo de cebada, “como unas roderas de algún inmenso vehículo que tuviera una sola rueda”, venían a describir. Yo supe enseguida que no tenía una rueda, tenia dos, una delante y otra detrás, además no era un vehículo “normal”, era una MOTO.
Por hoy es suficiente, no me puedo arriesgar más...