Esto aparecía hoy en la prensa local y el tono, las formas y la mala leche con la que está escrito me jodieron el desayuno. He de decir que este periódico en alguna otra ocasión se ha mostrado muy solidario (afín, diría yo) a la causa motera, con lo que aún me extraña mas.
Había muchas formas de opinar en contra del Dakar, pero creo que esto es ir demasiado lejoz. >
Ya me contaréis.
Salud y suerte,
Yk
La Opinión de Tenerife
14 de enero de 2008
Enlace al artículo en la web
BEGOÑA FLEITAS MORALES
Cómo no iba a ser acertada la decisión de la organización de suspender el Rally que durante treinta años ha servido para coronar París y retardar África. Sólo aquellos que conservan las viejas mentalidades imperiales y colonizadoras pueden pensar que es un error o una medida extrema.
¿Qué la medida cautelar conlleva el "exterminio de la práctica pijera"? ¡Bienvenida sea! Todo sujeto que funcione bajo unas reglas mínimas de sentido común queda fuera del círculo que dice, cree o pretende hacer creer a los demás que "todos en África Occidental están esperando el paso del Rally delante de sus horizontes cercanos". Una procesión de recochineo que restriega en las narices de los pobres, la inmensa mayoría de las poblaciones que visita, las bondades de la cultura europea para la cual la aventura consiste en un negocio petrolero disfrazado de Coronel Tapioca y las del par de pijos autóctonos -hijo y sobrino del presidente de turno de las repúblicas receptivas- que vivirán el resto del año de las rentas de los servicios prestados a la civilización humanista. Una procesión bajo palio de niños pijos necesitados de emociones fuertes para descargar adrenalina (actividad que los pobres del continente europeo se ven obligados a desarrollan en la pedrera, en las minas o vociferando en los campos de fútbol).
¿En alguna cabeza pensante puede encontrar cobijo la idea de que mauritanos, senegaleses o beduinos estén esperando el Rally como quien espera abril o el agüita de mayo? ¿Cómo alguien puede comparar el Rally con una acción de ayuda humanitaria o considerarlo una actividad que estimula las economías de los países que atraviesa o las economías domésticas de los que lo presencian? Quien tiene la experiencia de la terciarización de su sociedad, de pertenecer a una sociedad servil que espera inmóvil la llegada del cliente, sabe perfectamente las respuestas.
¿Qué se pierden millones? Bueno, pues ya está bien, ¿o es que las vidas de turistas de la excolonia es más valiosa que la de los inocentes niños o adultos curiosos y felices que son atropellados año tras año, y así durante treinta, cuando algún 4x4 se desvía? ¿Qué ocurre, que como no nos enteramos y son historias anónimas que nadie cuenta, no importan? Porque en Occidente sólo han importado siempre los pilotos exhaustos, los que no terminan la prueba o los que dejan su aburrida vida en ella como héroes, pero los niños atropellados son para nosotros simples piedras en el camino que se cruzan en los destinos de una sociedad poderosa y aburrida y que no tienen la capacidad que tienen las piedras de la ranchera, esto es, destronar a los que se siguen creyendo reyes.
Había muchas formas de opinar en contra del Dakar, pero creo que esto es ir demasiado lejoz. >

Salud y suerte,
Yk
La Opinión de Tenerife
14 de enero de 2008
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BEGOÑA FLEITAS MORALES
Cómo no iba a ser acertada la decisión de la organización de suspender el Rally que durante treinta años ha servido para coronar París y retardar África. Sólo aquellos que conservan las viejas mentalidades imperiales y colonizadoras pueden pensar que es un error o una medida extrema.
¿Qué la medida cautelar conlleva el "exterminio de la práctica pijera"? ¡Bienvenida sea! Todo sujeto que funcione bajo unas reglas mínimas de sentido común queda fuera del círculo que dice, cree o pretende hacer creer a los demás que "todos en África Occidental están esperando el paso del Rally delante de sus horizontes cercanos". Una procesión de recochineo que restriega en las narices de los pobres, la inmensa mayoría de las poblaciones que visita, las bondades de la cultura europea para la cual la aventura consiste en un negocio petrolero disfrazado de Coronel Tapioca y las del par de pijos autóctonos -hijo y sobrino del presidente de turno de las repúblicas receptivas- que vivirán el resto del año de las rentas de los servicios prestados a la civilización humanista. Una procesión bajo palio de niños pijos necesitados de emociones fuertes para descargar adrenalina (actividad que los pobres del continente europeo se ven obligados a desarrollan en la pedrera, en las minas o vociferando en los campos de fútbol).
¿En alguna cabeza pensante puede encontrar cobijo la idea de que mauritanos, senegaleses o beduinos estén esperando el Rally como quien espera abril o el agüita de mayo? ¿Cómo alguien puede comparar el Rally con una acción de ayuda humanitaria o considerarlo una actividad que estimula las economías de los países que atraviesa o las economías domésticas de los que lo presencian? Quien tiene la experiencia de la terciarización de su sociedad, de pertenecer a una sociedad servil que espera inmóvil la llegada del cliente, sabe perfectamente las respuestas.
¿Qué se pierden millones? Bueno, pues ya está bien, ¿o es que las vidas de turistas de la excolonia es más valiosa que la de los inocentes niños o adultos curiosos y felices que son atropellados año tras año, y así durante treinta, cuando algún 4x4 se desvía? ¿Qué ocurre, que como no nos enteramos y son historias anónimas que nadie cuenta, no importan? Porque en Occidente sólo han importado siempre los pilotos exhaustos, los que no terminan la prueba o los que dejan su aburrida vida en ella como héroes, pero los niños atropellados son para nosotros simples piedras en el camino que se cruzan en los destinos de una sociedad poderosa y aburrida y que no tienen la capacidad que tienen las piedras de la ranchera, esto es, destronar a los que se siguen creyendo reyes.