Pingu
Curveando
Quiero vivir como los demás. Ni más ni menos. Igual. Quiero ir por la carretera y que las infraestructuras sean igual de eficaces para mí que para todos. Si para los demás vehículos un guardarraíl impide que se salgan de la calzada por el motivo que sea, los moteros también queremos que nos protejan de ese peligro. No nos gusta caernos por el precipicio por debajo de la barrera. Si a los demás vehículos les aminora los daños propios en caso de colisión contra ellos, nosotros también queremos que, por lo menos, no los agraven. No estoy hablando de que las carreteras sean circuitos seguros. Sólo quiero que sean carreteras seguras. Igual de seguras para todos los que, con nuestros impuestos, pagamos estas barreras y circulamos por las mismas carreteras. No es de recibo que para todos sean quitamiedos menos para los moteros. No puede ser que nos preocupe más la posibilidad de chocar contra la barrera de contención que la propia caída. No puede ser que cuando demos una curva tengamos al verdugo asomado a la barandilla esperando el más mínimo error. No puede ser que se pase de un revolcón a una amputación o una muerte porque la Administración –me da igual que sea nacional, autonómica o local- hace oídos sordos a 5 millones de motoristas que van por este país que se llama España. Y ni hablar de los millones de ciclistas que también se la juegan, que van equipados con menos prendas de seguridad que los motoristas y también saben, como nosotros, que a sólo 30 km/h pueden sufrir una amputación.
Este fin de semana vamos a ir a Madrid –otra vez- a pedir vida. A pedir que nos igualen a los demás conductores. Queremos dejar de ser los que les joden las estadísticas porque sale caro cambiar lo que estuvo mal parido desde el principio. Este año tengo la desgracia de aportar un amigo más a las muertes por guardarraíles. Esas muertes que se hubieran evitado con unas barreras que nos protegieran a todos. ¿cuántos metros de guardarraíles que también protejan a los motoristas se podrán poner con el coste de un solo radar? ¿cuántos miles de euros de los que recauda cada uno de esos radares se podrían reinvertir en evitar muertes en esa misma carretera? ¿cuántos motoristas y ciclistas más tienen que morir para que se nos escuche?
La primera partida presupuestaria que se suspendió cuando se agravó la crisis fue la de Seguridad Vial. Todos esos millones con que se llenaron la boca de promesas para arreglar carreteras, para solucionar puntos negros, para aplicar la normativa de nuevos guardarraíles respetuosos con los motoristas… para ganar votos. Esos millones irán, si es que no se los funden antes en tapar agujeros, en comprar más radares, y más ahora que hace falta tanto dinero. Supongo que en el tema guardarraíles están esperando a que se muera el perro para ponerse la medalla de que se acabó la rabia.
Este fin de semana vamos a ir a Madrid –otra vez- a pedir vida. A pedir que nos igualen a los demás conductores. Queremos dejar de ser los que les joden las estadísticas porque sale caro cambiar lo que estuvo mal parido desde el principio. Este año tengo la desgracia de aportar un amigo más a las muertes por guardarraíles. Esas muertes que se hubieran evitado con unas barreras que nos protegieran a todos. ¿cuántos metros de guardarraíles que también protejan a los motoristas se podrán poner con el coste de un solo radar? ¿cuántos miles de euros de los que recauda cada uno de esos radares se podrían reinvertir en evitar muertes en esa misma carretera? ¿cuántos motoristas y ciclistas más tienen que morir para que se nos escuche?
La primera partida presupuestaria que se suspendió cuando se agravó la crisis fue la de Seguridad Vial. Todos esos millones con que se llenaron la boca de promesas para arreglar carreteras, para solucionar puntos negros, para aplicar la normativa de nuevos guardarraíles respetuosos con los motoristas… para ganar votos. Esos millones irán, si es que no se los funden antes en tapar agujeros, en comprar más radares, y más ahora que hace falta tanto dinero. Supongo que en el tema guardarraíles están esperando a que se muera el perro para ponerse la medalla de que se acabó la rabia.