El recluta ante la puerta del despacho del sargento. LLama y dice:
-Mi sargento, ¿da usted su premiso?
El sargento da un puñetazo en la mesa y saliendo hecho una furia del despacho se encara con el recluta y le dice:
-Permiso, ¡¡burro!! se dice permiso, no premiso. Y ahora vas, me copias la palabra mil veces y después te vuelves a presentar.
El recluta, avergonzado, se retira, copia la palabra mil veces, la repite en voz alta otras mil y, por fin, se vuelve a presentar.
-Mi sargento, ¿da usted su permiso?
Y el sargento, lleno de orgullo, responde:
Muy bien, ¡coño! Así se pronuncia. ¡¡¡Adrentro!!!
-Mi sargento, ¿da usted su premiso?
El sargento da un puñetazo en la mesa y saliendo hecho una furia del despacho se encara con el recluta y le dice:
-Permiso, ¡¡burro!! se dice permiso, no premiso. Y ahora vas, me copias la palabra mil veces y después te vuelves a presentar.
El recluta, avergonzado, se retira, copia la palabra mil veces, la repite en voz alta otras mil y, por fin, se vuelve a presentar.
-Mi sargento, ¿da usted su permiso?
Y el sargento, lleno de orgullo, responde:
Muy bien, ¡coño! Así se pronuncia. ¡¡¡Adrentro!!!