Hola amigos.
El lunes de Pascua, aprovechando que teníamos vacaciones mientras aparentemente todo el mundo curraba
, nos fuimos de ruta por el pirineo Navarro, Donosti y Pirineo francés, para regresar de nuevo por el Roncal, llegar hasta el pantano de Yesa, y regresar a Zaragoza por Sos del Rey Católico, Uncastillo, y Zuera.
Como principal novedad, estaba el hecho de que estrenábamos maletas. Gracias a la generosidad de un colega, que me regaló las que usaba en su ex-transalp. Y cómo no, la rapidez de Motos Ara por conseguirme los anclajes para la Pegaso. Se trata de dos Givi E36, acompañadas detrás de una maleta Givi simply de un montón de litros. Y la redecilla en el depósito para lo que se tercie.
La cosa es que en casa, parecía que cabía de todo, y venga a llenarlas. El problema fue cuando tocó bajarlas, desde mi quinto sin ascensor, y darme cuenta de lo que pesaba aquello. Me acojoné pensando si la moto podría con todo ello,más nosotros dos. En la puerta de casa mismo pensaba en ir a comprar dos toberas normales para quitarle las que la limitan a 34 cv. Y luego pensaba que aquello sería como un tanque.
De todo esto, debo decir que la sorpresa fue enorme. la moto respondía cojonudamente y la dirección, para mi sorpresa, iba muy bien. Entre el tráfico de Zaragoza no me atrevía a ir adelantando por los huecos, pero se iba muy bien.
Posteriormente, debo decir que las maletas son un invento increíble. No se movían nada, no se mojaron por más que nos llovió, podías dejar las cosas dentro en mitad de la tormenta tranquilamente, sacar y meter las cosas...una gozada. Claro, que la moto se convierte en algo gordo, pesado en parado, y ya no tiene ese aire aventurero que me gusta con la mochila o las alforjas.
Una ventaja añadida:tres caidas leves en maniobras jodidilllas lentas por suelo bacheado y barro que la maleta detuvo como si nada. Hay que tener en cuenta que la moto pesa un huevo más. Cuando me metí por una pista que yo creía "ligeramente" embarrada, aquello era patinaje sobre hielo. Tengo que aprender más off road, pero no quiero romper nada, que es muy caro...
Y el viaje alucinante. Al principio me daba miedo tumbar(dentro de lo poco que yo tumbo) por las reacciones de las maletas, pero luego le fui cogiendo el tranquillo.
Y menos mal, porque de 1100 Km del viaje, yo creo que 900 fueron de curvas enlazadas unas tras otras. Tanto Silvia como yo somos dos amantes de las carreteras ultra secundarias, y por ahí nos metemos a poco que podamos. Este hecho hizo que descubriésemos parajes realmente asombrosos, prácticamente nosotros solos en Km y Km. Ni un coche...y ni una moto(excepto una pareja alemana, ella con una gs80, y él con una África que encontramos en el camping de san Sebastián.
Estuvimos viajando hasta el sábado por la tarde. Recorrimos el Pirineo Navarro, llegamos a San Sebastián y costa cercana, pasamos a Francia hasta Biarritz, y luego, agobiados por el tráfico de la N10, nos internamos de nuevo en el Pirineo Francés. Allí fue donde después de todo un día de viajar por puertos increíbles en carreteras que parecían pistas(el Irati francés fue algo increíble), nos sorprendió una tormenta, las once de la noche, en medio de una pequeña población absolutamente recogida...Nos calzamos la ropa de agua en un edificio que era aduana, y nos dispusimos a pasar a España por el puerto de Larrau. A los pocos Km, aviso de carretera cortada, pero como vimos lo que parecían restos de obras, pensamos que sólo sería por el día...cierto error que descubrimos tras 12Km después de ascender a 1500m y de repente, al llegar a carretera española, frenazo, pues en la oscuridad emergía una enorme mole de nieve, un alud que había anegado el tunel que cruzaba la montaña. Acojonados por la situaión, la nieve, el tremendo viento que soplaba, retrocedimos. De nuevo frenazo, una manada de caballos transitaba la estrecha carretera. Acojona bastante, no fuera a ser que se enfadaran. Un poco antes nos habíamos encontrado en la misma situación,pero con vacas que nos cortaban el paso.
El caso es que sin comer, ni nada, empezamos a buscar algún sitio donde poner la tienda y dormir de cualquier manera en medio de la montaña. Llevábamos más de 12 horas viajando. Y la luz!!!Un bar a punto de cerrar, resulto ser un camping, cerrado, pero que cuyos dueños amablemente nos dejaron acampar allí mismo.
Caimos redondos. A mitad de la noche se puso a llover, y por la mañana nos tocó recoger bajo la lluvia.¡Suerte de maletas!
Bueno. Que me enrollo. En resumidas cuentas: Un buen viaje. Suerte de esa reserva de galletas y demás que llevábamos en la maleta...
Y la moto, como una campeona. Los últimos ajustes sobre la carburación que he hecho, más el nuevo kit de transmisión, la han dejado finísima. Nunca dió muestras de no poder. En todas esas curvas, tanto de subida como de bajada, pensaba que llevaba la mejor moto posible para estos viajes. Y el consumo ha bajado notablemente, alrededor de los 6 l.
Sólo noté sus limítes cuando volvíamos, en el casi único tramo de rectas. Tras seis días de viaje con velocidades mínimas, al subirla de vueltas la vibración del monocilíndrico se dejaba notar en demasía. Supongo que ahí es cuando una moto grande bicilíndrica te ahorra cansancio. Pero de potencia, sobrada. Cargados a tope no quería pasar de 120, peso subía hasta 140, más lentamente pero bien.
Tras viajar tantos días con toda la carretera para tí, al meterte de nuevo en la vorágine del tráfico, uff...
Me gusta viajar en moto así. Me gusta descubrir paisajes. Me gusta parar cuando la vista se expande hacia el horizonte. Me gusta viajar con Silvia, que nunca protesta y siempre ayuda.
Un saludo en ruta.
Y aquí, pedazos de memoria:
El lunes de Pascua, aprovechando que teníamos vacaciones mientras aparentemente todo el mundo curraba

Como principal novedad, estaba el hecho de que estrenábamos maletas. Gracias a la generosidad de un colega, que me regaló las que usaba en su ex-transalp. Y cómo no, la rapidez de Motos Ara por conseguirme los anclajes para la Pegaso. Se trata de dos Givi E36, acompañadas detrás de una maleta Givi simply de un montón de litros. Y la redecilla en el depósito para lo que se tercie.
La cosa es que en casa, parecía que cabía de todo, y venga a llenarlas. El problema fue cuando tocó bajarlas, desde mi quinto sin ascensor, y darme cuenta de lo que pesaba aquello. Me acojoné pensando si la moto podría con todo ello,más nosotros dos. En la puerta de casa mismo pensaba en ir a comprar dos toberas normales para quitarle las que la limitan a 34 cv. Y luego pensaba que aquello sería como un tanque.
De todo esto, debo decir que la sorpresa fue enorme. la moto respondía cojonudamente y la dirección, para mi sorpresa, iba muy bien. Entre el tráfico de Zaragoza no me atrevía a ir adelantando por los huecos, pero se iba muy bien.
Posteriormente, debo decir que las maletas son un invento increíble. No se movían nada, no se mojaron por más que nos llovió, podías dejar las cosas dentro en mitad de la tormenta tranquilamente, sacar y meter las cosas...una gozada. Claro, que la moto se convierte en algo gordo, pesado en parado, y ya no tiene ese aire aventurero que me gusta con la mochila o las alforjas.
Una ventaja añadida:tres caidas leves en maniobras jodidilllas lentas por suelo bacheado y barro que la maleta detuvo como si nada. Hay que tener en cuenta que la moto pesa un huevo más. Cuando me metí por una pista que yo creía "ligeramente" embarrada, aquello era patinaje sobre hielo. Tengo que aprender más off road, pero no quiero romper nada, que es muy caro...
Y el viaje alucinante. Al principio me daba miedo tumbar(dentro de lo poco que yo tumbo) por las reacciones de las maletas, pero luego le fui cogiendo el tranquillo.
Y menos mal, porque de 1100 Km del viaje, yo creo que 900 fueron de curvas enlazadas unas tras otras. Tanto Silvia como yo somos dos amantes de las carreteras ultra secundarias, y por ahí nos metemos a poco que podamos. Este hecho hizo que descubriésemos parajes realmente asombrosos, prácticamente nosotros solos en Km y Km. Ni un coche...y ni una moto(excepto una pareja alemana, ella con una gs80, y él con una África que encontramos en el camping de san Sebastián.
Estuvimos viajando hasta el sábado por la tarde. Recorrimos el Pirineo Navarro, llegamos a San Sebastián y costa cercana, pasamos a Francia hasta Biarritz, y luego, agobiados por el tráfico de la N10, nos internamos de nuevo en el Pirineo Francés. Allí fue donde después de todo un día de viajar por puertos increíbles en carreteras que parecían pistas(el Irati francés fue algo increíble), nos sorprendió una tormenta, las once de la noche, en medio de una pequeña población absolutamente recogida...Nos calzamos la ropa de agua en un edificio que era aduana, y nos dispusimos a pasar a España por el puerto de Larrau. A los pocos Km, aviso de carretera cortada, pero como vimos lo que parecían restos de obras, pensamos que sólo sería por el día...cierto error que descubrimos tras 12Km después de ascender a 1500m y de repente, al llegar a carretera española, frenazo, pues en la oscuridad emergía una enorme mole de nieve, un alud que había anegado el tunel que cruzaba la montaña. Acojonados por la situaión, la nieve, el tremendo viento que soplaba, retrocedimos. De nuevo frenazo, una manada de caballos transitaba la estrecha carretera. Acojona bastante, no fuera a ser que se enfadaran. Un poco antes nos habíamos encontrado en la misma situación,pero con vacas que nos cortaban el paso.
El caso es que sin comer, ni nada, empezamos a buscar algún sitio donde poner la tienda y dormir de cualquier manera en medio de la montaña. Llevábamos más de 12 horas viajando. Y la luz!!!Un bar a punto de cerrar, resulto ser un camping, cerrado, pero que cuyos dueños amablemente nos dejaron acampar allí mismo.
Caimos redondos. A mitad de la noche se puso a llover, y por la mañana nos tocó recoger bajo la lluvia.¡Suerte de maletas!
Bueno. Que me enrollo. En resumidas cuentas: Un buen viaje. Suerte de esa reserva de galletas y demás que llevábamos en la maleta...
Y la moto, como una campeona. Los últimos ajustes sobre la carburación que he hecho, más el nuevo kit de transmisión, la han dejado finísima. Nunca dió muestras de no poder. En todas esas curvas, tanto de subida como de bajada, pensaba que llevaba la mejor moto posible para estos viajes. Y el consumo ha bajado notablemente, alrededor de los 6 l.
Sólo noté sus limítes cuando volvíamos, en el casi único tramo de rectas. Tras seis días de viaje con velocidades mínimas, al subirla de vueltas la vibración del monocilíndrico se dejaba notar en demasía. Supongo que ahí es cuando una moto grande bicilíndrica te ahorra cansancio. Pero de potencia, sobrada. Cargados a tope no quería pasar de 120, peso subía hasta 140, más lentamente pero bien.
Tras viajar tantos días con toda la carretera para tí, al meterte de nuevo en la vorágine del tráfico, uff...
Me gusta viajar en moto así. Me gusta descubrir paisajes. Me gusta parar cuando la vista se expande hacia el horizonte. Me gusta viajar con Silvia, que nunca protesta y siempre ayuda.
Un saludo en ruta.
Y aquí, pedazos de memoria:













