Lo Pallars
Curveando
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Hace unos días "El Periodico" nos criminalizaba a todos con la foto en 1ª página de aquella moto cazada a 236 km/h. en una comarcal....
Hoy publica esto:
¿Transfugismo periodistico? ¿ahora les somos simpaticos? ¿Joan Barril, es motero....? o ¿es que despues de la mani del sabado, ahora esta de moda ser solidarios con el pobre motero?
Sea como sea, enhorabuena a Joan Barril por su articulo.
Hoy publica esto:
NADIE ESTÁ a favor del motorista. Se le considera un mundo que no merece la más mínima atención. La pintura deslizante, los guardarraíles y los automovilistas prepotentes también son culpables.
YO, MOTERO
JOAN BARRIL
Mi primera moto fue una bicicleta trucada con una pinza de tender la ropa y una carta de naipes. Con la pinza se sujetaba la carta en el cuadro trasero de tal manera que la carta impactara con todos los radios. La flexibilidad del cartón permitía que todos los radios pasaran por la carta y el estrépito fuera parecido al de una motocicleta de dos tiempos. Aunque no lo pareciera, el naipe ralentizaba la marcha. Pero los ciclistas, convertidos en motoristas precoces por amor al ruido, teníamos la convicción de ir mucho más rápidos y de ser más importantes. La relación entre el ser humano y la velocidad es equivalente a otras pulsiones como la de subir a lo más alto o a la de descender a lo más profundo. El monte Everest, del que estos días se celebra el cincuentenario de su pacto con el hombre, se ha cobrado también muchas vidas. Pero no por ello se considera a un alpinista un delincuente. En otras palabras: que hacemos cosas de riesgo controlado. Y ese riesgo no proviene necesariamente de la velocidad a dos ruedas.
La manifestación motorística del sábado pedía cosas concretas. Pero, por encima de todas ellas, pedía una despenalización del motorista. Debo enseñar mis cartas y advertirles de que formo parte espiritual de ese mundo de la moto. Desde las pequeñas cilindradas hasta las medianas todavía siento la vibración del motor en el baricentro de mi cuerpo, siento el aire entrando en las rendijas de las gafas y el casco, el paso a dos entre el asfalto y la rueda delantera y la sensación de que el culo del motorista también sirve para dirigir trayectorias. Los motards saben a lo que me refiero. Y saben también la experiencia de la ayuda mutua en la carretera, la conversación fugaz que nace bajo el puente de una autopista cuando la lluvia aconseja detenerse, la mano tendida a modo de saludo al cruzarse y el miedo cuando se avanza con el rugido de un camión o de un turismo motófobo pegado al cogote.
Hace unos días, en una oportuna campaña para limitar la velocidad, el Servei Català de Trànsit divulgó las denuncias a un motorista de una carretera comarcal y a un automovilista en la A-2. Los dos circulaban alrededor de los 230 kilómetros por hora. El automovilista circulaba en un Mercedes --uno de los coches más seguros del mundo-- pero nadie pensó que los Mercedes eran un peligro, ni siquiera cuando lo de Lady Di en su fatal accidente en el puente del Alma de París. Del motorista, en cambio, no se citó la marca de la máquina, como si el mero hecho de montar una moto fuera considerado por debajo de toda sospecha.
Se dirá lo que se quiera, pero en el mundo de la insensatez hay muchos más locos al volante que al manillar. El motorista es un caballero solitario de la ruta. Pero debe de ser esa independencia la que genera en los automovilistas una extraña agresividad que puede acabar en siniestro. Y, por una extraña inercia, esa agresividad llega a los despachos de las aseguradoras y convierte la moto en una ruleta rusa o en un póquer a muerte, ese juego que se juega con cartas mucho más injustas que las que se dejaban frotar por los radios de nuestra primera moto a pedales.
Noticia publicada en la página 64 de la edición de Lunes, 16 de junio de 2003 de El Periódico - edición impresa
¿Transfugismo periodistico? ¿ahora les somos simpaticos? ¿Joan Barril, es motero....? o ¿es que despues de la mani del sabado, ahora esta de moda ser solidarios con el pobre motero?
Sea como sea, enhorabuena a Joan Barril por su articulo.