norte
Curveando
Esta muy bien limitar el acceso del coche publico al centro de las ciudades.
Ahora bién, existe un pequeño problema.
Voy a por los 60, cuando tenia 18, el recorrido ferroviario (el semidirecto, si por temas horarios tomabas el que paraba hasta en la caseta del perro, ya ... ) de Manresa a Barcelona era de 70 minutos. Hoy 40 años después, el tiempo para hacer ese mismo recorrido es de ... exacto, 70 minutos.
Y esos 70 minutos son cuando todo funciona, que será, siendo generoso, un 50% de las veces, el resto de los viajes, averias, problemas, retrasos ... pues ta vas entre los 90 y 120 minutos fácil. Eso si, por aquel entonces, ir a Madrid eran 8 o 9 horas y ahora en tres vas. Pero es que a Madrid voy una vez al año, a Barcelona bajaba cada dia laborable.
Que no quieren que se use el coche particular?. Bueno, vale, lo entiendo, pero si quieres ponerte duro en eso, por otro lado tienes que mejorar el servicio público alternativo, sino, lo que haces es dar por el culo a la gente.
Correcto.
Pero si utilizases tu vehículo cada día para ir de Manresa a Bcn, casi seguro que esas restricciones ya no te iban a afectar porque tu vehículo ya lo habrías tenido que jubilar por kms, a no ser que prefirieses la ruina en talleres. El problema que veo yo es que han resultado afectados quienes menos contaminan por el sencillo motivo de que apenas utilizan el coche. Yo mismo compré a un compañero un Golf con 20 años y sólo 48.000 kms.
No habría sido más lógico pagar por usar o utilizar una fórmula más justa? imponer restricciones por criterios de antigüedad del vehículo, sin dar opciones a una solución, me parece a mí una de las formas más injustas de pretender un aire más limpio. Además de que no es la primera vez que sufro vehículos con etiqueta, pero en un estado de conservación nefasto, que contamina más que la mayoría a los que se impide circular.
No sería mejor un mayor control de emisiones, con sanciones mucho más altas en caso de superar los límites, al estilo de los controles de alcoholemia? quizás por ahí se recaudaría mucho más. De todas formas, el rumbo que lleva cualquier gran urbe que se precie es el de poner cada vez mayores trabas al transporte privado. Pero de ahí a prohibir así por las buenas, hay un trecho.