Buenas tardes. Como lo prometido es deuda y los manuelsberg siempre cumplimos aquí empieza el relato del viaje a los Arribes del Duero, a modo de crónica breve. Pido indulgencia plenaria por anticipado, es la primera crónica, por así llamarla, que hago de nuestros viajes, lo que significa que lejos de dominar la técnica de otros compañeros del foro soy un auténtico neófito en la materia. Pero ahí va.
Jueves 11.
Salimos por la tarde después de cargar la moto con todo lo necesario y, como es habitual, con algo más que finalmente resultará completamente prescindible. Tomamos la A6 hasta pasado Lugo para desviarnos a la derecha a la tan pomposamente llamada "Vía de Altas Prestaciones", que al pasar Sarria se convierte en la carretera de prestaciones habituales pero, aún descendiendo de categoría, con buen firme y andar y de mejor disfrutar. Nos llueve algo, a modo de cata, y llegamos sin mayor novedad al Parador de Monforte de Lemos, Monasterio Benedictino del siglo XVII bien restaurado y acondicionado a su nueva misión. Destacable es un "pequeño incidente": circulando por la A6 y cuando estábamos adelantando un tráiler escuchamos una tremenda explosión y vemos una polvareda blanca a escasos metros delante de nosotros. No sé a ciencia cierta qué pudo pasar, creo que le reventó un neumático. Seguimos con el adelantamiento y la cosa terminó sin mayores complicaciones, aunque con la curiosidad de saber qué pudo haber ocurrido.
Al llegar la Parador nos instalamos y bajamos a cenar. La casualidad determina que el Jefe de Sala sea familiar de un conocido restaurante en La Coruña, conocido por su estupenda relación calidad-precio. Nos aconseja bien tanto para el sólido como para el líquido. Nos retiramos pronto, nos espera una respetable cantidad de kilómetros, de ida y de vuelta, y la semana de trabajo, aunque corta, fue completa.
Viernes 12.
Así nos amanece en Monforte. La verdad es que ninguna foto de las que hice en ese momento hace justicia a lo que podíamos ver desde la ventana. Para que os hagaís una idea,
Se veían una cantidad considerable de bancos de niebla entre los valles que formaban las colinas que junto con la luz del amanecer entre las nubes que presagiaban agua como poco, configuraban una imagen entre lo espectral y lo mágico. Realmente fantástico.
Desayunamos y nos preparamos para el camino, esta vez más interesante -a priori- que el de la tarde anterior.
Salimos de Monforte sin dificultad, parece que el zumo se comporta. Por la N 120 vamos camino de Quiroga, con buena carretera y magníficas vistas, especialmente cuando la carretera empieza a tejerse con el Río Lor; el panorama mejora todavía más cuando la carretera serpentea con el Río Sil, el que discurre por los Cañones que llevan su nombre en la espectacular Ribeira Sacra. Sobre este Río hay un famoso refrán "El Sil aporta el agua y el Miño se lleva la fama", vamos, como la vida misma. Disfrutando de lo que vemos y olemos en este día otoñal con más nubes que claros llegamos a la villa de A Rúa, atravesamos el puente de su Embalse y pasamos a la de Petín, que son dos ayuntamientos distintos, aunque a veces se diga de corrido A Rúa de Petín. Estamos ya en la OU 533, camino de Viana do Bolo y de la famosa A Gudiña, donde tomaremos la A 52 para proseguir hacia Puebla de Sanabria, donde haremos un alto, estiraremos las piernas, tomaremos un café, un poco de agua y también haremos la ineludible visita. Pero antes, a poco de pasar el desvío hacia O Bolo (no confundir con Viana do Bolo, que está unos 20 km después) tomamos la derecha hacia el Santuario de As Ermidas, que bien merece una visita tranquila, que en este caso no podemos hacer porque hemos de encontrarnos a las 14 hs con nuestro hijo en Zamora, que llega en su moto desde Madrid para pasar juntos el semi-puente del 12 de octubre ruteando por los Arribes. Desde el alto así vemos el Santuario. Esta muy breve detención en nuestro camino la hacemos por una de vuestras sugerencias. Así que gracias, una vez más.
Al salir de tomar el café en Puebla saludamos a otra pareja que llega en ese momento en su nueva, no sé si recién estrenada, ADV (la matrícula era más reciente que la de mi Triple Black) a la cafetería del Parador. Nos espera un tramo bastante anodino. Corremos por la A 52 hasta poco antes de Rionegro del Puente, para tomar la N 631 que pasando por el pueblo del padre de sanabria (como tu nos decías hace unos días) nos lleva finalmente a Zamora, a donde llegamos sobre las 14,15 horas, sabiendo ya desde hace un buen rato que nuestro hijo nos espera. Al llegar al Parador un piquete de huelga nos informa de las razones que les han llevado a tomar esta medida. Callejeando por el casco histórico de Zamora ya observo que el zumo se lleva mal con las calles cortas y estrechas; la pantalla no para de girar y circulamos más por intuición y siguiendo las señales (no muy claras, por cierto) que indican el camino al Parador que por las indicaciones de Mr. Garmin. También supongo que los sentidos de circulación han podido cambiar en los ultimos meses, más adelante os comentaré una impresión desconcertante con la que he regresado de esta ciudad, y que tiene que ver con las señales de circulación que han instalado en el casco antiguo. Nos instalamos en el que en otro tiempo fue el Palacio de los Condes de Alba y Aliste, edificio renacentista del siglo XV construido sobre una antigua alcazaba musulmana y que hoy es el Parador de Zamora.
Siendo ya tres buscamos un lugar para comer. Caminamos hasta la Plaza Mayor, muy cerca del hotel, y mientras yo me detengo a fotografiar la Iglesia de San Juan Bautista, ellos van buscando el lugar donde recobraremos fuerzas para empezar a rutear cuanto antes. Me resulta curioso ver que los coches patrulla de la Policía Local estaba aparcados en este lugar, supongo que no han encontrado mejor sitio.
Y sitio sí que ya encontraron para comer: el Restaurante Ágape, al que estuvimos abonados durante nuestra corta estancia en Zamora. Razones tuvimos para ello...que os contaré en otro momento.