Cuando volví de Mongolia apenas tuve tiempo de digerir el viaje. A los dos días ya estaba editando el vídeo resumen del viaje que presentamos en la Riders y que podéis ver en el canal de youtube de Camino a Mongolia y, claro, el lío que me encontré en la oficina después de dos meses fuera fue monumental.
Si a esto le sumamos que vendí la moto para comprarme la Adventure Triple Black que no estará matriculada hasta este viernes pues podéis imaginar que poner en orden el equipo de moto pasó a un segundo lugar... hasta hoy.
Esta tarde he ido a limpiar el traje GS y he visto el barro incrustado de los ríos del Altai, las rascadas en las perneras de cuando empujaba la moto, la arenilla del Gobi a medida que sacaba las protecciones... y por un momento me he quedado mirando mi traje, el que me ha protegido durante 26.000 kms, con el que he reído, disfrutado, sufrido, pasado frío, calor.... y he sido plenamente consciente del momento... y no quería lavarlo sino que quería dejarlo tal cual, guardado para contemplarlo de vez en cuando y transportarme a ese vadeo, a ese barrizal del que costó tanto salir o ese tornado que pasó ante nosotros en el Gobi.
Por primera vez desde que volví me ha entrado una nostalgia terrible y un deseo irrefrenable de viajar da igual donde pero lo más lejos posible y el mayor tiempo posible.
Si tenéis un sueño id a por él sin dudarlo, no dejéis que se convierta en frustración sino que debéis convertirlo en un maravilloso recuerdo al que poder volver siempre que os apetezca. Veréis las cosas desde otra perspectiva y os hará mejores como personas. Al menos, creo que es lo que me ha pasado a mi.
Un abrazo a todos.
Carlos
Si a esto le sumamos que vendí la moto para comprarme la Adventure Triple Black que no estará matriculada hasta este viernes pues podéis imaginar que poner en orden el equipo de moto pasó a un segundo lugar... hasta hoy.
Esta tarde he ido a limpiar el traje GS y he visto el barro incrustado de los ríos del Altai, las rascadas en las perneras de cuando empujaba la moto, la arenilla del Gobi a medida que sacaba las protecciones... y por un momento me he quedado mirando mi traje, el que me ha protegido durante 26.000 kms, con el que he reído, disfrutado, sufrido, pasado frío, calor.... y he sido plenamente consciente del momento... y no quería lavarlo sino que quería dejarlo tal cual, guardado para contemplarlo de vez en cuando y transportarme a ese vadeo, a ese barrizal del que costó tanto salir o ese tornado que pasó ante nosotros en el Gobi.
Por primera vez desde que volví me ha entrado una nostalgia terrible y un deseo irrefrenable de viajar da igual donde pero lo más lejos posible y el mayor tiempo posible.
Si tenéis un sueño id a por él sin dudarlo, no dejéis que se convierta en frustración sino que debéis convertirlo en un maravilloso recuerdo al que poder volver siempre que os apetezca. Veréis las cosas desde otra perspectiva y os hará mejores como personas. Al menos, creo que es lo que me ha pasado a mi.
Un abrazo a todos.
Carlos