Hace unos días que mi F650 FL llegó oficialmente a los 200.000 km. Y digo "oficialmente" porque es muy probable que los haya alcanzado antes, ya que el cuentakilómetros dejó de funcionar a los 130.000 y durante un tiempo estuve llevando una cuenta aproximada.
Con este kilometraje y trece años también recién cumplidos, mi F650 ya ha satisfecho con creces las expectativas que deposité en ella cuando la compré. Pero esto no quiere decir que esté pensando en jubilarla, pues todavía está prefectamente operativa y de una forma más que digna para una moto de su edad y con su historial, que incluye desde el uso diario, como mí único vehículo que es, hasta viajes de una punta a otra de España e incluso una temporada de uso por campo por terrenos que excedían un tanto las características de la moto y un mucho las de su piloto.
Ni que decir tiene que ha precisado de una buena inversión en mantenimiento. La lista de cosas que he tenido que ir cambiando durante todos estos años es bastante larga. Sin embargo, la gran mayoría han sido motivadas por el lógico desgaste y nunca he tenido la impresión de tener una moto exigente en este aspecto, sino más bien todo lo contrario: una moto resistente, fiable... y noble, pues las contadas veces que me ha dejado tirado ha sido por averías de las que ya me venía avisando con antelación. A todo esto hay que añadir una mecánica sencilla y accesible (gracias en gran parte a la estupenda documentación disponible sobre este modelo) que me ha permitido hacer por mí mismo y sin experiencia previa todo tipo de reparaciones, incluyendo algunas tan complejas en principio como desmotar totalmente el motor.
Estos tiempos no son los mejores para meterse en el gasto de cambiar de vehículo, así que me considero afortunado de tener una moto que, aunque bien veterana, todavía sigue todos los días arrancando a la primera y llevándome adonde le pido. Pero es que, aunque me pudiera permitir cambiarla, sé que la echaría de menos.
No era plan que cumpliese los 200.000 en situaciones tan poco glamurosas como yendo a hacer la compra o subiéndo a la acera para aparcar, así que para el acontecimiento me programé una salida por su "habitat natural", o sea, una buena carretera de montaña. La foto está tomada en el Puerto de las Palomas a falta de unos pocos km para el gran momento que al final llegó sin que me diese cuenta disfrutando de las curvas camino a Puerto Galis.
Este es mi homenaje a una gran moto que sin duda se merece la fidelidad de su dueño por muchos años y kilómetros más.
V'sss
Picander
Con este kilometraje y trece años también recién cumplidos, mi F650 ya ha satisfecho con creces las expectativas que deposité en ella cuando la compré. Pero esto no quiere decir que esté pensando en jubilarla, pues todavía está prefectamente operativa y de una forma más que digna para una moto de su edad y con su historial, que incluye desde el uso diario, como mí único vehículo que es, hasta viajes de una punta a otra de España e incluso una temporada de uso por campo por terrenos que excedían un tanto las características de la moto y un mucho las de su piloto.
Ni que decir tiene que ha precisado de una buena inversión en mantenimiento. La lista de cosas que he tenido que ir cambiando durante todos estos años es bastante larga. Sin embargo, la gran mayoría han sido motivadas por el lógico desgaste y nunca he tenido la impresión de tener una moto exigente en este aspecto, sino más bien todo lo contrario: una moto resistente, fiable... y noble, pues las contadas veces que me ha dejado tirado ha sido por averías de las que ya me venía avisando con antelación. A todo esto hay que añadir una mecánica sencilla y accesible (gracias en gran parte a la estupenda documentación disponible sobre este modelo) que me ha permitido hacer por mí mismo y sin experiencia previa todo tipo de reparaciones, incluyendo algunas tan complejas en principio como desmotar totalmente el motor.
Estos tiempos no son los mejores para meterse en el gasto de cambiar de vehículo, así que me considero afortunado de tener una moto que, aunque bien veterana, todavía sigue todos los días arrancando a la primera y llevándome adonde le pido. Pero es que, aunque me pudiera permitir cambiarla, sé que la echaría de menos.
No era plan que cumpliese los 200.000 en situaciones tan poco glamurosas como yendo a hacer la compra o subiéndo a la acera para aparcar, así que para el acontecimiento me programé una salida por su "habitat natural", o sea, una buena carretera de montaña. La foto está tomada en el Puerto de las Palomas a falta de unos pocos km para el gran momento que al final llegó sin que me diese cuenta disfrutando de las curvas camino a Puerto Galis.

Este es mi homenaje a una gran moto que sin duda se merece la fidelidad de su dueño por muchos años y kilómetros más.
V'sss
Picander