yo recuerdo como si fuera ahora mismo el primer saludo que me hicieron. Era mi primer viaje en moto. Bueno, moto, por decir algo. Llevaba una Vespa 125 de 1959 -que aún conservo- a mediados de los 80, así que la Iluminada, que así la llamo, tenía como 30 años. Un compañero de clase nos invitó a las fiestas de su pueblo en Jaén como quien brinda al sol, seguramente pensando que nadie iría, pero yo fui. Mitad me caía bien el chaval, mitad me apetecía un viaje en moto. Até con pulpos una bolsa de deporte en el asiento trasero y me fui en camiseta y pantalón corto de Valencia a Villacarrillo. Por el camino, en un cambio de rasante, me crucé con una Harley solitaria, casco alemán, yo tenía el sol de cara pero le veía perfectamente. Sacó unas V's e instintivamente le devolví el saludo. No sabía qué era, pues era mi primer saludo, pero me gustó. Para mí en la Iluminada era como el beneplácito de un viajero solitario a entrar en su "club" de viajeros solitarios. Me identificó como igual y me sentí aceptado y respetado por una moto muy superior a mi trasto de 30 años. Y desde entonces saludo. He ayudado todas las veces que he podido y me han ayudado, no tantas, pero siempre que lo he necesitado. Y cuando ha sido un coche o furgoneta en vez de una moto, resulta que el conductor era motero.
Tuve una avería gorda en Francia y moteros franceses pararon, se fueron a sus casas y volvieron con herramientas para ayudar. Nos dieron un mapa de carreteras donde marcaron la ruta "sin obras" para regresar a España y, ya el colmo, uno nos dejó las llaves de su casa, que se iban de boda y no iban a estar. Que era un chalet al final de la calle. Que había cervezas en la nevera y camas para los 3, a lo que contestamos que llevábamos tienda de campaña, así que insistió en que al menos nos diéramos una ducha dentro y, si no queríamos cama, que acampáramos en el jardín. Le dijimos que no hacía falta. Nos dejó la dirección en un papel, las llaves y dijo que si no ibamos a ir finalmente, que metiéramos las llaves en el buzón, pero no se podía quedar más tiempo. Así que sí, yo saludo a los moteros porque aunque haya gente a la que el prójimo le importe un pimiento, entiendo que ya le importaba un pimiento antes de tener moto y que para ayudar al prójimo no hace falta tener moto, sino ganas de ayudar. Saludar a otro motero es mi forma de devolver aquellos favores que he recibido con la esperanza de terminar mi vida motera dando más que recibiendo de esta afición que tanto me ha dado y me sigue dando. Si saludar mantiene o ayuda a mantener ese espíritu que yo entiendo como tal, no lo sé, pero como yo lo entiendo así, pues saludo. No me cuesta nada, no me molesta que no devuelvan el saludo y soy feliz haciéndolo. Si alguna vez saludo a un novato en su primer viaje y se siente como me sentí yo cuando me saludó aquella Harley, nunca lo sabré, pero seguro que ayudo a que ésto, sea lo que sea, siga vivo.