Quisiera expresar mi emoción por el detalle de un motorista desconocido.
Iba esta tarde, como tantos otros domingos, respondiendo con V'ss y ráfagas a los saludos de la multitud que volvía de fin de semana hacia Barcelona, mientras yo circulaba casi solo en sentido contrario, de salida de la ciudad.
En un momento dado me detuve. Notaba frío en la cara y quería ponerme el sotocasco guardado debajo del sillín.
Quizás proyectaba una imagen de avería, con la R1200GS parada en el arcén, con el asiento por el suelo y con las tripas desnudas de acceso a las herramietas.
Pasaban más motoristas, ahora sin saludar, solo mirando. Igual que los coches.
Pero inesperadamente oí un frenazo chillón. Era una scooter Kymco gris 125. Un chico, creo que joven, con casco blanco y chaqueta azul.
- "¿Te puedo ayudar?", gritó des de el otro lado de la carretera.
- "No pasa nada", le respondí con el pulgar arriba para que me entendiera.
Me devolvió un OK, arrancó y siguió su camino.
Con mi confortable sotocasco ya puesto, continué mi ruta. Y continué responiendo a nuevos saludos de motos grandes.
Pero no he dejado de pensar en el sentido de esos saludos.
¿Quizás un gesto cada vez más folklórico?.
Yo solo digo que entre decenas de motos, solo se paró para intentar ayudarme un vehículo excluido de las ráfagas, una scooter ignorada por las Vss y castigada con la indiferencia.
Gracias chico anónimo.
Conduciendo, imaginé un pasado de hace casi cien años de motoristas pioneros. Esos que quizás crearon el saludo cómplice cuando se cruzaban por viejas carreteras solitarias sin asfaltar. Tal vez inventaron el saludo porque solo eran cuatro gatos. Pero quiero creer que todo nació por solidaridad entre semejantes a dos ruedas.
Yo, hoy lo viví.
Iba esta tarde, como tantos otros domingos, respondiendo con V'ss y ráfagas a los saludos de la multitud que volvía de fin de semana hacia Barcelona, mientras yo circulaba casi solo en sentido contrario, de salida de la ciudad.
En un momento dado me detuve. Notaba frío en la cara y quería ponerme el sotocasco guardado debajo del sillín.
Quizás proyectaba una imagen de avería, con la R1200GS parada en el arcén, con el asiento por el suelo y con las tripas desnudas de acceso a las herramietas.
Pasaban más motoristas, ahora sin saludar, solo mirando. Igual que los coches.
Pero inesperadamente oí un frenazo chillón. Era una scooter Kymco gris 125. Un chico, creo que joven, con casco blanco y chaqueta azul.
- "¿Te puedo ayudar?", gritó des de el otro lado de la carretera.
- "No pasa nada", le respondí con el pulgar arriba para que me entendiera.
Me devolvió un OK, arrancó y siguió su camino.
Con mi confortable sotocasco ya puesto, continué mi ruta. Y continué responiendo a nuevos saludos de motos grandes.
Pero no he dejado de pensar en el sentido de esos saludos.
¿Quizás un gesto cada vez más folklórico?.
Yo solo digo que entre decenas de motos, solo se paró para intentar ayudarme un vehículo excluido de las ráfagas, una scooter ignorada por las Vss y castigada con la indiferencia.
Gracias chico anónimo.
Conduciendo, imaginé un pasado de hace casi cien años de motoristas pioneros. Esos que quizás crearon el saludo cómplice cuando se cruzaban por viejas carreteras solitarias sin asfaltar. Tal vez inventaron el saludo porque solo eran cuatro gatos. Pero quiero creer que todo nació por solidaridad entre semejantes a dos ruedas.
Yo, hoy lo viví.
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