Hoy me lie en una carrera con una Harley y, después de un pilotaje muy duro, logré adelantar al otro.
Iba por una de esas carreteras con muchísimas curvas , sin ninguna recta y donde la mayoría de las curvas tienen señales de advertencia de "30 km/h".
Sabía que si iba a adelantar a uno de esos monstruos con esos motores de 1000 cc, tendría que ser en un lugar como este, donde el manejo y la habilidad del piloto son más importantes que la potencia.
Vi al tipo más adelante al salir de una curva y supe que podía alcanzarlo, pero no sería fácil. Me concentré en frenar y tomar las curvas. Tres curvas después, estaba pegado a su guardabarros. Alcanzarlo era una cosa; adelantarlo sería otra.
Dos curvas después, me acerqué a él mientras bajábamos la montaña. Creo que se sorprendió al verme a su lado, pues casi lo adelanto antes de que pudiera recuperarse. En la siguiente curva, lo mismo. Conseguía acercarme a él al entrar en las curvas, pero al salir, él aceleraba a fondo y me superaba en potencia. Su potencia era casi insuperable, pero eso solo me reafirmó más que nunca.
Mi única esperanza era adelantarlo en la frenada. Aguante hasta el último instante. Mantuve la calma mientras él la perdía. En un instante lo superé. Curva tras curva, oía el rugido de su motor mientras luchaba por seguirme.
Me quedaban cinco kilómetros antes de que la carretera se enderezara y me adelantara definitivamente.
Pero ahora iba en cabeza y él ya no me frenaría. Aumenté mi ventaja y, para cuando llegamos al fondo del cañón, estaba a más de una curva. Ya no podía verlo por el retrovisor.
Una vez que el camino se enderezó, me pareció que tardó kilómetros en adelantarme, pero probablemente fueron solo unos cientos de metros. No era rival para esa potencia, pero lo conseguí. En el tramo más estrecho, donde la valentía y la habilidad cuentan más que la potencia y el dinero, lo adelanté. Aunque no fue fácil, gané la carrera hasta el fondo del cañón y conservé la orgullosa tradición de uno de los mejores tramos de carretera que conozco.
Siempre recordaré ese momento. No creo haber pedaleado con tanta fuerza en mi vida. Y parte del mérito también es de las bicicletas Specialized. Realmente hacen unas bicicletas excelentes...