añorando el Mar de Aral

miquel-silvestre

Curveando
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KAZAJSTAN

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Asia Central es un lugar remoto, difícil de visitar. No sólo por sus interminables estepas, infinitos desiertos e inaccesibles montañas, sino también porque con sistemas políticos heredados de la Unión Soviética, el extranjero recibe sistemáticamente trato de sospechoso espía o traficante de heroína. Las nociones de inglés de habitantes y funcionarios son mínimas.

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Los visados no son sencillos ni baratos. La estadía requiere temple de estoico y estómago de Carpanta; los hoteles suelen ser decrépitos muladares y la gastronomía, por llamarla de algún modo, monótona y pobre cuando no corrosiva. Sin embargo, atravesarla en moto para rodear el fósil mar de Aral quizá sea una de las pocas aventuras verdaderas que aún quede, especialmente si se realiza en completa soledad.

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Entré en Kazajstán desde la ciudad rusa de Astrakhan, fundada sobre el delta del Volga por Ivan el Terrible. Caballos y camellos campan a su antojo. A pesar de la aridez de la tierra, el horizonte infinito embriaga. Viajando hacia oriente, el sol se pone a la espalda y delante nuestro se incendian de oro los páramos. Pronto aparece Atyrau, urbe de altos edificios de cristal y acero. Es el reciente brillo del petróleo. Fulgor que no alcanza a la mayoría. Casetas de cartón se desparraman en callejones sin asfaltar alrededor de la nueva prosperidad que ejemplifica el hotel Reinassance, castillo de lujo, refugio para ejecutivos de multinacional.

El infierno comienza cincuenta kilómetros hacia el éste. Ante el delirio de piedras, grava y agujeros, examino incrédulo el mapa. Tiene que ser una broma surrealista. En el papel hay pintados la línea roja de una carretera y la mancha azul de un mar. En realidad, no existe ninguno. Tal vez en tiempos de Stalin, pero no hoy. Los camiones han abierto pistas en la arena. Sus rodadas son el único signo creíble de que no soy el único hombre en la Tierra. Muchos, con la amortiguación desecha, permanecen varados como ballenas moribundas. Los conductores se toman el naufragio con paciencia de siglos. ¿Y la mancha azul? Es un desierto. Una vez fue el mayor lago del Mundo pero lo secaron los proyectos de irrigación a gran escala. Con él se agostó la vida. El área que circunda el antiguo mar es hoy un deshidratado montón de nada detenido en el tiempo.

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ARAL

Los kazajos son amables y generosos. Viven la cultura del hospedaje como obligación religiosa. Recibí agua y alimentos en las aldeas remotas que fui encontrando. Tras tres largos días de tienda de campaña y café soluble llegué a Aral. Barcos muertos en un muelle sin mar, grúas portuarias inútiles y un solo hotel. Viejo y deprimente, exigen en recepción más de 4500 tenges (unos 30 euros) por la habitación. Pueden pedir la Luna. No tiene competencia. Tampoco ducha. Para arrancarse el engrudo de sudor y silicio molido hay que ir hasta una especie de burbuja de plástico al final de la calle. Dentro hay una piscina portátil y dos alcachofas con termo. Me cuentan que tan extraño artefacto es un regalo español. Aun así, debo pagar por ducharme usando mi propio jabón.


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TURQUISTÁN


Que el viajero no espere joyas arquitectónicas. Las ciudades kazajas son feas, soviéticas. La única que vale la pena es Turkistán, donde está el mausoleo de Khoja Ahmed Yasawi, construido en el XIV por el Gran Tamerlan. Su estructura rectangular y sus cúpulas azules lo hermanan con las magnificas mezquitas de las ciudades de Sarmarcanda, Bujara y Khiva. Pero los kazajos eran pastores nómadas y no construyeron nada más que tiendas de campaña. No hay urbes en su historia. Sólo invasiones. No tienen más monumentos que unas espantosas estatuas de purpurina que han dedicado a míticos guerreros a caballo. Es un reciente intento de fabricar un glorioso pasado nacional para una nación que nunca existió. Kazajstán, como el resto de repúblicas socialistas, lo dibujó Stalin un día que estaba inspirado entre purga y purga.


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KARAPALKASTAN


Uzbekistán no es mejor que su vecino del norte pero sí más pobre. En Nukus, capital de la región autónoma de Karapalkastan, está el hotel Tashkent. El peor hotel del mundo. Destruido e inhóspito, el agua es un inesperado regalo que brota de vez en cuando de los grifos rotos. Hay que estar atento al ruido de las cañerías. Los desayunos, en el segundo piso, en la desordenada habitación de Mama Gold, una vieja celestina, obesa, patizamba y de áurea dentadura. Prepara grasientos huevos fritos por dos mil sums. El asunto del dinero es curioso. Hay que salir con los bolsillos a rebosar porque el billete más grande es de mil sums, algo así como cincuenta céntimos de euro.

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A 150 kilómetros está Moinaq, famosa ciudad muerta que un día fue puerto pesquero. También ahí se pueden visitar los barcos dormidos. Más hacia el oeste, Kungrad; última oportunidad de avituallarse y repostar (gasolina de 80 octanos). Un tipo me ofrece dormir en su salón por tres mil sums. Acepto, más allá, sólo habrá una pista de grava que lleva de vuelta al averno. En quinientos kilómetros no habrá nada más que polvo. La frontera oeste entre Uzbekistán y Kazajstán es un inmenso desierto que nadie se molesta en proteger.

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EL MAR CASPIO

Beyneu, poblachón polvoriento y hostil con estación ferroviaria, feo cemento en mitad de la desolación. Me dicen que hasta Aktau es todo asfalto. Mentira cochina. Es como rodar por la Luna. Socavones, montañas y un polvo blanco y fino que busca morir en los pulmones. Es un suplicio de viaje; sin embargo, tiene algo de adictivo saberse solo en medio del vacío. Experiencia imposible de vivir en nuestro mundo, cada kilómetro recorrido es una victoria que se paladea con agua a cuarenta grados. Después de cuatrocientos kilómetros en la más nívea irrealidad, aparece un bello resplandor. Es el Caspio bajo el ocaso. Aktau es una ciudad turística. Rusos y kazajos se tuestan en sus playas. El hotel Reinassance no es una opción. Mejor el Victory por 50 euros. Limpio, aire acondicionado y vistas al mar. La recepcionista habla un inglés medio decente.

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VACACIONES EN EL MAR


Desde Akatu sale cada siete días un ferry que cruza el Caspio hasta Bakú, capital de Azerbaiján. Imposible saber cuándo saldrá. Hay que ir todos los días al puerto y preguntar. Una mañana me dicen que zarpará esa misma tarde. Obtenido el billete (doscientos euros), hay que llenarlo de sellos. Aduanas, policía, veterinario y bombero. Al día siguiente, despierto en el parking y el barco ni siquiera ha llegado. A bordo todo es perfecto en su atroz fealdad curtida por años de descuido. Me entra la risa del náufrago. Al menos hay un figón donde sirven cerveza rusa. Con la ciudad a la vista, esperamos durante más de diez horas a que el puerto tenga espacio libre. Los trámites aduaneros conllevarán otra larga espera. Saldré a las calles de Bakú bien entrada la madrugada, dos días después de haber partido. Ya no importa. Azerbaiján supone una vía directa a Georgia y poco más allá está Turquía. Soy un hombre feliz a pesar del agotamiento, he recorrido en moto el Asia Central y ambos hemos sobrevivido para contarlo. 

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Pdt: originalmente publicado en El País el 13/02/2010

http://elviajero.elpais.com/articulo/viajes/Aventura/suplicio/elpviavia/20100213elpviavje_3/Tes
 
No sé si yo volveré otra vez. Uzbekistán tiene de bueno Samarcanda, y allí he dejado algún amigo. Tal vez regrese algún día. Kazjastán no tiene nada, salvo dificultades sin cuento, pero también es cierto que es el lugar más puro que he visitado nunca. África está muy manoseada, Asia Central conserva todavía la capacidad de sorprender y sorprenderse.

Lo que no entiendo es lo de las fotos, unas se ven volteadas y otras aparecen dañadas. En fin, creo que es suficiente para hacerse una idea de lo que es aquello (una idea aproximada, claro).
 
como siempre, distinto
qué guay algo de fresco estos días
8-)
 
Saludos menos mal que te tenemos en este foro para darle un poco de alegria sigue asi y yo de mayor quiero ser como tu ;D :D ;)
 
Lo tuyo si son viajes-aventura, simplemente espectaculares. No se si estoy viendo tu cronica o el Long Way Arround, aunque me impagino que con menos logistica   :) ;D
Muchas gracias por compartirlas, ya que de esa forma  podemos viajar a esos sitios  reconditos que seguramente algunos no conoceremos en vivo.

V,ssssssssss a todos
 
El relato es realmente bueno, da gusto leerlo. Muchas gracias por ponerlo...
 
Aquí otro más que se deleita con tus fotos y tus palabras. Muchísimas gracias.
 
Una aventura de verdad ;)

Gracias por compartirlo, tampoco a mi me veran por ahi ;)

Un saludo
 
Gracias a todos. Sois cojonudos. Respecto al Long Way Round, efectivamente, ahí hay una logística im-prezionante. Pero no olvidemos que es una película con actores profesionales. Y como película es magnífica (mejor que el Long Way Down), genera sueños, incita a viajar y ha hecho que gente que no sabía nada de motos de repente valore los viajes de aventura en moto.

Yo he discutido en varias ocasiones con los que podríamos llamar "puristas", que dicen que es una película mentirosa que no ha hecho más que daño al popularizar una actividad que ellos consideran cuasi sagrada. Yo discrepo. Creo que es una bella película, como bella es Easy Rider o bellos son Los Viajes de Jupiter.

Pero las películas son películas y los viajes en solitario otra cosa muy diferente. Cuando se cae la moto, y siempre se cae alguna vez, no hay nadie que te eche una mano.

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Pero de pronto aparece alguien de la nada y no te deja en paz justo cuando quieres descansar.

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Conseguir repuestos o cubiertas es una odisea. Y hacerlo además en una moneda absurda sin interpretes ni "fixers" se convierte en un juego surrealista. Ese fajo de billetes uzbecos son 150 euros.

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La comodidad de alojamientos y sanitarios entra de lleno en lo hilarante. He visto todo tipo de agujeros, pero quizá el mejor de todos fuera el Hotel Tashkent.

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Sin embargo, las mejores duchas de mi vida las he tenido en estos artefactos. Una cabina de madera, un tanque de agua en lo alto, y el agua cae por gravedad. Caliente en verano, gélida en invierno. Pero cuando te haces 400 km por pistas rotas, es el paraíso que alguien te invite a usar su ducha.

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En fin, las crónicas y las fotos simplifican mucho la experiencia, pero cuando pasan los días aprendes a amar el silencio y a tu propia sombra. Yo ya no imagino mejor compañero. Y en fin, no todo es tan duro. Esta fue mi cena esperando el ferry en Aktau: caviar del Caspio, vodka y pan; de plato una caja de herramientas y de cubiertos la navaja suiza. De techo, las estrellas. Por eso añoro el Mar de Aral.

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Estupenda crónica como siempre y lo que mas me intriga es como ven el mundo en esa zona, tienen tv por satélite, tienen una visión muy distorsionada o no les preocupa lo más mínimo.

Como lo comparas con áfrica supongo que no tendrán una visión tan distorsionada como tienen en todo el africa subsahariana y sí un gran desconocimiento unido a un derrumbe de todas las infraestructuras heredadas de la antigua URSS será lo mas parecido como ir a otro mundo.
 
Efectivamente, Indal. En África ya no te preguntan cómo es tu vida, tu casa, tu mundo. No necesitan hacerlo. Creen que lo saben perfectamente porque ven la televisión. El espejo deformado de la tele es la realidad de nuestro mundo que conocen. O sea, sexo, lujo, vicio, violencia, excesos, estupidez.

En Asia Central todavía no se han corrompido de ese modo. Son países muy cerrados, muy jóvenes, muy complejos étnica y políticamente, enormemente rurales. Todavía son curiosos y aunque el interés económico es importante en todo el mundo, allí sentí que todavía perviven otros valores y una hospitalidad sincera. ¿Cuánto tiempo queda? Supongo que muy poco.
 
Miquel, esa tienda es la del Deca? Si es así, la recomendarías?
 
Buena vista Fennek. La tienda del Decathlon tiene la ventaja de todo lo del Decathlon, un precio irresistible y una calidad media que en las condiciones veraniegas en las que la usé son suficientes. Es ligera y basta para un tipo solo que acampe, duerma lo justo y se marche, pero es complicada de montar. La recomendaría para alguien que va a usarla sólo cuando no hay cama disponible o la cama es para salir corriendo (la he llegado a plantar en el patio de un aldeano que quería que compartiese lecho con él, su mujer y sus dos niños), pero no para un uso exigente.

Compré una en USA cojonuda con el armazón en aspa y absolutamente waterproof. Me cayó una brutal en Canadá y aguantó. Es la más fácil de plantar que he visto nunca. Un diseño muy ingenioso. Le hice una fotografía que sale en mi post del viaje a Dakar. Cuesta unos 290 dólares en unas tiendas llamadas REI que están por todas partes. Eso es un decathlon de calidad superior. Si conoces a alguien que vaya a USA, que te traíga una. Es una maravilla.
 
OK gracias, también la ví así, la compré y la probé en casa y tardas mucho en montar, y hay que anclarla. Pero el mínimo peso y las dimensiones me tentaron demasiado, y se irá conmigo en mi próximo viaje
Bonne route!
 
venga, venga, dorarle la píldora, no sé yo que tiene de mérito viajar en moto por esos mundos de dios, con todas las comodidades y sin peligros ::)

mira que sois exageraos :D

A que no has estao nunca en Lorca ? :-?

Tanto irte por ahí lejos...... sin conocer a nadie y con gente que habla raro ;)

salu2 8-)
 
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