Pingu
Curveando
Me han encargado un panel para colocar en un jardín con esta plegaria del árbol y, como me la dieron en JPG, por aquello de no teclearla entera, la busqué en internet para copiar y pegar el texto (sí, ya sé que no es mucho, pero no viene al caso). El desconcierto vino cuando en unas webs me decía que era de François-René de Chateaubriand y en otros de Rabindranath Tagore (el de "no llores porque no puedes ver el sol porque tus lágrimas no te dejarán ver las estrellas"). Y en lo que me mandaron ponía que era de Chateaubriand. Ahora tengo la duda y la curiosidad de saber quién fue el verdadero autor!. ¿alguien lo sabe seguro? porque yo creo que ando convencido en un 50/50% de que es uno... o el otro!
Os dejo la dichosa plegaria, casi tanto porque me ayudéis a averiguar el autor como para que la disfrutéis:
"Viajero, escucha:
Yo soy la tabla de tu cuna, la madera de tu barca, la superficie de tu mesa, la puerta de tu casa. Yo soy el mango de tu herramienta, el bastón de tu vejez. Yo soy el fruto que te regala y te nutre, la sombra bienhechora que te cobija contra los ardores del estío, el refugio amable de los pájaros que alegran con su canto tus horas y limpian de insectos tus campos. Yo soy la hermosura del paisaje, el encanto de la huerta, la señal de la montaña, el lindero del camino...
Yo soy la leña que te calienta en los días de invierno, el perfume que te regala y embalsama el aire a todas horas, la salud de tu cuerpo y la alegría de tu alma. Por último, soy la madera de tu ataúd.
Por todo esto, viajero que me contemplas, tú que me plantaste con tu mano y puedes llamarme hijo, o que me has contemplado tantas veces, mírame bien, pero... no me hagas daño."
Os dejo la dichosa plegaria, casi tanto porque me ayudéis a averiguar el autor como para que la disfrutéis:
"Viajero, escucha:
Yo soy la tabla de tu cuna, la madera de tu barca, la superficie de tu mesa, la puerta de tu casa. Yo soy el mango de tu herramienta, el bastón de tu vejez. Yo soy el fruto que te regala y te nutre, la sombra bienhechora que te cobija contra los ardores del estío, el refugio amable de los pájaros que alegran con su canto tus horas y limpian de insectos tus campos. Yo soy la hermosura del paisaje, el encanto de la huerta, la señal de la montaña, el lindero del camino...
Yo soy la leña que te calienta en los días de invierno, el perfume que te regala y embalsama el aire a todas horas, la salud de tu cuerpo y la alegría de tu alma. Por último, soy la madera de tu ataúd.
Por todo esto, viajero que me contemplas, tú que me plantaste con tu mano y puedes llamarme hijo, o que me has contemplado tantas veces, mírame bien, pero... no me hagas daño."
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