
- Por haberme ayudado te concederé un deseo.
- ¿Ah, sí? ¡Quiero que toda el agua del lago se convierta en cerveza!
Al instante, toda el agua se convirtió en cerveza.
El otro amigo atónito exclamó:
- ¡Ahora si que la jodimos, compadre!
- ¿Se puede saber por qué?
- ¡Porque vamos a tener que orinar en el bote!
