
- Pues yo me casé, y oye, todo muy bien al principio, mi mujer muy buena, guapa, cariñosa con migo, estupenda. Pero en los últimos tiempos se ha estropeado mucho, ha engordado, no se cuida, no trabaja, no limpia, deja la casa siempre sucia hecha una porquería, horrible, todo por medio, no friega...es una guarra, guarra, guarra.
- ¡Hombre! ¿Para tanto es?
- Sí, vente a mi casa y verás.
Cuando llegan a la casa, se encuentran a la mujer tirada en el sofá, desnuda, con las piernas algo abiertas, muy sucia, con moscas volando alrededor y comiendo sandía, con pipas y goterones por las tetas.
El marido, cabreado, le dice a la mujer:
- Pero María, mujer, al menos podías ponerte las bragas!
- Si hombre!, qué quieres! que se vayan las moscas a la sandía...
