Hace días que hablo de finura de conducción, y hoy me ha dado por escribir. Os lo cuento:
CONDUCCIÓN DEPORTIVA FINA. CONCEPTOS BÁSICOS.
Llamamos conducción deportiva fina al estilo de conducción por deporte o afición, cuyo objetivo es perfeccionar acciones y movimientos para lograr la mayor precisión con el mínimo esfuerzo, lo cual redunda en una mejora importante de la seguridad.
La conducción fina supone suavidad y corrección en la forma de pilotar, con un especial interés en evitar cualquier error antes de que se produzca. Todo ello influye a favor de una mejor conservación de los componentes de la moto, y disminuye mucho el esfuerzo del conductor, lo que le dará mayor resistencia en las rutas largas.
Hay tres factores importantes que hay que entender y poner en práctica para poder progresar en la finura de conducción:
1 – Gestión del movimiento. Es la forma de colocarnos en la moto, de movernos según interese, de coordinar series de movimientos que tienen que ver con el reparto de pesos, la inclinación de la moto, la acción sobre los mandos y el manillar, y la forma de sujetarnos bien manteniendo una posición cómoda y natural en cada momento. Esas acciones son las que dominan el movimiento de la moto sobre la carretera, y hacen que se dirija por donde nosotros queremos.
2 – Gestión de la energía. La energía que produce el motor de combustión se transforma en una fuerza de avance que se transmite a la rueda trasera, que impulsa la moto cuando damos gas. Esa energía se disipa por medio de los frenos y de la retención del motor al reducir. La forma de utilizar y dosificar esa energía, y de alternar convenientemente los impulsos con las retenciones, tendrá que ver con el aprovechamiento del rendimiento de la moto por un lado, y de la suavidad de conducción por otro.
3 – Coordinación. Lo más importante para la conducción deportiva fina, es la interrelación de las dos gestiones, la del movimiento y la de la energía. Eso quiere decir que ambas se van produciendo al mismo tiempo, cada una con sus acciones, que hemos de conocer y entrenar. Y la finura y precisión dependerá del acierto que tengamos en coordinar las acciones de ambas, de forma que coincidan en la décima de segundo adecuada.
Todo ese proceso parte de un sistema de toma de datos que tenemos funcionando constantemente, y que va enviando la información a medida que vamos haciendo el recorrido, captando diversas fuentes de esa información, como son:
A – Vista. La visión es lo más importante, y además hay que saber utilizarla. Se debe mirar lejos, pero con una visión periférica que pueda captar cualquier detalle importante sin desviar la vista del punto de mira principal. En las curvas, hay que mirar hacia la salida y hacia donde se vaya a dirigir la moto. Es importante no fijar la vista en puntos que nos llamen la atención pero que no estén en la trayectoria prevista de la moto, eso nos puede distraer y hacer cambiar la dirección de forma errónea. De noche, es conveniente ver lo que pisamos, y adecuar la velocidad a la longitud de visión que nos proporciona el faro.
B – Oído. Los sonidos nos informan de algunas cosas que están pasando, y hay que diferenciar entre los sonidos esperados e inesperados. El sonido del motor es muy buena fuente de información para conducir, muy útil para optimizar su utilización.
C – Sensaciones. Esas son las otras fuentes de información que ni se ven ni se oyen. Vibraciones, inercias, inclinaciones, fuerza del viento, movimientos de las suspensiones, tacto en el eje de la rueda delantera, tacto en el eje de la dirección... Todo ello nos da una información que es analizada, ampliada y catalogada por nuestra mente, y es complementaria a la obtenida por la vista y el oído, y no menos importante. De esas sensaciones hemos de distinguir las esperadas, las conocidas pero no esperadas, y las desconocidas, y partiendo de esa diferenciación hemos de valorar si lo que está pasando es mejor o peor. Hay que desarrollar una sensibilidad especial para sentir la moto como parte de nuestro sistema locomotor, como algo que está conectado a nuestro sistema nervioso, y no hay que verla como una máquina sobre la que vamos sentados encima.
La conducción deportiva fina se consigue armonizando todos los detalles anteriormente descritos, y su objetivo no es llegar a ser el más rápido, sino conseguir una forma de conducción perfecta en cuanto a estilo, precisión y seguridad, que sirva de base para ir subiendo el ritmo de forma natural y sin esfuerzo. Todo ese proceso se va automatizando, de forma que se puede conducir sin pensar en lo que se hace, y reaccionar por reflejos en caso de necesidad, de acuerdo con los datos que hemos ido guardando en el inconsciente.
Con una conducción fina en su máximo nivel, por las curvas la moto no pesa nada, se mueve con precisión y suavidad, jamás hay sustos ni errores, y cansa mucho menos llevarla. Va sola.
CONDUCCIÓN DEPORTIVA FINA. CONCEPTOS BÁSICOS.
Llamamos conducción deportiva fina al estilo de conducción por deporte o afición, cuyo objetivo es perfeccionar acciones y movimientos para lograr la mayor precisión con el mínimo esfuerzo, lo cual redunda en una mejora importante de la seguridad.
La conducción fina supone suavidad y corrección en la forma de pilotar, con un especial interés en evitar cualquier error antes de que se produzca. Todo ello influye a favor de una mejor conservación de los componentes de la moto, y disminuye mucho el esfuerzo del conductor, lo que le dará mayor resistencia en las rutas largas.
Hay tres factores importantes que hay que entender y poner en práctica para poder progresar en la finura de conducción:
1 – Gestión del movimiento. Es la forma de colocarnos en la moto, de movernos según interese, de coordinar series de movimientos que tienen que ver con el reparto de pesos, la inclinación de la moto, la acción sobre los mandos y el manillar, y la forma de sujetarnos bien manteniendo una posición cómoda y natural en cada momento. Esas acciones son las que dominan el movimiento de la moto sobre la carretera, y hacen que se dirija por donde nosotros queremos.
2 – Gestión de la energía. La energía que produce el motor de combustión se transforma en una fuerza de avance que se transmite a la rueda trasera, que impulsa la moto cuando damos gas. Esa energía se disipa por medio de los frenos y de la retención del motor al reducir. La forma de utilizar y dosificar esa energía, y de alternar convenientemente los impulsos con las retenciones, tendrá que ver con el aprovechamiento del rendimiento de la moto por un lado, y de la suavidad de conducción por otro.
3 – Coordinación. Lo más importante para la conducción deportiva fina, es la interrelación de las dos gestiones, la del movimiento y la de la energía. Eso quiere decir que ambas se van produciendo al mismo tiempo, cada una con sus acciones, que hemos de conocer y entrenar. Y la finura y precisión dependerá del acierto que tengamos en coordinar las acciones de ambas, de forma que coincidan en la décima de segundo adecuada.
Todo ese proceso parte de un sistema de toma de datos que tenemos funcionando constantemente, y que va enviando la información a medida que vamos haciendo el recorrido, captando diversas fuentes de esa información, como son:
A – Vista. La visión es lo más importante, y además hay que saber utilizarla. Se debe mirar lejos, pero con una visión periférica que pueda captar cualquier detalle importante sin desviar la vista del punto de mira principal. En las curvas, hay que mirar hacia la salida y hacia donde se vaya a dirigir la moto. Es importante no fijar la vista en puntos que nos llamen la atención pero que no estén en la trayectoria prevista de la moto, eso nos puede distraer y hacer cambiar la dirección de forma errónea. De noche, es conveniente ver lo que pisamos, y adecuar la velocidad a la longitud de visión que nos proporciona el faro.
B – Oído. Los sonidos nos informan de algunas cosas que están pasando, y hay que diferenciar entre los sonidos esperados e inesperados. El sonido del motor es muy buena fuente de información para conducir, muy útil para optimizar su utilización.
C – Sensaciones. Esas son las otras fuentes de información que ni se ven ni se oyen. Vibraciones, inercias, inclinaciones, fuerza del viento, movimientos de las suspensiones, tacto en el eje de la rueda delantera, tacto en el eje de la dirección... Todo ello nos da una información que es analizada, ampliada y catalogada por nuestra mente, y es complementaria a la obtenida por la vista y el oído, y no menos importante. De esas sensaciones hemos de distinguir las esperadas, las conocidas pero no esperadas, y las desconocidas, y partiendo de esa diferenciación hemos de valorar si lo que está pasando es mejor o peor. Hay que desarrollar una sensibilidad especial para sentir la moto como parte de nuestro sistema locomotor, como algo que está conectado a nuestro sistema nervioso, y no hay que verla como una máquina sobre la que vamos sentados encima.
La conducción deportiva fina se consigue armonizando todos los detalles anteriormente descritos, y su objetivo no es llegar a ser el más rápido, sino conseguir una forma de conducción perfecta en cuanto a estilo, precisión y seguridad, que sirva de base para ir subiendo el ritmo de forma natural y sin esfuerzo. Todo ese proceso se va automatizando, de forma que se puede conducir sin pensar en lo que se hace, y reaccionar por reflejos en caso de necesidad, de acuerdo con los datos que hemos ido guardando en el inconsciente.
Con una conducción fina en su máximo nivel, por las curvas la moto no pesa nada, se mueve con precisión y suavidad, jamás hay sustos ni errores, y cansa mucho menos llevarla. Va sola.
