CRÓNICA OBJETIVO BEIRUT (REEDICIÓN)

castrovic

Curveando
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[highlight]Como se había perdido el hilo, lo reedito. El viaje es del año 2007[/highlight]  ;)

Todo esto surgió en Boecillo, alrededor de una hoguera, como surgen las buenas ideas. Allí estábamos intentando decidir cual sería nuestro próximo destino, cuando Ramón, militar de profesión que se iba destinado al Líbano en unas semanas, nos soltó: “No tenéis huevos para venir a verme al Líbano en moto”. Lo valoramos, nos reímos y ahí quedó como una idea más, a todos nos atraía pero ninguno nos lo tomábamos demasiado en serio.

Unas horas después sucedió algo que nos cambiaría para siempre; Alberto se había matado volviendo de Pingüinos, por culpa una vez más de un puñetero guardarrail de la AP-6. Se nos había ido la alegría y la fuerza del motoclub, no teníamos fuerza para nada, el grupo se había quedado destrozado.

Después de las lágrimas, la rabia y la impotencia del funeral más bonito al que he asistido nunca; nos juntamos en la cafetería del Tanatorio a brindar por el amigo que se iba, como a él le hubiese gustado, y recordando anécdotas una tras otra, fuimos dándonos cuenta de todo lo que nos había dado la moto en nuestra vida. Es más, sin ella probablemente no nos hubiésemos conocido nunca.

La idea del viaje quedó aplazada, casi desechada diría yo. Pero pasado un mes volvimos a juntarnos todos en una comida homenaje en el pueblo de Alberto, con su familia. Allí fue cuando Alberto Junior nos dijo con una sonrisa, ¿Cuándo nos vamos? Sabía que Alberto era fuerte, pero no daba crédito a que instantes después estuviésemos los seis sentados en una mesa planificando los cimientos del viaje. Si nadie lo remediaba, esto iba hacia delante.

Apenas dos meses después estábamos con todo listo para salir, y un viernes, 27 de abril de 2007, comenzaba la aventura:

El equipo:

Juan Pablo Poyatos.- BMW R 1200 GS
Alberto Rubio Jr..- BMW R 1200 GS
Eugenio Mateo.- Triumph Tiger
David “Deivi”.- Triumph Tiger
David “Tallin”.- Suzuki V Strom
Miguel Castro.- BMW R 1200 GS

VIERNES, 27 DE ABRIL.- Madrid  – Barcelona.

A primera hora de la mañana habíamos quedado, en un sitio poco práctico, pero emblemático para un viaje de esta envergadura: La Plaza de Colón de Madrid. El viaje no podía comenzar peor, a pesar de tener las motos recién revisadas, la GS de Poyatos decide no arrancar esa mañana cuando se ve con todo el equipaje a sus cuestas y el plan que le queda por delante. Nos llama, y nos vamos a su casa, de momento se ha frustrado la foto de salida y mucho nos tememos que el viaje entero para él. Hay tiempo de reacción pero no demasiado. Cuando llegamos a su casa, ya se había personado allí un mecánico del RACE, que estaba revisando la situación. La moto no tenía casi electricidad, pero tampoco arrancaba con pinzas, y a veces sonaba el pito o se encendía el cuadro sin control al dar el contacto. Tenía una pinta espantosa. Pero el mecánico tuvo la buena mano de dar con la avería, era un mal contacto de los bornes de la batería y el cableado, con poco más que un cepillo metálico, unos alicates y cinta aislante lo soluciona, y parece que el viaje empieza para todos, aunque con el miedo en el cuerpo. En una cafetería al pasar Alcalá, nos esperaba Manolo Grao, el presidente del motoclub, para desayunar con nosotros y despedirnos, y desde allí partiríamos hacia Barcelona.
Llegamos a la hora y con tiempo de sobra a nuestra cita con el barco, pero el ferry no hizo lo mismo, tenia acumuladas más de dos horas de retraso que ya no podía recuperar, y que nos iban a complicar mucho el enlace en Italia entre Civitavecchia y Ancona, desde donde salía el ferry dirección Turquía. En las casi tres horas de espera en el puerto, conocimos a dos moteros italianos (GS 1200 y KTM Adventure), que regresaban a casa después de recorrer España. Nos explicaron la mejor ruta para el enlace del día siguiente, y calcularon que nos llevaría unas 3 horas y media.
Embarcamos rumbo a Civitavecchia (Roma)

SABADO, 28 DE ABRIL.- Civitavecchia (Italia) – Ancona (Italia)

Como nos temíamos, el ferry no recuperó las 2 horas y media de retraso. Cuando logramos salir del puerto eran las 6 de la tarde, y nos quedaban 350 kms por delante para coger el siguiente ferry que salía a las 22 horas. El tiempo que nos habían calculado los moteros italianos se cumplió, y a las 21:30 estábamos en el puerto de Ancora. Dos de nuestros billetes ya habían sido vendidos a dos moteros alemanes que estaban en lista de espera, por no habernos presentado a tiempo al embarque, y el ferry estaba completo. Por suerte, el encargado del embarque tenía una GS 1200 e hizo todo lo posible porque se solucionase nuestro embarque. Casi sobre la campana, logramos acabar los trámites de aduana y embarcar rumbo a Turquía sin mayores complicaciones.

Habíamos cruzado Italia sin parar ni siquiera a repostar, pero la zona por la que rodamos me gustó, grandes montañas y valles con pueblos colgados en las laderas o encaramados en estrechos riscos. Mucho verde y carretera entretenida, digna de una visita más pausada.

DOMINGO, 29 DE ABRIL, y LUNES 30 DE ABRIL.- A bordo del ferry Estambul, navegando por el mar Adriático primero, y por el mar Egeo después.

En cincuenta horas de ferry da tiempo para muchas cosas. Nos dio tiempo para descubrir que la moto de Poyatos no estaba a su nombre y no había traído la pertinente autorización (Lo que nos podría traer problemas burocráticos en las fronteras), nos dio tiempo para tomar el sol, para cocinar, para beber, para reírnos… La verdad es que a pesar de que pensamos que se nos iban a hacer más pesadas, lo pasamos bien y nos reímos bastante.

La idea de viajar en ferry hasta Turquía, se basaba en intentar llegar con las motos lo más frescas posibles a Oriente Medio, en donde más problemas podríamos haber tenido si se estropeaba una moto, y en no superar la barrera de los 10.000 kilómetros en distancia total por carretera, por los problemas que ello suponía para el aceite y los neumáticos.

De las tres noches en el ferry Estambul, una antigualla de origen escandinavo rebautizada para esta ruta, solo una dormimos en los pequeños y vetustos camarotes. Las dos siguientes noches dormimos con los sacos y las mantas en la cubierta de popa, que acabamos tomando como nuestra. En ella cocinábamos, comíamos y dormíamos; hablábamos, discutíamos, tomábamos el sol y nos reíamos; al final ya no se atrevían a pasar por allí ni los de la tripulación. En esa cubierta tuvimos quizá el momento en el que más nos reímos en este viaje, y que solo los que allí estábamos comprenderemos. “Todo les parece bonito”.

MARTES, 1 DE MAYO.- Cesme (Turquía) – Soluck (Turquía).-

A las 6 de la mañana, hora local, hemos desembarcado en Turquía. Como nos temíamos, nos han puesto pegas en la aduana, por carecer de autorización del propietario para la moto de Poyatos. Hemos llamado a Manolo, y en una gestión sin precio, nos ha enviado por fax a la frontera una autorización “casera”, con un aspecto de oficialidad que deslumbraba. La han aceptado y se ha solucionado la papeleta, pero el retraso acumulado sería ya irrecuperable para toda la jornada. Por cierto, esta ha sido la única de las 15 fronteras que hemos cruzado en la que nos han pedido la dichosa autorización.

Visitamos las ruinas griegas de Hierápolis y el castillo de algodón del Pamukkale, que fue una de las grandes decepciones del viaje, parece que cualquier tiempo pasado fue mejor para esta maravilla natural en horas bajas, y en poco se parece a las fotos que habíamos visto desde España.

Esta zona de Turquía nos ha sorprendido por lo verde de su paisaje, y el amarillo de sus “mayos” me recordaba incluso a Galicia. Las carreteras no eran malas, aunque la conducción sí. Nos hemos topado de frente con cambios de sentido en las medianas de las autorías, coches marcha atrás por las mismas, etc.

La hospitalidad de la gente en esta parte del mundo que empezábamos a conocer, también está fuera de toda duda. En una gasolinera en la que habíamos repostado, un ex emigrante en Alemania se empeñó en invitarnos a un té en una terraza cercana, y allá que fuimos a compartir un rato de agradable conversación en inglés con él y con su hijo, de unos 30 años de edad.

Todo el día había estado nublado, y con algo de lluvia, y la parte final de la etapa se nos hizo muy cuesta arriba, con agua y frió en una zona de montaña a más 1400 metros de altitud, por lo que decidimos finalizar a 90 kms. de Antalya (el fin de etapa previsto), y pasamos la noche en un hostal de carretera, con habitación común sobre alfombra, al más puro estilo árabe, aunque eso sí, con estufa de leña y televisión.

MIERCOLES, 2 DE MAYO.- Soluck (Turquía) – Ceyhan (Turquía)

Después de madrugar e iniciar la etapa temprano para recuperar el tiempo perdido ayer, hicimos una nueva macro etapa de más de 600 kms. por la costa turca. El contraste aparece, y la Turquía rural que habíamos visto el día anterior, se convirtió de pronto, de Antalya en adelante, en una costa plagada de Hoteles de alta categoría, Resorts turísticos y buenas playas, durante más de 100 kms. de costa. A partir de ahí, y hasta llegar a Adana, la costa se convierte en un acantilado y una pequeña carretera pegada a él, de curvas imposibles y asfalto resbaladizo.

Adana es una ciudad industrial, y no encontramos nada que nos convenciese demasiado para dormir, por lo que continuamos hasta Ceyhan. A la entrada de la ciudad hay un control policial, en el que preguntamos por un sitio para dormir. Nos recomiendan uno cercano, y allí nos establecemos. Por la noche salimos a cenar a un local cercano, en el que nos tratan muy bien, charlamos con la gente de allí que se interesa por nuestro viaje y cenamos mientras  vemos la semifinal de Champions entre el Milán y el Manchester.

JUEVES, 3 DE MAYO.- Ceyhan (Turquía) – Tartus (Siria)

Salimos de Ceyhan y decidimos desayunar en Iskenderun, la  antigua capital del Imperio de Alejandro Magno, que se ha convertido en una ciudad costera sin demasiado encanto, rodeada de industrias de todo tipo que hacen que se observe una contaminación en el aire muy fuerte. Aún así, una gran base militar y un paseo marítimo resultón, le hacen que se observe bastante vida en la calle.

Desde allí, mitad a propósito, mitad sin querer, continuamos por la costa hacia Siria, y a mitad de camino nos encontramos con que la estrecha carretera desaparece y se convierte en una pista preciosa, bordeando el mediterráneo, y sin mayores dificultades que dos vadeos de ríos casi secos en esta época del año. En uno de esos vadeos, Eugenio perdió el control de su Tiger y puso en marcha el contador de caídas sin mayores consecuencias que los rayazos en las maletas. En total fueron unos 50 kilómetros de pista de los más bonitos que he realizado para este tipo de motos.

Esa pista nos dejó a las mismas puertas de Siria, y allí nos topamos por primera vez con la lenta y cara burocracia siria. No llevabamos un documento carnet de pasaje, que facilita la FIA (En España el RACE), por un módico precio de casi 200 euros, después de que el banco te facilite un aval por el valor de la moto. Sin el dichoso carnet, es necesario hacer más papeleos, y abonar 67 dólares americanos en cada paso a Siria. Todo esto unido a las colas, a los trámites para realizar el seguro obligatorio para un mes (que ya nos serviría para las posteriores reentradas), hizo que perdiésemos en la frontera más de 3 horas y media.

La primera entrada en Siria asusta un poco, los uniformes militares por todos lados, los coches tuneados con las fotos de otros militares (todos con gafas de espejo), las fotos del presidente sirio en actitud amenazante por todos lados… Pero poco a poco te das cuenta que la gente va a lo suyo y que no se observan problemas de inseguridad ciudadana ni islamismo extremo.

La costa Siria es muy verde y con grandes montañas. Se ven mayoría de mujeres sin el velo, hay mujeres conduciendo y sentadas en las terrazas, incluso fumando en Sisha. Más adelante nos daríamos cuenta de que este ambiente de “semi”libertad, solo se observa en la costa, y que en las ciudades del interior esto no funciona así.

En Tartus, una ciudad costera, hemos encontrado un hotel en el centro a un precio de 12 dólares americanos la habitación doble, y hemos cenado pescado de la zona, en uno de los mejores restaurantes de la ciudad, en una cuarta planta con vistas al mediterráneo, por un precio muy módico. La primera impresión de Siria ha sido muy buena.

VIERNES, 4 DE MAYO.- Tartus (Siria) – Base Española Cervantes (Líbano)

A primera hora de la mañana salimos hacia el Crack de los Caballeros, la mayor fortaleza cruzada en Oriente, y bastión de los Cristianos durante muchos siglos, hasta que fue conquistada por Saladito tras varios años de asedio. Toda la zona que rodea la impresionante fortaleza de doble muralla, es un corredor de pueblos cristianos, con iglesia y sin mezquita. En la carretera hay pequeños santuarios de vírgenes que llaman muchísimo la atención en esta zona del mundo. El crack es una fortaleza inexpugnable, tanto por su construcción como por su situación, y está extraordinariamente bien conservada. En su interior cuenta con una capilla gótica que se conserva tal cual como debió ser construida, sin ninguna restauración, que da una idea de lo que en realidad eran este tipo de construcciones, sin restauraciones posteriores.

Más tarde cruzamos la frontera, y entramos en el Líbano por el norte. La frontera es caótica y tiene un tráfico intenso de camiones. Hay que ir cruzando varios puestos. En unos de ellos nos atienden un militar de uniforme y un administrativo que afirma tener una Harley de más tres metros de largo. Después de otras tres horas de trámites (en total), pago de seguro obligatorio, alguna supuesta tasa que se pierde en un bolsillo, e invitación a unas latas de Coca Cola por parte de los militares acompañada del habitual “Welcome to Lebanon” (todo un detalle), entramos en el Líbano.

El administrativo de la Harley (un chaval joven que habla bien ingles), se ofrece a enseñarnos el Líbano y acompañarnos en su moto, y nos invita a dormir a su pueblo. Le tenemos que dar largas, ya que, aunque no hemos dicho nada en la frontera, el verdadero objetivo del viaje es pasar a la parte sur y dirigirnos a la base militar española.

La frontera se alarga en varios edificios, algunos con distancias de casi un kilómetro entre ellos, y checkpoints durante varios kilómetros. En todos ellos te paran, comprueban la documentación, y te sueltan un “Welcome” al final que parece institucionalizado. En el último de ellos, había un soldado de casi dos metros de altura, barba de varios días, gafas de espejo y cara de pocos amigos. Nos para, comprueba la documentación, y al ver que todo está correcto me dice: “Welcome to Lebanon, Good Luck”. Creo que lo impactante de la frase y la situación hará que le recuerde siempre.

La entrada en la parte norte del Líbano, no da la impresión de estar entrando en un país en el que han estado en guerra buena parte de los últimos 50 años, salvo por los campos de refugiados que se observan a lo largo de la costa que va hasta Trípoli. 15 días después, el día que finalizábamos este viaje, esos campos pasaron a la portada de los telediarios en todo el mundo por lo enfrentamientos de milicias de Al Fatah y soldados libaneses en ellos, y en los que a día de hoy van más de 50 muertos.

Pero como decía, el día que nosotros pasábamos, solo llamaba la atención el ver tantos campamentos pegados a unas playas realmente bonitas, pero se respiraban un ambiente de paz y tranquilidad.

La carretera que lleva de Trípoli a Beirut, está salpicada de playas y calas, que en otra situación serían una fuente inagotable de ingresos y turismo. Hay muchos edificios y bastante densidad de población en las afueras de Beirut, que es una ciudad caótica pero fascinante. En Beirut se entremezclan altos rascacielos con ruinas de bombardeos, está rodeada de bonitas playas y acantilados. Se observan Night Clubs y casinos por todas partes, coches de altísima gama compartiendo atascos con furgonetas destartaladas. Hay mucha vida en la calle, y se ven ganas de salir adelante en la gente. Todo el mundo se sorprende al vernos y nos preguntan de donde venimos en cada semáforo. Se ven imponentes coches oficiales y relucientes todo terrenos policiales, con sirenas arriba y abajo. Aunque hay mucho contraste, en el centro de Beirut se ve dinero y mucho, los mejores coches de todo el viaje los vimos en Beirut, Lamborghinis parados en los semáforos de Beirut al lado de edificios bombardeados. Por todas partes se ven carteles agradeciendo el apoyo de países como Qatar o Arabia en la donación de fondos para la reconstrucción del país.

Desde Beirut hacia el sur comienza otro país, la autovia se corta cada pocos kilómetros para evitar los puentes destrozados por la aviación israelí el pasado verano. En las afueras del sur de Beirut comenzamos a ver las primeras banderas de Hezbollah y las primeras fotos de mártires colgadas en las farolas y puentes. Pero seguimos bordeando la costa repleta de bonitas playas hasta la entrada de  Sidón, donde somos retenidos en un control militar del ejército libanés de los muchos que abundan en esta carretera.

Desde la base española, Ramón nos había solucionado todos los trámites para cruzar la “frontera” del río Lithani, donde comienza la zona bajo el control de Naciones Unidas y llegar hasta la base, pero estábamos a más de 60 kilómetros del río Lithani y ya nos habían detenido. El soldado que nos para llama a su oficial, que nos comprueba los pasaportes, hace un par de llamadas y nos explica que no podemos pasar más al sur, porque está prohibida la circulación de motocicletas en Sidón, y es la única carretera abierta. En esta zona del mundo, las motocicletas se ven más como un medio de cometer atentados que como un medio de transporte. El oficial es muy amable, pero nos pide que demos la vuelta. Llamamos a nuestro contacto en la base española, y nos pide que aguantemos en el Checkpoint, que va a hacer todo lo posible desde allí. Mientras hacemos tiempo, estacionados en el control, se acerca hasta allí un oficial de mayor graduación del ejercito libanés fuera de servicio (viene haciendo footing), nos explica la situación, nos dice que no hay nada que hacer y nos pide que demos la vuelta hasta Beirut, en donde al día siguiente deberíamos intentar conseguir un salvoconducto en la sede central de la Inteligencia Libanesa.

Hacemos caso omiso, y seguimos esperando la llamada de nuestro amigo para darnos instrucciones. El oficial a cargo del control se empieza a mosquear, y siempre en un tono muy amable, nos pide que demos la vuelta. Ya llevabamos allí más de hora y media. En ese preciso momento, recibe una llamada que cambia todo, nos pide que cojamos la moto y que le sigamos hasta el cuartel, en donde nos harán un salvoconducto para que podamos continuar. Después nos enteraríamos de que desde la Base Española, lograron remover todo lo removible, tocando las más altas instancias del Ejercito Libanés, con el que hay muy buenas relaciones.

Seguimos al Oficial, que va a bordo de un Jeep hasta el cuartel de Sidón. Allí, nada más entrar en el Parking, vemos un coche oficial con un tremendo agujero en el techo, y en el que se observa que quien viajase en él no debía haber tenido muy buen final. Cuando entramos en el edificio, ya de noche, tres soldados de paisano, armados con subfusiles sacan a lo que parecen tres integristas (por las largas barbas y el aspecto de haber pasado más de una mala noche en el cuartel). La situación nos impresiona y casi empezamos a arrepentirnos de la visita al cuartel. Allí nos recibe un señor mayor, que parece un alto mando, en su despacho, y en pijama. Aunque habla poco inglés, es muy amable, llama a otro militar que nos pide de nuevo los pasaportes y comienza a elaborar los salvoconductos.

Cuando está todo arreglado, otro Jeep del ejército, en el que van dos militares de paisano, vestidos con un chaleco de faena y kalasnikov en mano, nos escoltan hasta la salida de la ciudad y nos dejan en la dirección correcta.

Es ya de noche, las banderas de Hezbollah comienzan a aparecer en cada esquina, los puentes de la carretera están destrozados y los desvíos apenas señalizados, con lo que nos damos más de un susto; pero casi sin darnos cuenta y sin mayores complicaciones llegamos a la “frontera” del río Lithani. Hay un checkpoint del ejército libanés pero parece que nos están esperando. No nos pide ni los pasaportes, solo comprueba que somos 6, que somos españoles y que venimos en moto y nos dice que sigamos con el ya clásico “welcome”.

A pocos kilómetros, en medio de la más oscura noche, observamos un URO de Naciones Unidas que nos da luces, como no es nuestro amigo Ramón, alférez, acompañado  de su capitán y de otro alférez que nos estaban esperando. Fue un encuentro de lo más emotivo. Después de un día tan complicado, y en una de las zonas más conflictivas del planeta, nosotros los vimos como nuestros salvadores, nos iban a llevar a “casa” y el día se habría acabado. Para ellos, también fue especial, después de casi tres meses de misión, el vernos llegar allí en moto estoy seguro de que fue un momento especial para ellos, y sobre todo para Ramón.

Nos pidieron que les siguiésemos y nos llevaron a un observatorio bajo mando español sobre los Altos del Golán. Ellos, con el URO y acostumbrados a la carretera, iban a toda caña, y a nosotros nos costaba un poco seguirles a esa velocidad por una carretera sembrada de auténticos boquetes consecuencia de los bombardeos israelíes. En uno de esos boquetes me hundí con todo el equipo, y di un llantazo con la rueda delantera, que me imaginé que sería fuerte, pero que me permitió seguir hasta la base que era lo que quería.

En el observatorio nos estaban esperando con una auténtica fiesta, era un día especial para ellos y para nosotros, y nos habían preparado una barbacoa y una paella al más puro estilo español, cerveza fría y muchas ganas de hablar.

Al día siguiente observamos desde ese puesto avanzado los Altos del Golán, el gran valle que es Israel, las últimas aldeas del Líbano (auténticos bastiones de Hezbollah), y los puestos de ataque desde donde estos lanzaban Katiusas hacia Israel hasta el verano pasado. Se divisa perfectamente una de las fronteras más vigiladas del mundo, la mítica “Blue Line”, y en el otro lado se observan puestos de observación análogos del ejército israelí. En esta zona es imposible hacer algo sin sentirte observado desde el otro lado, estoy seguro de que los israelíes se sorprendieron al ver a 6 motos pululando por allí, y seguro que dieron buena cuenta de ello a sus servicios de inteligencia.

SABADO, 5 DE MAYO.- Base Cervantes (Líbano) – Damasco (Siria)

Nada más levantarme, comprobé que el llantazo de ayer era grave como me imaginaba, y al neumático le había salido una bola más grande que una moneda de dos euros, además de los desperfectos en la llanta. Por suerte, habíamos decidido a última hora cargar con un juego de neumáticos extra, ya que las 6 motos tenían las mismas medidas. A pesar de ser sábado y de estar todo lo liberado que se puede estar un sábado en una base de la ONU, el sargento Caraballo, de los mecánicos de la Brigada Paracaidista destacados allí, se ofreció para intentar solucionarme la papeleta, pese a reconocer que no había cambiado en su vida un neumático de moto. El sargento y su ayudante se pusieron manos a la obra y me cambiaron el neumático, decidieron no tocar la llanta, al comprobar que no perdía aire y para evitar males mayores. El neumático quedó perfecto, a pesar de no contar con maquina de equilibrado, la reparación aguantó perfectamente los 7.000 kilómetros que faltaban todavía de viaje.

Acompañados del URO de Naciones Unidas, nos dimos una vuelta por la zona más caliente del mundo, aunque lo único que se respiraba en el ambiente era paz y tranquilidad. Pasamos a escasos metros de la Blue Line, en el punto exacto en el que comenzó la ultima incursión israelí el verano pasado, cuando 6 militares israelíes habían sido secuestrados por Hezbollah en ese punto. En ese lugar, visible perfectamente desde el lado israelí, hay tres mástiles, uno con la bandera libanesa, otro con la bandera de Hezbollah y el tercero con la bandera palestina, además de dos carteles, uno con la foto de un mártir y otro burlándose de Sharon.

A continuación se abre una gran recta que cruza un valle, en la que en cada farola hay colgada la foto de un mártir. La infraestructura de hezbollah es impresionante, y con fondos presuntamente donados por países como Irán o Siria, se hacen cargo de las viudas y los huérfanos de sus muertos y de los mártires, reconstruyen las casas destruidas por los bombardeos israelíes y financian todos los daños sin contar para nada con el gobierno libanés. Son una estructura más fuerte que el estado en esta zona del sur del Líbano, y gracias a eso y a las tropelías israelíes cuentan con el apoyo de la mayor parte de la población.

Hemos acompañado a nuestros soldados en el habitual reparto de comida en los campamentos de los refugiados sirios. Las relaciones de los cascos azules con la población local son muy buenas, sobre todo con los españoles. En las tiendas y en los bares ponen música española que le dejan los soldados, y mucha gente comienza a hablar español. Entre otras cosas, imparten clases a la población local que se presta voluntaria.

Aunque durante nuestra estancia allí la situación era tranquila, no hay más que ver el continuo discurrir  de tropas de la ONU y del ejército libanés, para darse cuenta de la situación de inestabilidad que hay en esta zona del mundo.

A media tarde pusimos rumbo a Damasco, por el valle del Beca, donde hicimos noche después de pasar por caja nuevamente en la frontera Siria.

DOMINGO, 6 DE MAYO.- Damasco (Siria) – Petra (Jordania)

Damasco es una ciudad enorme, de 1 millón y medio de habitantes, y es a la vez la capital más antigua del mundo. La ciudad se asienta en un valle, y hoy en día sus afueras están colgadas sobre una impresionante ladera con una pendiente bastante pronunciada. El tráfico es caótico. Por medio de un taxista encontramos un hotel bastante majo, barato (como todo en Siria, excepto las fronteras),y con un buen sitio para dejar las motos. Días después repetiríamos en este hotel, ya a la vuelta de Jordania.

Damasco parece una ciudad segura, por lo menos en el centro, hay patrullas de policia y del ejercito en cada esquina. La gente es amable y hospitalaria, aunque no son pesados abordandote por la calle como en otros países arabes. Los restaurantes y las tiendas están abiertos hasta altas horas de la madrugada, y hay bares de zumos y sowarma cada pocos metros. Los zumos son espectaculares, te los hacen de lo que quieras y están todos buenisimos.

El zoco y la ciudad vieja me resultó bastante parecido al de Marrakech, aunque con la ventaja de que los vendedores no son tan pesados y no te asaltan para que compres. Es todo muy barato y no se estila tanto el regateo como en Marruecos, hay muchas cosas de precio marcado, pero siempre se puede lograr alguna rebajilla.

Cuando estabamos dispuestos a salir hacia Jordania, Tallín se dio cuenta de que no tenía los papeles de la moto, se puso muy nervioso y acuñó la frase del viaje: “Troooonco, troooonco, me estoy poniendo nervioso”. Al final los tenía en el fondo de la bolsa, y continuamos la marcha.

A mediodia salimos hacia Jordania. La frontera jordana es la primera organizada y civilizada desde Turquia, y de entrada denota que estás entrando en un país más moderno y organizado, aunque también bastante más caro. Al contrario que en Siria y Líbano, aquí no aceptan dolares ni euros de buen grado, y prefieren la moneda local, más fuerte que las anteriores, por cierto.

Amman es una ciudad muy grande, con un altisimo nivel de contaminación y sin demasiado encanto, por lo que decidimos continuar en dirección al Mar Muerto. Una gran bajada te lleva a pocos kilómetros de la frontera con Cisjordania (cerrada), y desde allí al Mar Muerto, la depresión más profunda de la tierra. En este lugar, a 416 metros bajo el nivel del mar, se erige un gran lago salado (con una salinidad 10 veces superior a la de los oceanos), regado por las aguas del rio Jordán, y en auténtico peligro de extinción. (Se calcula que en 20 años puede tener la mitad de su superficie actual, y a día de hoy la costa está a 600 metros de donde estaba hace 30 años). Los alrededores del mar muerto son un paisaje casi desértico, parecen fotos de Marte. Pero el verdadero encanto del Mar Muerto es zambullirte en sus aguas. La salinidad es tan fuerte que flotas aunque no lo quieras, y es imposible hundirte. En cuanto entras te comienzan a picar todas las heridas y cicatrices, y si te entra agua en los ojos como le pasó a Alberto el escozor es irresistible. No tiene playa y está rodeado de barro, salvo en los Resorts turisticos, que son a la vez el unico sitio en el que puedes bañarte si quieres darte una ducha después (algo completamente imprescindible por la cantidad de sal). Esta agua es buenisima para curar heridas, y se denota el olor a sal antes de acercarte siquiera al agua. Allí nos bañamos, con un calor sofocante pese a que pasaban las 7 de la tarde, y después de hacer un poco el ganso y tomar algo, decidimos continuar hasta Petra para evitar el calor, que si era sofocante de noche, tenia que ser irrespirable de día.

En el Mar Muerto conocimos a dos grupos que nos reencontraríamos más adelante en Petra, por un lado una pareja de madrileños que viajaban por Jordania en un coche de alquiler; y por otro lado, un grupo de tres moteros alemanes que viajaban rumbo a Somalia. Uno de ellos iba acompañado por su hijo de apenas 5 años, al que le había hecho un acople en la moto para llevarlo entre él y el manillar. Realmente increíble.

Cuando cayó la noche continuamos rumbo a Petra, por la carretera que bordea la frontera con Israel; los controles y checkpoints del ejercito jordano eran constantes. Pese a la escasa distancia a la que pasamos de la frontera y de ciudades como Jericó o Jerusalén, no hay ningún cartel que indique la situación o la mera existencia del país vecino o de las ciudades de los territorios ocupados. A la llegada a Petra, sobre las 12 de la noche, encontramos una especie de camping con haimas, en el que hicimos campamento base tres noches; durmiendo en una cueva acondicionada en una zona llamada Little Petra situada a escasos 5 kilometros de Petra.
 
LUNES, 7 DE MAYO.- Petra (Jordania)

Hoy hemos descansado de la moto, y hemos visitado la ciudad de piedra, Petra. Es sin duda uno de los lugares más fascinantes del mundo, Petra comparte la maravilla de una obra de arte natural, mejorada por las manos del hombre. En muy pocos lugares del mundo el hombre mejoró a la naturaleza, y me parece que este lugar es solo comparable al Machu Pichu.

Después de pagar una entrada de 21 dinares jordanos en el pueblo(unos 25 euros), te introduces a pie por un estrecho acantilado, que tiene una anchura máxima de 5 metros y mínima de 2, flanqueado por paredes verticales de más de 60 metros de altura. Después de caminar por estrecho desfiladero durante casi un kilometro, te encuentras de repente de frente en la Tesoreria, una fachada impresionante labrada en la propia piedra. La situación es impresionante. A partir de allí se abre un valle de obras de arte labradas en la misma roca desértica que lo flanquea, el anfiteatro, las tumbas, el templo… Petra fue la capital del reino de los nabateos, y fue una gran desconocida para occidente hasta el siglo XIX. Data del siglo II antes de Cristo, y es una maravilla que hay que visitar para comprender. Se intercalan cuevas acondicionadas como viviendas con edificios públicos, que son auténticas obras de arte esculpidas en la roca, a modo de fachadas para las cuevas. Para visitar el templo, hay una gran subida de más de 1 hora entre barrancos, y con más de 800 escalones intercalados, que algunos logramos hacer a pie, y otros (Eugenio y el Tallin), a lomos de un burro desvocado. En la puerta misma del templo, hay un puesto que regenta una madrileña, estudiante de arabe que se quedó allí a vivir y se dedica a enseñarle artes y oficios a las mujeres de la zona.

Lo unico malo de la jornada ha sido el calor, sofocante todo el día; lo que hizo que el mejor momento del día fuese el atardecer. Fuimos unos de los ultimos en abandonar la ciudad de Petra, ya cuando despuntaba la noche. Esta jornada de descanso nos ha venido muy bien a todos, ya que después de tantos kilómetros, ayer a ultima hora los animos estaban un poco alterados y el ambiente un poco tenso, y tras este descanso todo ha vuelto a la normalidad. Además, el dormir tres noches en el mismo sitio, nos permite bajar al desierto sin equipaje, y descansar un poco también de hacer y deshacer maletas todos los días.

MARTES, 8 DE MAYO.- Petra – Wadi Rum – Mar Rojo – Petra (Jordania)

Después de madrugar para evitar el calor, llegamos al desierto del Wadi Rum. Dentro del desierto hay una zona protegida, en la que tendriamos que dejar las motos y alquilar un 4x4 para poder entrar. Decidimos no hacerlo y explorar por nuestra cuenta un rato las pistas; pero la arena fina hacia imposible la conducción con estas motos y neumáticos mixtos, por lo que, con esto unido al sofocante calor, nos aburrimos pronto, y después de hacernos unas fotos, quemar un poco de embrague, y dejar que Deivi se cayese un par de veces en la arena; decidimos continuar hacia el Mar Rojo.

Llegamos a la misma frontera de Arabia Saudí, y desde allí costeando hacia Al Aqaba, encontramos una playa de agua cristalina (Aunque arena muy sucia en la playa), en la que nos dimos un baño. Desde allí se divisaba todo el golfo de Al Aqaba, Arabia Saudí, Egipto, y la pequeña costa israelí. Al Aqaba es un paraíso para los buceadores por sus aguas cristalinas y sus corales, lo que llama la atención por el constante tráfico de grandes buques. El calor era sofocante (51º C), y las moscas acuciaban en cuanto saliamos del agua, por lo que pronto nos cansamos y continuamos hacia Al Aqaba. Este era oficialmente, el inicio del retorno a casa, y punto más al sur de nuestro viaje. Desde allí, y nuevamente bordeando la frontera israelí, buscabamos una supuesta pista que nos llevase de nuevo a Petra y que habiamos visto en el mapa. En lo que se suponia que era la entrada, y tras tener que parar a regular el ralentí de la VStrom, que protestaba por la calidad de la gasolina; nos encontramos un puesto militar fuertemente armado custodiando un campamento, suponemos que de refugiados palestinos, que nos hicieron dar la vuelta. A la salida de esta pista, y en un pequeño banco de arena, Alberto se fue al suelo, también sin mayores consecuencias y a escasa velocidad. Seguimos hacia el norte, y tras comprar agua en un nuevo poblado de refugiados palestinos, y con un calor sofocante, encontramos una carretera asfaltada, que no aparecia en el mapa y que era realmente preciosa, transcurriendo entre montañas y barrancos muy parecidos a los de Petra.
En toda la carretera que bordea la frontera israelí, los controles y puestos militares son constantes, así como los observatorios. Al Aqaba es una ciudad con un regimen económico especial (algo así como un puerto franco), por lo que a la salida había un puesto de control, en el que fue la única vez en todo el viaje que nos hicieron abrir el top-case (menos mal que habíamos dejado el resto del equipaje en el campamento).
Regresamos al campamento base, donde dormiríamos por tercera ocasión, para al día siguiente regresar de nuevo a Siria. A la llegada al campamento nos reencontramos con los alemanes que iban rumbo a Somalia y que se habían acercado a visitarnos, y tuvimos un rato de animada charla viajera con ellos. (Increíble lo de viajar a Somalia con tu hijo de 5 años en moto, la madre debe estar de los nervios).

MIERCOLES, 9 DE MAYO.- Petra (Jordania) – Damasco (Siria)

La reentrada en Siria no ha estado exenta de dificultades (económicas). En el lado jordano hemos tenido que abonar 10 dinares jordanos de tasas, más otros 5 de multa por excedernos unas horas en el tiempo “aproximado” que habiamos declarado de entrada (habrá que afinar más la próxima vez). En total unos 18 euros del lado jordano. En el lado sirio, los 67 dolares que ya estabamos mentalizados a pagar como en todas nuestras entrada, se han visto incrementados en un momento y como por arte de magia en 20 dolares extra, todavía no sabemos muy bien por que. Después de montar el pollo (ya estabamos plenamente integrados en el ambiente sirio), decidimos llamar a la embajada, pero no nos cogieron el teléfono; por lo que tuvimos que acabar pagando esos 20 dolares de más. De todas las fronteras que hemos pasado, esta ha sido sin duda en la que peor nos han tratado y la que menos nos ha gustado.

Además, personalmente tampoco fue mi dia, primero me corté con una cincha, después casi arranco con los papeles de la moto apoyados sobre la maleta (Menos mal que Poyatos se dio cuenta), y después me pasé todo el día con la nariz sangrando por la sequedad del ambiente y el calor. Para rematarla, tengo ya una contractura en la espalda que me molesta al conducir.

Dormimos en Damasco, en el mismo hotel que hacia unos días, pero parecía que todo había cambiado. El día 7 la secretaria de estado norteamericana Condolezza Rice, habia tenido una reunión con el ministro de asuntos exteriores sirios, y se habían tirado los trastos a la cabeza porque los EE.UU acusaban a Siria de flanquear la entrada a Irak a los insurgentes a través de sus fronteras. El ambiente que nos encontramos en Siria esos días era completamente distinto al de días atrás. Damasco estaba literalmente tomado por el ejercito, y había gente de paisano armada por todas partes. Aquí es muy habitual ver a gente de paisano armada con subfusiles (se imagina que soldados o policias), pero la verdad no acabamos de acostumbrarnos.

JUEVES, 10 DE MAYO.- Damasco (Siria) – Palmira (Siria)

La carretera que va desde Damasco a Palmira, es, en su primer tramo, la misma que lleva a Bagdad. Acojona un poco ver como van bajando los kilómetros que marca hacia Irak, llegamos a estar a poco más de 100 de la frontera. La carretera discurre por un extenso desierto, y no hay apenas nada en medio. Menos mal que encontramos una gasolinera abierta porque ya ibamos bastante pelados. En esta zona se observa otro ambiente, todo el mundo va armado con escopetas o pistolas, aunque también hemos visto bastante policias y militares. En la gasolinera había uno soltandonos un rollo de Al-Andalus, pero imperaba el buen rollo habitual. Hemos visto varios camiones por pistas con rumbo a Iraq, pasando completamente de las carreteras, y con un destino nada claro.
Palmira es un oasis en este gran desierto, y alberga unas ruinas romanas bastante bien conservadas y de espectaculares dimensiones. Es un sitio turístico, pero no demasiado, debido a su difícil enclave, la cercanía de Irak, y a sus malos enlaces por carretera, lo que hace que sea un lugar precioso y barato, sin apenas turistas, y que para visitar las ruinas no haya que pagar entrada.

Conocimos a un hombrecillo de unos 13 años, al que bautizamos como Joselito, que nos enseñó y explicó a su manera las ruinas por un módico precio. Eso sí, las explicaciones tenían poca consistencia histórica, con afirmaciones tales como “The ruins are greeks, I think”, pero bueno, era buena gente y nos servía como fotografo; como el decía “business is business”. Un tipo curioso el Joselito.

VIERNES, 11 DE MAYO.- Palmira (Siria) – Azaz (Siria)

Hoy madrugamos para tomar rumbo a Aleppo lo más temprano posible y evitar así el calor, pero de poco nos sirvió, porque habiamos dejado pendiente el repostaje, y nos hemos encontrado con que era viernes y estaban todas las gasolineras cerradas. Cuando por fin encontramos la que tenía que abrir (lo dedujimos por la cantidad de gente que estaba esperando), el tio se había quedado dormido y no abría. Al final, con el jaleo generalizado fuera, se despertó y pudimos repostar.

Cogimos la pista que en teoria nos llevaría a Aleppo, pero estaba casi completamente asfaltada (aunque mal). En un cruce en el que nos confundimos y deberiamos volver hacia atrás unos 15 kilometros, decidimos que teniamos ganas de Off Road y nos salimos al desierto para atajar, navegando con el GPS. Esta zona es un desierto de arena dura y compacta, que te permite rutear por el, bien sea por pista o por fuera de la pista, es exactamente lo mismo. Las pistas se bifurcan cada pocos metros, lo que crea un poco de desconcierto, pero acaban volviendo a juntarse unos metros más adelante. Subiamos y bajabamos colinas sin encontrar el pueblo de referencia, pero al final lo encontramos. Era un buen día para perderse en el desierto porque estaba nublado y apenas hacia calor.

Como cada vez que abandonamos el asfalto, aquí también tocamos suelo. Primero fue, como no, Eugenio haciendo el friki en un mini vadeo, y después Poyatos también toco suelo al afrontar una fuerte pendiente.

En esta zona hemos visto muchos campamentos nómadas, pastoreando rebaños de ovejas y cabras entre los guijarros; y hemos deducido que no debe pasar mucha gente por aquí, porque hasta los niños huían despavoridos al vernos. Tras unos 25 kilometros de desierto puro y duro, en el pueblo de referencia nos reencontramos con la pista asfaltada hacia Aleppo y continuamos la marcha.

En un cruce en el que nos paramos a decidir la dirección a seguir, en apenas 5 minutos se juntaron casi 10 personas; todos los coches y motos que pasaban se paraban en medio del camino para vernos y saludarnos, y acabamos montando un atasco en el medio del desierto.

Al continuar, la carretera escogida estaba completamente picada para reasfaltar, lo que hacia muy difícil la conducción. En un despiste me arrimé demasiado a la cuneta, y al intentar corregir, me derrapó la rueda trasera, y fue cruzado unos metros hasta que enganchó. No pasó nada, pero ya fui acojonado los kilómetros que faltaban.

A la llegada a Aleppo, y al intentar afrontar una rotonda al estilo occidental, ví que nadie paraba, y al intentar esquivar los coches, dí con las defensas contra el bordillo y casi me voy al suelo. Menos mal que el golpe fue con la defensa y no con el boxer, sino podría haber acabado ahí el viaje para la GS.

Los continuos contratiempos, unidos al cansancio, al dolor de espalda, y a la falta de consenso en las decisiones comunes, me hizo decidirme a que ahí se había acabado mi papel de road-leader en este viaje; y a partir de ese momento se turnaron Eugenio, Deivi y Alberto en tirar; junto con alguna etapa en la que volví a marcar yo, sobre todo en Serbia.

Aleppo es una ciudad de interior, cuyo único es la ciudadela que se erige en medio de la ciudad. Hemos un ambiente mucho más integrista, las mujeres tapadas de pies a cabeza han pasado de ser minoria a ser una mayoria aplastante. No hemos visto muy buen ambiente en la calle, incluso peleas; por lo que decidimos tirar hasta la frontera turca e intentar entrar hoy en Turquia. Ese sería nuestro peor error.

Cogimos dirección a la frontera, pero en dirección a una equivocada, la de Jawban Bayk, ya que aunque en el mapa existia, el puesto llevaba cerrado años. Dimos varias vueltas buscando la frontera, y lógicamente no aparecia. Se había hecho de noche, y empezaba a llover (el día estaba de tormenta). En una cuneta vimos a dos hombres que nos hacían señas para que parasemos, pero hicimos caso omiso y la cabeza del grupo continuó. Los hombres se echaron a la carretera e intentaron impedir que los dos ultimos pasasemos, mientras gritaban en arabe. Deivi y yo, que veniamos los últimos, casi tenemos que atropellarlos para evitarlos, pero no estabamos dispuestos a parar en aquella situación. Pasado el tiempo, dedujimos que debían ser policias de paisano, pero en ese momento pensamos que querían darnos el palo.

Continuamos hacia Jawban Bayk, y a la entrada del pueblo vemos un Jeep cruzado en la carretera y la sombra de 4 tios armados con subfusiles AK-47, no veiamos ningun tipo de uniforme ni de distintivo en el Jeep; nos paramos a unos 10 metros de ellos y nos gritaban en arabe y nos hacian gestos de que avanzasemos hasta ellos.

Cuando nos acercamos, ellos estaban casi más nerviosos que nosotros (lo que era difícil), uno de ellos sudando, se quitó la chaqueta de cuero que llevaba, y nos enseñó la camisa de uniforme que llevaba debajo. Al parecer, en Siria solo hay uniforme de verano, y cuando llueve, como era el caso, cada agente se pone por encima la cazadora que le parece, ya que cada uno llevaba una distinta, y todas sin distintivos. Nos retiraron los pasaportes, y nos indicaron que les siguiesemos hasta el cuartel. Así lo hicimos, y una vez allí nos pusieron a disposición del capitán, el cual nos tuvo un buen rato haciendonos preguntas de que haciamos allí, cual era nuestra misión y otras similares. Llamaba una y otra vez por telefono a lo que parecía ser un superior. No hablaba casi inglés, pero por suerte había uno de los guardias con un buen nivel de inglés que hacia de traductor. Después de unos minutos de tensión, explicando una y otra vez que estabamos perdidos y buscabamos el paso fronterizo a Turquia, todo se aclaró y la situación se relajó.

Acabaron invitandonos a té, mientras departiamos todos juntos en una especie de gran habitación llena de camas donde debía dormir el turno de guardia. Se interesaron por nuestro viaje, y nos ofrecieron quedarnos a cenar e incluso a dormir con ellos en el cuartel, junto con el turno de guardia. Declinamos la invitación y preferimos seguir hacia la frontera correcta; nos escoltaron hasta la dirección correcta y llegamos al pueblo de Azaz, donde estaba el paso bueno. Una vez alli decidimos buscar un sitio para dormir y cruzar por la mañana temprano a Turquia. En la gasolinera del pueblo, nos encontramos con un chico (en adelante Ahmed) que nos ofrecio un piso para dormir y un garaje cerrado a unos 500 metros para dejar las motos. Vimos el piso, negociamos, dejamos las motos y nos fuimos a dormir, pero a mi se me habia olvidado apagar el GPS y baje a hacerlo acompañado por Poyatos. Segun parece alguien nos habia visto dejar las motos e irnos y le parecio sospechoso y avisó a la policia. El caso es que teniamos el garaje vigilado por dos coches camuflados, y en cuanto abrimos la puerta apareció un hombre que en un inglés patatero me dice: “Hello, my name is Polis”. Pensé que sería el padre de Ahmed que venía a saludarnos, le saludé, y cuando me doy cuenta nos rodean dos policias más de paisano montando sus pistolas y al fondo de la calle, otro camuflado con dos pives armados con subfusiles AK-47 (Tambien de paisano). Nos cogieron y nos metieron dentro del coche, un Peugeot 504 de 7 plazas (Y nosotros sin pasaporte ni movil). No hablaban ni papa de inglés y nosotros no teniamos ni idea de lo que estaba pasando. En eso aparece Ahmed, que ve la movida y se acerca. Desde el coche lo veía hablar con el policia y eso me tranquilizó, pero en eso veo que a él también lo meten en el coche con nosotros. El estaba más nervioso si cabe que nosotros, nos preguntaba quienes eramos, y los policias le echaban la bronca por meter a gente en casa sin saber quienes eramos. Nosotros le intentabamos explicar que teniamos los pasaportes en casa y que eramos turistas españoles, pero ni caso.

Yo pensaba que creian que las motos eran robadas, pero en realidad lo que ellos nos preguntaban era que si ibamos rumbo a Irak. Al final accedieron a acompañarnos hasta el piso donde dormiamos, aunque a mi y a Poyatos no nos dejaron bajarnos del coche. Subieron con el dueno, despertaron a los que estaban durmiendo (todos menos Eugenio que estaba despierto) y registraron nuestro equipaje y comprobaron los pasaportes, vieron que todo estaba OK, bajaron, nos pidieron disculpas y nos dejaron ir. Menudo acojone. Ese día nos acostamos solo pensando en levantarnos al amanecer e intentar cruzar la frontera turca lo antes posible.

SABADO 12 DE MAYO.- Azaz (Siria) – Urgup (Turquia)

Turquia nos recibió como nos despidió, con algo de lluvia y un clima bastante más frio que el de Siria. Después de tantas jornadas de calor, sol y desierto, casi sorprende el volver a encontrarse en un paisaje tan distinto. La zona central de Turquia es una sucesión interminable de montañas y valles, con unos paisajes preciosos, casi parecidos a los del Pirineo. A media mañana las pastillas de freno de la Tiger de Eugenio dijeron basta después de tanta curva, y empezo a rozar el hierro. En un paisaje de ensueño, en la ladera de una montaña por la que caían cascadas de agua, con vistas a un precioso valle verde, paramos a solucionar el problema. Cambiamos las pastillas traseras de la Tiger, y ya aprovechando las de la V Strom trambién.

A media tarde, reaparecieron los problemas de mi neumático delantero. Este se desinfló completamente en cuestión de pocos kilómetros, creiamos que era un pinchazo, pero resultó ser el “ABUS” de la válvula, que por alguna razón se había aflojado. Con un tapón especial que teníamos, especial para recolocar abus, solucionamos la papeleta, y no volvieron a aparecer los problemas.

A ultima hora de la tarde, una fuerte tormenta nos sorprendió a la entrada de la Capadocia, por lo que buscamos hotel rapidamente, y decidimos dejar la visita a la Capadocia para mañana.

DOMINGO, 13 DE MAYO.- Urgup (Turquia) – Estambul (Turquia)

La Capadocia es una región que se encuentra aproximadamente en el triangulo formado por las ciudades de Nevsehir, Kaiseri y Aksaray. Toda la región está repleta de cuevas, con diferentes formas, que tradicionalmente eran empleadas como viviendas por sus habitantes. Toda la región merece una visita más pausada; pero como la etapa era larga y el tiempo apremiaba, decidimos ver la zona con más densidad de cuevas y más que ver, que según pudimos averiguar es la comprendida entre Urgup y Goreme.

En un mirador sobre este valle lleno de cuevas y rocas con formas imposibles, Poyatos dejó el casco sobre la moto de Deivi, y este sin darse cuenta arrancó para cambiar la moto de sitio. El resultado fue que el casco de Poyatos se fue al suelo, y desde ahí rodando desfiladero abajo más de 20 metros. Después de bajar a rescatarlo, pudimos comprobar que a simple vista no tenía mayores daños que el barro acumulado y los lógicos rayones, pero lo más importante es que la pantalla no se había roto.
Además de por las cuevas, la Capadocia es conocida por sus ciudades subterráneas, agrupaciones de cuevas de diversas profundidades, unidas por un respiradero y un camino común. Hay varias en la región, nosotros decidimos visitar la de Kaimakli, que tiene 7 plantas subterráneas, de las que 5 son visitables previo pago de algo más de 6 euros. Allí nos encontramos con los primeros españoles desde Petra, un grupo de gallegos y asturianos en viaje organizado por Turquia.

Desde aquí nos quedaba la etapa reina del viaje, un palizón de 700 kms. hasta Estambul, donde nos tomaríamos una jornada de descanso.

LUNES, 14 DE MAYO.- ESTAMBUL.

Estambul es una ciudad de dimensiones impresionantes. Las afueras comienzan a casi 100 kms. de la ciudad, que es una gran urbe de más de diez millones de habitantes. Encontrar uno de los dos puentes que unen Asia con Europa cruzando el canal del Bósforo fue más complicado de lo que pensabamos, y para mejorar el ya habitual atasco de Estambul, el Fenerbahce acababa de ganar la liga y el centro estaba cortado por las celebraciones.

Estambul es una de las ciudades con más atascos del mundo, y eso que la gasolina está a más de 1,50 euros, lo que demuestra que subiendo la gasolina no se consigue un mayor uso del transporte público, por lo menos en este tipo de países.

La ciudad me decepcionó un poco, siempre me había imaginado Estambul como una de las ciudades más bonitas del mundo, pero no le encontré ese encanto ni por asomo. Santa Sofía es una basílica vetusta exteriormente, ha sido empleada como templo de varias religiones y hoy es un museo, y como tal estaba cerrada los lunes y no pudimos verla. Justo enfrente se encuentra el Sultanahmet o Mezquita azul, aunque su encanto dicen que está en su interior, que no pudimos visitar porque estaba en plenos oficios religiosos. El gran bazar no tiene ni por asomo el encanto del zoco de Damasco o Marrakech, yo lo encontré más como un macrocentro comercial para guiris. Todo está carísimo con respecto a Siria, y la mayoría de sus puestos son de venta de joyas y oro o de imitaciones de ropa. Un ejemplo de los precios, la sisha que compramos en Palmira por 3 euros, aquí no lograbamos sacarla por menos de 20.

La ciudad en sí es bastante cara, y está llena de turistas de todas partes, aunque sobre todo españoles. Te cobran por todo, y aunque se puede considerar una anécdota, aquí fue en la unica ciudad en la que nos faltó algo de la moto, la insignia de BMW de la GS de Poyatos; cuando en otras ciudades habíamos dejado toda la noche las motos cargadas con la tienda de campaña o los soportes del GPS sin que nadie les tocase.

Sin duda lo mejor de Turquia fue el Hammam o Baño turco, le dimos un homenaje a nuestros maltrechos cuerpos que salieron reparados después de la paliza que te dan ahí dentro, doblandote por todos lados. El hammam era del siglo XVIII, y si te dejabas llevar tenias la sensación de estar viviendo en otra época mientras te masajeaban. Como todo lo cobraron bien, pero mereció la pena; y entre esto y el afeitado en la barbería, la jornada de descanso hizo honor a su nombre.

El relajante paseo por la orilla del canal del Bósforo y el cuerno de oro, divisando la orilla oriental de la ciudad también fue de lo mejor.
 
MARTES 15 DE MAYO.- Estambul (Turquia) – Sofía (Bulgaria)

El paso a Bulgaria, y con ello nuestra primera reentrada a la UE, fue rápido y sencillo; y al mismo tiempo la primera frontera en lo que llevamos de viaje en la que no tenemos que aflojar la cartera, sea por una cosa o por otra. Esta será ya la tónica habitual en las fronteras que nos quedan, mucho más rápidas y gratuitas.

La entrada en Bulgaria sorprende por la escasa densidad de población, se ven kilómetros de campo y campo sin divisar apenas pueblos. Aunque lo que más nos llamó la atención fue el cambio radical en el atuendo y costumbres de las mujeres, después de tantos días en países islámicos, se agradece el volver a ver mujeres vestidas al estilo occidental y sin pañuelos cubriendo su rostro. El ver a mujeres policías o conduciendo autocares es algo que casi vuelve a chocar después de tantos días. Además, el cambio es más radical si cabe, porque las mujeres búlgaras son de una extraordinaria belleza y van muy arregladas a todas horas.

Sofia es una capital pequeña, sin demasiados monumentos que ver, pero al mismo tiempo barata y encantadora. Es la tercera capital más antigua del mundo, y tiene un encanto especial en sus calles. Está situada en un valle rodeada de altas montañas, tiene bastantes calles peatonalizadas y hay tranvías por todas partes. Hay mucha vida en la calle, por lo menos en esta época del año, y se aprecia una proporción muy superior de mujeres a hombres (al igual que en Serbia y Bosnia, aunque aquí tendrá algo más que ver la guerra)

Los precios son muy baratos, hemos dormido en un “job hostell” en el centro por 8 euros cada uno, y una cerveza de medio litro en una terraza del centro no alcanza al cambio los 80 centimos. La cena en un italiano de la calle principal a la carta tampoco alcanzó los 10 euros por persona.

Es muy poco turístico, nadie habla inglés, no aceptan dolares ni euros (por primera vez en el viaje) y en muchos sitios ni siquiera puedes pagar con tarjeta de crédito. Aún así, la gente se esfuerza por entenderte, y todo el mundo es muy amable. Lo del inglés será la tónica habitual de aquí en adelante, los paises que en su día fueron de órbita soviética, tienen el ruso como segundo idioma, y como mucho puedes encontrarte a alguien que chapurree alemán.

MIERCOLES 16 DE MAYO.- Sofia (Bulgaria) – Uzice (Serbia)

El paso a Serbia fue rápido, además ganamos una hora al regresar al horario europeo. Serbia es un país con algún parecido a Asturias, grandes montañas, verdes valles mineros y bastantes industrias algo obsoletas en su mayoría. Lo peor son sus carreteras, en muy mal estado salvo la autopista a Belgrado, con bastantes travesias, y en su mayoria limitadas a 60. Este limite hizo que recibiésemos la primera multa del viaje. Tallín, que iba el cuarto del grupo, fue ordenado parar por dos agentes, que le calcularon a ojo que debía ir a unos 90 (según le marcaban en el cuentakilómetros de la moto), por lo que tuvo que abonar unos 30 euros al cambio.

La gente es amable, enseguida se sorprende al ver las motos, ya que aquí hay muy poco turismo, e intentan enlazar una conversación enseguida, lástima la barrera idiomática, que aquí es más fuerte que en ningún otro lado hasta ahora.
Excepto en el predominio del ruso como segundo idioma, en el gran numero de vetustas industrias en horas bajas, y en la gran cantidad de vehículos tipo Yugo o similares, apenas se sospecharía que este fue un país del otro lado del telón de acero hasta hace tan poco. No se observan apenas símbolos con reminiscencias de la época comunista o referencias a Tito.

Tampoco se observan grandes desperfectos de la guerra, aunque todo denota bastante miseria. Nunca en mi vida (y soy gallego) había visto tanta gente en las tierras cultivando a mano o con arado romano, tan grandes extensiones de labradío. A última hora, los camiones y tractores van recogiendo grandes grupos de hombres, mujeres y niños de las tierras. Parece que el sector primario en este país continua en el siglo XIX. La única maquinaria que se observa son pequeños tractores o alguna vetusta cosechadora, que sin duda llegaron a conocer el régimen de Tito.

El fin de etapa ha sido Uzice, una pequeña ciudad cercana a la frontera, con casas de afilados tejados, cuna futbolística de Radomir Antic, y sede del festival de Eurovisión el año que viene. (Estos son los dos unicos referentes turísticos que pueden aportar). Hasta hace no muchos años era conocida como Titonov Uzice en honor al dictador.

Aquí si que debe hacer bastantes años que no para un turista, nos costó encontrar el unico hotel de la localidad, y eso que era un imponente edificio de 12 plantas en todo el centro. Pero su aspecto exterior parecía indicar más bien que estaba en desuso. Nos abrieron un par de habitaciones en un estado bastante lamentable, en un hotel que debió ser puntero en la época de la antigua Yugoslavia. Nos tranquilizó encontrarnos en el hall a un antiguo jugador del Albacete, (que no recuerdo su nombre), que a sus 38 años seguía dando tumbos en el equipo de la localidad y residía en este hotel, que estaban reformando de cara al futuro festival de Eurovisión.

En la calle peatonal a la que daba el hotel, había una terraza regentada por Marco, un simpático joven que fue nuestro cicerón en la ciudad, y que se portó muy bien con nosotros. La gente es amable en este país, y se ve que tienen ganas de que vuelva el turismo, aunque en cuanto sale el tema de la guerra, los resentimientos hacia las republicas independizadas y hacia los EE.UU. son evidentes. Parece mentira que gente de apariencia tan tranquila hubiese liado la que lió hace tan poco tiempo.

JUEVES 17 DE MAYO.- Uzice (Serbia) – Sarajevo (Bosnia) –Pozeck (Croacia)

El paso a Bosnia es dantesco y espectacular al mismo tiempo. En el lado serbio, solo son evidentes los destrozos de la guerra en el último pueblo inmediatamente anterior a la frontera; pero en cuanto entras en Bosnia, te das cuenta de que aquí se dieron de verdad.

Los pueblos se dividen en casas nuevas, casas abandonadas que mantienen el mismo aspecto que cuando terminó la guerra (agujeros de bala y morteros y ventanas tapiadas con tablas), y casas habitadas pero todavía llenas de agujeros de bala en sus fachadas. La proporción de casas deshabitadas es impresionante, todavía dudo sin porque son de refugiados que tuvieron que huir por quedarse en el lado equivocado, o porque todos los habitantes de las mismas perecieron en las limpiezas étnicas. Me imagino que habrá algo de todo. Por todas partes se observan improvisados cementerios, con multitud de lápidas apiñadas en lo que se presuponen fosas comunes. Así mismo, en todas las cunetas a las entradas y salidas de los pueblos y de los abundantes tuneles, hay lápidas con las fotos de decenas de jóvenes. Las paredes de los tuneles están completamente agujereadas a media altura, por lo que se presuponen usadas como vil paredón en las limpiezas étnicas serbias. En muchos pueblos se observan más tumbas que casas habitadas.

Cuando te acostumbras a este desolador paisaje, te das cuenta que este país tiene lugares de ensueño, abundan los lagos y los tranquilos ríos, con cabañas y embarcaderos, y recovecos dignos de venir a perderte una semana del mundanal ruido.

A pesar de que los destrozos de la guerra son mucho más evidentes que en lado serbio, también se observa una mayor calidad de vida. Los vetustos vehículos soviéticos apenas existen ya, y en cambio se ven coches de un nivel un poco más aceptable.

Entrar en Sarajevo en moto era una de las ilusiones de mi vida, y que hoy pude cumplir. La ciudad está rodeada de montañas y túneles, lo que me hace comprender mejor el largo asedio sufrido. La mayoria de los edificios conservan los signos inequivocos de la guerra, no hay apenas fachadas sin disparos retratados. En la avenida de los francotiradores esto es todavía más notable, con edificios completamente destrozados, que permanecen en pie gracias a sus columnas. La imagen del Hotel Bristol, que permanece tal cual como tantas veces lo vimos en los telediarios durante la guerra, es espeluznante.

En cambio el centro de la ciudad tiene un ambiente divertido y jovial; lleno de terrazas abarrotadas, calles peatonales, gente joven y muchos negocios. Se ve a la gente con ganas de vivir y salir adelante, aunque el resentimiento hacia los serbios es todavía fortísimo en cuanto hablas con alguién.

En un semáforo nos encontramos con un gran mercedes oscuro con la bandera española, era el cónsul en Sarajevo, que al ver las matriculas bajó la ventanilla y nos soltó “Coño, ¿pero que haceis aquí?”como si nos conociese de toda la vida. Nos invitó a subir a la embajada, pero el tiempo apremiaba, y lo que había por ver parecía más interesante, o sea que declinamos.

La carretera de Sarajevo a Mostar es preciosa para la moto, bordeando un rio primero y un gran lago después, serpenteando entre cañones y desfiladeros, solo salpicados por pueblos semiabandonados o derruidos.

Mostar es más turístico, tiene una zona “vieja” empedrada y peatonalizada, rodeando el famoso puente de Mostar destruido por la aviación serbia, y reconstruido hace pocos meses. Hay varios restaurantes con terrazas al rio y vistas al puente, en los que puedes comer muy bien a un precio realmente económico (entre 7 y 9 euros).

A última hora cruzamos la frontera croata, en la que no hemos tenido ni que sacar el pasaporte de la funda, se aprecian buenas relaciones entre Bosnia y Croacia. Hemos llegado al Adriático y hemos parado a dormir en el primer pueblo de costa que hemos encontrado, en un apartamento con terraza y vistas al mar. Croacia sigue siendo un país barato, aunque ya no tanto como Bosnia, Serbia o Bulgaria.

VIERNES 18 DE MAYO.- Pozeck (Croacia) - Kozina (Eslovenia)

Hoy hemos recorrido la costa croata, desde Pozeck a Rijeka, 400 kilometros de curvas pegadas al Adriático. Hemos desayunado en Split, una ciudad turística, aunque sin ningún encanto en especial.

Sin duda el mejor tramo del día fue el que va desde Sande hasta Rijeka, sobre todo los primeros 100 kms. Las playas se transforman en acantilados salpicados de calas, los pueblos desaparecen, y la carretera se transforma en una serpiente de curvas imposibles, con un asfalto digno de circuito y sin apenas tráfico. Parecía que alguien había colgado a la entrada el cartel de “SOLO MOTOS”, los coches desaparecieron (imagino que con dirección a la autopista) y empezamos a ver un desfile de motos de todos los países (croatas, italianos, alemanes, austriacos…), retorciendose en cada una de sus curvas.

El cruce desde Croacia a Italia a través de Eslovenia es breve (solo 30 kilometros en territorio esloveno), sin apenas pueblos y atravesando un frondoso bosque salpicado de restaurantes, pizzerias y moteles de carretera. Me ha dado la impresión de ser una especie de “picadero” para los italianos. Paramos en uno de esos moteles, que tenía bastante buena pinta, y la verdad es que la relación calidad – precio es bastante mejor que en Italia, sobre todo en la cena, que fue realmente buena y barata. Además así aprovechábamos para dormir en otro país distinto.

SABADO 19 DE MAYO.- Kozina (Eslovenia) – Génova (Italia)

La idea principal para hoy era hacer toda la ruta por carretera rumbo al ferry, que partía a las 21.00 horas de Genova, pero el primer trozo rumbo a Venecia fue insufrible, lleno de travesias, ciudades y tráfico intenso; por lo que decidimos coger la autopista hasta Piacenza. Sin duda fue una buena idea, el peaje fue barato (11 €), y nos permitió disfrutar con tiempo de una carretera que si merece la pena; y que dimos con ella sin saberlo.

La SS-45, que une Piacenza con Génova, es una sucesión de eses como su mismo nombre indica de 150 kms. Estaba repleta de moteros en las dos direcciones, y la verdad es que no me extraña, debe ser algo así como la Cruz Verde italiana, pero de 150 kms.

Antes de meternos en esta carretera, a la salida de Piacenza, paramos a comer en un bar llamado Melrose Drink, en el que también por casualidad nos encontramos con un buen ambiente motero, la posibilidad de comer bien viendo los entrenamientos de Moto GP y de disfrutar de los encantos y la amabilidad de la camarera, que hasta nos regaló unas camisetas. Garito motero altamente recomendable y buena comida italiana. Casi llegando a Genova hay otro bar en el que se juntan todos los moteros, que también tenía buena pinta, creo que se llama “El Colinello” o algo así.

Después de disfrutar de las curvas, cogimos de nuevo el ferry dirección a casa, para evitarnos las insulsas, aburridas y caras autopistas francesas, y llegamos a Barcelona a las 3 de la tarde del domingo.

DOMINGO 20 DE MAYO.- Barcelona – Madrid

Lo único destacable de la vuelta a casa fue el auténtico diluvio universal que nos cogió entre Calatayud y Guadalajara, que mal lo pasé, no se veía absolutamente nada y caían chuzos de punta.
 
A.- GASTOS: REPOSTAJES

KILOMETRO LUGAR IMPORTE
0 Brunete 18
89 N-II 6
356 Zaragoza 17,5
626 Barcelona 18
950 Cesme (Turquia) 29,3
1175 Sultanhisar (Turquia) 19
1351 Sonaylar (Turquia) 16
1574 Seryk (Turquia) 19
1794 Mersin (Turquia) 18,5
2050 Adana (Turquia) 19
2413 Latakia (Siria) 11
2635 Trípoli (Libano) 7,5
2877 Ebol e Sakki (Libano) 7,5
3134 Ar Ramtha (Jordania) 7,5
3230 Mar Muerto (Jordania) 6
3513 Petra (Jordania) 10
3688 Aqaba (Jordania) 8
4002 At Tafyla (Jordania) 10
4197 Amman (Jordania) 8
4509 Ctra.Damasco-Palmira (Sr) 10
4670 Palmira (Siria) 4,5
4950 Aleppo (Siria) 6,75
5182 Gaziantep (Turquia) 22
5443 Pinarbasi (Turquia) 22
5744 Aksaray (Turquia) 25
6078 Gaerbo (Turquia) 30
6290 Izmit (Turquia) 17
6590 Corlu (Turquia) 17
6673 Frontera Bulgaria 13,5
6975 Sofia (Bulgaria) 15
7202 Krusecac (Serbia) 13,5
7382 Uzice (Serbia) 9
7629 Jablanica (Bosnia) 15
7883 Split (Croacia) 14
8126 Poharbace (Croacia) 14
8322 Rijeka (Croacia) 12
8584 Venecia (Italia) 19
8800 Piacenza (Italia) 10
9006 Barcelona 18
9311 Zaragoza 18
581,05 EUROS




RESUMEN GASTOS:

Repostajes 581
Ferrys 518
Visados, Seguros Obligatorios y Fronteras 312
Peajes 27
Alojamiento y Manutención 650
2088 Euros
 
Día 27: Madrid-Puerto de Barcelona 650 km.

" 28: Civitaveccia-Ancona 300 km y pico (no me dio tiempo ni a ver Italia ni el cuentakilómetros)

Día 29 y 30: 0 km (barco y más barco)

Día 1: Cesme-Soluck 467 km

" 2: Soluck-Ceyhan 720 km

" 3: Ceyhan-Tartus 367 km

" 4: Tartus-Base Cervantes 327 km

" 5: Base Cervantes-Damasco 161 km

" 6: Damasco-Petra 496 km

" 7: Petra- Petra 20 km

" 8: Petra-Wadi Rum-Mar Rojo-Petra 400 km

" 9: Petra-Damasco 493 km

" 10: Damasco-Palmira 238 km

" 11: Palmira-Azaz 460 km

" 12: Azaz-Urgup 486 km

" 13: Urgup-Estambul 822 km

" 14: Estambul 0 km

" 15: Estambul-Sofía 556 km

" 16: Sofía-Uzice 406 km

" 17: Uzice-Sarajevo-Pozeck 396 km

" 18: Poceck-Kozina 586 km

" 19: Kozina-Génova 565 km

" 20: Barcelona-Madrid 650 km
 
gracias por volver a poner este post aunque incite un poco a los que somos un poco calientes en este tipo de viajes, gracias de verdad
 
Muy buen viaje, sí señor, pero no hicisteis ninguna foto ????
 
en su dia ya te felicite por el viaje y nos fuiste de gran ayuda para el nuestro , pero no esta de mas que lo vuelva a hacer

felicidades ;)
 
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