Es difícil después de una semanita vagando por esas carreteras morunas y en tan buena compañía, volver a la rutina del día a día.
La verdad es que me lo he pasado genial con todos vosotros, incluso a pesar del gran inquisidor e inhibidor de ronquidos el “Gran Abdelilach”; o como ahora se hace llamar después de su primera bajada al moro, el Excelentísimo Sultán “Pa Jalar”.
Por eso digo, que obviando la pesadilla de estar dormido y ser despertado continuamente con ligeros toques en la barriga, cuando las camas estaban juntas, o con unos groseros sonidos guturales de mi amigo de habitación, cuando mi cama se encontraba lejos de la suya, la experiencia ha sido y será inolvidable.
Gracias Ángel, Gracias Pablo, por la confianza que me disteis en la moto al atravesar las preciosas y más dificultosas montañas del Gran Atlas.
Gracias Abdelilach, muchas gracias, por la ayuda y buen hacer en las cosas de la mecánica y sobre todo por la ocurrencia de soplar el macarrón de la bomba de la gasolina. Si la bomba hubiera fallado antes de Zagora, no se me hubiera ocurrido darte tan tremenda pasada en las largas rectas de Morzuaga.
Manuel. Me dirás cuando te hago llegar el traje de agua.
Pablo . Lo mismo respecto al pantalón.
A los demás os saludo, y a ver cuando hacemos otra, pues estas excursiones como bien dice Mojave unen mucho..
Angelito, las fotos muy requetechulas, ya pondré las mías, que serán una castaña pero se os ve muy bien a todos en los camellos, sobretodo cuando se arrodillaba.
PD. Todavía me despierto sobresaltado en la oscura noche con la pesadilla de una imagen de camión, que aparece en la máquina tragaperras de mi inconsciente, avanzando hacia mí por esas carreteras estrechísimas y sin intención de apartarse… ¡Paa.. habernos matao!
Saludos a todos los moteros.