Un hombre estaba desayunando como a las 11 de la mañana un sandwich
y un café, cuando vio una procesión fúnebre inusual, en dirección al
cementerio cercano.
Un ataúd negro era seguido por otro similar como a 50 pasos.
Detrás del último, caminaba un hombre solitario, sosteniendo por una
correa un corpulento perro Dogo Argentino.
Lo hacían detrás de él, cabizbajos, otros 200, aunque de manera extraña
para este tipo de ceremonias, porque iban en una sola fila, y eran todos
varones.
El que observaba no pudo aguantar la curiosidad: con mucho respeto se
aproximó al que llevaba al perro y le dijo:
- Señor, sé que éste es un muy mal momento para molestarlo,
pero nunca he visto un funeral como éste ¿de quién es este cortejo?
- Bueno -respondió-, en el primer ataúd está mi esposa.
Ella me gritaba, entonces mi perro la atacó y mató.
- Entiendo, que pena... ¿y quién está en el segundo ataúd?
- Mi suegra, quien se agregó en apoyo de mi esposa.
El perro se volvió hacia ella y también la mató.
Transcurrió un solemne momento de silencio entre ambos hombres.
- Qué pena señor, no sé si es momento, pero... quisiera pedirle prestado
el
perro.
- ¡Haga la fila como los demás!
y un café, cuando vio una procesión fúnebre inusual, en dirección al
cementerio cercano.
Un ataúd negro era seguido por otro similar como a 50 pasos.
Detrás del último, caminaba un hombre solitario, sosteniendo por una
correa un corpulento perro Dogo Argentino.
Lo hacían detrás de él, cabizbajos, otros 200, aunque de manera extraña
para este tipo de ceremonias, porque iban en una sola fila, y eran todos
varones.
El que observaba no pudo aguantar la curiosidad: con mucho respeto se
aproximó al que llevaba al perro y le dijo:
- Señor, sé que éste es un muy mal momento para molestarlo,
pero nunca he visto un funeral como éste ¿de quién es este cortejo?
- Bueno -respondió-, en el primer ataúd está mi esposa.
Ella me gritaba, entonces mi perro la atacó y mató.
- Entiendo, que pena... ¿y quién está en el segundo ataúd?
- Mi suegra, quien se agregó en apoyo de mi esposa.
El perro se volvió hacia ella y también la mató.
Transcurrió un solemne momento de silencio entre ambos hombres.
- Qué pena señor, no sé si es momento, pero... quisiera pedirle prestado
el
perro.
- ¡Haga la fila como los demás!