VICTOR_R850R
Curveando
Con mi mujer, la mejor pasajera posible, ni me entero que está ahí detrás, y hoy menos porque se estropeó su intercom.
Lo típico: hemos esquivado al menos cinco invasiones de nuestro carril, a un ciclista anciano que se ha saltado un stop y hemos sobrevivido a un pincho de tortilla sin sal gracias a unos callos que estaban perfectos.
Los invaders de nuestro carril: dos autocaravanas, un turismo y dos compañeros en moto, sirva para las estadísticas.
El abuelete en bici se saltó el stop en Bolmir, le pité levemente tras el frenazo. El que venía de frente levantó el brazo como diciendo "¡Ande vas!" y el veterano ciclista levantó una mano devolviéndole "el saludo", sin percatarse de que yo estaba detrás chupando sillín a dos por hora. Le adelanté con cuidado, quien venía detrás de mí le adelantó también y le pitó fuertemente y el abuelete también le dijo adiós con la mano jajaja, no se enteró de nada ¡Qué felicidad de hombre!
La ruta de los pantanos de la montaña palentina fue perfecta hasta llegar a Velilla de Río Carrión, donde vimos las consecuencias de lo que pudo ser un despiste: dos beneméritos de la Agrupación de Tráfico atendían a un compa que se había ido a la cuneta. Felizmente estaba de pie, sano y salvo aunque pudiese tener algunas contusiones y magulladuras. Me alegré mucho por ese chico y agradecí de corazón a los guardias, a los que tanto rencor les tengo por quitarme dinero y dos puntos vía veloláser, su rápida personación en el lugar del accidente y su impecable dispositivo para asegurar al accidentado.
Me dije "¡Al carajo, me tiro el rollo!" Y les saludé con la mano. Pensé "ahora me paran y me la meten doblada por hacer cosas prohibidas" pero no. Tuve suerte. Hasta me devolvieron el saludo.
A partir de Boca de Huérgano y hasta San Glorio sufrimos esas invasiones de nuestro carril. Incluso yo, en un despiste llegué a pisar mediana. Mal. Muy mal.
Y después, la tragedia: todo el precioso monte calcinado entre Boca de Huergano y Llánaves de la Reina, ganas de llorar porque no eran sólo pastos o retamares, había mucho roble y abetos. Es asombrosa la cantidad de hectáreas arrasadas.
Regresamos por Guardo, todo bien, cafecito en Aguilar y un gran cronuts y a casita. Y mi perra ladrando porque se aburrió.
Lo de siempre: cuidado ahí fuera.
(La foto con mi santa no es del paseo de hoy, sino de la AS-114, junto al río Cares. Ahí os va nuestro saludo
)
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Lo típico: hemos esquivado al menos cinco invasiones de nuestro carril, a un ciclista anciano que se ha saltado un stop y hemos sobrevivido a un pincho de tortilla sin sal gracias a unos callos que estaban perfectos.
Los invaders de nuestro carril: dos autocaravanas, un turismo y dos compañeros en moto, sirva para las estadísticas.
El abuelete en bici se saltó el stop en Bolmir, le pité levemente tras el frenazo. El que venía de frente levantó el brazo como diciendo "¡Ande vas!" y el veterano ciclista levantó una mano devolviéndole "el saludo", sin percatarse de que yo estaba detrás chupando sillín a dos por hora. Le adelanté con cuidado, quien venía detrás de mí le adelantó también y le pitó fuertemente y el abuelete también le dijo adiós con la mano jajaja, no se enteró de nada ¡Qué felicidad de hombre!
La ruta de los pantanos de la montaña palentina fue perfecta hasta llegar a Velilla de Río Carrión, donde vimos las consecuencias de lo que pudo ser un despiste: dos beneméritos de la Agrupación de Tráfico atendían a un compa que se había ido a la cuneta. Felizmente estaba de pie, sano y salvo aunque pudiese tener algunas contusiones y magulladuras. Me alegré mucho por ese chico y agradecí de corazón a los guardias, a los que tanto rencor les tengo por quitarme dinero y dos puntos vía veloláser, su rápida personación en el lugar del accidente y su impecable dispositivo para asegurar al accidentado.
Me dije "¡Al carajo, me tiro el rollo!" Y les saludé con la mano. Pensé "ahora me paran y me la meten doblada por hacer cosas prohibidas" pero no. Tuve suerte. Hasta me devolvieron el saludo.
A partir de Boca de Huérgano y hasta San Glorio sufrimos esas invasiones de nuestro carril. Incluso yo, en un despiste llegué a pisar mediana. Mal. Muy mal.
Y después, la tragedia: todo el precioso monte calcinado entre Boca de Huergano y Llánaves de la Reina, ganas de llorar porque no eran sólo pastos o retamares, había mucho roble y abetos. Es asombrosa la cantidad de hectáreas arrasadas.
Regresamos por Guardo, todo bien, cafecito en Aguilar y un gran cronuts y a casita. Y mi perra ladrando porque se aburrió.
Lo de siempre: cuidado ahí fuera.
(La foto con mi santa no es del paseo de hoy, sino de la AS-114, junto al río Cares. Ahí os va nuestro saludo



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