Hola a tod@s, espero no aburriros mucho.
El viernes 31 de Julio poníamos rumbo con la nueva moto al nuevo viaje d'este año. Marisa, la TDM y yo (que también iba). La idea era ir a Barcelona a coger el ferry que nos llevaría hasta Civitavecchia en unas 20 horitas de nada.
En esta foto Marisa tiene más cara de llegada que de salida..., pero es que es la primera vez que salimos para este viaje y nos falta práctica.
Había que estar dos horas antes de la salida para embarcar, así que antes de las 20'00 debíamos de estar en el muelle, el barco tenia la salida para las 22'00. Salimos a medio día después de trabajar y algo de miedo por el tráfico que pudiésemos encontrar, ya se sabe, viernes y 31 de julio..., complicadillo.
La moto es nueva y aun no estaba terminado del todo el rodaje, bueno y nosotros también estábamos en rodaje con ella, Marisa intentando acoplarse y no buscar con los pies la posición de la VFR. Yo intentando hacerme a los nuevos 400 kg. de peso en marcha. Y por fin...¡¡¡ Y por fin...¡¡¡ consigo hacer 300 km sin repostar...¡¡¡¡
La verdad es que con las indicaciones que nos habían dado algunos compañeros moteros encontramos el muelle sin problemas, además el tráfico por una vez acompañó y nos plantamos en el muelle a las 18'00, habiendo salido de Valencia a las 14'30 h.
Al llegar nos encontramos con unos italianos que también estaban a la espera de embarcar. Así que después de unos minutos de charla con ellos, decidimos que lo mejor sería comer algo antes subir al barco ya que la comida había sido escasa y temprana. Allí mismo en un bareto del puerto nos mercamos Marisa y yo sendos bocatas.
Después de una larguísima espera nos dan paso para entrar en el ferry (conyo, mi primer ferry).
Las motos son las primeras en pasar, tanto habíamos esperado que al final éramos unas 15 motos para embarcar, todas italianas, menos dos españoles más que iban a Cerdeña.
Después de nosotros una interminable caravana de coches, roulottes varias y demás vehículos turísticos y finalmente no sé cuantísimos trairlers.
Yo subí por la rampa acohonadito, para que nos vamos a engañar y deseando que no me hicieran deambular mucho por la barriga d'ese trasto, ¿no quieres caldo? tres tazas..., bueno en mi caso tres plantas para arriba...¡¡¡ y esas rampas aún acohonan más, porque además de muy inclinadas, nada más llegas arriba has de girar a la izquierda los 400 kg de moto, con estas piernas largas que dios a tenido a bien darme..., anda que no sude yo.
En nuestro caso no me dejaron quedar para ver como anclaban las motos. No tuve más remedio que fiarme de su ¿profesionalidad?.
Dos horas antes que habíamos llegado nosotros antes por precaución del tráfico y dos horas que se retrasó el ferry en su salida..., total 4 horas d'espera, salíamos del puerto de barna a las 12'15 de la noche.
Afortunadamente habíamos seguido algunos consejos y nos pillamos un camarote. He de reconocer que fue lo mejor del ferry, un sitio donde dormir y ducharte, donde dejar los trastos, poder hacer la siesta; si es que 20 horas son muchas horas.
20 horas en un barco, dan tiempo para recorrerte la nave 300 veces. Aburrirte, visitar las boutiques, tomar el sol, tomar cerveza, volver a ver las boutiques, más cerveza, una vuelta para ver el casino maqueado...
Lo que si pude hacer yo en esta ocasión fue desanclarme la moto, estaba sujeta a las argollas del suelo mediante cintas, dos a las botellas de la horquilla y otras dos al subchasis, y por supuesto con la pata de cabra..., nada de caballete.
La bajada de las rampas del ferry con la moto no hubiera sido más complicada que la subida si no hubiese sido porque el pie izquierdo se me quedó enganchado en una de las argollas del suelo de las que se utilizan para anclar a los vehículos, por poco no nos vamos los tres al suelo del barco, pude evitar la caída pero no un esguince en el tobillo.
Yo tenia la esperanza que las dos horas de retraso de la salida las recuperaría en la travesía, vana esperanza la mía, llegó con sus dos horas de retraso a Civitavecchia, lo que nos obligaba a pasar la noche allí y no estaba previsto, salíamos del barco a las 21'00, había que buscar hotel.
Una vez en la ciudad italiana nos pusimos a la búsqueda de un hotel con desesperación, 2 encontramos y los 2 completos, eran de tres estrellas. Solo nos quedaba por mirar un hotel fuera de la ciudad de 4 estrellas y rezar porque tuvieran habitaciones libres, eran las 21'30 y sin alojamiento.
Afortunadamente el Hotel Bramante tenia habitaciones libres, eso si, a 110 €. Pero no le pusimos ninguna pega..., no estábamos para desperdiciar una "stanza"..., y tenía aire acondicionado.
La cena estuvo bien en un bareto de las proximidades, nos "jartamos" de calamares a la romana muy muy muy buenos por cierto y a precio razonable.
De modo que cojeando bastante nos volvimos al hotel, con la extraña sensación de no estar de viaje aún..., definitivamente el ferry puede ser práctico, pero en viajes posteriores si puedo los evitaré. Estábamos a 1.700 km de casa, nos habíamos gastado ya 600 € del presupuesto y no teníamos aún la sensación de viaje..., definitivamente el ferry no nos gustó.
El día siguiente era domingo, y lucia un sol esplendido a las 8’00 de la mañana, así que recorrimos los 80 km. que separan Chivitavecchia de Roma los hicimos prácticamente en solitario, un poco más de la cuenta nos costó encontrar el camping, pero a las 12’00 ya teníamos la tienda montada.
El camping Flaminio de Roma merece algún comentario. La realidad es que nos pareció un muy buen camping con todos los servicios habituales, limpieza y organización europeas. Los bungalows una virguería, la zona de acampada buena, si acaso algo escasa de sombras..., varios restaurantes, piscina, market, accesos asfaltados, Internet, oficina de información turística, etc etc.
El trayecto desde el camping a la Piazza del Popolo duraba entre 15 y 20 min. Hay una parada de autobús a la salida del camping y las esperas nunca fueron superiores a 5 min.
Después del bañito y la comida, nos fuimos de “romeros” un rato con mi cojera y todo.
Me resultó curiosa la obligatoriedad del gorro de baño para la piscina..., que amablemente te vendían al módico precio de 2 €.
En una farmacia romana me compré un spray tipo réflex y a funcionar..., con un par.
Como podéis suponer, fotos de Roma hicimos “sienes” ya que estuvimos dos días, pero ¿para que vamos agobiar con flores a María? Con estas como botón de muestra creo que valdrán.
Después de Roma partimos dirección Bari, 400 y pico km. por autopista, que me sorprendió gratamente, el asfalto era nuevo en toda l’autopista, un par de chaparrones nos calaron tan rápidamente como el aire nos secaba.
Como no podía ser de otra forma, también llegamos al puerto de Bari con un par de horas de adelanto, pero en esta ocasión el ferry a Igoumenitsa fue puntual. Durante la espera se lió una buena tormenta que nos obligó a refugiarnos del agua en un porche del muelle.
La tormenta duró y duró y duró hasta el momento d’embarcar, por lo que había leido, las rampas metálicas de los barcos mojadas tenían su aquel, así que embarqué con “glup” en los “guebs”, pero reconozco que no fue para tanto.
Para variar tampoco me dejaron quedarme a ver como sujetaban la moto. Accedimos al interior del ferry, mucho más pequeño que el anterior, y si en el otro la tripulación hablaba algo parecido al español/italiano/francés con gotas de inglés, en este caso era una mezcla de grecoitaliano pelín complicado.
La travesía estaba prevista para 10 horas con llegada en el puerto griego a las 6’00 de la madrugada. Pronto comprobamos las múltiples diferencias entre los dos ferrys y los pasajeros. Muchas familias con niños, mucha gente joven con mochilas, todo el mundo por el suelo, durmiendo en el suelo de..., es igual, por cualquier palmo de suelo que quedara libre. En esta ocasión no teníamos camarote por varios motivos..., el principal porque no quedaban libres, pero también es cierto que pensamos que 10 horas serían soportables. Joer como llovía fuera, y que truenos y que relámpagos, yo estaba en la gloria..., y el mar en calma.
Después de un par de horas de dudas y sin saber que hacer, nosotros también nos tumbamos en el suelo con las cazadoras de almohadas.
El cambio horario de Grecia nos jugó una pequeña mala pasada..., y a las 4’30 de la mañana el ferry atracaba en Igoumenitsa, de modo que a las 5’00 am. Estamos en Grecia.
Entre unos contenedores del puerto pudimos volver a vestirnos de “romanos” para la moto, estaba todo cerrado.
Pusimos la rueda de la TDM rumbo al interior de Grecia y rápidamente entramos en zona montañosa, a subir a subir a subir y conforme íbamos subiendo, la temperatura iba descendiendo, hasta al punto de tener que cerrar todas las ventilaciones de ropa y casos. Y así continuamos los siguientes 100 km.
A las 9 de la mañana estábamos atravesando el Katara Pass, al parar precipitadamente para hacernos la típica foto de un puerto de montaña, al parar y poner el pie derecho en el suelo..., no lo encuentro...¡¡¡
Cuando lo consigo la moto está ya tan inclinada que no puedo sujetar el peso de la moto y del equipaje, en un microsegundo estamos los tres en el suelo... No han inventado los hombres suficientes dioses que yo no recordara, mentara y maldijera uno por uno.
Levantó la moto “con un par” y muchos nervios..., mierda mierda mierda, la maneta de freno se ha roto.
Aún me quedaba bajar todo el puerto, y yo estaba demasiado nervioso, cabreado e indignado conmigo mismo como para atreverme a bajarlo solo con el freno trasero y con todo el peso que llevábamos. Así que decidí que la mejor opción y casi la única..., asistencia en carretera y grúa.
No han podido conmigo el Stelvio, Furka, Susten, Grimsel, Fedaia, Falzarego, Mauria, Bernina, Maloja, Fluela, Oberal, Spluga, San Bernardino, San Gotardo, Galibier, Lautaret, Petit S. Bernard, I’seran, Großglockner y alguno más que seguro me dejo..., y una mierdecilla de puerto de 1690 m. me hace morder el polvo, a que mala hora la puta foto.
Dos horas después llegó la grúa, deshicimos 80 km. volviendo a Ioannina donde había un concesionario Yamaha. Como se puede suponer la conversación con el grueso no fue muy animada, entre que era griego y mi cabreo/indignación/rabia/vergüenza/mala leche. El xaval se portó.
En cinco minutos y 50 € me colocaron una maneta nueva y a funcionar, mi mujer seguía tomándoselo con buen humor..., a mi tardaría varios días en pasarme el mal humor. Las fotos del incidente se las debéis a ella, que tuvo el valor y el humor suficiente para hacerlas.
Ya por la tarde y sin más incidentes dignos de mención llegamos al camping previsto en la zona de Meteora.
El camping Vrachos Kastraky estaba en la pequeña localidad de Kastraky (como su propio nombre indica), muy cerca de Kalambaka.
Este camping también nos gustó, ya se le notaban los años, es cierto, pero las instalaciones estaban muy bien conservadas y los aseos perfectos, piscina, restaurante y los demás servicios habituales de un camping de buena calidad.
Luego de un buen baño en la piscina del camping. Nos refugiamos en una Taberna griega a relajarnos de un día que había sido muy largooooooo
Para terminar regándolo como no podía ser de otra forma, con cerveza del país. Y este día ya no dio mucho más de si..., afortunadamente.
Al día siguiente comenzamos la visita a los famosos monasterios de Meteora.
La verdad es que son algo espectacular..., no en sí los monasterios si no el conjunto, y sobre todo su ubicación.
También cotilleamos sus interiores.
Y los alrededores.
A punto de terminar la jornada y mientras nos trasladábamos de un monasterio a otro por el arcen de la carretera paseando, Marisa pisa un montoncito de grava y se gira el tobillo cayéndose al suelo..., y ese esguince si me preocupaba. Ella nunca se ha torcido un tobillo y la torcedura era seria.
Aunque ella solo demuestre buen humor.
Una vez llegamos de vuelta al camping, pedí hielo en el restaurante y luego se lo vendé, le sacamos partido al spray antiinflamatorio que compramos en Italia para mi, que por cierto el mio ya solo era un recuerdo..., mis tobillos son así, pero los de ella..., no.
El viaje parecía gafado, llegamos tarde y mal a Italia, me hago un esguince al salir del barco, se me cae la moto y se parte la maneta de freno, Marisa se hace otro esguince..., apenas llevamos una semana de viaje..., demasiadas incidencias negativas y aún nos quedaban tres semanas más por delante. A esta marcha lo íbamos a pasar mal.
El tobillo estropeado de Marisa era el pie de apoyo para subir a la moto, y al día siguiente partíamos para Turquía, complicado.
A la mañana siguiente, con el ánimo mejorado y el tobillo vuelto a vendar, intenta subir a la moto y en principio con mucha molestia sube, hay que pensar que ellas tienen que subir y girar el pie en la estribera.
Una vez arriba le pregunto:
-¿hacia casa o hacia Turquía?
–Hacia Turquía...¡¡¡ que a tiempo de volver, siempre estamos. (si es que vale varios imperios está chica).
Así que pusimos rumbo hacía Anatolia.
La autopista que cruza Grecia por el medio está a medio construir, las garitas de los peajes, vacías y aún por lucir las paredes, sin barreras, la gente aún espera el autobús en ellas, este es un ejemplo de área de servicio, véase con detenimiento el restaurante a la izquierda, los aseos a la derecha, las papeleras al centro..., en fin es Grecia.
Aquí creo que debo de hacer un alto y comentar algo de visión de viajero motero.
Sobre el tráfico de Italia poca cosa comentar que no se sepa ya, a veces bastante caótico pero que ya una vez se conoce, se ponen en marcha las “defensas oportunas” y se puede circular con relativa fluidez. Los 600 km. que hemos hecho en esta ocasión por autopista han sido mucho mejor que en otras ocasiones, asfalto nuevo ¿Qué más se puede pedir? Y luego para mi el mejor sistema de peaje que puede haber a excepción del “no peaje” claro. Hasta que no sales de l’autopista no hay peajes. Esto en Francia y en España es horrible.
En Grecia si se pueden observar motocicletas de última generación, no encontrando una gran diferencia con España o Italia, con respecto a las carreteras..., son transitables, pero tanto las poblaciones como las carreteras me recuerdan demasiado a la España de hace 30 años.
Otra cosa curiosa para un país de la Unión Europea, es que nadie lleve casco, da igual la moto que se lleve, una Hayabusa o un Scoter, que se circule por ciudad o por autopista. Unas gafas de sol son suficiente protección para ellos.
El tobillo de Marisa va aguantando bastante bien, la bota de la moto le sujeta bien el piel.
Para no cargar mucho ese tobillo, cerca de Kavála decidimos parar, más concretamente en Péramos localidad pegada a la playa y donde abundan los hoteles, todos pequeñitos, como muy familiares. Preguntamos y preguntamos y después de muchas dudas por parte de los propietarios, todos están completos..., deducimos que con nuestra “pinta” de moteros, no se fían. Grecia sigue siendo muy rural. El turismo que observamos es de la tierra. No se ven vehículos de fuera, no se ven rubios y rubias y nuestra indumentaria no les ofrece la más mínima confianza.
Nos vamos de Péramos y vamos al siguiente pueblo Iraklitsa, y lo mismo, en el primero que vemos preguntamos y después de mirarnos de arriba abajo con detenimiento, COMPLET joder...¡¡¡
Un poco más adelante divisamos un hotel que parece más grande IRAKLITSA BEACH HOTEL, vamos directos a él, preguntamos y por fin una habitación por 75 €, aseada pero nada del otro jueves. Eso si estaba muy cerquita de la playa. Así que nos cambiamos de ropa rápidamente y antes de que se hiciera más tarde, nos dimos un “peazo” baño en el Mar Egeo.
A la mañana siguiente, lo que se convertiría en una rutina durante bastantes días, aseo, vendaje del tobillo y desayuno.
Ponemos dirección a Turquía.
Como al llegar en Grecia no pudimos hacer la foto de la entrada ya que llegamos en ferry, aprovechamos y la hicimos a la salida.
Continuará
El viernes 31 de Julio poníamos rumbo con la nueva moto al nuevo viaje d'este año. Marisa, la TDM y yo (que también iba). La idea era ir a Barcelona a coger el ferry que nos llevaría hasta Civitavecchia en unas 20 horitas de nada.
En esta foto Marisa tiene más cara de llegada que de salida..., pero es que es la primera vez que salimos para este viaje y nos falta práctica.
Había que estar dos horas antes de la salida para embarcar, así que antes de las 20'00 debíamos de estar en el muelle, el barco tenia la salida para las 22'00. Salimos a medio día después de trabajar y algo de miedo por el tráfico que pudiésemos encontrar, ya se sabe, viernes y 31 de julio..., complicadillo.
La moto es nueva y aun no estaba terminado del todo el rodaje, bueno y nosotros también estábamos en rodaje con ella, Marisa intentando acoplarse y no buscar con los pies la posición de la VFR. Yo intentando hacerme a los nuevos 400 kg. de peso en marcha. Y por fin...¡¡¡ Y por fin...¡¡¡ consigo hacer 300 km sin repostar...¡¡¡¡
La verdad es que con las indicaciones que nos habían dado algunos compañeros moteros encontramos el muelle sin problemas, además el tráfico por una vez acompañó y nos plantamos en el muelle a las 18'00, habiendo salido de Valencia a las 14'30 h.
Al llegar nos encontramos con unos italianos que también estaban a la espera de embarcar. Así que después de unos minutos de charla con ellos, decidimos que lo mejor sería comer algo antes subir al barco ya que la comida había sido escasa y temprana. Allí mismo en un bareto del puerto nos mercamos Marisa y yo sendos bocatas.
Después de una larguísima espera nos dan paso para entrar en el ferry (conyo, mi primer ferry).
Las motos son las primeras en pasar, tanto habíamos esperado que al final éramos unas 15 motos para embarcar, todas italianas, menos dos españoles más que iban a Cerdeña.
Después de nosotros una interminable caravana de coches, roulottes varias y demás vehículos turísticos y finalmente no sé cuantísimos trairlers.
Yo subí por la rampa acohonadito, para que nos vamos a engañar y deseando que no me hicieran deambular mucho por la barriga d'ese trasto, ¿no quieres caldo? tres tazas..., bueno en mi caso tres plantas para arriba...¡¡¡ y esas rampas aún acohonan más, porque además de muy inclinadas, nada más llegas arriba has de girar a la izquierda los 400 kg de moto, con estas piernas largas que dios a tenido a bien darme..., anda que no sude yo.
En nuestro caso no me dejaron quedar para ver como anclaban las motos. No tuve más remedio que fiarme de su ¿profesionalidad?.
Dos horas antes que habíamos llegado nosotros antes por precaución del tráfico y dos horas que se retrasó el ferry en su salida..., total 4 horas d'espera, salíamos del puerto de barna a las 12'15 de la noche.
Afortunadamente habíamos seguido algunos consejos y nos pillamos un camarote. He de reconocer que fue lo mejor del ferry, un sitio donde dormir y ducharte, donde dejar los trastos, poder hacer la siesta; si es que 20 horas son muchas horas.
20 horas en un barco, dan tiempo para recorrerte la nave 300 veces. Aburrirte, visitar las boutiques, tomar el sol, tomar cerveza, volver a ver las boutiques, más cerveza, una vuelta para ver el casino maqueado...
Lo que si pude hacer yo en esta ocasión fue desanclarme la moto, estaba sujeta a las argollas del suelo mediante cintas, dos a las botellas de la horquilla y otras dos al subchasis, y por supuesto con la pata de cabra..., nada de caballete.
La bajada de las rampas del ferry con la moto no hubiera sido más complicada que la subida si no hubiese sido porque el pie izquierdo se me quedó enganchado en una de las argollas del suelo de las que se utilizan para anclar a los vehículos, por poco no nos vamos los tres al suelo del barco, pude evitar la caída pero no un esguince en el tobillo.
Yo tenia la esperanza que las dos horas de retraso de la salida las recuperaría en la travesía, vana esperanza la mía, llegó con sus dos horas de retraso a Civitavecchia, lo que nos obligaba a pasar la noche allí y no estaba previsto, salíamos del barco a las 21'00, había que buscar hotel.
Una vez en la ciudad italiana nos pusimos a la búsqueda de un hotel con desesperación, 2 encontramos y los 2 completos, eran de tres estrellas. Solo nos quedaba por mirar un hotel fuera de la ciudad de 4 estrellas y rezar porque tuvieran habitaciones libres, eran las 21'30 y sin alojamiento.
Afortunadamente el Hotel Bramante tenia habitaciones libres, eso si, a 110 €. Pero no le pusimos ninguna pega..., no estábamos para desperdiciar una "stanza"..., y tenía aire acondicionado.
La cena estuvo bien en un bareto de las proximidades, nos "jartamos" de calamares a la romana muy muy muy buenos por cierto y a precio razonable.
De modo que cojeando bastante nos volvimos al hotel, con la extraña sensación de no estar de viaje aún..., definitivamente el ferry puede ser práctico, pero en viajes posteriores si puedo los evitaré. Estábamos a 1.700 km de casa, nos habíamos gastado ya 600 € del presupuesto y no teníamos aún la sensación de viaje..., definitivamente el ferry no nos gustó.
El día siguiente era domingo, y lucia un sol esplendido a las 8’00 de la mañana, así que recorrimos los 80 km. que separan Chivitavecchia de Roma los hicimos prácticamente en solitario, un poco más de la cuenta nos costó encontrar el camping, pero a las 12’00 ya teníamos la tienda montada.
El camping Flaminio de Roma merece algún comentario. La realidad es que nos pareció un muy buen camping con todos los servicios habituales, limpieza y organización europeas. Los bungalows una virguería, la zona de acampada buena, si acaso algo escasa de sombras..., varios restaurantes, piscina, market, accesos asfaltados, Internet, oficina de información turística, etc etc.
El trayecto desde el camping a la Piazza del Popolo duraba entre 15 y 20 min. Hay una parada de autobús a la salida del camping y las esperas nunca fueron superiores a 5 min.
Después del bañito y la comida, nos fuimos de “romeros” un rato con mi cojera y todo.
Me resultó curiosa la obligatoriedad del gorro de baño para la piscina..., que amablemente te vendían al módico precio de 2 €.
En una farmacia romana me compré un spray tipo réflex y a funcionar..., con un par.
Como podéis suponer, fotos de Roma hicimos “sienes” ya que estuvimos dos días, pero ¿para que vamos agobiar con flores a María? Con estas como botón de muestra creo que valdrán.
Después de Roma partimos dirección Bari, 400 y pico km. por autopista, que me sorprendió gratamente, el asfalto era nuevo en toda l’autopista, un par de chaparrones nos calaron tan rápidamente como el aire nos secaba.
Como no podía ser de otra forma, también llegamos al puerto de Bari con un par de horas de adelanto, pero en esta ocasión el ferry a Igoumenitsa fue puntual. Durante la espera se lió una buena tormenta que nos obligó a refugiarnos del agua en un porche del muelle.
La tormenta duró y duró y duró hasta el momento d’embarcar, por lo que había leido, las rampas metálicas de los barcos mojadas tenían su aquel, así que embarqué con “glup” en los “guebs”, pero reconozco que no fue para tanto.
Para variar tampoco me dejaron quedarme a ver como sujetaban la moto. Accedimos al interior del ferry, mucho más pequeño que el anterior, y si en el otro la tripulación hablaba algo parecido al español/italiano/francés con gotas de inglés, en este caso era una mezcla de grecoitaliano pelín complicado.
La travesía estaba prevista para 10 horas con llegada en el puerto griego a las 6’00 de la madrugada. Pronto comprobamos las múltiples diferencias entre los dos ferrys y los pasajeros. Muchas familias con niños, mucha gente joven con mochilas, todo el mundo por el suelo, durmiendo en el suelo de..., es igual, por cualquier palmo de suelo que quedara libre. En esta ocasión no teníamos camarote por varios motivos..., el principal porque no quedaban libres, pero también es cierto que pensamos que 10 horas serían soportables. Joer como llovía fuera, y que truenos y que relámpagos, yo estaba en la gloria..., y el mar en calma.
Después de un par de horas de dudas y sin saber que hacer, nosotros también nos tumbamos en el suelo con las cazadoras de almohadas.
El cambio horario de Grecia nos jugó una pequeña mala pasada..., y a las 4’30 de la mañana el ferry atracaba en Igoumenitsa, de modo que a las 5’00 am. Estamos en Grecia.
Entre unos contenedores del puerto pudimos volver a vestirnos de “romanos” para la moto, estaba todo cerrado.
Pusimos la rueda de la TDM rumbo al interior de Grecia y rápidamente entramos en zona montañosa, a subir a subir a subir y conforme íbamos subiendo, la temperatura iba descendiendo, hasta al punto de tener que cerrar todas las ventilaciones de ropa y casos. Y así continuamos los siguientes 100 km.
A las 9 de la mañana estábamos atravesando el Katara Pass, al parar precipitadamente para hacernos la típica foto de un puerto de montaña, al parar y poner el pie derecho en el suelo..., no lo encuentro...¡¡¡
Cuando lo consigo la moto está ya tan inclinada que no puedo sujetar el peso de la moto y del equipaje, en un microsegundo estamos los tres en el suelo... No han inventado los hombres suficientes dioses que yo no recordara, mentara y maldijera uno por uno.
Levantó la moto “con un par” y muchos nervios..., mierda mierda mierda, la maneta de freno se ha roto.
Aún me quedaba bajar todo el puerto, y yo estaba demasiado nervioso, cabreado e indignado conmigo mismo como para atreverme a bajarlo solo con el freno trasero y con todo el peso que llevábamos. Así que decidí que la mejor opción y casi la única..., asistencia en carretera y grúa.
No han podido conmigo el Stelvio, Furka, Susten, Grimsel, Fedaia, Falzarego, Mauria, Bernina, Maloja, Fluela, Oberal, Spluga, San Bernardino, San Gotardo, Galibier, Lautaret, Petit S. Bernard, I’seran, Großglockner y alguno más que seguro me dejo..., y una mierdecilla de puerto de 1690 m. me hace morder el polvo, a que mala hora la puta foto.
Dos horas después llegó la grúa, deshicimos 80 km. volviendo a Ioannina donde había un concesionario Yamaha. Como se puede suponer la conversación con el grueso no fue muy animada, entre que era griego y mi cabreo/indignación/rabia/vergüenza/mala leche. El xaval se portó.
En cinco minutos y 50 € me colocaron una maneta nueva y a funcionar, mi mujer seguía tomándoselo con buen humor..., a mi tardaría varios días en pasarme el mal humor. Las fotos del incidente se las debéis a ella, que tuvo el valor y el humor suficiente para hacerlas.
Ya por la tarde y sin más incidentes dignos de mención llegamos al camping previsto en la zona de Meteora.
El camping Vrachos Kastraky estaba en la pequeña localidad de Kastraky (como su propio nombre indica), muy cerca de Kalambaka.
Este camping también nos gustó, ya se le notaban los años, es cierto, pero las instalaciones estaban muy bien conservadas y los aseos perfectos, piscina, restaurante y los demás servicios habituales de un camping de buena calidad.
Luego de un buen baño en la piscina del camping. Nos refugiamos en una Taberna griega a relajarnos de un día que había sido muy largooooooo
Para terminar regándolo como no podía ser de otra forma, con cerveza del país. Y este día ya no dio mucho más de si..., afortunadamente.
Al día siguiente comenzamos la visita a los famosos monasterios de Meteora.
La verdad es que son algo espectacular..., no en sí los monasterios si no el conjunto, y sobre todo su ubicación.
También cotilleamos sus interiores.
Y los alrededores.
A punto de terminar la jornada y mientras nos trasladábamos de un monasterio a otro por el arcen de la carretera paseando, Marisa pisa un montoncito de grava y se gira el tobillo cayéndose al suelo..., y ese esguince si me preocupaba. Ella nunca se ha torcido un tobillo y la torcedura era seria.
Aunque ella solo demuestre buen humor.
Una vez llegamos de vuelta al camping, pedí hielo en el restaurante y luego se lo vendé, le sacamos partido al spray antiinflamatorio que compramos en Italia para mi, que por cierto el mio ya solo era un recuerdo..., mis tobillos son así, pero los de ella..., no.
El viaje parecía gafado, llegamos tarde y mal a Italia, me hago un esguince al salir del barco, se me cae la moto y se parte la maneta de freno, Marisa se hace otro esguince..., apenas llevamos una semana de viaje..., demasiadas incidencias negativas y aún nos quedaban tres semanas más por delante. A esta marcha lo íbamos a pasar mal.
El tobillo estropeado de Marisa era el pie de apoyo para subir a la moto, y al día siguiente partíamos para Turquía, complicado.
A la mañana siguiente, con el ánimo mejorado y el tobillo vuelto a vendar, intenta subir a la moto y en principio con mucha molestia sube, hay que pensar que ellas tienen que subir y girar el pie en la estribera.
Una vez arriba le pregunto:
-¿hacia casa o hacia Turquía?
–Hacia Turquía...¡¡¡ que a tiempo de volver, siempre estamos. (si es que vale varios imperios está chica).
Así que pusimos rumbo hacía Anatolia.
La autopista que cruza Grecia por el medio está a medio construir, las garitas de los peajes, vacías y aún por lucir las paredes, sin barreras, la gente aún espera el autobús en ellas, este es un ejemplo de área de servicio, véase con detenimiento el restaurante a la izquierda, los aseos a la derecha, las papeleras al centro..., en fin es Grecia.
Aquí creo que debo de hacer un alto y comentar algo de visión de viajero motero.
Sobre el tráfico de Italia poca cosa comentar que no se sepa ya, a veces bastante caótico pero que ya una vez se conoce, se ponen en marcha las “defensas oportunas” y se puede circular con relativa fluidez. Los 600 km. que hemos hecho en esta ocasión por autopista han sido mucho mejor que en otras ocasiones, asfalto nuevo ¿Qué más se puede pedir? Y luego para mi el mejor sistema de peaje que puede haber a excepción del “no peaje” claro. Hasta que no sales de l’autopista no hay peajes. Esto en Francia y en España es horrible.
En Grecia si se pueden observar motocicletas de última generación, no encontrando una gran diferencia con España o Italia, con respecto a las carreteras..., son transitables, pero tanto las poblaciones como las carreteras me recuerdan demasiado a la España de hace 30 años.
Otra cosa curiosa para un país de la Unión Europea, es que nadie lleve casco, da igual la moto que se lleve, una Hayabusa o un Scoter, que se circule por ciudad o por autopista. Unas gafas de sol son suficiente protección para ellos.
El tobillo de Marisa va aguantando bastante bien, la bota de la moto le sujeta bien el piel.
Para no cargar mucho ese tobillo, cerca de Kavála decidimos parar, más concretamente en Péramos localidad pegada a la playa y donde abundan los hoteles, todos pequeñitos, como muy familiares. Preguntamos y preguntamos y después de muchas dudas por parte de los propietarios, todos están completos..., deducimos que con nuestra “pinta” de moteros, no se fían. Grecia sigue siendo muy rural. El turismo que observamos es de la tierra. No se ven vehículos de fuera, no se ven rubios y rubias y nuestra indumentaria no les ofrece la más mínima confianza.
Nos vamos de Péramos y vamos al siguiente pueblo Iraklitsa, y lo mismo, en el primero que vemos preguntamos y después de mirarnos de arriba abajo con detenimiento, COMPLET joder...¡¡¡
Un poco más adelante divisamos un hotel que parece más grande IRAKLITSA BEACH HOTEL, vamos directos a él, preguntamos y por fin una habitación por 75 €, aseada pero nada del otro jueves. Eso si estaba muy cerquita de la playa. Así que nos cambiamos de ropa rápidamente y antes de que se hiciera más tarde, nos dimos un “peazo” baño en el Mar Egeo.
A la mañana siguiente, lo que se convertiría en una rutina durante bastantes días, aseo, vendaje del tobillo y desayuno.
Ponemos dirección a Turquía.
Como al llegar en Grecia no pudimos hacer la foto de la entrada ya que llegamos en ferry, aprovechamos y la hicimos a la salida.
Continuará