Un mago de crucero se sube a un autobús que va llenísimo. La gente, cansada, se dirigía a sus casas en tanto el mago gritaba:
"Señores y señoras, voy a hacer un truco de magia".
Nadie le hacía caso al mago, mientras éste aparecía un ramo de flores. Entonces, enojado, el mago amenaza:
"Voy a hacer que se levante este autobús. Uno, dos, tres..."
Y el camión comienza a elevarse lentamente. La gente, asustada, le suplica:
"Bájalo, por favor".
"No que no me creían. Si quieren que el autobús baje, todos soplen".
Todos los pasajeros soplan, y el vehículo comenienza a bajar.
Asombrado, el público le pide otro truco. El mago acepta diciendo:
"Miren a ese viejito, voy a hacer que se le alegre la perinola. Uno, dos, tres..."
Y al anciano se le alegra la perinola.
"Ohhhh", exclama el auditorio.
Entonces, emocionado, el anciano advierte:
"¡Al que sople me lo cargo!"
"Señores y señoras, voy a hacer un truco de magia".
Nadie le hacía caso al mago, mientras éste aparecía un ramo de flores. Entonces, enojado, el mago amenaza:
"Voy a hacer que se levante este autobús. Uno, dos, tres..."
Y el camión comienza a elevarse lentamente. La gente, asustada, le suplica:
"Bájalo, por favor".
"No que no me creían. Si quieren que el autobús baje, todos soplen".
Todos los pasajeros soplan, y el vehículo comenienza a bajar.
Asombrado, el público le pide otro truco. El mago acepta diciendo:
"Miren a ese viejito, voy a hacer que se le alegre la perinola. Uno, dos, tres..."
Y al anciano se le alegra la perinola.
"Ohhhh", exclama el auditorio.
Entonces, emocionado, el anciano advierte:
"¡Al que sople me lo cargo!"