Bueno bueno, lo primero chic@s, es agradeceros los ánimos que me dabais para que llegasen a puerto los hipotéticos fastos emparejadores de que hablaba el Cal-los, y por vuestra atención para con el golpecillo. No pasa nada. En realidad, nunca pasa nada.
En segundo, viene lo bueno.
¡Aaaadió la luz! Jooooer lo que hacen las raciones de setas azules esas. ¡Esta es la segunda vez que me echáis la soga, jodíos! ¿Pero qué os he hecho yo para que me queráis quemar más que a Juana de Arco, mamonazos? Lo malo es que igual en una de estas, me la apretáis de verdad.
Joer joer, mira que desearme algo así... ¡Ya os vale! Desearle a un amigo lo que no querréis para vosotros. Y no vale mentir, ¿eh?
Lo que es bien cierto es que se me llevaron la cabellera, que me han pasado un corta césped por la cabeza y me han dejao casi hecho una bombilla... ¿Se me irían por ahí las fuerzas y así me estampé? A saber.
Hombre, más que pa los altares, me podía haber ido pa los infiernos, de la chufa del sábado. Otra chufa brutal. Pero es que uno está fibrosito y con el chásis de jierro jejeje, y claro, no chasca ni a la de tres.
Vamos a hacer un relato en plan cachondeo-Joe-Bar-Team (o sea, un tanto exagerado, novelado y guasón. No lo vayas a tomar al pie de la letra) :
De noche ya, un sábado frio de un febrero de dos mil tres. Uno de los racers del Carbonillas-Farra-Team va para su casa. La temperatura está marcada por las calles de Madrid a dos grados negativos.
Ha pensado madrugar y levantarse a las ocho de la mañana el domingo que sigue para poder lavar su moto y estar a las diez en el lugar de donde va a partir la excursión prevista para ese día.
Baja Mqués. de Urquijo con tranquilidad en el ritmo. Cruza Pintor Rosales y sigue hacia el Paseo de Camoens.
El Paseo de Camoens atraviesa el Parque del Oeste desde Pintor Rosales y termina entre el Puente de los Franceses y la Ciudad Universitaria. Es al principio una ancha avenida recta, de tres carriles por sentido que termina en una curva a izquierdas, que da paso a una cuesta abajo, con cerramiento a tres carriles en total: dos de subida y uno de bajada. Ahí empieza un tramo de curvas y contracurvas de unos quinientos metros. Lo más parecido a un mini-puerto. Un tramo divertido cuando está sin tráfico pero de mal asfalto. Y a veces, con tierra y gas-oil también.
Entramos en el Paseo, por mitad del Parque del Oeste, nada más cruzar la Avda. Pintor Rosales. No hay tráfico por la zona. Bajamos la primera recta terminada en una rotonda con fuente. No abrimos gas a fondo, segunda, tercera. ¡Frenada al entrar en la rotonda, hacemos la redonda y salvamos la fuente!
A la bajada de velocidad, distraemos la vista con la multitud de lumis. Ya están atrás, ya son pasado. Continuamos la larga de tres carriles abriendo grifo en segunda a la salida de la redonda con fuente. Cortamos gas, subimos a tercera, abriendo a medio, ¡cuarta ya!
Hemos llegado al final de la larga: cuarta y el gas a dos tercios de apertura. Frenada, bajada hasta segunda y sorteo de la chicane con curva a izquierdas en que termina la larga. Entramos bien y sin forzar. A mitad de la curva empezamos a abrir desde segunda y pasamos rápido a tercera.
La siguiente curva aparece casi enlazada. Corte al gas y toque a la frenada con bajada a la segunda. Entramos en esta curva a derechas y empezamos a abrir en el gas y pasamos a tercera. Nada más salir, tenemos enlazada una curva a izquierdas.
Cambiamos la inclinación y volcamos a izquierdas. Estamos entrando en la curva y suavemente vamos dando la inclinación requerida.
Al momento de entrar en esta curva a izquierdas, con unos treinta grados de inclinación sobre la vertical, de repente estamos tumbados en el suelo sin si quiera haber casi tenido tiempo a notar como las dos ruedas resbalaban a la vez; arena en la pista sin juez de carrera con bandera roja.
Al instante de aterrizar empiezo a dar vueltas por el suelo, guardando la imágen de cómo RT se va alejando a rastras. Reboto contra un bordillo y entonces ya paro, casi al instante. Me levanto, y entonces veo que RT, por el estado que presentaba, también debió tropezar con ese bordillo, voltear más de una vez, y tal vez golpear una farola que quedó bastante trastocada.
No puedo asegurar que fuera RT quien embistió contra el gigante, puesto que había cristales de faro de coche en las cercanías y tampoco yo vi nada pues estaba entretenido practicando vueltas de tonel y golpeando bordillos frios.
Vinieron un par de amigos, llegó la grúa, nos marchamos, y colorín colorado este cuento se ha acabado.
¿Aaaah? ¿Quién torció la carretera? ¿Quién plantó al gigante? ¿Quién se puso a hacer castillos en lo gris?
Con la vista a lo lejos, el motard termina de velocidad, y el aviador de altura.
¡Champiñones forever, ot-tia!
Creo que ErClus sigue vivo, y dando guerra.