M
Miky
Invitado
en mi reloj y yo iba para casa. En coche, despacio. Fumando, oyendo música en la radio. Era un jueves con nombre 17 de octubre de 2002
CAMPAÑAS RECAUDATORIAS. PARTE I.
Pero antes de esto, antes de esa hora y de estar llegando a mi casa, pensé disfrutar y relajarme escuchando un poco de Heavy Metal en un bar cercano a mi casa. Así debe ser, así hice, y así fue.
Después de un día de trabajo, salpicado por desacuerdos sobre como llegar a un objetivo -qué más da cuál fuere-, desacuerdos que desatan finalmente enojos, enojos que dan paso a la discusión, discusión que da lugar a malestar. Después de todo, el tiempo impropio termina, dando paso al que a uno le pertenece y decido emplear un rato en tomar una cerveza antes de llegar a casa y disfrutar un rato de buena música Heavy-Metal en un bar.
¡Uno se llena de malestar casi a diario por tantas cosas! Por pensar, habitualmente.
No es que habitualmente piense, y me explico: quiero decir que es habitualmente debido a que se piensa por lo que se alcanza ese malestar. Moraleja: sé imbécil.
No, nunca extraería yo esa moraleja por nada. Es broma.
Bien, pues cuando serían la 1:30 aproximádamente, llegaba a la primera rotonda y entrada del pueblo de los alrededores de Madrid en que vivo.
En la rotonda, en su parte derecha vista desde donde yo entraba e interceptando el camino que sobre la misma debería yo tomar, había un vehículo marca Nissan y modelo Patrol, verdiblanco y con luces azules sobre el techo. Me pregunté: ¿Qué interés podría tener este pueblo para un marciano? Ninguno seguramente, me respondí. Así que deduje que no debían ser marcianos sino... ¡Lagartos!
Efectívamente lo eran: la típica pareja armada y que normalmente no folla junta. Antes de llegar a ellos me indicaron que parara. Paré y bajé la ventanilla.
-Lagartos: Buenas noches. Su documentación, por favor. Carnet de identidad y permiso de conducir.
-Yo: Buenas noches. Un momento, por favor, voy a salir del coche.
Con dos dedos cogí la americana del asiento derecho y salí. Una vez fuera, con dos dedos saqué la cartera del bolsillo interior de la americana, me colgué la chaqueta sobre el brazo izquierdo y presenté lo requerido. Los lagartos revisaron "los papeles".
-Lagartos: Lleva usted los antinieblas puestos y va sin el cinturón de seguridad. Le vamos a multar por no llevar cinturón de seguridad puesto.
-Yo: Múlteme por los antinieblas, lo prefiero.
-Lagartos: No, le vamos a multar por el cinturón. La documentación del vehículo, por favor.
Entro al coche, abro la guantera y saco las carpetas. El coche es de empresa y llevo únicamente fotocopias de todo. Lo presento.
-Lagartos: ¡Pero esto son fotocopias todo! Y además tiene caducado el permiso de circulación. No se puede circular con esa documentación
-Yo: Pues mire usted, lo siento mucho. El coche no es mio, es de la empresa. Llevo lo que me facilitan. Es lo que hay.
-Lagartos: Está bien.
Mientras ellos toman datos y están escribiendo su denuncia, tal como advierte que harán cierta campaña publicitaria de la DGT muy de moda ahora en la radio, yo empiezo a pasar el checklist a su vehículo.
Lo primero que miro: las ruedas. Las traseras estaban bastante mal, pero las delanteras parecían slicks de competi.
Ellos terminan de escribir y la conversación sigue más o menos así:
-Yo: Con las ruedas como las llevan no se puede circular. Les voy a denunciar a ustedes por ello.
-Lagartos, con una cara de asombro que quedan irreconocibles: Puees, me parece muy bien. Sí, porque la Ley es para todos, claro.
En estos momentos, los dos jóvenes, recién salidos de la especie de academia diría yo, se retiran a hablar entre ellos. Perplejos, no saben cómo reaccionar.
CAMPAÑAS RECAUDATORIAS. PARTE I.
Pero antes de esto, antes de esa hora y de estar llegando a mi casa, pensé disfrutar y relajarme escuchando un poco de Heavy Metal en un bar cercano a mi casa. Así debe ser, así hice, y así fue.
Después de un día de trabajo, salpicado por desacuerdos sobre como llegar a un objetivo -qué más da cuál fuere-, desacuerdos que desatan finalmente enojos, enojos que dan paso a la discusión, discusión que da lugar a malestar. Después de todo, el tiempo impropio termina, dando paso al que a uno le pertenece y decido emplear un rato en tomar una cerveza antes de llegar a casa y disfrutar un rato de buena música Heavy-Metal en un bar.
¡Uno se llena de malestar casi a diario por tantas cosas! Por pensar, habitualmente.
No es que habitualmente piense, y me explico: quiero decir que es habitualmente debido a que se piensa por lo que se alcanza ese malestar. Moraleja: sé imbécil.
No, nunca extraería yo esa moraleja por nada. Es broma.
Bien, pues cuando serían la 1:30 aproximádamente, llegaba a la primera rotonda y entrada del pueblo de los alrededores de Madrid en que vivo.
En la rotonda, en su parte derecha vista desde donde yo entraba e interceptando el camino que sobre la misma debería yo tomar, había un vehículo marca Nissan y modelo Patrol, verdiblanco y con luces azules sobre el techo. Me pregunté: ¿Qué interés podría tener este pueblo para un marciano? Ninguno seguramente, me respondí. Así que deduje que no debían ser marcianos sino... ¡Lagartos!
Efectívamente lo eran: la típica pareja armada y que normalmente no folla junta. Antes de llegar a ellos me indicaron que parara. Paré y bajé la ventanilla.
-Lagartos: Buenas noches. Su documentación, por favor. Carnet de identidad y permiso de conducir.
-Yo: Buenas noches. Un momento, por favor, voy a salir del coche.
Con dos dedos cogí la americana del asiento derecho y salí. Una vez fuera, con dos dedos saqué la cartera del bolsillo interior de la americana, me colgué la chaqueta sobre el brazo izquierdo y presenté lo requerido. Los lagartos revisaron "los papeles".
-Lagartos: Lleva usted los antinieblas puestos y va sin el cinturón de seguridad. Le vamos a multar por no llevar cinturón de seguridad puesto.
-Yo: Múlteme por los antinieblas, lo prefiero.
-Lagartos: No, le vamos a multar por el cinturón. La documentación del vehículo, por favor.
Entro al coche, abro la guantera y saco las carpetas. El coche es de empresa y llevo únicamente fotocopias de todo. Lo presento.
-Lagartos: ¡Pero esto son fotocopias todo! Y además tiene caducado el permiso de circulación. No se puede circular con esa documentación
-Yo: Pues mire usted, lo siento mucho. El coche no es mio, es de la empresa. Llevo lo que me facilitan. Es lo que hay.
-Lagartos: Está bien.
Mientras ellos toman datos y están escribiendo su denuncia, tal como advierte que harán cierta campaña publicitaria de la DGT muy de moda ahora en la radio, yo empiezo a pasar el checklist a su vehículo.
Lo primero que miro: las ruedas. Las traseras estaban bastante mal, pero las delanteras parecían slicks de competi.
Ellos terminan de escribir y la conversación sigue más o menos así:
-Yo: Con las ruedas como las llevan no se puede circular. Les voy a denunciar a ustedes por ello.
-Lagartos, con una cara de asombro que quedan irreconocibles: Puees, me parece muy bien. Sí, porque la Ley es para todos, claro.
En estos momentos, los dos jóvenes, recién salidos de la especie de academia diría yo, se retiran a hablar entre ellos. Perplejos, no saben cómo reaccionar.