javit0
Curveando
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Os pongo la crónica de un viajecillo de este fin de semana hasta la Vera extremeña, cruzando Gredos; poco más de 500 kilómetros en los que he disfrutado como un niño.
Salida de Medina del Campo el sábado a las 4:30 h., un sol espléndido que pegaba de lleno así que me dije, voy a quitar el forro interior al traje que si no me voy a asar… Buscando carreteras secundarias salgo en dirección Piedrahita. Antes de llegar a Peñaranda, a unos 30 km. El cielo se encapota hasta el punto de que parecían las 9 de la noche. Empiezo a encontrarme el asfalto mojado y unos relámpagos impresionantes al fondo. Veo que me voy metiendo en la tormenta y al momento las primeras gotas que se convierten en un verdadero chaparrón. Me acuerdo del momento en el que quité el puñetero forro. Siento no tener fotos, pero no estaba la cosa para parar en el medio del campo y mucho menos para sacar la cámara. Por si fuera poco, en mi afán por buscar rutas alternativas me metí entre Peñaranda de Bracamonte y Piedrahita por una minúscula carretera que estaba en obras, con unos socavones terribles que ya quedaban cubiertos totalmente por el aguacero que seguía arreciando. Como si circulara por un campo minado, esquivando baches y barrizales, con el frío metido en los huesos y el agua que empezaba a traspasar la cordura llegué a Piedrahita. Lo primero que hice fue buscar una tienda en la que comprarme una camiseta de interior. Tuve suerte, y a pesar de ser sábado por la tarde encontré una tiendita de pueblo en la que el dependiente me sacó una camiseta térmica que resultaba anacrónica en un contexto tan rural. La cosa mejoró bastante y al llegar a Barco de Ávila salí de la tormenta. A continuación el puerto de Tornavacas y ya en el Valle del Jerte, con el sol brillando de nuevo pasé por delante de un indicador que señalaba “Garganta de los infiernos”. No me pude resistir a tomar el desvío para descubrir tan sugerente destino, pero no pude llegar pues el camino desembocaba en una ruta de senderismo y me tuve que conformar con disfrutar de un precioso “purgatorio”.
Continuando el camino y ya en La Vera: Navalconcejo, Piornal, Pasarón de la Vera y Jaraíz de la Vera, una carretera serpenteante flanqueada por encinas, robles y castaños que dejaban pasar los rayos de un sol bajo, tamizando la luz para crear unos espectaculares efectos caleidoscópicos. Muy cerca, Cuacos de Yuste, donde se encuentra el Monasterio de Yuste, donde buscaba reposo Carlos I y donde murió en 1558. Como ya lo conocía, y andaba un poco tarde, no paré y continué hacia Talayuela y Navalmoral de la Mata, que es donde unos amigos me daban cama, comida y calor humano. Repasando el viaje, me doy cuenta de que no me crucé con una sola moto… ¡curioso!
La vuelta, el domingo, fue menos accidentada. Con un día precioso salí hacia el embalse de Rosalejo, para no repetir ruta en la vuelta. A pocos kilómetros de Madrigal de la Vera, en la falda de Gredos por su vertiente sur, esto es lo que se veía frente a mi……………..
No se que pensareis, pero yo creo que sentado en una “japonesa” el paisaje no es tan bonito.
A continuación, entre Candelada y Poyales del Hoyo, un precioso recodo con puente romano y cascada que baja desde Gredos al río Arbillas ….........
Pasado Arenas de San Pedro llegamos al Castillo de Monbeltran, que creo que es del siglo XVI……………….
Continuamos la subida, curveando y disfrutando un montón hasta hacer cima en el Puerto del Pico. Una paradita para hacer un pis (no foto), tomar una cervecita y un pincho de tortilla, que eran las 2 de la tarde……………
(Foto grande): http://www.laberinto-art.es/capitancacharro/PuertodelPico-01.jpg
En este trayecto si que me encontré motos; mucha Super RR “de publicidad” que seguro que no iban viendo el paisaje como yo, y BMWs solo GS 1200. Hay que ver cuantas hay…
A partir de este punto el camino empezó a ser menos divertido, comenzando los tramos rectos y llanos que me llevaron hasta Ávila. Foto obligada a la puerta de sus murallas....
… y regreso a casa con un último e insípido tramo de autovía, aunque antes de llegar a Arévalo me encontre con esto....
En definitiva, el Capitán Cacharro se portó y me amenizó un precioso recorrido con un ronroneo preciso y sonoro que parecía obra de un afinador de pianos.
Y luego siempre hay alguien que te pregunta ¿y a ti porque te gustan las motos viejas?
Salida de Medina del Campo el sábado a las 4:30 h., un sol espléndido que pegaba de lleno así que me dije, voy a quitar el forro interior al traje que si no me voy a asar… Buscando carreteras secundarias salgo en dirección Piedrahita. Antes de llegar a Peñaranda, a unos 30 km. El cielo se encapota hasta el punto de que parecían las 9 de la noche. Empiezo a encontrarme el asfalto mojado y unos relámpagos impresionantes al fondo. Veo que me voy metiendo en la tormenta y al momento las primeras gotas que se convierten en un verdadero chaparrón. Me acuerdo del momento en el que quité el puñetero forro. Siento no tener fotos, pero no estaba la cosa para parar en el medio del campo y mucho menos para sacar la cámara. Por si fuera poco, en mi afán por buscar rutas alternativas me metí entre Peñaranda de Bracamonte y Piedrahita por una minúscula carretera que estaba en obras, con unos socavones terribles que ya quedaban cubiertos totalmente por el aguacero que seguía arreciando. Como si circulara por un campo minado, esquivando baches y barrizales, con el frío metido en los huesos y el agua que empezaba a traspasar la cordura llegué a Piedrahita. Lo primero que hice fue buscar una tienda en la que comprarme una camiseta de interior. Tuve suerte, y a pesar de ser sábado por la tarde encontré una tiendita de pueblo en la que el dependiente me sacó una camiseta térmica que resultaba anacrónica en un contexto tan rural. La cosa mejoró bastante y al llegar a Barco de Ávila salí de la tormenta. A continuación el puerto de Tornavacas y ya en el Valle del Jerte, con el sol brillando de nuevo pasé por delante de un indicador que señalaba “Garganta de los infiernos”. No me pude resistir a tomar el desvío para descubrir tan sugerente destino, pero no pude llegar pues el camino desembocaba en una ruta de senderismo y me tuve que conformar con disfrutar de un precioso “purgatorio”.
Continuando el camino y ya en La Vera: Navalconcejo, Piornal, Pasarón de la Vera y Jaraíz de la Vera, una carretera serpenteante flanqueada por encinas, robles y castaños que dejaban pasar los rayos de un sol bajo, tamizando la luz para crear unos espectaculares efectos caleidoscópicos. Muy cerca, Cuacos de Yuste, donde se encuentra el Monasterio de Yuste, donde buscaba reposo Carlos I y donde murió en 1558. Como ya lo conocía, y andaba un poco tarde, no paré y continué hacia Talayuela y Navalmoral de la Mata, que es donde unos amigos me daban cama, comida y calor humano. Repasando el viaje, me doy cuenta de que no me crucé con una sola moto… ¡curioso!
La vuelta, el domingo, fue menos accidentada. Con un día precioso salí hacia el embalse de Rosalejo, para no repetir ruta en la vuelta. A pocos kilómetros de Madrigal de la Vera, en la falda de Gredos por su vertiente sur, esto es lo que se veía frente a mi……………..

No se que pensareis, pero yo creo que sentado en una “japonesa” el paisaje no es tan bonito.
A continuación, entre Candelada y Poyales del Hoyo, un precioso recodo con puente romano y cascada que baja desde Gredos al río Arbillas ….........

Pasado Arenas de San Pedro llegamos al Castillo de Monbeltran, que creo que es del siglo XVI……………….

Continuamos la subida, curveando y disfrutando un montón hasta hacer cima en el Puerto del Pico. Una paradita para hacer un pis (no foto), tomar una cervecita y un pincho de tortilla, que eran las 2 de la tarde……………

(Foto grande): http://www.laberinto-art.es/capitancacharro/PuertodelPico-01.jpg
En este trayecto si que me encontré motos; mucha Super RR “de publicidad” que seguro que no iban viendo el paisaje como yo, y BMWs solo GS 1200. Hay que ver cuantas hay…
A partir de este punto el camino empezó a ser menos divertido, comenzando los tramos rectos y llanos que me llevaron hasta Ávila. Foto obligada a la puerta de sus murallas....

… y regreso a casa con un último e insípido tramo de autovía, aunque antes de llegar a Arévalo me encontre con esto....

En definitiva, el Capitán Cacharro se portó y me amenizó un precioso recorrido con un ronroneo preciso y sonoro que parecía obra de un afinador de pianos.
Y luego siempre hay alguien que te pregunta ¿y a ti porque te gustan las motos viejas?
