
Abuelo: Bueno. El otro día tomé mi escopeta y me fuí al campo a cazar conejos, cuando ví uno apunté, disparé y le dí medio a medio, quedó entero molido, lo único que se salvó fueron las patas, las cuales quedaron regadas por todo el campo, entonces tomé una pata y me la coloqué en un hombro. Espera un momento, voy a contestar el teléfono.
Aló, no señor, equivocado.
Hijo, en que ibamos?
Nieto: En que usted tomó una pata y se la colocó en un hombro.
Abuelo: Ah, ¡¡¡¡ entonces tomé la otra pata, me la puse en el otro hombro Y ME FORNIQUE A TU ABUELITA !!!!
