Historia verídica

Motogolf

Allá vamos
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7 Mar 2005
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Esto que voy a contar es una historia totalmente real que me sucedió el verano pasado, con uno de mis mejores amigos, en un pueblo de la provincia de Ávila (yo, aunque viva en Madrid, soy más de pueblo que las amapolas).

La anécdota me parece de lo más divertida y es de esas que recuerdas durante toda la vida. Pues bien, vamos allá:

Una noche del mes de junio, me fui con mi hijo y un cuñado a coger cangrejos de río (ya sé, ya sé, que está prohibido pescar de noche, pero eran de esos americanos, que abundan por la zona y hacen daño a las cosechas). El lugar de pesca, un pequeño arroyo situado a unos 10 km del casco urbano, me lo había enseñado días atrás mi amigo, que es policía local y además estaba de servicio esa noche (por eso no pudo venir conmigo, claro).

Según llegábamos en el coche al sitio en cuestión observé que alguien se me había adelantado: veía un auto parado en la zona, lo que me hizo pensar: “joer, ya nos quitaron los cangrejos”. Cual fue mi sorpresa cuando al acercarme más pude observar que el coche no estaba aparcado cerca del arroyo, sino encima de lo que en su día quiso ser un puente y que a causa de los ecologistas nunca se llegó a finalizar (iba a ser una carretera de conexión por un valle para evitar 20 kms de curvas peligrosas). El puente estaba terminado pero, ¡¡¡voilá, le faltaba el tablero¡¡¡. El coche estaba apoyado sobre su panza con la zona delantera en el vacío y la trasera en el camino.

Todos pensamos que había sido un accidente ocurrido esa tarde y que aún no habían retirado el auto. Al acercarnos vimos con sorpresa que estábamos en un error y que en el asiento trasero había un hombre tumbado. Joer, que cosa más rara, pensamos un poco acojonados, temiendo que el tío estuviera difunto. Pero claro, si hubiera sido así el hombre estaría en el asiento del conductor, caído sobre el volante.

Sin atrevernos a otra cosa, agarré el móvil y llamé a mi amigo. Le dije: Oye, macho, ven para acá echando leches que pasa esto (y le conté la película). El me dijo:
- No será un Opel Kadett rojo?.
- Joer, pues sí, ese coche es.
- Pues le andábamos buscando porque ha dado dos golpes a coches aparcados y se ha dado a la fuga.
- Pues ya lo habéis encontrado, venir para acá, respondí yo, que ya sabes donde estoy.

Al cabo de un rato, veo aparecer por el camino al todo terreno de la Policía Local seguido de uno similar de la Guardia Civil, ambos con las sirenas luminosas encendidas. Pensé: Joer, este ha pedido refuerzos, jajaja.

Bajaron los 4 de sus coches, les volví a comentar lo ocurrido y nos acercamos todos al vahículo siniestrado con precaución de no tocarlo por si terminaba cayendo al vacío (la verdad que no eran más allá de 2 o 3 metros). Con la experiencia de los cuerpos de seguridad, se dieron cuenta enseguida de lo que yo pensaba, pero me parecía increíble: el tío estaba durmiendo plácidamente en el asiento de atrás.

Después de más de 10 minutos (sin exagerar), consiguieron sacar al hombre de los brazos de Morfeo y el tío salió del coche dando tumbos para todos lados, con una cogorza de esas que pueden terminar en coma etílico.

- ¿Que pasa, que pasa? Preguntaba extrañado el hombre, sin tener muy claro lo que le había sucedido.
- Si yo iba a mi finca a comerme una pizza que he comprado en el pueblo, me entró sueño y me he echado a dormir. Yo no he hecho nada.

- ¿Que no has hecho nada?, respondió mi amigo que llevaba la voz cantante entre las fuerzas del orden (cosa rara porque yo pensé que sería la Guardia Civil). De momento has atizado a dos coches en el pueblo y…. ¿has visto donde coño te has metido?. ¿en que ibas pensando? ¿Cuántas copas te has tomado?

En ese momento supongo que el tío se dio cuenta de la situación, pero no le preocupó demasiado que hubiera podido terminar él y su coche en remojo. Todo su afán era repetir que el no había hecho nada, que se había tomado unas cervecillas en el pueblo y se iba a comer su pizza a la finca. Que no entendía que pintaba tanto poli allí.

Durante la conversación el hombre no dejaba de moverse para todos lados, dando dos traspiés por cada paso. En un momento dado se arrimó demasiado a una pequeña barandilla existente, momento en el que mi amigo, agarrándolo por la pechera y metiéndole hacía dentro del puente le espetó a voces:

- Quita de ahí, desgraciado, que te vas a matar. Y no es porque te mates, es por LA DE PAPELES QUE TENGO QUE RELLENAR YO LUEGO.
 
Pues un remojoncillo tampoco le habria venido mal. ::)
Pero bueno,mejor asi y que la cosa no pasò a mayores. ;)
 
Supongo Oscar, aunque no lo vimos evidentemente, que el tío se pasó al asiento de atrás sin salir del coche.

Camacho, si se cae al río con la ventana abierta como la tenía, se le comen los cangrejos, con pizza y todo sin que se entere ;D ;D ;D
 
Pues si que fue un follón del carajo, sí.

No terminé de contar la historia, porque no se ofendiera ningún agente de la autoridad de los que hay por aquí, del "pasotismo" de sus colegas de mi tierra, pero mi amigo le dijo al tipo:

- Pues nada, majo, sigue durmiendo, a ser posible fuera del coche, y mañana cuando te despejes de la resaca, vas al pueblo, le dices a una grúa que te saque de aquí y ya te diremos los partes que tienes que dar de los dos golpes a los coches que diste en el pueblo.

Nos fuimos todos, sin cangrejos que es lo que yo más sentí, aunque los G.C. me dijeron que siempre que les diera la mitad podía quedarme pescando ;D ;D y supongo que el tío se iría a su finca a patita (como 5 km) o a lo peor se volvió a meter en el coche a seguir en los brazos de Morfeo, soñando con los papeles que tendría que rellenar mi amigo en caso de que a él le pasara algo.
 
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